칠. real life

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Nari agradeció poder pasar todo un día con Jiyong. Pocas veces ocurría, sobre todo con todo el trabajo que tenía la última, uno que no paraba de aumentar y más al tener también una carrera como idol, pero lo iba a aprovechar.

Necesitaba estar a solas con ella para poder contarle todo lo que se había callado con respecto a su familia y cómo se sentía. Se lo había guardado para sí durante más tiempo del que debería, pero tampoco quería agobiarla con preocupaciones cuando la actriz tenía las suyas propias. No quería molestarla, no cuando tenía tantas cosas con las que lidiar.

Por mucho que aparentaba que estaba bien, como siempre hacía delante de la gente que la rodeaba, no lo estaba, o al menos no del todo. No podía dejar de darle vueltas a la conversación que había tenido con su hermano y le daba más importancia de la que tenía.

Y eso le daba mucha rabia, porque no lo merecían. Nadie de su familia merecía que ella lo pasase mal.

—Cuéntame lo que te preocupa —pidió Jiyong dejando las bolsas al lado del sofá—. Solo has estado mencionando cosas sin importancia, casi todo el tiempo he hablado yo. Has estado callada para ser tú.

Como estaban cansadas, habían decidido volver al apartamento de Jiyong para poder estar tranquilas. Habían estado la mañana de compras, o lo había estado la actriz mientras Nari la acompañaba y daba su opinión de las piezas de ropa que elegía o lo que se probaba. No era que no quisiera comprarse nada, o que no fuese bonito, porque Jiyong tenía muy bien gusto con respecto a la moda, pero las tiendas a las que estaban yendo estaban muy fuera de su presupuesto y se negaba a que le regalase nada más por el momento.

Después habían ido a comer a uno de los restaurantes preferidos de las dos, en el que había la suficiente intimidad para que Jiyong no se sintiese agobiada por la gente y que nadie pudiese acercarse a ellas. Tampoco habían ido solas, desde hacía casi un año la actriz iba acompañada siempre de su guardaespaldas, que parecía que no estaba pero estaba pendiente de todo.

Nari tampoco se quejaba, no tenía nada mejor que hacer y se adaptaba muy bien a la rutina de su amiga, siempre lo había hecho.

—Odio cuando haces eso, Jiyong.

—¿El qué? —La actriz se agachó para acariciar a Dalgom, que estaba muy contento de que su dueña hubiese llegado—. Y no te preocupes, Jisoo no está, si eso es lo que te hace no querer hablar, con todo lo de su futuro solo está pasando mucho tiempo en YG y en el dorm con las demás.

—Odio que me conozcas mejor que yo misma —gruñó Nari y se sentó en el sofá—. Hay algo que me preocupa, sí.

—¿Algo relacionado con Minho?

Nari alzó una ceja y no disimuló su expresión cuando nombró al chico. ¿Qué pintaba ese nombre? Ni siquiera había pensando en él estos días, tampoco sabía nada de él desde el intento de conversación por Instagram en el que le había colmado la paciencia. No iba a ser ella la que le hablase de nuevo, no quería, no le apetecía y no perdonaba que la hubiese llamado niña rica.

—¿Por qué hablas de él? —gruñó—. Mi vida no gira en torno a lo mal que me cae alguien, sería darle demasiada importancia.

—Porque te conozco, tú misma lo has dicho. —Sonrió y antes de sentarse en el sofá, fue a por dos vasos de agua, como buena anfitriona, y le ofreció uno—. Fui un poco directa y dura contigo el otro día, pero es que sois muy cabezones.

—¿Con él también tienes estas charlas?

—¿Sobre ti? —Nari asintió—. ¿Tienes curiosidad acaso? ¿No acabas de decir que tu vida no gira en torno a alguien que no te cae bien? Que eso sería darle demasiada importancia.

Jiyong sonrió y Nari puso los ojos en blanco. Acababa de desarmarla usando su propias palabras.

—No tengo curiosidad.

—¿Entonces por qué preguntas? —se regodeó Jiyong—. Pero sí, también doy esas charlas, hay cosas que no debería decirte.

—Como el niña rica —ejemplificó apretando los labios llena de rabia—. Es que no lo aguanto, ¿quién se cree para decirme eso? —Al ver que Jiyong iba a defenderlo, añadió—: No quiero escucharlo.

