삼십 . real life
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Moonnari 🖤🖤🖤
Minho no podía dejar de mirar de reojo a Nari. No solo por lo preciosa que era, cada vez más para él, siendo una de las pocas personas que hacía que no pudiese dejar de prestarle atención. Era por algo más.
Al principio lo había hecho porque estaba confuso. Para él era muy obvio que estaban saliendo. Había sido muy claro cuando se lo había pedido, ¿por qué razón iba pedirle que fuera suya? Sí, en cierto modo le gustaban ese tipo de cosas, y más si luego podía sacarle juego y beneficio, pero en su mente no había otra explicación posible.
Y más por cómo se había dado todo. Había sido la primera vez que estaban juntos del todo, para él había sido importante, no se acostaba con las chicas como si nada, y sabía que para Nari también, por lo que su duda era más que razonable.
Además, se comportaban como una pareja. No solo lo consideraba él, también Jiyong y Chan, con los que hablaba bastante del tema, sobre todo con la primera. No quería cometer más errores de dar por hecho las cosas, quería hacerlo bien con Nari, ser un buen novio.
Sin embargo, para ella, no era así. A veces, como lo que acababa de ocurrir, sentía que tenían problemas de comunicación, que se entendían a medias. Era extraño, lo hacían en temas mucho más complicados en los que tenía que haber una conexión de tiempo, una que no se podía fingir, como saber qué pensaba el otro solo con mirarse o ver lo que ocultaban por mucho que se esforzasen en hacerlo.
En cambio, con temas sencillos parecía que había un mundo que los separaba, que no se entendían y los llevaba a confusiones como esta.
—Enfócame bien, que se vea bien el fondo y mi precioso rostro —dijo reprimiendo una sonrisa mientras miraba a Nari fruncir el ceño ante sus palabras—. No querrás fallar a STAY haciéndome una mala foto. Que si son buenas, mandaré alguna por Bubble.
—Te he hecho ya más de diez, ¿no te sirven? —protestó, intentando devolverle el móvil, algo que no le dejó, instándole a que le hiciera varias más—. No sé para qué quieres tantas.
—Porque no sabes hacer fotos —la molestó queriendo solo por el hecho de verla con esa expresión que tanto le gustaba, esa que indicaba que estaba a punto de asesinarlo con la mirada—. Las que te he hecho antes son mucho mejores.
—¿Dices las que te has hecho a ti mismo mientras se suponía que me las hacías a mí? —rebatió, haciendo que uno de sus amigos se riera—. Porque podrías subir esas y así me dejas tranquila. Es un selfie, así no tienes tantos peros.
Quizá estaba siendo un poco quisquilloso, pero no quería que se viera algo llamativo del sitio que fuera muy reconocible por si alguien decidía ir a ver si estaban ahí. No sería la primera vez que le ocurría a un idol.
—No me las has pasado, Nari.
—¿Me las has pedido?
—Además, no puedes quejarte, una de las que he hecho la has subido a tu Instagram y es muy buena. —Y se había convertido en una de sus preferidas, sin que ella lo supiera se la había pasado a su móvil para tenerla—. Se nota que la he hecho yo, tengo mucho talento.
—Eres insoportable —musitó Nari, volviendo a entregarle su móvil—. No pienso hacerte más, que te las hagan tus amigos.
—Pero me adoras —afirmó con una sonrisa ladeada, guiñándole el ojo—. ¿Nos hacemos una juntos?
Quería tener una con ella en un sitio tan bonito. Llevaba semanas pensando en comentárselo, hacerse fotografías en el apartamento de Nari con cámaras desechables, con polaroids o con los móviles... Con lo que fuese, pero las quería.
—¿Para qué?
—¿Cómo que para qué? —Giró la cabeza para mirarla a los ojos de forma directa—. Para tener un recuerdo.
—Ya... —Por su tono de voz, no le creía.
—Va, Nari, sé que te mueres por tener una foto conmigo. —Sin que le diera tiempo a contestar, le dio su teléfono a uno de sus amigos para que la hiciera—. Va, blandita, que sabes que la vas a querer de fondo de pantalla.
—Como siempre, demasiada confianza en ti mismo... —murmuró Nari sin alejarse ni poner distancia, quedándose a su lado, por lo que la rodeó con los brazos. Adoraba estar así con ella, juntos, chinchándose mutuamente, pero sabiendo ver qué había más allá de esas palabras—. Ya la ha hecho, ¿me sueltas?
