십오. facetime
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
Nari alzó una ceja al reconocer y escuchar el tono de llamada que tenía solo para Jiyong. Buscó su móvil entre el caos que era en ese momento su mesa, y notó su teléfono vibrar mientras seguía sonando.
Le había mandado un mensaje cuando había acabado de trabajar, que no había sido mucho después de haber maquillado a los chicos, porque necesitaba hablar con ella. La situación con Minho se había descontrolado por completo y tenía que decírselo a alguien, y ese alguien era Jiyong.
La actriz le daría su opinión, como siempre, y lo más probable era que le diese otro punto de vista para poder ser capaz de entender lo que le ocurría y poder poner una solución.
Porque había una cosa que tenía muy clara: se negaba a seguir así. No podía perder más el control con Minho, no podía dejarse llevar de ese modo.
¿Qué hubiera pasado si Seungmin no los hubiese interrumpido? No quería ni pensarlo porque sabía la respuesta.
—¿Has acabado ya con todo lo que tenías que hacer hoy? —preguntó Nari al ver la imagen de su amiga a través de la pantalla y le sonrió para saludarla. Podía tener un mal día, pero Jiyong le contagiaba la sonrisa con facilidad—. Puedo esperar unas horas.
Pensaba que la llamaría más tarde, una vez que hubiera acabado con sus compromisos laborales, esos que la habían llevado a ir a otra ciudad del país durante unos días para cumplirlos.
—Nari, ¿sabes la hora que es? —Jiyong alzó una ceja y empezó a reírse a carcajada limpia. —. Además, que tú me hayas pedido que te llame sin razón alguna me preocupa. Si puedes evitarlo, no hablas por teléfono.
—Llámame más tarde si te va mal, sabes que puedo esperar.
—Estoy en mi hotel ya, Nari, deja de intentar que te cuelgue —comentó Jiyong y movió la cámara para que se viera la habitación en la que estaba—. Estoy preocupada por ti.
—¿Preocupada? Estoy bien, no hay nada de lo que tengas que preocuparte. Estoy perfectamente bien. Muy bien.
—Que repitas tanto la palabra bien solo me hace ver que no lo estás.
Ni se había dado cuenta de que la había dicho tantas veces, solo le había salido así.
—Estoy bien —volvió a decir—. No tienes nada de lo que preocuparte.
—Si tú me pides que te llame es que te ha pasado algo y no me gusta. —Frunció un poco el ceño—. ¿Has cenado?
—¿Es ya la hora de cenar?
—De hecho, ha pasado ya. —Jiyong entrecerró los ojos—. Ve a prepararte algo ahora mismo.
—No tengo hambre.
—Me da igual, tienes que comer. —Nari puso los ojos en blanco unos segundos. En ocasiones, salía la faceta más maternal de su amiga, no podía evitarlo—. No me mires así, toma aunque sea unos fideos instantáneos.
—No te pongas modo madre conmigo.
—No es modo madre, es modo hermana mayor —corrigió Jiyong—. Estabas dibujando, ¿no? —Nari asintió, cuando perdía la noción del tiempo casi siempre era por eso—. ¿Me lo enseñas?
Una vez que había llegado a su casa, y después de haber hecho un pequeño paseo junto a su perro, se había puesto a dibujar para desconectar de todo y aislarse del mundo.
Al principio habían sido pequeños bocetos de su mascota, que no dejaba de observarla desde el colchón que había en la sala de estar para él, pero eso solo había sido al empezar. Cuando había querido darse cuenta, había hecho varios dibujos de Minho de forma inconsciente porque no podía dejar de pensar en lo que había pasado: de su cara, de cuerpo entero, de alguna actuación...
Eso le había generado aún más frustración. No quería pensar en Minho, pero lo hacía sin darse cuenta. Era un círculo que no acababa y que no sabía cómo finalizar.
—No.
—¿Por qué no? —Sonrió, como si supiera lo que estaba pensando. Jiyong parecía tener un don, o eso pensaba Nari, con ella—. ¿Algo que no quieras que vea?
—Soy muy reservada con mis cosas, lo sabes, y con mis dibujos aún más.
Solo los enseñaba cuando estaba plenamente orgullosa de ellos, lo que era en muy pocas ocasiones, o cuando quería tener un detalle con alguien, como había sido en el caso del regalo de Seungmin.
Aunque en este ocasión, sin saber la razón, todos los que había hecho de Minho eran muy buenos, sin trazos dudosos, sin errores, sin nada que pareciese decir que habían sido su forma de desahogarse.
