이십사. real life
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Nari odiaba las sorpresas.
Desde pequeña lo había hecho porque no tenía el control de lo que iba pasar, lo que le generaba una incertidumbre que no le gustaba.
También en parte porque nunca había tenido, todo en su vida había estado planeado y calculado al máximo, sin dejar nada al azar.
Nunca nadie la había sorprendido. Quizá por eso estaba nerviosa, porque no sabía qué esperar. Y menos aún si esta venía de Minho.
Empezaba a conocerlo un poco más, dándose cuenta de que lo que le había dicho Jiyong era cierto. Detrás de esa actitud que a veces tenía, esa que odiaba y le encantaba a partes iguales, había una persona atenta, agradable y muy observadora.
Había sido la primera persona, sin contar a Jiyong, que se había preocupado por ella de ese modo, yendo hasta su apartamento para ver si estaba bien y cuidarla en el caso de que le hiciera falta si estaba enferma.
Minho la había visto en un momento de debilidad, esos que se encargaba de ocultar porque así eran como si no existieran. Al pensarlo se dio cuenta de que, sin pretenderlo, le había dado un poder que solo tenía una persona en su vida.
El idol se estaba metiendo bajo su piel poco a poco. Le gustaba y le gustaba mucho, cada día más.
Y sus miedos ya no eran solo de lo que empezaba a sentir, ya abarcaban lo que sus sentimientos y los de él podían suponerle.
¿Acabaría sufriendo? Porque no quería, no podía permitírselo. Si lo dejaba entrar y acababa mal...
—Estás muy guapa —la animó Jiyong al verla nerviosa. Como la cita era en la sala de ensayos, había aprovechado para pasar un tiempo con su amiga, que estaba grabando unas canciones para un OST—. Seguro que no le va a pasar por alto.
—Sinceramente, me da igual —comentó, apretando los labios—. No me he puesto nada que no me ponga a diario cuando quedo contigo o con tus amigas.
—Nuestras amigas —corrigió.
—Lo que sea, voy igual que siempre.
Sí, estaba nerviosa, pero no había cambiado nada de su rutina por la cita. Se había peinado del mismo modo, se había maquillado igual que siempre y había elegido la ropa que solía usar cuando salía por la calle.
—Quita esos morros, Nari —le pidió con una sonrisa—. Te lo pasarás muy bien.
—Tú lo sabes todo —afirmó sin ningún tipo de duda—. ¿Lo has ayudado?
—Escuché lo que quería hacer y le di mi opinión —comentó, reprimiendo una sonrisa traviesa.
—¿Tengo que tener miedo? —preguntó y a los segundos frunció el ceño—. Seguro que sí, de él me espero cualquier cosa.
—No exageres. —Nari alzó una ceja, no lo estaba haciendo y Jiyong lo sabía—. ¿Sigues con esa idea en la cabeza?
Asintió, lo tenía muy claro. No era profesional seguir trabajando con Stray Kids cuando la relación con uno de ellos iba más allá de eso. No solo se llevaban bien, entre ella y Minho había algo, y ese algo hacía que no se sintiera cómoda en su faceta profesional.
No quería que la vieran como una oportunista, como alguien que se había aprovechado de su puesto de trabajo para sacar un beneficio. Así que por eso, no aceptaría la prórroga de su contrato ni la oferta de renovación, volvería a lo de antes, seguir trabajando en su salón y con Jiyong.
—Es lo mejor —confirmó.
—Y también me echas de menos, ¿no? —bromeó la actriz, cogiéndole la mano con cariño—. ¿Te llevo hasta su sala de ensayo?
—Sé ir yo sola.
—Ya, pero quiero acompañarte.
No pudo negarse, no cuando Jiyong entrelazó sus brazos y la llevó hacia ahí mientras le comentaba cosas de su nuevo proyecto, claramente emocionada.
Cuando llegaron, le sonrió antes de marcharse, y Nari llamó a la puerta antes de entrar. No obtuvo respuesta, por lo que entró y se quedó quieta mirando a Minho.
Estaba bailando, como la última vez cuando quedaron para hablar por Jiyong. Y de nuevo no pudo despegar los ojos de él. Esa forma de moverse, de parecer uno con la música, lo limpios que eran sus movimientos... No podía dejar de mirarlo, era hipnótico.
No quiso interrumpirlo, pero Minho se dio cuenta de que estaba ahí, sonriéndole a través del reflejo del espejo y cuando acabó la canción, se giró para mirarla de forma directa.
—Tienes hambre, ¿no?
—¿Cómo? —preguntó sin entender nada.
—Como me has comido con los ojos... —bromeó y sonrió de forma traviesa. Nari negó con la cabeza y suspiró al escucharlo—. ¿No vas a saludarme?
