십육. real life

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Lee Minho
Nari

Moon Nari
¿Qué quieres?

Lee Minho
Baja

Moon Nari
¿Baja?
¿Qué quieres decir?

Lee Minho
Es obvio
Estoy abajo de donde vives
¿Puedes bajar?

Moon Nari
¿Para qué?

Lee Minho
Porque tenemos que hablar

Moon Nari
Minho...

Lee Minho
¿Por favor?










Minho vio cómo Nari dejaba de estar en línea, lo que le hizo pensar en dos posibles opciones.

La primera era que le iba a hacer caso, lo que dudaba mucho, no era el estilo de Nari; y la segunda, que lo estaba ignorando, como casi siempre.

Y esta última era la posibilidad que veía más real.

No sabía bien la razón por la que había decidido venir donde vivía Nari, había sido más un impulso, uno propiciado después de haber tenido una conversación con Jisung.

Habían pasado todo el día juntos, como solían hacer, no en vano a veces los otros miembros bromeaban con que eran citas por los sitios a los que iban. Solían hacerlo casi cada semana cuando tenían tiempo, salir ellos dos solos y disfrutar de la compañía del otro. Aunque esta vez era un poco distinto, ambos necesitaban hablar y desahogarse. Han tenía sus propias preocupaciones, que hacían que estuviera más ansioso de lo que debería y necesitaba contárselo, compartir la carga de algún modo y pedirle su opinión.

Y él... Él no podía dejar de pensar en Nari.

No sabía la razón, no tenía un motivo lógico, pero la maquilladora estaba en su cabeza casi de forma constante. Pensaba en ella sin pretenderlo, en su rostro, en lo bien que le quedaban algunos colores en el rostro, en lo delicadas que eran sus facciones, en lo guapa que era... Y también pensaba en su última sesión de besos, esa forma en la que habían conectado sin necesidad de palabras, lo bien que se entendían, su química, su gran química.

Al principio, cuando le había confesado a su mejor amigo lo que había ocurrido, no se lo había creído, hasta se había pensado que le estaba tomando el pelo. Jisung estaba muy sorprendido de que se hubieran besado, de la forma en la que lo habían hecho, y que estuviera tan confundido al no saber qué hacer ni cómo hacerlo para que la situación mejorase.

Sentía demasiadas cosas a la vez lo que hacía que estuviese muy confundido y necesitase respuestas claras.

Estaba enfadado con Nari por la forma en la que se comportaba, esa forma de irse, de hacer como si no pasase nada, como si no se hubiese olvidado cuando se besaban...

Se sentía usado, como si estuviera jugando con él y odiaba sentirse de esa forma. Eso hacía que estuviese dolido, porque cuando sentía que avanzaba con ella, la maquilladora ponía una barrera y levantaba un muro entre ambos.

Lo había intentado todo para no pensar en Nari: bailar, cocinar, ver dramas, leer webtoons... Pero no podía evitarlo, su mente lo traicionaba, no dejaba de pensar en ella y en las ganas que tenía de volver a besarla, frustrándole aún más.

Le había dado vueltas a las palabras de Chan y de Jiyong, ya que también le había pedido opinión cuando había vuelto, en las que le habían mencionado varias veces que tenía una gran atracción por Nari, y que le gustaba.

Y sí, sí le gustaba. Tenían razón. Le gustaba y mucho.

Lo que había visto de ella, lo poco que la conocía, le intrigaba. Su personalidad era un misterio, tenía carácter, las ideas claras, un sentido del humor parecido al suyo, le ponía las cosas difíciles... Y eso le encantaba, porque era un reto, uno que estaba más que dispuesto a afrontar.

Por eso la había besado, porque su subconsciente había tomado el control, había hecho lo que quería y deseaba.

Sin embargo, la incertidumbre le ponía de los nervios, porque por mucho que intentase adivinar lo que haría Nari, no tenía una respuesta clara. No había conocido a nadie tan impredecible como ella y eso le desesperaba pero gustaba a partes iguales.

Volvió a mirar su móvil para comprobar si tenía algún mensaje nuevo o si se había conectado hacía poco. No era así, por lo que se apoyó en la pared del edificio en el que vivía Nari y decidió esperar unos minutos.

Aprovechando que aún tenía el teléfono en la mano, le envío un mensaje a Jisung para decirle lo que estaba haciendo, ya que nadie lo sabía al haberlo decidido de forma improvisada y sin pensarlo.