—¿Y si me gusta estar así?
—Entonces no vas a pescar nada —contraatacó con calma—. ¿No habéis venido a pescar?
—Te he pescado a ti, ya es suficiente. —No fue capaz de disimular una carcajada cuando Nari le golpeó de forma leve la espalda y se alejó algo enfurruñada—. No te alejes, ven.
—¿Para que digas que me has pescado?
—Quizá has sido tú el que lo ha hecho conmigo. —Volvió a abrazarla y sin importarle que sus amigos estuvieran ahí delante, la besó dulcemente—. No te enfades, blandita.
—Qué obsesión con llamarme así. —Minho intentó besarla de nuevo, pero ella movió de forma sutil el rostro, por lo que le dio uno en la mejilla—. No.
—¿Te da vergüenza que mis amigos estén delante? —asumió y al ver su mirada, supo que sí—. No les importa, ni siquiera nos están prestando atención —aseguró en voz más baja—. ¿Eso es que no tienes ganas de besarme?
La estaba presionando, sin pasarse, queriendo, porque por la forma en la que se le estaban sonrojando de forma leve las mejillas tenía vergüenza de ser cariñosa con él delante de otras personas.
—Déjame mi propio espacio —pidió, huyendo de él.
Eso le sacó, de nuevo, una carcajada muy sonora que no pasó por alto para sus amigos. Si hubieran estado solos, ella hubiera respondido de forma mordaz, como siempre, pero sabía que estaba nerviosa, le era muy obvio. Y le resultaba adorable.
—¿Tú vas a intentar pescar, Nari? —preguntó uno de sus amigos mientras montaban las cañas y todos los utensilios necesarios.
—No he pescado nunca.
—Te enseñamos, a nosotros nos encanta, Minho es todo un experto —aseguró otro—. Lo más importante es tener paciencia.
—Algo que ella no tiene —dijo el chico incapaz de callarse. No podía pasar una oportunidad para molestarla, era muy divertido—. ¡No me mires así, es verdad!
—¿Os molestaría si en lugar de pescar dibujo? —cuestionó, bajando un poco el tono de voz—. Las vistas aquí son preciosas.
—¿Se te da bien? —Ella asintió a la pregunta de uno de sus amigos—. Por mí ningún problema, es una actividad silenciosa, algo que también es necesaria para la pesca.
—Se le da más que bien —habló Minho antes de que ella pudiera responder—. Es, sin duda, la persona que mejor dibuja que conozco. Tiene muchísimo talento.
A medida que habían tenido más citas, y que confiaban más en el otro, Nari le había empezado a enseñar sus dibujos, no solo los de su bloc secreto, ese que había visto el primer día que había ido a su apartamento. Había visto varios de sus portafolios con diferentes estilos: retratos, paisajes, bodegones, surrealistas, modernos...
Y a cada cual más espectacular, se quedaba embobado con lo que veía, muchos de ellos parecían fotografías de lo reales que parecían. Tenía un don.
—Como te cambia el tono cuando hablas de tu novia, ¿eh? —dijo un amigo entre risas—. Se nota lo orgulloso que estás de ella.
—Es que lo estoy —confirmó, ganándose una mirada de Nari—. ¿Por qué esa mirada de sorpresa?
—Porque no sabía que me tenías en tan alta consideración...
—Que no lo diga en voz alta todo el tiempo no quiere decir que no sea cierto, tienes un talento increíble, Nari —afirmó—. Aunque sus mejores dibujos son los que ha hecho de mí, esos son, de largo, obras de arte.
—De hecho son los peores, pero...
—¿Cómo van a ser los peores si soy yo el que sale?—Por lo que conocía a sus amigos, sabía que acabarían por preguntarle si quería estudiar arte, si había ido a la universidad o tenía pensado hacerlo, por lo que se adelantó—: Ahora pesquemos, que para eso hemos venido.
Durante la siguiente hora, pescaron, o lo intentaron al menos. Echaba de menos los momentos así con sus amigos de siempre, esos que habían estado para él en las buenas y en las malas, desde que tenía memoria, los que no le fallarían. Y también con Nari. Se la veía también cómoda, muy centrada en su bloc de dibujo, pero respondiendo a lo que le preguntaban o teniendo una conversación casual con ellos.
Podía acostumbrarse a esto. Quería acostumbrarse, de hecho. A la normalidad, a quedar con sus amigos y su novia sin que fuera extraño ni raro. Con este tipo de cosas entendía lo nervioso que había estado en su momento Chan cuando Jiyong había empezado a estar con ellos, esas primeras comidas y cenas para saber cómo se iban a llevar...
