La verdad de los sextillizos
Osomatsu-san no me pertenece, uso sus personajes sin fines de lucro.
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Todos se miraron entre sí con los sobres en la mesa del comedor, estaban nerviosos y a la vez ansiosos de saber los resultados que contenía de ellos; uno por uno agarro su respectivo análisis y lo abrieron a la par de forma sincronizada.
Había muchos tipos de caras para expresar el alivio y descontento de los seis.
― ¿¡Por qué todos somos betas!?―resopló Choromatsu.
El tercero siempre pensó que tendría individualidad y una identidad si sus hermanos llegaran a tener exámenes diferentes entre sí, pero tal parecía que siempre debían de compartir como los demás; el mismo día al nacer, el mismo rostro, el mismo género y sub-sexo.
―Tal parece que Onii-chan no será un genial alfa...―exclamó el mayor.
― ¡Cállate, Aniki! No tendremos nunca independencia como van las cosas.
―Eso es cierto, Choromatsu-niisan.
―Gracias, Todomatsu.
―Creo que era lo más obvio, nacimos juntos después de todo...―comentó en neutro el cuarto.
―Es cierto, es genial ser del montón―celebró Jyushi con entusiasmo.
―Además dudo que nuestro círculo de amigos tengamos algún alfa u omega...
― ¡¿De qué hablas?! Solo tenemos a Chibita que apenas nos soporta, a Hatabou y Totoko, y lo demás que conocemos somos nosotros.
―Por eso mismo―soltó con carisma Oso.
La burbuja de los hermanos Matsuno no se podría romper ante la nueva normativa social, pronto alfas y omegas se juntaban con sus semejantes con tal de ser entendidos. No hubo cambios grandes, Chibita y Hatabou resultaron ser betas, el cambio en si fue Totoko, el amor platónico de toda su niñez.
Califico como alfa.
Vieron la distancia que marcaba, llegaron a pensar que el hecho de ser superior, uno de sus más grandes anhelos de ella al fin la hizo ver la mediocridad que son. Simples y del montón, pero la idea se descartó rápida al no tener apetito de socializar con sus semejantes o de querer huir de las omegas y betas que la consideraban atractiva.
El que más simpatizo en esa situación fue el mayor.
― ¡Hey! ¡Totoko-chan!―susurró en bajo Osomatsu.
Estaban en clases de matemáticas, su asiento se encontraba detrás de ella― ¿Qué quieres?―preguntó cortante.
― ¿Me puedes ayudar con la tarea?
Ella se congelo por un momento y solo asintió en bajo, fue cuando los hermanos comenzaron a tratarla sin importar su rango, ella era la misma de una forma u otra. Pero no supieron como poco a poco ella se relacionaba mejor con Ichimatsu y Todomatsu, las mayores se relacionaban mejor entre ellos a pesar de estar en distinto grupo.
Parecían tener una identidad apartada de su familia, algo que Choromatsu le gusto realizar aunque fuera algo extraño las relaciones ante los demás, tal vez si podían vivir sus vidas de forma cotidiana sin ninguna característica de ser superior o inferior a los demás, no están malo ser todos por igual y fue un lindo ese pensar... hasta que llego ese día.
El maldito incidente.
Todos lo desean olvidar, incluso llegaron a tener solo fragmentos borrosos de lo sucedido por fortuna, aunque los únicos que sabían de ello eran los Matsus y Totoko.
Todo había sucedido tan rápido, y parecía muy confuso ¿Qué no eran todos por igual? No fueron por una semana a la escuela no solo porque Osomatsu entró en celo y se quedó en cuarentena alejado del resto, su única compañía resulto ser Karamatsu que también presenta algo de esos síntomas, pero no tan fuertes.
Volvieron hacerse los análisis de manera más profunda, y esto dio resultados distintos.
― ¿Omega?―exclamó el mayor sorprendiendo a la familia.
― ¡¿Eso no puede ser!? Se supone que somos todos por igual, no es así Okaa-san―habló el segundo.
―La verdad es posible...―habló con tristeza la madre― ¿No sé han preguntado lo complicado que fue tenerlos?
― ¿De qué hablas, Okaa-san?―cuestionó Jyushi preocupado.
―De seguro no lo pensaron ya que ahora están sanos...