—Se me han quitado las ganas.
—Mentirosa —apuntó y se acercó a ella—. ¿Puedo abrazarte?
—¿Desde cuándo pides permiso?
—Desde que sé que no te gustan.
—Y a ti tampoco darlos —rebatió de inmediato.
—A ti sí, ya te lo dije, eres blandita. —Sin que pudiera responder, la abrazó y Nari sintió un nudo en el estómago al tenerlo tan cerca—. Aunque prefería saludarte de otra forma.
—Si hubieses preguntado... —Se mordió el labio inferior para reprimir una carcajada y se apartó al ver las intenciones del chico—. Has perdido la oportunidad, Minho.
—¿Incluso si tengo algo para ti? —murmuró y giró la cabeza para señalar un gran ramo de flores que había encima de uno de los muebles de la sala, al lado del ordenador—. Son tus preferidas.
—¿Y eso cómo lo sabes?
—Tengo mis fuentes —habló y la miró de arriba abajo—. Estás muy guapa.
—¿Pero? —quiso saber al darse cuenta de que la miraba demasiado y que se estaba callando. Ya lo conocía, sabía su forma de disimular o de ganar tiempo para pensar un poco más—. Minho.
Ella hizo lo mismo, lo observó, fijándose en todos los detalles posibles. Se notaba que no había vuelto a su dorm, que llevaba todo el día en la empresa por la ropa que llevaba: una camiseta negra ancha y unos pantalones de chándal grises. Y aunque fuese ropa cómoda y casual, le quedaba muy bien, Nari no podía dejar de mirarlo.
—¿Te has arreglado tanto por nuestra cita? —se regodeó y volvió a poner esa expresión tan suya, esa que denotaba victoria—. Creo que nunca te había visto con falda, ¿te la has puesto por mí? ¿Debo sentirme halagado?
—No, no ha sido por ti.
—No mientas, Nari. Te has puesto eso para nuestra cita, reconócelo. No pasa nada.
—Lo dice el que me ha comprado un ramo de flores —apuntó fijándose en ellas—, y no uno pequeño.
—Quería tener un detalle en nuestra cita, ya que no podemos ir a sitios normales. —Se encogió de hombros—. Si no te gustan, no tienes que quedártelas, Jiyong seguro que las sabe valorar.
—¿Cuándo he dicho que no las quiera? —protestó. El detalle le parecía muy bonito, Minho la estaba sorprendiendo poco a poco con estos gestos—. Eres insufrible.
—Y tú una mentirosa que no reconoce que te has puesto falda por mí —contraatacó con diversión—. Estamos a la par.
—Eres odioso.
—Y tú una tozuda.
—Cabezota.
—Gruñona.
—Insoportable.
Minho rio, puso las manos en la cintura de Nari y la apretó contra él, abrazándola de nuevo.
—¿Puedo besarte ya o tenemos que seguir así más tiempo?
Nari fue la que lo besó, intentando ser lo más breve posible y no dejarse llevar, lo que le resultó casi imposible cuando Minho profundizó el beso, haciendo que olvidase todo por unos segundos.
—¿No tenías una sorpresa para mí? —murmuró, apartándose un poco para pensar con claridad.
—Tan impaciente... —Minho chasqueó con la lengua—. Vas a escuchar en primicia una canción nueva, solo la ha escuchado Jiyong.
—¿Una nueva? —cuestionó, extrañada—. No hace tanto que habéis hecho un comeback.
—No es del grupo, es solo de Chan y mía, de un record para Youtube. Grabaremos el MV la semana que viene, espero que tú seas una de nuestras maquilladoras para ello.
—Sobre eso... —Se mordió el labio—. Preferiría que no.
—¿Por?
—Preferiría no hablar de ello.
—¿Por qué? Eres muy reservada con algunos temas, sé muy poco de ti.
—Sabes más que la mayoría de personas.
—Para mí no es suficiente —confesó, mirándola fijamente con curiosidad—. Quiero conocerte más de lo que tú me estás mostrando.
Nari frunció el ceño, lo entendía en parte, pero no quería hacerlo.
—Hay cosas que no me gusta contar, no estoy lista para hacerlo ni para compartirlo contigo. —Suspiró y tragó saliva—. ¿Podemos cambiar de tema, por favor?
Minho se acercó a ella y la abrazó, con la expresión contrariada, lo que hizo que apartara la mirada.
—He preparado la cena —cambió de tema por completo, haciéndole caso—, y, tranquila, yo sí sé cocinar, no tienes que tener miedo a que no te guste o que te envenene.
—Tan amable... —bufó—. ¿Sabes acaso la comida que me gusta?