Estaba contento de que Nari estuviera cómoda con su círculo más íntimo, porque con los otros miembros ya tenía una buena relación por haber sido su maquilladora, eso no le preocupaba tanto.
Cuando empezaba a aburrirse ya que no picaban, se levantó para darle la cámara de vídeo a Nari.
—¿Qué quieres que haga con esto?
—Que me grabes para mi vlog, te lo he pedido cuando estábamos viniendo.
—¿No ves que estoy ocupada?
Minho se fijó mejor en lo que estaba dibujando y sonrió con autosuficiencia.
—Qué bonito y qué guapo el chico que está siendo retratado.
—Calla.
—No voy a hacerlo, me estás dibujando a mí. ¿No tenías otra fuente de inspiración?
Llevarla al límite de su paciencia era una de sus cosas preferidas, ¿ella se daría cuenta de que su expresión de molestia la hacía aún más guapa?
—La vista es preciosa, que salgas tú es... mera casualidad.
—Y yo también lo soy, ¿no? Entro en ese pack de la vista. —Se mordió el labio para contener una risa—. A mí también me gusta la vista ahora mismo —comentó sin dejar de mirarla.
Nari negó con la cabeza, se levantó y cogió la cámara.
—Voy a grabarte, pero espero que pesques algo, porque en esta hora que ha pasado no he visto que hayas tenido mucho éxito. ¿Cuántos peces has cogido? —preguntó—. ¿Cero? Eso no te hace ver mucho como un experto... —apuntó, traviesa, y señaló a uno de sus amigos—. Él ha pescado tres.
—La calidad es mejor que la cantidad.
—Es cierto, pero cuando hay cantidad, que yo sepa cero no cuenta como un número.
—Va, grábame de una vez para mi vlog para STAY.
—Puedo hacerlo yo—sugirió uno de sus amigos—, a mí no me molesta y no sería la primera vez.
Nari negó con la cabeza, y no dijo nada mientras él hablaba a cámara con dobles mensajes, más que nada para molestarla, como explicando cómo se pescaba, lo bien que se le daba y lo genial que era. No fue lo único, también mencionó lo que le gustaba estar con sus amigos y poder desconectar sin dejar su sarcasmo.
Además, le gustaba que STAY viera más facetas de su vida, no solo la de idol, como las cosas cotidianas. Por eso muchos trataban de lo que le gustaba, como cocinar, que se había convertido en una de sus nuevas aficiones, o sus gatos, porque si en uno de ellos no salían Soonie, Dori o Dongie, no era uno de sus vlog.
Una vez que apagaron la cámara después de haber grabado durante unos diez minutos, dejaron las cañas de pescar colocadas por si había suerte y se pusieron a hablar mientras cenaban lo que habían preparado.
—Nari es un desastre en la cocina —explicó Minho para sacar tema—, le estoy enseñando yo a hacerlo.
—¿Cómo? —Se miraron obviando todo lo demás, como a sus amigos, que estaban muy pendientes de ellos, reprimiendo una carcajada—. ¿En qué momento?
—En el que quedamos en tu apartamento y soy yo el que cocina y te va diciendo qué hacer para que me ayudes...
—Antes de que te conociera me alimentaba bien, no he tenido nunca problemas con eso.
—Claro, porque tenías a Jiyong —siguió, relamiéndose el labio inferior—. Ahora gracias a mí estás comiendo mejor, deberías estar muy agradecida.
—No sé ni cómo te soporto.
Volvieron a mirarse, Nari con el ceño muy fruncido, intentando descifrar qué era lo que le estaba pasando la cabeza a Minho, y él con una expresión divertida, más que contento de cómo estaba yendo todo.
—¿Sois siempre así? —los interrumpió uno de sus amigos.
—¿Así cómo? —preguntaron al unísono.
—No paráis de molestaros entre vosotros, es muy divertido de ver desde fuera, pero no sé si vosotros...
—Es que mirad la cara que pone Nari cuando algo no le gusta —apuntó Minho, haciendo un pequeño mohín—. ¿Cómo no sacarla de quicio si se pone así? —Con total confianza, le agarró de los cachetes—. Tengo una novia preciosa y sumamente adorable.
—No soy adorable —gruñó Nari.
—Claro que sí, blandita, claro que sí...