—Lo sé, pero se me hace extraño... —Jiyong se acomodó mejor en el sofá en el que estaba—. ¿Qué te ha pasado con Minho?
—¿Por qué tiene que haberme pasado algo con él?
¿Tan fácil era de leer como para que supiera que quería hablar con ella por un tema relacionado con el idol?
—Es gracioso que lo intentes, Nari, pero conmigo la táctica de hacer una pregunta para desviar la atención no funciona —explicó muy seria—. Te conozco muy bien, si no vas directa al tema es porque algo te preocupa y mucho.
Suspiró y se mordió el labio. No servía de nada ir con medias tintas, no cuando era ella la que quería hablar con Jiyong. Su amiga la tenía calada, sabía de qué pie cojeaba y cómo.
—He besado a Minho —soltó sin adornarlo.
—Contexto, por favor —pidió Jiyong, parpadeando para procesarlo—. ¿Has besado a Minho? ¿Tú? ¿A él?
—No me hagas repetirlo, por favor. Me has escuchado a la perfección.
—Es que quiero entenderlo, ¿no estabas muy enfadada con él por haberte besado a traición?
—Y lo sigo estando, una cosa no quita la otra.
—También creo recordar que mencionaste que era normal haberle devuelto el beso, que era una reacción normal y...
—Jiyong, no sigas —pidió de forma seca, lo último que necesitaba era una charla—. No estoy de humor para que me chinches.
—No lo estoy haciendo, solo digo la verdad.
—Y tienes razón, no te lo niego.
—Pero has besado a Minho. De nuevo —remarcó Jiyong a lo que Nari asintió—. Me cuesta entenderte. Te enfadas por el hecho de que él te bese, buscas una excusa diciendo que es una reacción normal devolverle el beso a un chico guapo, no quieres hablar con él, sigues molesta... Y lo besas de nuevo.
—Ni yo misma lo hago. —reconoció—. Ni sé por qué lo hice. ¿Qué está mal conmigo? ¿Por qué beso a alguien que no soporto?
Es que no le encontraba ninguna lógica. No le caía bien Minho, le ponía de los nervios, la alteraba, hacía que perdiese la paciencia... Sin embargo, le gustaba besarlo.
—Eso no es excusa —apuntó y la miró, entrecerrando un poco los ojos de forma dulce—. Cuéntame todo, no obvies ningún detalle, porque según sé, Minho iba a pedirte perdón por haberte besado. No sé dónde entra que os volvierais a besar y que fueras tú la que tuviese la iniciativa.
Nari no se calló, le contó todo desde el principio, el haber ido a la sala de ensayo para poder hablar con Seungmin, Minho interrumpiéndolos, su discusión inicial, este pidiéndole al otro idol que se marchase sobornándolo...
Y el juego.
¿Cómo había podido caer en ese juego tan simple? Pensándolo con perspectiva, era obvio que Minho la había llevado por donde había querido, consiguiendo justo lo que esperaba: que lo besase.
Pero había sido divertido, esa era otra de las cosas que más le agobiaban, la forma en la que había fluido todo sin forzarlo, sin que se sintiese forzada a nada.
—Qué piensas —le pidió casi en un susurro y apretó los labios para que no notase lo nerviosa que estaba por saber su opinión—. Estás muy callada.
—Te estaba escuchando, por eso no he dicho nada.
—¿Y bien? —insistió—. Dime lo que sea, estoy preparada.
—¿Crees que voy a reñirte? —Jiyong alzó una ceja con mucha curiosidad—. Porque no es así, no soy nadie para juzgar lo que haces, Nari.
—Ya, pero...
—Eso no quiere decir —la interrumpió—, que no tenga nada que comentar al respecto. —Se lo suponía, Jiyong no se callaba nunca lo que pensaba y lo decía tal y como creía—. Estaba esperando que la tensión entre vosotros estallara de una forma u otra. No estoy sorprendida.
—¿Creías que nos besaríamos?
—Sí y no —matizó—. No me lo esperaba la primera vez, fue sorprendente, y más con cómo era vuestra relación. Pero ahora ya no, era más que obvio que vuestra tensión iría a peor. Y no me he equivocado, por lo que me has contado ha sido... intenso. Muy intenso.
Aunque en un principio se sentía avergonzada de contarle hasta ese punto, había acabado haciéndolo para que supiese tal y como había sido. Algunos detalles se los había guardado, pero lo importante se lo había dicho.
—Estaba convencida de que no lo besaría, pero... —gruñó, muy molesta consigo misma—. ¿Sabes lo que me da más rabia? —habló y en su voz se notaba lo frustrada que estaba—. Que no pienso, que me dejo llevar, que solo...