Nunca se dejaba llevar por impulsos, lo pensaba todo siempre, pero ahí estaba, en el edificio donde vivía la maquilladora, esperando que bajase o una respuesta.

Frunció el ceño al pensar en cómo se lo diría a Jiyong, porque ir a visitar no era un dejarle tiempo para ella ni dejar que todo se calmase tal y como la actriz le había aconsejado. Le reñiría seguro.

—¿Me puedes explicar qué haces aquí? —gruñó Nari. Minho alzó la vista para mirarla, estaba tan centrado en el mensaje que estaba escribiendo que ni se había dado cuenta de que la tenía delante—. Es más, ¿cómo sabes dónde vivo? ¿Debo tener miedo?

Se rio al escucharla, ¿miedo? ¿Miedo de qué? ¿No se acordaba de que la habían llevado hasta su casa el día que estuvieron en casa de Jiyong? Se acordaba bien del lugar, solo eso.

—He venido para hablar contigo.

—No tenemos nada de lo que hablar —cortó de forma seca—. Así que has venido para nada. Vuelve a vuestro dorm, es casi la hora de cenar.

—¿Segura? —rebatió con una ceja alzada—. Porque yo creo lo contrario, que tenemos mucho de lo que hablar. Demasiado.

Aprovechó que ella se pensaba bien lo que decir para observarla. No estaba nada arreglada, llevaba ropa cómoda para estar por casa y un moño improvisado para que el cabello no le molestase en la cara, haciendo que sus facciones se vieran mucho más dulces de lo habitual.

Y estaba preciosa.

—Bien, hablemos —concedió, apretando los labios, como si no tuviese otra opción—. Por mí estoy más que dispuesta a olvidar lo que ha pasado, si es lo que quieres, hacer como si nada y...

—Espera un momento, Nari, ¿vamos a hablar aquí? —quiso saber, extrañado—. ¿No vas a invitarme a subir?

—¿Estás bromeando? —espetó con una expresión de desagrado—. No te he invitado, no tengo ninguna razón para decirte que subas.

Minho suspiró, ya estaba ahí el primer impedimento y negativa por parte de la maquilladora. ¿No veía que hacía frío y que si les hacían fotografías darían por hecho cosas que no eran? Era una cuestión de ser lógicos.

—¿Quieres que seamos noticia en DISPATCH? —sugirió, encogiéndose de hombros—. A mí sinceramente me dará igual, pero sé que a ti no.

—No te daría igual —rebatió Nari, frunciendo el ceño—. No me mientas.

—No lo he hecho. No me va a importar porque sé que es mentira y no tengo cláusulas en mi contrato que me impidan quedar con mis amigas. —Se encogió de hombros—. Ambos sabemos que no van a pensar eso si nos ven.

Nari no vivía en una zona exclusiva ni cara de la ciudad, era más bien un barrio normal en el que entre algunos edificios había algunos callejones y zonas poco iluminadas. Si alguien lo reconocía, no habría forma de que la gente se creyese que solo estaba visitando a una amiga y más en el lugar que estaban.

—Eres odioso —murmuró Nari, medio enfurruñada—. No te irás aunque te lo pida, ¿no?

—Correcto, no me iré sin hablar contigo. No hay escapatoria.

—Claro... —Suspiró—. Me caes mal.

—Pero no has dicho que no tenga razón —dijo con una sonrisa victoriosa.

—Deja de regodearte —ordenó y sacó las llaves del bolsillo del chándal que llevaba—. Sube antes de que cambie de idea. —Justo cuando se acercó a ella para seguirla, se detuvo de golpe y alzó una ceja—. ¿Qué pasa? —preguntó Nari sin entender nada—. ¿Ahora que te he dicho que sí vas a cambiar de idea?

Minho le hizo un gesto con la mano para que no hablase tan fuerte y empezó a buscar con la mirada lo que había oído. Al volver escucharlo, caminó de forma muy lenta hacia una zona oscura en la que había cubos de basura y se agachó.

—Ven, pequeño, ven —bisbiseó mientras aproximaba la mano para que lo oliese—. No voy a hacerte daño.

—¿Qué haces? —Nari se colocó detrás de él, mirando lo mismo con mucha curiosidad.

—He escuchado un maullido.

—¿En serio, Minho?