—Tengo mis métodos —admitió—. ¿Quieres escuchar ya la canción?
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Minho cuando había contado por el grupo que iba a tener una cita con Nari se esperaba lo que vendría después. Lo había hecho queriendo, alterar a los demás era una de sus cosas preferidas. Había contado lo justo y necesario, y no tenía pensado decir nada más. Aunque eso había evitado que hicieran comentarios sobre ello y las burlas.
Pero le era igual.
Solo esperaba que su cita fuera bien, acercarse más a Nari y seguir avanzando poco a poco, aunque fuese de forma lenta, pero hacerlo.
Lo tenía muy claro, quería estar con ella; quería tener lo mismo que tenían Chan y Jiyong.
—¿Segura que quieres escucharla ya? —preguntó con picardía—. Quizá te altera un poco.
—¿Una canción va a hacerlo? ¿De qué va?
—Va sobre... conducir.
—Es decir, va de todo menos eso.
Se rio y puso play para que pudiese escucharla, analizando su reacción y fijándose en cómo fruncía el ceño en algunas partes de la letra.
—¿Y bien?
—Sobre conducir, ¿no? —se mofó—. ¿No tendréis coreografía?
—¿Quieres verme bailar, Nari?
—Sí —admitió con simpleza—. Me gusta.
—No tenemos coreografía, pero podemos pensar una los dos juntos ahora, ¿qué opinas?
—¿Yo? ¿Bailar?
—Te enseño, no te preocupes.
—Llevo demasiado tiempo sin bailar —dijo casi en un suspiro—. Prefiero verte a ti hacerlo.
—¿Cómo? —Se giró para mirarla con una ceja alzada—. ¿Tú bailabas?
—Hice ballet durante mi infancia y gran parte de mi adolescencia.
—¿Por qué no me sorprende? —rio, negando con la cabeza.
—¿Debo ofenderme?
—No, para nada, te pega mucho de hecho, Nari.
—No me gustaba, le cogí tirria, desde ahí no bailo.
—Te haré cambiar de idea —aseguró—. Va, acércate, no muerdo.
—¿Seguro?
—No muerdo si no me das permiso —reconoció y dio play a la canción de nuevo y puso el modo bucle—. Siente la música.
—Es solo... música. —Minho colocó la mano en la cintura de Nari—. ¿Qué haces?
—No estés tan rígida, no haremos ballet.
—Me distraes si estás tan cerca.
—Curioso, a mí me está pasando lo mismo desde que he visto que llevas falda.
—¡Minho!
Sin dejar de tener la mano en la cintura, la invitó a que se moviera, haciendo lo mismo, pegándose aún más a ella, juntando sus cuerpos.
—Sigues estando muy quieta.
—No me dejas espacio.
—¿Es una queja o un simple comentario?
—Es un... —se calló y Minho aprovechó para besarle el cuello de forma cálida y cuidadosa, mimándola con los labios—. ¿Cómo quieres que baile así?
—Tampoco es que lo estés haciendo.
—Déjame espacio —repitió.
Minho no podía, ni quería, separarse de ella. Desde que la había visto entrar quería abrazarla, rodearla con su cuerpo, besarla, quitarle la ropa...
Y no le apetecía portarse bien. No con Nari.
—¿Te ayudo? —sugirió con la voz un poco más ronca, sin apartarse de su cuello. Al tener las manos en la cintura de ella, empezó a guiarla a través de la música. Al principio lo hizo de forma tímida, hasta que comenzó a soltarse, provocándolo—. Nari...
—¿Qué? —preguntó con una inocencia fingida que no le pegaba en absoluto—. Solo estoy haciendo lo que me has dicho, bailar.
El idol tragó saliva, sí, estaba bailando, pero estaba rozándose de forma voluntaria y su cuerpo empezaba a notarlo.
—¿Quieres jugar? —asumió y apretó el agarre, bailando al ritmo de la música junto a ella—. Está bien, juguemos.
Sin mirarse de forma directa, solo a través del reflejo del espejo, estuvieron bailando en silencio. Minho detrás de ella, guiándola, acompasando los movimientos con los suyos, recorriendo el cuerpo de la chica con las manos, tocándola, sonriéndole con malicia cuando sus ojos se encontraban. La canción se repetía en bucle, pero a ninguno de los dos parecía importarle, estaban en su propia burbuja en la que solo existía el otro y sus cuerpos reaccionaban a los del otro.
Nari se giró para mirarle a los ojos de forma directa, rozando su nariz con la suya, pero sin besarlo. Y como ella no parecía dispuesta a hacerlo, él tampoco, resistió las ganas.
—¿Sabes? —Él negó con la cabeza, expectante a sus palabras—. Si ahora me besases, no me quejaría.