—¿El qué?

—La defensa a tu niño, porque vas a hacerlo.

—Minho no sabe nada de tu vida y lo que te ha costado tener esta estabilidad —argumentó con calma—. Solo intentó chincharte por el camino fácil. Vio el bolso y dio por hecho las cosas.

—Y se equivocó...

—Tampoco puede disculparse de algo que no conoce.

—Ni va a conocer —dijo con rapidez Nari.

—¿Ves? Eso me da aún más la razón, no puede disculparse —repitió—. Si te sirve, le pedí que no te lo dijera más.

—Como si te fuera a hacer caso... —Resopló y echó la cabeza hacia atrás para apoyarse en el respaldo del sofá—. ¿Podemos cambiar de tema? No quería hablarte de él.

—¿Tú estás segura de querer cambiar de tema? —la molestó un poco más Jiyong—. Porque dices que no quieres hablar de Minho, pero míranos, aquí estamos. Además, es que sois tal para cual.

—No lo somos.

—Y tanto que sí, sois muy muy parecidos, con una personalidad similar. —Jiyong empezó a reírse al ver la expresión de su amiga—. Pero quieres que cambiemos de tema, lo hacemos. —Se sentó en el sofá al lado de Nari—. Te escucho.

—El otro día mi hermano me habló... —empezó en voz más baja, sintiéndose como una niña pequeña muy vulnerable—. Y no puedo dejar de darle vueltas.

—¿Te dijo algo fuera de lugar? —Frunció un poco el ceño—. Seguro que sí, no sé por qué pregunto lo obvio.

—Me recriminó mis decisiones y...

Jiyong la abrazó porque sabía que Nari lo necesitaba aunque no lo dijese en voz alta, que le costaba mucho expresar cómo se sentía en voz alta y más compartirlo.

—No me vas a hacer caso, pero bloquéalo, borra el número de toda tu familia y que no te puedan llamar más. Parece que sepan cuando estás bien para fastidiarte y amargarte la existencia.

Nari había pensado más de una vez en hacer lo que le había sugerido en más de una ocasión Jiyong, porque siempre se lo recordaba cuando tenía momentos de bajón por ese tema. Viviría mucho más tranquila y sin preocuparse de lo que podía llegar a pasar.

No obstante, no podía, le resultaba imposible por mucho que lo intentase, porque aunque no lo mereciesen, aún los quería.

Una parte de ella aún tenía la esperanza de que la situación con su familia se solucionaría, que todo volvería a ser como era antes, que se disculparían por haberla echado sin pensarse en lo que podía suponer para ella y lo difícil que había sido desde ese momento, que verían que se habían equivocado en planear su vida por ella sin ni siquiera preguntarle y entenderían su negativa. Sobre todo, tenía esa ilusión por su hermano, porque se negaba a creer, aunque fuese muy obvio, que no había nada de lo que recordaba de su infancia, que solo había sido una mentira y que nunca le importó de verdad, que no era un buen espejo en el que mirarse o un buen ejemplo.

—Espera, Chan me está llamando, ¿te importa si lo cojo? —Nari negó con la cabeza y siguió acariciando a Dalgom. Miró por la ventana y vio que estaba empezando a anochecer, tenía que empezar a irse a su casa para que no se hiciera muy tarde. También pensó en qué se podía hacer para cenar, no le apetecía nada que fuese muy elaborado, no quería cocinar—. Un momento, que le pregunto. ¿Te molesta si vienen?

—¿Me estás hablando a mí? —dijo Nari al ver que su amiga la miraba.

—Sí, Nari, ¿te molesta si viene Chan y alguno de los niños? —quiso saber—. Les han cancelado la práctica de hoy porque su coreógrafo se ha puesto enfermo y...

—Y quieres pasar tiempo con tu novio —asumió—. Tranquila, me voy a mi casa.

—¡No! —negó de inmediato—. Espera, Channie, ahora te lo confirmo por mensaje. —Colgó y siguió mirando a su amiga—. No te estoy echando, no quiero que pienses eso. He quedado contigo hoy y no voy a dejarte colgada. Mi pregunta es por si te molesta que vengan aquí, podemos ver una película o lo que nos apetezca.

—¿Quiénes van a venir?