La señora Matsuyo confeso las complicaciones del embarazo, siempre es complicado traer un niño al mundo, pero que sean seis al mismo tiempo debía de ser una gran hazaña. Los doctores le dijeron muchas cosas; desde abortar a los más débiles o que a los pocos meses alguno moriría. Ella no perdió la esperanza aunque su cuerpo se estirara de más, sentir la columna partirse en dos o ya no tener la posibilidad de salir de la cama por riesgo de perderlos a todos.
Nacieron a los seis meses de forma prematura una madrugada de mayo, conforme salían los bebes estos eran puestos en incubadoras de forma inmediata para no perder la vida. La melancolía se plasma en el rostro de la superior Matsuno al decir lo asustada que estaba, algunos se esforzaban por respirar y otros necesitaban la ayuda de un aparato para hacer esa acción, parecía que vivía en el hospital al cuidado de ellos; no tuvo el gozo de alimentarlos con el pecho, siempre el tubo debía de ser el intermediario. Fueron unos tortuosos tres meses hasta que al fin pudieron darse de alta.
―No me importo lo riesgoso del caso, o que el doctor me dijera que esto afectaría en un futuro, yo solo quería verlos con vida a todos―admitió con lágrimas.
Las expresiones de los seis ante esa historia eran de sí de conmoción y de horror de pensar que su existencia colgaba de un hilo desde el vientre materno. Aunque ahora todo ya está aclarado eso no solucionaba mucho, supieron de los peligros de que algunos fueran omegas y decidieron seguir con la farsa.
Era sencillo, Osomatsu y Karamatsu no se veían como los omegas estándares; no se les enganchó la cadera, su estatura fue la de un beta promedio, no tenían muchas facciones suaves y hasta podrían decirse que eran comunes.
Ichimatsu y Todomatsu no crecieron, todos median por igual, no tenía una voz de lo más poderosa y muy pocas veces tenían una mirada tan penetradora como los alfas; el problema de esto no era el físico, sino el olor. Se dieron cuenta que el ambiente que rodeaba a los omegas y a los alfas eran muy diferentes, pero cuando están todos juntos ese olor parecía mezclarse y ser el de un beta.
Aunque claro, después comenzaron a usar suspensores...
Y más por Osomatsu, a pesar que su aroma era común y hasta se podía decir corriente; seducía demasiado a los alfas, era parte de su encanto, había tenido pocos alfas que lo ayudaron a consumar el acto por voluntad propia. A pesar de ser un omega, mantenía un instinto en estado de alerta. Él seguía sin marca.
Aunque claro, tampoco Karamatsu no tenía marca, pero eran por distintas razones. Los omegas como Osomatsu por lo general ya tenían una pareja y con una cría...
— ¿A qué te refieres con distinto?
Ichi miró un poco el cigarro, este se había consumido a casi su totalidad. No le apetecía hablar de esas cosas, son asuntos que muy pocos comprenden.
— ¿Acaso me vez como un alfa?
— ¿Eh?—Totoko se sorprendió por la repentina pregunta.
—Antes de enterarte de esto y descartando lo que te he contando ¿Cómo nos veías?
Totoko parpadeo un poco y lo pensó por un momento, nunca pensó mucho en los demás; solo su cabeza se había llenado en como hubiera sido si Osomatsu catalogaba como alfa. No le gustaba mucho la idea, pero parecía la más razonable durante mucho tiempo.
Y ahora veía todo muy distinto, cada vez encontraba más detalles en como se relacionan los seis juntos y cada uno podría hasta cumplir con su papel, pero de forma más discreta.
—Te veía como beta.
—Exacto...—Ichi le dio una última calada al cigarro—Tanto como yo como Karamatsu no nos movieron de ahí—susurró en bajito.
Con miedo, miedo de que Totoko preguntará por más cosas, miedo de lo sucedería mañana temprano y más que nada, de lo que pensarían los demás a esto.
Ichimatsu observo la colilla, esperó a que el humo se extinguiera—Digamos que él y yo compartimos algo más...
Se sentía en un confesionario, diciendo todo lo que había guardado con celos referente a sus hermanos y la condición de ellos; pero Karamatsu era un punto y aparte, y Totoko solo tendría la satisfacción de saber una oración de la relación que tenían ellos dos...
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