—Nunca te quejas, Nari —se regodeó y apretó los labios—. Con lo que has dicho, es que tú quieres besarme a mí, ¿no?
—¿Soy la única?
No, no lo era, así que la besó con las ganas contenidas, sin reprimirse, sin medias tintas, atacando su boca con ferocidad, haciendo que su lengua se perdiese con la de ella.
Por mucho que intentase controlarse, hablar con ella, conocerla cuando la tenía tan cerca había algo que los llevaba a esto, a perderse mutuamente.
No sabía la razón, pero cada vez que besaba a Nari nunca le resultaba suficiente, quería más. Mucho más.
Le mordió el labio inferior mientras la apretaba más a su cuerpo, colocando las manos al final de su espalda, justo por encima de la falda que se moría por sacarle.
—Sube —ordenó, ayudándola a que sus piernas rodeasen su cintura y yendo hacia el sofá para estar más cómodos—. No sabes lo que me alegra ahora mismo que lleves esto —murmuró acomodándola mejor encima de él. Estaba tan accesible, tan fácil de tocarla si le apetecía, tan tentadora—. Ni te lo imaginas.
Lo notaba todo, y sabía que ella también, que su pantalón de chándal no ocultaba nada lo que la deseaba.
—Creo que me hago una idea —susurró Nari, moviéndose de forma voluntaria, cerrando los ojos cuando le acarició los pechos por encima de la ropa, provocándole un jadeo.
—Silencio —le pidió, lamiéndose el labio inferior—. No querrás que nos pillen, ¿no?
—Si eso fuera una posibilidad ni hubieras empezado esto —aseguró y recorrió su abdomen por debajo de la camiseta que llevaba—. Y no quieres parar.
—No, aún no —afirmó—, quiero aprovechar la falda que llevas y tocarte.
—Tócame.
—¿Puedo? —Nari asintió y lo hizo. Al principio por encima de la ropa interior, viendo la reacción que le provocaba, y cuando no se lo esperaba, la apartó para tocarla directamente—. Estás tan... —no acabó la frase porque ambos sabían a lo que se refería y tragó saliva. Quería torturarla pero era también una para él por no poder llegar al final—. Me estoy arrepintiendo de que no estemos en tu apartamento.
—¿Por qué? —preguntó, mordiéndose el labio inferior mientras él tocándola.
—Porque ya no pararía —aseguró con voz ronca—, siempre que tú quisieras llegar al final.
—Tampoco querría que parases —comentó para luego jadear—. Ni quiero que lo hagas ahora.
No tenía pensado hacerlo. La miró a los ojos, pidiéndole de nuevo permiso, disfrutando de ver la forma en la que su rostro expresaba lo que le gustaba lo que hacía mientras la estimulaba.
Se estaba volviendo loco al verla y escucharla gemir bajo sus atenciones.
—Minho... —jadeó Nari, con los ojos cerrados.
—¿Sí?
—No pares.
¿Cómo iba a hacerlo? Siguió hasta que la llevó al límite, hasta que se lo hizo cruzar y la besó, acallándola y reprimiendo un jadeo en la garganta al notar la fricción y los movimientos que estaba haciendo ella encima de él para juntar más sus cuerpos.
Se mordió el labio con fuerza y rabia, controlándose para pensar con frialdad y no hacer lo que le apetecía, que era, por fin, llegar al final, volver a llevar al abismo y llegar con ella.
Lo deseaba, la deseaba.
Pero quería que la primera vez que lo hicieran fuera en un lugar donde no pudieran molestarlos, que pudiera tener todo el tiempo del mundo para hacerle todo lo que quería hacerle.
Porque no pensaba no aprovechar el momento.
—Nari... —habló con la respiración acelerada, pidiéndole que lo mirase a los ojos. Siempre le parecía atractiva, pero verla así, con los labios hinchados, las pupilas dilatadas y levemente sonrojada por su culpa—. Me gustas demasiado para mi propio bien.
—¿Y eso es un problema?
—Lo es porque no sé si sientes lo mismo que yo —susurró.
Y como respuesta obtuvo un beso, uno que confirmaba lo que acababa de decirle.
Holi, holi, ¿cómo estamos? ¿Cómo está yendo la semana?
Si soy sincera, este capítulo era AÚN más intenso, pero lo he rebajado porque well... Es que ya no son los tozudos, son los intensos, ¿o no?
Y bueno, van avanzando, ¿no? Poco a poco, a paso de tortuga, PERO AVANZAN. Sería una pena que pasase algo... jejeje.
Nos leemos la semana que viene :)
Muchos besos xx
¡Ah, por cierto! Como siempre el gif está hecho por Eclxqze
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