이십육. real life

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 Cuando Nari le mandó un mensaje a Minho después de haberlo ignorado durante días, esperaba que no le respondiera.

De hecho, creía que le pagaría con la misma moneda, que la dejaría en visto durante horas, incluso días, y que tendría que ser ella la que le fuera detrás e insistirle para que pudieran estar como antes.

Tampoco le hubiera sorprendido si hubiese sido así, conocía al idol, sabía lo orgulloso que podía llegar a ser y más con ella. Tenían esa dinámica, ese juego de poder en el que ninguno parecía dispuesto a ceder o dejar ganar al otro, ese que tanto le gustaba.

Así que para evitarlo había usado, solo por si acaso, una técnica infalible para que le respondiera: Moonie.

Sabía que si le pasaba un vídeo del gatito haciendo alguna travesura, o siendo adorable, sería suficiente para que él le contestase porque era su debilidad. Cuando hablaban por mensaje, además de sus constantes tiras y afloja, el animal era un tema recurrente, si no salía al menos una vez por conversación no salía ninguna, ambos lo adoraban y estaban encantados con él.

No obstante, para su sorpresa, no había hecho falta, le había contestado casi de inmediato, accediendo a quedar y a ir a su apartamento para tener una cita como solían hacer.

Y no entendió nada.

Se esperaba algún comentario de reproche de su parte, una negativa o un simple que fuera un poco más creativa para pedírselo, que no fuera a lo fácil, que se esforzase. En otras palabras, se esperaba que Minho fuese él mismo.

¿Acaso sabía lo que había pasado?

Lo dudaba mucho, la única a la que se lo había contado era Jiyong y estaba más que segura de que la actriz no se lo había dicho. Porque si fuera así, no tendría sentido, no cuando justo le había reprochado que dejase a Minho aparte, que lo ignorase sin darle alguna explicación o le pidiese unos días de desconexión.

Pero no era tan fácil como Jiyong lo había planteado. No podía contárselo a Minho como si nada. No solo porque tenía miedo de que viese su faceta más vulnerable, la que no mostraba a casi nadie y se diera cuenta de que no era una persona fuerte como se creía, o que cambiase su percepción y la mirase con pena o lástima, también era porque quizá no la entendía y pensase que exageraba.

Y si eso ocurriese... No quería imaginarlo. Ya le había dado demasiado poder, lo que sentía por él se había descontrolado, no podría soportarlo.

Porque por mucho que Jiyong le hubiese remarcado en varias ocasiones que no sería así, que Minho sería un gran apoyo, el miedo no desaparecía.

—¿No vas a saludarme? —preguntó con una sonrisa Nari al dejar pasar a Minho dentro de su apartamento. Desde que sus miradas se habían cruzado, él no había dicho nada, solo había estado pendiente de ella—. Siempre eres tú el que te quejas de eso.

—Es que estoy pensando... —admitió, después de morderse el labio de forma vaga—. Te estoy mirando y veo que estás bien.

—¿Por qué no debería estarlo?

—No sé, has estado días sin contestar mis mensajes, me esperaba alguna enfermedad altamente infecciosa, algo que te incapacitase la vista, ambos brazos rotos, los dedos... —comentó de forma seria, sin ese tono divertido que le caracterizaba—. Y veo que no, que estás bien físicamente.

Nari tragó saliva y suspiró, pensar en que no se lo reprocharía había sido absurdo. No se lo había comentado por mensaje porque iba a hacerlo cara a cara. Era su estrategia para que no pudiese eludir la conversación o ignorarlo. Debería haberlo predicho.

—Sí, estoy bien físicamente.

—¿Solo vas a decir eso? —le reprochó con una ceja alzada—. ¿Nada más?

—¿Qué quieres que diga? —rebatió de inmediato—. He respondido a tu pregunta indirecta.

—No sé, estoy esperando una explicación al menos, porque creo que me la merezco.

¿Se la merecía? Una parte de ella creía que sí, al menos una vaga, pero por lo que lo conocía, no le sería suficiente.

—Estoy bien, ¿no te sirve esa respuesta?

—No. —Aunque Nari hubiese cerrado la puerta, seguían en el recibidor, Minho ni se había puesto las zapatillas de estar por casa ni se había sacado el abrigo—. No puedes ignorarme durante días, actuar como si nada y esperar que a mí me parezca bien. No puedo hacer lo mismo que tú, no sé hacer como si nada.

Sí, de hecho esa era su intención. Si le había dicho de quedar hoy era porque ya sentía que podía estar con otras personas sin pensar en lo que había pasado y torturarse. Minho era la persona indicada para distraerse y no pensar, siempre que estaban juntos se olvidaba de todo.

—Tuvimos una conversación parecida ya...