Pero el idol no le prestó atención, siguió muy pendiente de los maullidos y apartó una caja de cartón para encontrar al gato que había estado escuchando. Era un cachorro muy pequeño, de un color entre negro y blanco, casi grisáceo a rayas y parecía hambriento. Rebuscó en sus bolsillos por si tenía alguna de las gominolas que le daba a sus gatos, sin dejar de prestarle atención, pero no encontró ninguna.

—Algo le pasa —murmuró más para sí mismo al ver que su motricidad no era muy buena. Sin importarle nada, lo agarró para verlo mejor en la luz de la calle—. Está herido.

—Es bastante común los gatos callejeros en esta zona y se peleen entre sí —comentó Nari, observando también al gato—. Es muy pequeño, ¿no?

—No debe tener más de dos meses... —Minho, sin dejar el gato en el suelo, se giró para observar a la maquilladora—. ¿Puedo subirlo a tu apartamento y mirarlo mejor? Por favor —añadió al ver la duda en los ojos de ella.

—Claro, no tenías ni que preguntarlo.

—Gracias.

Minho también se lo agradeció con un gesto de cabeza y la siguió. Estuvieron en silencio, pero aprovechó para fijarse bien el edificio en el que vivía, no era para nada lujoso ni exclusivo, era normal, donde viviría una familia cualquiera de clase media.

Al igual que su piso. No era grande, tampoco demasiado pequeño, para una sola persona estaba bastante bien, pero no era nada como se había imaginado. No había lujo, no había nada exclusivo...

Eso le hizo pensar que quizá se había equivocado, y mucho, cuando la había llamado niña rica. Nada en su piso indicaba eso.

—Toma. —Nari le dio un recipiente con agua, que colocó encima de una de las encimeras de cocina que había—. Seguro que tiene sed.

Minho asintió y dejó al animal ahí sin dejar de mirarlo. Parecía reaccionar a los gestos como hacían sus gatos, pero había algo que no estaba bien. Y se dio cuenta de lo que era cuando lo vio beber agua.

—Tiene una infección en los ojos, por eso no ve bien —afirmó, preocupado—. Seguro que es por el arañazo que tiene aquí —dijo señalando el rastro de la herida mal curada—. Necesita ir al veterinario. —Apretó los labios, pensando en cómo podía ayudarlo. No podía llevárselo de vuelta al dorm, y la casa de sus padres estaba lejos en ese momento y quizá sus gatos no lo recibirían bien, a veces podían ser muy territoriales. Tampoco al refugio al que ayudaba y con el que colaboraba, porque era tarde—. ¿Puedes quedártelo tú unos días, Nari?

—¿Yo? —repitió, procesando lo que acaba de escuchar—. Por si no te has dado cuenta, ya tengo un perro.

—Sabía que tenías un perro, compartimos saliva —bromeó más para sacarla de quicio que para molestarla, le resultaba divertido ver cómo fruncía el ceño—. Por favor, si pudiese llevármelo yo, lo haría, pero me es imposible.

—No quiero un gato, Minho. Soy más de perros.

—No te digo que te lo quedes para siempre, solo hasta que pueda hacerme cargo y asegurarme de que va a estar bien —habló, acariciando al felino que medio ronroneó—. Haré unas llamadas para que se encarguen de él lo antes posible. Colaboro con varias asociaciones de animales abandonados, seguro que pueden acogerlo. ¿Podrás llevarlo al veterinario mañana? Lo mejor es que le miren los ojos cuanto antes y empezar un tratamiento. Lo pagaré yo todo, no te preocupes.

No sería ni la primera ni la última vez que rescataba a un animal callejero en problemas para ayudarlo.

—¿Y si quiero pagarlo yo? —cuestionó con una ceja alzada, acercándose para acariciar también al gato, que disfrutó de las atenciones—. Puede que sea más de perros, pero me gustan mucho los animales, de pequeña tuve un gato de hecho.

—Va a ser un tratamiento bastante caro y...

—¿No me llamabas niña rica? —gruñó, molesta y Minho no entendió el motivo—. ¿Qué pasa, que ahora al saber dónde vivo ya no piensas así?

—Nari. —Minho la miró fijamente y suspiró. Parecía que dijese lo que dijese, ella estaría a la defensiva—. Me disculpo de nuevo por eso, estuvo fuera de lugar y tu molestia fue con razón.

Nari parpadeó, como si no se creyese que estuviese escuchando una disculpa por su parte tan rápida.

Pero ¿qué esperaba? Sí, adoraba sacarla de quicio, no iba a negarlo, sin embargo, cuando se equivocaba lo reconocía y con ella lo había hecho.