—Los niños —respondió—. Te llevas bien con ellos, ¿no? —Nari asintió—. Entonces, ¿te molesta si vienen?

—Jiyong, es tu apartamento.

—Y yo repito, he quedado hoy contigo, si no te apetece, no vienen.

Nari suspiró y le confirmó a Jiyong que no le molestaba que vinieran los demás, tampoco era malo y así, si había más gente, no le daría vueltas a lo de su familia. Como aún tenían un tiempo a solas siguieron hablando de lo que le preocupaba y Nari se desahogó, mostrándose un poco vulnerable, algo que odiaba, ante su mejor amiga.

Una vez que no tenía más por decir, empezaron a ir de un tema a otro, y Jiyong no perdió la oportunidad de preguntarle si alguno de los chicos con los que estaba hablando había causado en ella una buena impresión o si las citas habían ido bien.

—¿Citas? —se escuchó desde el recibidor una voz más alta de lo normal—. ¿Estás engañando a Chan hyung, noona?

Ambas se levantaron del sofá para ver que los chicos ya habían llegado.

—Te he enviado un mensaje y no me has respondido —se excusó Chan, disculpándose con la mirada con su novia—. He usado la llave que me diste porque si nos quedábamos en la calle podían hacernos fotografías.

—No te preocupes, Channie, te di una llave para situaciones así. ¿No habéis venido todos? —se extrañó Jiyong cuando contó con la mirada a los chicos, el mismo gesto que hacía Chan de forma inconsciente antes de ir a algún sitio—. ¿Dónde están Changbin, Felix, Seungmin e Innie? Me faltan niños. ¿Están subiendo?

—Me duele mucho que preguntes por los que no están aquí en lugar de saludarme, noona —se quejó Hyunjin, poniéndose la mano en el pecho—. Primero deberías saludarnos, o mejor dicho saludarme a mí.

—Os esperaba a todos, no solo a la mitad —dijo Jiyong con una ceja alzada—. ¿Es malo querer saberlo?

Nari hizo una reverencia mientras disimulaba lo mejor que podía lo poco que le gustaba que estuviera Minho ahí, podría haberse quedado con los demás, o en lugar de venir él que hubiese sido Seungmin. Aunque llevase ya un tiempo trabajando con ellos, y tuviese buena relación con la mayoría, no olvidaba la educación ni la formalidad porque no dejaban de ser, en cierto modo, sus jefes. Además, tampoco los conocía bien.

—Es como si no nos quisieras aquí... —dramatizó Hyunjin mirando a la actriz—. ¿Vas a abrazarme para saludarme, noona? Que me pongo triste si no lo haces.

—Hyunjin... —habló Chan y le sonrió a Nari al verla con mucha familiaridad—. ¿Cómo estás? Según sé, habéis tenido un día ocupado —apuntó al ver las bolsas que aún seguían en el suelo.

—Me daba pereza guardarlas —admitió Jiyong entre risas—, pero sí, ha estado muy bien, ¿no, Nari?

—Ha estado bien —confirmó.

—Lo que es muy tozuda y no ha querido comprarse nada —explicó Jiyong—. ¿Me vais a responder por qué no han venido los demás niños?

Nari frunció el ceño al escuchar, o creer escuchar, a Minho murmurando un qué raro justo después de que Jiyong dijera que ella no había comprado nada. Se mordió el labio para no reprochárselo, porque no estaban solos, pero ganas no le faltaron.

¿Volvería a decirle niña rica? ¿Era por eso que se había extrañado de que no hubiese comprado nada?

Jisung, que estaba demasiado callado para lo que era él, fue el que contó que Changbin había aprovechado para ir a entrenar, que Seungmin y Felix habían decidido volver al dorm para probar de hacer una receta nueva y que Jeongin se había quedado en la empresa para practicar el canto y seguir mejorando.

—Si hubiera sabido que estabas con Nari desde el principio, hubiera invitado a Gaeul —murmuró Hyunjin sentándose en el sofá con mucha confianza—. Así la conoces, Nari, es mi mejor amiga. Seguro que te cae muy bien, es tremendamente torpe y adorable a la misma vez.

—Aún tienes tiempo de avisarla si quieres, Hyunjin —sugirió Jiyong—. No hemos decidido lo que vamos a hacer, podemos esperarla.