—¿Y? —espetó con rabia—. ¿Vas a usar la misma excusa? Dices que no te gusta repetir conversaciones o hablar de lo mismo, pero tú actúas de la misma forma siempre —apuntó sin dejar de mirarla—. Tienes un problema y en lugar de contármelo, o siquiera decirme que estás mal y que por eso vas a estar ausente, huyes.

—No...

—¿Vas a decir que no lo haces? —se mofó y rio de forma sarcástica—. Las primeras veces que nos besamos, huiste y no querías hablar del tema. Tuviste un problema, y de nuevo lo hiciste —enumeró—. Y al principio lo entendía —confesó—, porque no estábamos en el mismo punto que ahora, casi no nos conocíamos, era normal que no confiases en mí.

—Sí confío en ti.

—Pero no lo suficiente, ¿no? —chasqueó con la lengua, casi como si supiera lo que fuera a decir antes que lo hiciera—. Jiyong me dijo que todo tenía una explicación, que tuviese paciencia, que me lo acabarías contando... —Cerró los ojos por la frustración—. No veo que vaya a ser así.

—Estoy bien, no he huido, solo necesitaba un tiempo para mí.

Minho la miró arqueando una ceja, no la creía, así que optó por un acto desesperado para que la conversación no siguiera por ese camino. Lo besó. A ambos les ocurría lo mismo cuando se besaban, se dejaban llevar y perdían el control.

Y creyó que había ganado cuando le devolvió beso.

—Nari, no. —La apartó mientras la miraba entre enfadado y confundido. No supo definirlo de forma exacta, solo que nunca antes la había mirado así—. No quieras distraerme, quiero hablar contigo.

—¿No quieres besarme? —Hizo un pequeño puchero y pestañeó—. Porque después de días sin vernos...

—Claro que quiero besarte, siempre quiero hacerlo —remarcó sin dejar de mirarla—. Pero quiero hablar contigo, quiero saber qué te pasa... —se calló, como si algo le estuviera resultando muy obvio—. No vas a decírmelo, ¿no? —Suspiró, resignado—. No puedo más con esto, me gustas mucho, pero no quiero ni puedo con esta situación.

Se giró sin mirarla a los ojos, a punto de marcharse, de dejarla sola. Y Nari se dio cuenta de que lo estaba perdiendo, que su negativa a explicarle lo que había sucedido estaba suponiendo una quiebra en lo que tuvieran.

Y no estaba dispuesta a hacerlo.

Le gustaba estar a su lado, se sentía muy cómoda y a gusto. Y le gustaba Minho. Le gustaba mucho. No quería perderlo.

—Tengo una historia familiar... complicada —bisbiseó con la voz entrecortada y bajó la mirada, incapaz de aguantarla por miedo a que la percepción que el idol tenía de ella cambiase.

Minho se detuvo, se giró y la miró, esperando a que siguiera hablando.

Pero Nari no lo hizo, necesitaba tomar distancia, tener espacio, por lo que fue hacia la sala de estar. No había dicho mucho, pero confesarlo en voz alta ya le había costado.

—¿Complicada en qué sentido? —quiso saber, siguiéndola, sin importarle si no se quitaba los zapatos o el abrigo, interrogándola con la mirada—. Me estoy quedando porque creía que...

—Es difícil, ¿sabes? —protestó con un nudo en la garganta—. No puedes pretender que...

—¿Que confíes tanto en mí? —completó—. ¿Por qué crees que voy a juzgarte?

—Porque ya lo hiciste en el pasado —resumió con un deje de dolor en la voz.

En su momento no había entendido el motivo por el que las palabras de Minho le habían molestado tanto, sobre todo el niña rica, pero con las perspectiva de las semanas, y después de que se diese cuenta de que le gustaba, era obvio.

—Y tú también a mí, pero ya no estamos en ese punto, ¿no?

—Minho, por favor... —pidió, reteniendo las lágrimas en los ojos.

Una parte de ella quería confiar del todo en él, abrirse... Sobre todo al ver cómo la miraba, con esa preocupación tan genuina, que se percibía a través de sus ojos...

Pero tenía miedo.

—No estás sola, Nari —le recordó mientras le acariciaba la mejilla, secándole una lágrima que le recorría la mejilla—. Tienes a Jiyong, a tus otras amigas... —enumeró—. Y me tienes a mí.

—¿A ti?

¿Cómo podía asegurar algo así sin ni siquiera saber lo que le iba a decir?

—Siempre que no me eches, estaré a tu lado.

Nari se mordió el labio, dudando aún si contárselo o no, pero cuando la besó, de esa forma tan distinta a la habitual en ellos, con tanta dulzura y cariño... La lucha entre el miedo a contárselo y el hacerlo, acabó.

Decidió confiar en él, esperando que no fuera un error.

Empezó por el principio, en lo importante que era su familia, en cómo había sido su infancia y adolescencia y en que no veía más allá, que hacía caso en todo, que cumplía las expectativas que tenían puestas en ella, que hasta que intentaron controlar su vida y se negó.