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Cuando decidieron regresar, después de recoger todo y sus capturas, porque al final habían picado más de lo que creían en un principio, Minho le cogió la mano a Nari mientras volvían, gesto que ella le correspondió no sin antes mirarlo con una expresión confusa.
Era tarde, y hacía un poco de frío, por lo que no se entretuvieron con charlas al llegar a la casa que habían alquilado, cada uno se fue a su habitación para poder descansar.
—Antes de que me vaya a duchar, ¿algo que quieras decirme? —quiso saber Minho, interrogándola con la mirada—. ¿Has estado cómoda?
Tenía pensando en preguntárselo una vez que se quedaron a solas, necesitaba saber que ella estaba bien.
—¿A qué viene eso?
—A que me preocupo por ti —resumió con simpleza—. Y estabas muy nerviosa, llevas así desde que nos hemos visto esta mañana.
—No estaba nerviosa.
—Ay, Nari... —Negó con la cabeza—. Es gracioso que intentes mentirme cuando te conozco tan bien. ¿Por qué no lo reconoces?
—Si ya lo sabes, ¿por qué insistes?
—Aunque no lo creas —empezó, acercándose a ella y colocando las manos en la cintura de la chica—, me gusta todo de ti. Incluso cuando tú piensas que no, que tienes que mostrar una fachada y no quieres que te vea vulnerable, me gustas. Eres una de mis personas favoritas en el mundo ahora mismo, Nari. —Le acarició con suavidad la mejilla para enfatizar lo que decía—. ¿Me vas a responder?
—Estaba muy nerviosa, sí —reconoció, bajando la mirada, algo que Minho no le dejó, hizo que la levantase para que sus ojos se encontrasen—. Y no insistas más con eso, no me apetece hablarlo.
—Pero no me has respondido a la pregunta inicial. ¿Te sientes cómoda con mis amigos?
—Está bien, Minho, todo bien —afirmó sin que la voz le titubease—. Además, me están dando mucha información valiosa que puedo usar en el futuro.
—Sí, eso debería hablarlo con ellos, están explicando demasiado...
—Solo espero a que me pasen las fotografías que me han dicho, tu yo de diez años debe ser algo digno de ver. —Minho suspiró—. Ahora ve a ducharte.
—¿No quieres acompañarme? Ya sabes, para ahorrar agua. —Se ganó un golpe, pero mereció la pena por ver la confusión, para luego la expresión tan típica de Nari en su rostro. Además, había vuelto a poner la situación a su favor—. ¿Luego te vas a duchar tú?
—Lo haré mañana, prefiero hacerlo por el día.
—¿Ah sí? No estoy de acuerdo, eres de la que le gusta a todas horas...
—¿Sabes? —Minho negó con la cabeza—. Hay veces, como esta, que lo mejor es que te quedes callado para no decir cosas así.
—Pero si adoras escucharme.
—Claro...
—Espérame despierta —cambió de tema y le guiñó un ojo—, no te duermas sin mí.
—Era mi intención, así podía estar tranquila.
—Mentirosa, te encanta que te abrace mientras dormimos.
—¿Y si a mí no me gusta?
—Te va a crecer la nariz... —Le besó la frente y le miró—. ¿Me esperas?
Ella asintió y se fue con una sonrisa hacia la ducha. No se arrepentía de haberla invitado, y ella parecía muy cómoda.
Intentó ir lo más rápido que pudo, y al volver a la habitación, no pudo evitar no sonreír al ver que Nari lo había esperado tal y como le había pedido.
—¿Qué? Si me miras tanto me voy a desgastar.
—Nada, nada.
—¿Vas a venir ya a la cama? Que cojo frío.
—Nada, tranquila, yo te caliento —bromeó. No dijeron nada hasta que se metieron en la cama y Minho la abrazó por la cintura, acercándola a su cuerpo—. ¿Mañana vas a dejar que te enseñe a pescar?
—No, prefiero dibujar.
—¿Dibujar o dibujarme? —Sin necesidad de verla, supo que Nari había puesto los ojos en blanco—. Gírate para que pueda mirarte.
—¿Para qué?
—Para que podamos tener una conversación decente. —Como no lo hacía, fue él el que la obligó a que lo hiciera—. Muchísimo mejor.
—Eres tan fastidioso...
—Pero te encanto, no mientas. —Minho se mordió el labio inferior—. ¿En qué piensas?
—Estoy intentando dormir, no pienso en nada.
—Tienes los ojos abiertos, ¿cómo intentas dormir así?