—No, ya es tarde, además, se pondrá nerviosa de verte, noona —se mofó de la chica que no estaba—. Aunque ahora seáis amigas, sigues intimidándola. Y también está Minho, y bueno, cuando está él es incapaz de fijarse en nadie más o lo bien que baila otra persona, como yo.

—Repito, puedes invitarla aún, y tú también puedes a Eunji, Han —propuso la actriz—. A mí no me molesta. ¿No dicen que cuantos más seamos mejor nos lo pasaremos?

—No, que no invite a Eunji, que entonces tendré que invitar también a Gaeul y nos sentiremos como si estuviéramos en una triple cita —se quejó Hyunjin—. Será incómodo.

—¿Triple cita? —preguntó muy extrañado Chan, que estaba acariciando a Dalgom con cariño. Se notaba que pasaba mucho tiempo en el apartamento de las gemelas Kim porque el perro lo reconocía y estaba muy a gusto con él—. No te entiendo.

—Claro, vosotros dos. —Los señaló—. Luego Jisung con Eunji, y luego...

Se quedó callado y reprimió una sonrisa, consciente de que quizá se había pasado y que la jugada podía no salirle muy bien.

—¿Luego? —insistió Minho, asesinándolo con la mirada.

—Tú hyung y Nari. La otra parejita. De ahí la triple cita. Porque Gaeul y yo somos mejores amigos. —Nari lo miró con una ceja alzada—. No me mires así, Nari.

—Es la misma mirada que hace Minho hyung cuando algo no le gusta—remarcó Jisung entre risas—. ¡Miradlos! Parece que se estén copiando mutuamente. Te están mirando con las mismas ganas de matarte, Hyunjin.

Todos, a excepción de los aludidos, empezaron a reírse, lo que hizo que Minho se levantase y persiguiese a Hyunjin para golpearlo y que se retractase de lo que acababa de decir.

—Niños —pidió Jiyong con calma, tranquilizándolos—. ¿Qué os apetece que hagamos?

Después de hablarlo durante unos minutos, decidieron jugar a un juego de mesa por equipos.

—Yo quiero ir con Jiyong —pidió Hyunjin—. He sido el primero en pedirlo

—¿Y lo que Jiyong quiere? —habló ella en tercera persona sobre sí misma—. ¿No cuenta?

—Quieres ir conmigo, noona. Deja a Chan hyung, estáis siempre juntos.

—¿Quién ha dicho que quiero ir con él? Mi elección es Nari.

—¿Nari? —repitió Minho muy sorprendido—. ¿Se le dan bien estos juegos o está por encima de ellos? Quizá son demasiado... normales para alguien como ella.

Jiyong le dio una patada que no disimuló muy bien, ya que Nari la vio a la perfección, para que no siguiera por ese camino.

—Verás lo bien que se me dan cuando te gane —se regodeó muy segura de sí misma.

Nari desconectó unos segundos cuando todos empezaron a hablar. Ya sabía que eran muy ruidosos y escandalosos, pero no se acababa de acostumbrar. Parecía que todos querían ir con Jiyong, o lo decían para molestarse unos a otros.

—Creo que lo más adecuado sería que hiciéramos las parejas por sorteo —propuso Chan al ver que no llegarían a ningún punto—. Así no habrá quejas.

—Nada de hacer trampas, hyung —bromeó Jisung—, que todos queremos ir con Jiyong, no solo tú.

Chan con toda familiaridad, fue hacia un sitio en el que había una libreta y un bolígrafo y apuntó algo antes de meterlos en un bol.

—Cada papel tiene un número del uno al tres, hay dos papeles con el mismo número. Al que les toque, serán un mismo equipo.

Uno a uno los que estaban ahí cogieron un papel y no lo abrieron hasta que todos tuvieron uno.

Noona, dime que tienes el tres —suplicó Hyunjin. Jiyong negó con la cabeza y enseñó que tenía el uno, al igual que Chan—. Dime que tienes el tres tú, Nari.

Ella negó con la cabeza, dándose cuenta de quién era su pareja para el juego.

¿Podía tener más mala suerte? De todas las posibilidades le tenía que tocar con Minho.

¿El destino la odiaba acaso?