No puso demasiado hincapié en lo difícil que habían sido sus primeros meses sola, en lo complicado que le había resultado tener dinero suficiente para vivir o para poder comer tres veces al día, porque verbalizarlo aún le resultaba demasiado complicado, solo lo dejó entrever, comentándole lo que le había costado llegar donde estaba.

Minho no se apartó de ella, al contrario, la abrazó más fuerte mientras la escuchaba.

—Cuando no fui a trabajar fue porque mi madre vino a verme —comentó en voz baja—. Y al principio no entendía el motivo, según ella sabían lo que hacía, me tenían controlada, pero no habían venido a verme... Hasta hace unos días.

Por casualidad, y para matar el tiempo hasta su siguiente cita con una clienta, se había puesto a leer un periódico y había visto la noticia: su hermano había tenido una hija.

No se lo habían dicho, no habían compartido esa alegría con ella ni por mensaje, porque su hermano tenía su número y se habían escrito a veces, aunque la mayoría fueran reproches por parte de él. No era lo único; lo que más le había molestado, lo que había hecho que se recluyera en sí misma era el nombre.

Su sobrina se llamaba exactamente igual que ella: Moon Nari.

En otra situación hubiera sido un orgullo. Era un regalo que alguien nuevo de la familia se llamase igual. No en su caso. Esa era la forma de su familia de decirle que ya no la necesitaban, que no querían que volviera, que la habían reemplazado.

Por mucho que se repitiese a sí misma que estaba mejor sin tener relación con gente así, una pequeña parte de ella tenía la esperanza de que su familia se diera cuenta de que se habían equivocado, que habían cometido un error al intentar controlar su vida, que todo volvería a ser como antes.

Pero era imposible, sin ni siquiera verla le habían hecho un daño casi irreparable y de forma consciente.

Tragó saliva intentando apaciguar el nudo de su garganta, sin mirarlo a los ojos, con miedo de ver algo que no le gustase.

—Nari —llamó su atención, colocando la mano en la barbilla para que sus ojos se encontrasen—. Mírame, por favor.

—Yo...

No quería hacerlo porque, aunque fuera imposible, no quería que la viese llorar.

—Eres preciosa aunque estés llorando —afirmó y le sonrió sin que se le vieran los dientes, pasando el pulgar por la mejilla para secarle otra lágrima—. No me importa ni molesta que lo hagas.

—¿Y si a mí sí?

—Un poco tarde, ¿no? —bromeó y la abrazó con más fuerza—. Es normal que te sientas así, Nari.

—Me siento idiota —gruñó—. Porque me hago ilusiones, creo que todo se arreglará y veo que no... que todo eran imaginaciones mías. —Suspiró y en lugar de apartarse, se aferró mejor al cuerpo de Minho, disfrutando el abrazo, sintiéndose más segura a su lado—. Y pasan los años y sigo... sola.

—¿Sola? —repitió—. Te he dicho antes que no lo estás.

—Me siento de ese modo, Minho —reconoció en voz baja—. Puedo tener a Jiyong, a amigas... A quién sea, pero al final...

—Entonces te demostraré que no es así —aseguró sin titubear, acariciándole de nuevo la mejilla—. Además, tienes a Moonie —comentó, desviando la mirada hacia el animal, que estaba dormido en su cuna—. ¿Quién no estaría feliz con un gato? —Nari se rio y negó con la cabeza—. Tengo ganas de que conozca a sus hermanos.

—¿A tus gatos?

—Claro, también quiero que te conozcan a ti —murmuró como si nada, como si esas palabras no tuviesen la importancia que tenían—. Me voy a quedar a dormir.

—¿Cómo? —preguntó muy sorprendida.

—Sé que me has echado de menos, Nari, así que te haré el honor de quedarme a dormir contigo.

—Estás dando por hecho las cosas...

—Va, no mientas, si sé que estás encantada.

—Eres insoportable —dijo con una sonrisa y volvió a abrazarlo.

—Y te encanto.

Y sí, era cierto. Le encantaba. Pero no iba a reconocérselo en voz alta.





¡Holi!

¿Cómo estáis?

Sí, sé que el capítulo es más corto, pero tiene explicación haha. Este capítulo está partido, queda toda la otra parte de pov Minho. Lo he partido por dos razones: era exageradamente largo, tengo una semana muy complicada y no podré escribir casi.

No lo voy a subir antes, será la semana que viene, lo dicho, tengo mucho que hacer. Solo os diré algo: HARÁ CALOR jejejej.

Dicho esto, NARI HA CONFIADO EN MINHO. Y se sabe el motivo por el que se alejó...

El gif, como siempre, hecho por la gran maknae Eclxqze


En fin, pasad una gran semana :) Muchos besos xx

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