—¿Sientes? —completó Jiyong por ella—. Porque es lo más normal del mundo, dejarte llevar por lo que estás sintiendo en ese momento. Y más si es con una persona que te gusta y te provoca tantas emociones como lo hace Minho.
Nari parpadeó, asimilando las palabras que acababa de escuchar. ¿Gustar? ¿Jiyong se había vuelto loca? ¿Cómo podía pensar que le gustaba Minho?
No. Absolutamente no. No le gustaba. No podía gustarle. ¡Si no lo soportaba! Le caía mal. Tremendamente mal.
—Qué graciosa estás —murmuró, forzando una sonrisa—. ¿Has pensando en hacerte actriz de comedia en lugar de drama?
—No he dicho nada divertido, Nari.
—Sí lo has hecho, no me gusta Minho.
La que se rio en ese momento fue Jiyong, que negó con la cabeza y acabó por sonreír.
—La que está graciosa eres tú, ¿vas a negarme lo evidente? ¿A mí? —mencionó aún con expresión divertida—. Te conozco mejor que nadie. ¿Segura que no te gusta?
—No es lo evidente, es una realidad. No me gusta Minho. Es que no. No lo acepto.
—Si no te gustase, no te besarías con él —rebatió con calma, sin perder la paciencia—. Te gusta, te atrae físicamente y no quiero que lo niegues de nuevo, no me gustan las mentiras. Que no lo aceptes no quiere decir que no sea verdad.
—Puede que sí me sienta atraída por él, porque es un chico guapo y...
—Y es un instinto natural —completó de nuevo por ella y volvió a reírse—. No volvamos a eso, hemos superado ya esa fase. ¿Por qué no aceptas la realidad?
Porque no lo era. No podía serlo.
—¿Qué se supone que tengo que hacer, Jiyong? —preguntó, cambiando de tema—. ¿Por qué me está pasando esto? ¿Por qué lo he besado?
Quería entenderlo, necesitaba entenderlo. Así podría solucionarlo de forma fácil.
—¿Quieres la verdad o que te lo adorne?
—La verdad. Siempre quiero la verdad.
Porque era mucho más fácil afrontarla que aceptar una mentira.
—Estás tan frustrada y cabreada contigo misma porque has perdido el control de la situación, y adoras tenerlo. Desde lo que te pasó, el poder de tu vida es tuyo y desde ahí tomas tus propias decisiones.
¿Y eso qué tenía que ver con Minho y el motivo por el que lo había besado?
—No te entiendo.
—Cuando estabas aún con los que comparten sangre contigo, hacías todo lo que te decían —empezó a decir sin dejar de mirarla—. Las que se hacían llamar tus amigas en esa época lo eran porque eran el círculo que querían para ti, los chicos por los que te interesaste de forma romántica también era por ese mismo motivo, porque eran hijos de amigos de tus padres, o tenían contactos que podían servirles —continuó hablando—. Y era mucho más fácil para ti de ese modo, porque ponías una barrera, no sentías porque no querías hacerlo. Podías controlarlo. Ahora no es así.
»Ahora eres libre, tienes el pleno poder de tu vida, haces lo que quieres y como lo quieres. Eso es lo que te hace tener miedo, porque es totalmente impredecible. Y es justo lo que te está ocurriendo con Minho —explicó—. Por eso huyes, por eso no sabes gestionar las emociones que sientes a su lado. Te dejas llevar porque te sale en ese momento, porque él te rompe los esquemas. De ahí tu frustración, porque se te escapa de las manos y eres una maniática del control. Eres como una adolescente que está descubriendo esas emociones por primera vez, de ahí tu volubilidad.
Suspiró. Tenía razón. Jiyong casi siempre la tenía. Esa etapa de su vida que había mencionado había sido más fácil en cuanto a no sentir, porque no pensaba que hubiese un más allá en nada, pero no había sido nada feliz.
—¿Y qué sugieres? —quiso saber y se agachó un momento para coger a su perro y ponerlo en su falda para acariciarlo—. Me gustaría poder controlarlo y ponerle un freno.
—Para empezar, que dejes de huir —le pidió—, porque no es justo para Minho. ¿Has pensando en lo que él piensa o siente?
—No —confirmó—. Tampoco quiero hacerlo, tengo suficiente con lo mío. No quiero pensar en él o lo que sea que le pase por la cabeza.