—Nari, ¿quieres ir con Jiyong? —habló Chan, más que consciente que ni ella ni Minho parecían muy conformes con el sorteo y buscando evitar una confrontación.

Sí, quería hacerlo, pero no iba a decirlo porque no quería ser la que se quejase de algo tan tonto. Era adulta, podía hacer equipo con alguien aunque no le cayese bien.

—No, no hace falta, gracias.

Para facilitar el juego, los equipos se sentaron juntos y un poco separados de los demás para que pudiesen hablar con calma y discutir las respuestas antes de darla sin que los escuchasen.

—No se te ve muy contenta de ir conmigo —comentó Minho en voz baja solo para que lo oyera ella.

—A ti tampoco, tu expresión te ha delatado.

—¿Eso es que me estabas mirando, Nari? —apuntó con una sonrisa traviesa.

—Al igual que tú a mí —contraatacó—, ¿cómo sabías si no que no estaba muy contenta?

—Tampoco podrás ganarme, porque somos un equipo —siguió chinchándola—. No puedes ganarte a ti misma.

—Entonces les ganaremos a ellos.

—¿Eres competitiva? —quiso saber con mucha curiosidad.

—¿Por qué te extraña? ¿Solo podéis serlo los idols?

—No he dicho eso, Nari.

—Pero lo debes estar pensando, que cuál debe ser mi motivo para ser tan competitiva... —Se rio sin ganas—. Antes te he escuchado, ¿sabes?

—¿Con qué?

—Lo sabes bien —espetó y zanjó la conversación para estar atenta a los demás.

Para su propia sorpresa, Minho y ella hacían un muy buen equipo. Cuando le tocaba dibujar a uno, el otro lo adivinaba casi a la primera, sin tener que pensarlo mucho, era como si se entendieran a la perfección.

No era lo único, en otras preguntas también estaban destacando, para asombro de todos, a excepción de Jiyong, Nari sabía de todo: cultura coreana, historia ya fuese del país o internacional, ciencia, música, entretenimiento... Y respondía a las preguntas que les tocaba sin dudarlo y con rapidez.

—Ahora entendemos el motivo por el que querías ir con Nari —dijo entre risas Chan al ver cómo les sacaban mucha ventaja—. Es un as.

—Nari es mi arma secreta cuando jugamos con las chicas. Con ella siempre gano —aseguró—. Además, mirad sus dibujos, son obras de arte para haberlos hecho en menos de cinco minutos.

—La verdad es que sí, dibujas muy bien —afirmó Hyunjin—. ¿Has estudiado Bellas Artes?

—No he ido a la universidad —dijo sin emoción en la voz—. Ni creo que vaya.

—¿Por qué no? —se interesó Jisung—. Con lo bien que dibujas seguro que bordas las pruebas de acceso.

Nari no quería responder con un improperio, no estaban haciendo nada malo, solo se interesaban por ella, lo normal en una conversación casual. Era solo que no quería que supieran el motivo, por mucho que ella quisiera ir, no tenía los medios para hacerlo, no podía permitírselo porque si no, no podría pagar el alquiler del piso en el que vivía, ni la comida, ni todas esas cosas tan necesarias.

—¿Qué os apetece para cenar? —cambió de tema Jiyong, salvando a Nari—. Porque ya os quedáis, ¿no? Se ha hecho un poco tarde.

—Creo que me iré a mi casa —murmuró Nari.

—Si te vas, es como si os retiraseis, por tanto, perdéis —dijo Hyunjin—. Así que...

—Os estamos ganando de mucho —gruñó Minho—. Vamos a ganar sí o sí.

—Pero si Nari se va... —siguió Jisung—. Eso son las normas del juego.

—Entonces me quedo —murmuró—. No te importa, ¿no, Jiyong?

—Claro que no, Nari, ahora solo falta saber qué pedimos para cenar.
















¡HOLI!

¿Cómo habéis empezado la semana?

Aquí tenéis otro capítulo con estos cabezotas hahaha. Pero eh, enemies to lovers pero se entienden sin hablar... Jejejeje.

Y well, Jisung y Hyunjin haciendo de las suyas hahaha, Jiychan siendo otp con el sorteo y todo.

Y unas pequeñas menciones a las otras niñas de mis Marias.

Nos leemos el sábado con los loveydovey de Jiychan

Muchos besos xx


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