—¿Por qué a todo lo que digo le pones un pero o una queja? —quiso saber Nari sin dejar de mirarlo—. ¿En qué piensas tú? —preguntó, repitiendo su misma frase.
—¿Puedo ser sincero?
—¿Cuándo no lo eres?
Minho se relamió el labio inferior, observándola. ¿Por qué cuando estaban tan cerca el uno del otro siempre tenía ganas de besarla y perderse en ella?
—Pienso en lo guapa que eres. —Nari quiso interrumpirlo, pero no le dejó, la calló antes siquiera de que empezase juntó sus labios. Y aunque lo pretendía, no fue ni delicado ni cuidadoso. Uno solo llevaba a otro, y otro a que las ganas que tenía de ella aumentaran—. También pienso en las ganas que tengo de besarte.
—Acabas de hacerlo —susurró con la pupila dilatada y los labios hinchados.
—Pero no me es suficiente, ¿para ti lo es? —ronroneó, haciendo que la nariz se rozase con la suya para provocarla a que fuese ella la que iniciase de nuevo el juego—. No respondas, sé que sí.
—¿Para qué me haces una pregunta si luego no quieres que responda? —Volvió a cortarla con un beso, uno que acompañó acercándola aún más a su cuerpo mientras una de sus manos descendía—. Minho...
—No sabes lo que me pone escuchar cómo pronuncias mi nombre cuando estamos así —admitió entre besos y caricias que solo hacían que su piel ardiera más—. ¿Puedo? —preguntó antes de apartar las piezas que la cubrían y que sus dedos intentasen hacerla sentir bien—. ¿Nari?
—Están tus amigos, no sé yo si...
—Si les importase, no estaríamos durmiendo juntos —susurró, besándole el cuello y dejando unas pequeñas marcas que seguramente le ganarían un golpe cuando las descubriese—. Aunque no queremos dormir...
—Eres idiota.
—Pero no lo has negado... —comentó para mirarla, intentando saber la respuesta a la pregunta que acababa de hacerle. Al ver que no respondía, insistió—: ¿Puedo?
Sin embargo, lo que hizo Nari fue justo todo lo contrario. Tomó la iniciativa. Su mano recorrió con prisa su abdomen para acabar tocándolo, primero por encima de la ropa interior, ya que no se había puesto el pijama, él dormía casi siempre desnudo, para luego hacerlo de forma directa.
—¿Ahora no hablas? —se regodeó con suficiencia cuando Minho jadeó sin poder evitarlo—. ¿Sabes? Escuchar lo que te afecto también me encanta.
Se quedaron en silencio en el que el único ruido que se escuchaba era el de las sábanas por los movimientos que hacía Nari, unos que estaban volviéndolo loco, llevándolo casi al límite.
—Nari —llamó su atención. La chica alzó los ojos para mirarle, expectante. Antes de decir nada, la besó—. Dime que tienes protección.
—¿Cómo?
—No me he llevado —explicó ante su confusión—, y quizá mis amigos tienen, pero...
—Ni se te ocurra —gruñó—. No vas a ir a preguntar nada.
—¿Eso es que no tienes?
—¿Cómo voy a tener? —protestó—. Ni sabía que íbamos a dormir juntos, y aunque lo supiera, no tenía que creer que...
—Sabes que cuando estamos juntos no somos capaces de controlarnos.
—¿Ahora es mi culpa? —Nari intentó alejarse, pero Minho no la dejó—. Lo mejor será que durmamos.
—¿Tú crees? —pronunció con la voz ronca—. Hay muchas cosas que podemos hacer sin llegar al final... Y yo quiero hacerte feliz, Nari. Muy feliz. Mis dedos y boca creo que pueden ayudar.
Nari lo miró, con una ceja alzada, lo que hizo que Minho sonriese tomándolo como un sí. Qué larga sería la noche y qué bien se lo pasarían.
¡Holi! ¿Cómo ha empezado la semana?
Capítulo largo, perdón haha, pero es que se ponen a discutir entre ellos a su manera y cuando me quiero dar cuenta... haha. Espero que os guste pese a lo largo que es
Minho y Nari siendo... ellos. Con su intensidad característica pero siempre con cabeza, no dejándose llevar como otros dramáticos (que adoro, vivan ellos, mi otp).
POR CIERTO. No sé si lo sabéis, pero tengo una nueva historia, una de Changbin hehehe. Se llama Silent Cry y subiré todos los sábados <3.
Nos leemos el sábado, muchísimos besos xx
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