Ambos habían estado muy errados con el otro, suponiendo cosas que no eran ciertas por problemas de comunicación.

Él quería arreglarlo, quería solucionar esas cosas, no solo porque Jiyong se lo había pedido, también por sí mismo, para ver si había una oportunidad real para los dos o solo su tensión había estallado de la forma que lo había hecho: besándose.

—Me disculpo yo también por mi actitud ahora mismo —susurró Nari—. Solo estás queriendo ayudar al gato. —Sonrió al ver que el cachorro parecía contento de las atenciones—. Me quedaré con él hasta que puedas hacerte cargo, pero no tengo nada para alimentarle.

—¿No hay una tienda veinticuatro horas cerca de tu casa? —propuso Minho—. La he visto al venir, puedes ir a comprar varias latas de comida para gatos y mañana en el veterinario que te recomienden una dieta adecuada para su tiempo.

—Espera. —Nari lo señaló—. ¿Me estás diciendo que vaya ahora a comprar la comida para el gato?

—Sí, debe tener hambre.

—No pienso dejarte solo en mi apartamento, Minho.

—Vamos, Nari, hazlo por el gato, ¿no te da pena? —Lo alzó para que le pudiese ver mejor la cara y lo pequeño que era—. Además, seguro que no vas a tardar nada.

—Es una idea espantosa.

—Prometo no moverme de aquí y estar pendiente del gato, no voy a mirar nada.

—Eso era obvio, se le llama tener educación —gruñó Nari y volvió a acariciar el gato—. ¿Qué clase de comida compro? ¿Hay alguna preferencia o...?

—Sí hay, para gatitos de no más de un año.

—Bien.

No muy convencida, Nari se marchó y Minho se quedó solo en el apartamento. Por mucho que le hubiera dicho que no miraría nada, no era del todo cierto, no iba a registrar nada, ni mirar nada que no estuviera a simple vista o tras una puerta, pero tenía mucha curiosidad.

Buscó alguna fotografía con su familia, quería saber si tenía hermanos, cómo eran sus padres... pero no encontró nada. Las pocas que habían eran de Nari sola, con Jiyong, o con su perro. No había nada personal, nada que le explicase más de cómo era o de su personalidad.

Eso también pasaba con el apartamento, estaba bien decorado, de forma sencilla y de colores neutros, pero no había nada que le indicase que era un hogar, era demasiado impersonal.

Agarrando al gato, porque no se fiaba de que al no ver intentase bajar de la encimera y se cayera, siguió mirándolo todo, hasta que el perro ladró.

—No me ladres, si somos amigos, ¿no? —habló como si nada—. Hemos compartido saliva, eso nos hace íntimos.

Intentó acariciarlo, pero el perro se apartó con la clara intención de jugar con él, tirando sin querer un bloc de dibujo al suelo.

Se apresuró a recogerlo para que Nari no se pensase que había estado mirando cosas que no debía, pero al hacerlo, no fue incapaz de no ojearlo, sobre todo al ver que estaba abierto.

Había bocetos de personas que no conocía, que en cierto modo le recordaban físicamente a Nari, muchos de Jiyong, de su perro... Y de él.

Había varias páginas llenas de retratos de él de todo tipo, de rostro, de cuerpo entero, de alguna actuación, de su último comeback...

¿Por qué lo había dibujado tanto? No lo entendía.

Y antes de que pudiera guardarlo en su sitio, Nari volvió a su apartamento y no pudo contenerse a preguntarle.

—¿Por qué me has dibujado tanto, Nari?














¡Holi!

Antes de decir nada y que me matéis, tengo el siguiente capítulo ya escrito porque en realidad iba a ser uno entero, pero eran casi 6000 palabras y como que no es plan haha.

Quizá, si os portáis bien (menos lectores fantasma, comentarios, etc.) lo subo esta semana :) Quizá el jueves, quizá el sábado y hago doble actualización, quizá el domingo...

Jejeje.

Dicho esto, ¿cómo os está yendo la semana? Yo estoy bien, esperando que me lleguen de una vez los Skzoo que me compré de Wolfchan y Leebit (hace más de un mes que los compré pero well) y me he comprado ya Noeasy jejeje, la limited version (porque consumista sí soy).

El gif, como siempre, hecho por Eclxqze (espero que esta vez salga la etiqueta haha).q

Nos leemos pronto, a saber cuándo, depende de vosotras/os jejej.

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