—No he hablado con él, pero si os besáis... —Frunció el ceño—. Es que deberíais hablar para al menos solucionar las cosas y dejarlas claras.
—No quiero hablar con él, Jiyong.
—¿Por qué? —interrogó—. Es lo mínimo, él debe tener muchas preguntas. Lo conozco, no es de los que besan o...
—Pues no lo parece —bisbiseó—. No es de esos, pero conmigo...
—Porque también le gustas —resaltó de forma obvia—. ¿Te acuerdas cuando quería presentarte al resto de mis niños y siempre mencionaba que te llevarías muy bien con alguien porque sois iguales?
—Sí, te referías a Seungmin, ¿no? Me llevo genial con él, es como un hermano pequeño aunque sabe que no puede llamarme noona, que lo odio.
—No, me refería a Minho —corrigió—. Siempre pensé que seríais grandes amigos, que con vuestro humor peculiar os aliaríais y bueno... El resto sufriríamos.
—Te equivocaste.
—¿Lo he hecho? —rebatió—. Porque una conexión tenéis...
—Reconoce tu error, Jiyong —pidió para luego suspirar—. Minho y yo... imposible.
—Porque ni lo habéis intentado, o tú no lo has hecho, sé que él sí. —Nari apartó la mirada para no darle la razón—. Sé que al conoceros empezasteis con mal pie, pero han pasado ya semanas y sigues anclada en eso.
—Minho da por hecho cosas de mí que no son ciertas, Jiyong.
—Nari, eres tan tozuda... —Suspiró y negó con la cabeza—. ¿Para qué me pides opinión y consejo si no vas a hacerme caso?
—Quiero hacerte caso, pero no me estás diciendo nada que no sepa.
Sí, sabía que tenía que hablar con Minho, pero no quería hacerlo. Si las dos veces que habían estado a solas para "hablar" habían acabado besándose, ¿qué le decía que no habría una tercera?
—¿Vas a hablar con Minho?
—No.
—Nari...
—Vale, eventualmente hablaré con él supongo...
—¿Eventualmente? —inquirió Jiyong—. Mira, como te conozco muy bien vamos a hacer una cosa —Nari se calló, esperando que siguiera—. Cuando regrese a Seúl dentro de un par de días, vais a hablar sí o sí.
—¿Por qué estás tan segura?
—Porque vais a hablar conmigo delante —afirmó y se encogió de hombros—, y quizá también con Chan.
—¿En serio? —Nari bufó—. No somos niños pequeños para que nos tengáis que controlar de ese modo.
—Lo parecéis, así que no quiero ninguna queja con respecto a eso.
—No voy a hablar de mis intimidades delante de vosotros, será... raro —protestó—. Me niego.
—Ya veremos, podemos dejaros a solas pero estar cerca, si venís a mi apartamento y...
—No quiero.
—Me da igual, esto no puede seguir así —murmuró y le sonrió con cariño—. Ahora ve a hacerte algo para cenar, es muy tarde.
—He dicho que no tengo hambre, unnie —dijo remarcando la última palabra con algo de mofa, lo que hizo que Jiyong se riera, las pocas veces que la usaba era o porque se ponía sentimental, o porque se burlaba.
—¿Pensarás en todo lo que te he dicho? —preguntó Jiyong mientras la observaba prepararse los fideos.
—No me has dicho realmente nada.
—Te he hecho pensar —afirmó—, y sé que lo harás. Seguro que estarás debatiendo en tu mente si te gusta o no...
—No me gusta —repitió.
Y Jiyong se rio sin poder controlarse.
¿Por qué tenía que pensar que le gustaba? No era así, ¿verdad? No podía gustarle alguien como Minho.
No.
¡Holi!
¿Cómo ha empezado la semana?
Aquí tenéis un capítulo nuevo de los tozudos en el que Jiyong hace muy de hermana mayor y madre porque no tiene más paciencia con estos dos, y encima todo pasa cuando no está en Seúl.
Y bueno, tiene razón, Nari hasta que estuvo por su cuenta no sintió nada real, todo era forzado y por lo que le decían, esa es una de las razones por las que huye con Minho, porque se le va todo de control y no lo aguanta.
Y bueno, sigue en negación haha, ¿cuánto tiempo estará así?
Es un capítulo más tranquilo que el anterior, pero preparaos para el que se viene jejeje, aunque quizá lo parta en dos, pero SOLO DIGO QUE OJO, que es el capítulo que va a suponer y un antes y después.
Nos leemos el sábado con los Jiychan.
Ah, y como siempre, el gif inicial está hecho por Eclxqze
Muchos besos xx
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top