삼. real life

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Nari había quedado para cenar esa noche con Jiyong. No había tenido tampoco otra opción, decirle que no a su amiga era casi imposible; sobre todo cuando insistía con buenas palabras, aunque eran un poco manipulaciones indirectas, o si la tenía delante la miraba de esa forma que era capaz de persuadir a cualquier persona, ya fuera por su belleza o por la convicción que tenía.

—¿Ya has decidido qué quieres? —preguntó Jiyong cerrando la carta y dejándola encima de la mesa—. Recuerda que no tienes que preocuparte por el precio, como ha sido mi idea, invito yo.

—Y sabes que no me gusta, me pagaré mi propia comida, gracias —apuntó de forma rápida Nari—. Pero sí, me he decidido.

Los lugares que frecuentaban las dos eran muy distintos, también porque el nivel de vida lo era. Nari había estado más que acostumbrada a ir ese tipo de sitios cuando aún vivía con sus padres, el lujo y la exclusividad nunca había sido algo extraño, se había criado rodeada de ellos.

Eso había cambiado después de lo que había pasado y tampoco le importaba, había dejado de darle valor a las cosas que no la merecían. En restaurantes menos conocidos, o en los que ni tenían servicio de mesa, se comía igual de bien o mejor de los que estaban de moda y eran carísimos.

Sin embargo, al ir con Jiyong eso no era una posibilidad, no cuando la idol se volvía más y más popular en Corea debido a sus últimos dramas, que habían sido todo un éxito en audiencia y en críticas, y a la buena aceptación que había tenido en el mundo del kpop.

No era lo único; después de lo que había tenido que vivir, por desgracia, el año pasado, Jiyong vigilaba muy bien los sitios a los que acudía, comprobando la seguridad y el servicio, y nunca iba sola, su guardaespaldas se había convertido en su sombra, acompañándola en todos sus momentos de ocio con sus amigas para que no le ocurriese nada.

—Bien, yo también. —Jiyong hizo un gesto a uno de los camareros para que se acercase para tomar nota. Y después de preguntarle qué quería, se lo dijo todo para que lo apuntase y les pudieran traer la comida. En esos momentos, aunque no hubiese tanta diferencia de edad entre ambas, Nari notaba lo distintas que eran y lo mayor que a veces le resultaba su amiga—. ¿Tu elección es porque te apetece o por el precio? Has elegido lo más barato.

—¿Te he dicho alguna vez que cuando te pones así pareces mi madre?

—Más de una —concedió sin que le molestase ese comentario, estaba acostumbrada a que fuese tan directa—, lo haría mejor que la que tienes, ¿no?

Jiyong sabía muy bien los motivos que la habían llevado a huir de su pasado y a buscarse la vida, había sido la primera persona a la que se lo había explicado. Lo recordaba a la perfección, había sido en un momento de debilidad, en el que había sentido que no podía más y que todo le superaba, y a la actriz no le había pasado por alto, ofreciéndose para escuchar lo que le preocupase y darle consejo.

—Ni que fuera difícil —murmuró Nari de mala gana para luego dar un largo trago del vaso de agua que tenía.

—No, no lo sería. —Jiyong le sonrió con complicidad—. Soy más como tu hermana mayor, que madre se me hace raro viniendo de ti.

—¿Y no de los otros? —preguntó con curiosidad, reprimiendo una carcajada—. Porque tú te autodenominas así.

—Lo de los niños es... distinto —admitió, apretando un poco los labios para pensar mejor—. No me has respondido a mi pregunta, ¿precio o porque te apetece?

—Porque me apetece —confirmó muy segura.

Que se hubiera pedido una de las cosas más baratas de la carta había sido pura casualidad, no le apetecía nada más.

—Eso espero, porque igualmente voy a invitar yo. —E hizo un gesto, anticipándose a las quejas y protestas de Nari—. ¿Vas a aceptar la oferta de trabajo que te dije?

—Todavía estoy pensándolo...

—¿Por qué dudas tanto? —quiso saber con mucha curiosidad—. Es una gran oportunidad, vas a tener un buen sueldo, estable, puede aumentar tu cartera de clientes, abrirte más puertas y...

—No es eso, es que... —Se mordió el labio—. Todo eso está muy bien, pero...

—¿Pero? —preguntó con mucha curiosidad.

Nari no quería sentir que le debía nada a nadie, y con Jiyong era complicado. Sí, ella era la única persona a la que le permitía ese tipo de cosas: que la invitase a comer, que pagase algunas cosas cuando quedaban, pero esto era demasiado. Y tampoco era que le apasionase tener que trabajar con hombres, con mujeres era mucho más fácil.

—Ni yo misma lo sé, ¿te sirve? —respondió y volvió a darle un largo trago al agua para calmar los nervios.

Podía ser directa, decidida y con carácter, pero al lado de Jiyong muchas veces se sentía como una niña pequeña.

—¿Minho se disculpó contigo? —Jiyong la escudriñó con los ojos, buscando respuestas en ellos—. Porque si es por eso que no quieres aceptar...

—¡No! —negó de inmediato—. Sabes que nunca haría algo por eso, no es mi estilo.

Le era igual lo que opinaran los demás y eso incluía a la gente que le caía mal.

—Exacto, por eso te pregunto.

—No, no se disculpó —habló y se encogió de hombros—. Me da igual, no me cae bien. No creo que lo haga nunca.

—Eres tan terca... —Jiyong negó con la cabeza—. Seguro que lo hace si os veis en persona, te lo dije el otro día, pero es un gran chico y...

—No me lo vendas —la interrumpió. Ella también la conocía muy bien, no era la primera vez que hacía algún comentario así—. No es necesario, no cambiaré mi opinión.

—Tenía un mal día, Nari.

—Llevo teniéndolos desde hace años y no soy tan grosera con la gente, menos aún con la que no conozco —espetó—. ¿Podemos cambiar de tema?

—De acuerdo... —Jiyong suspiró—. ¿Alguna novedad que contarme?

Nari supo por cómo la estaba mirando, entre preocupada y curiosa, que lo quería saber era si había algún cambio en su vida.

—Si no te lo digo, es que no. Te cuento todo lo que me ocurre, Jiyong.

—¿No ha salido bien lo de ese chico?

—No —contestó de forma escueta.

—No seas tan breve, ¿por qué no?

Había muchos motivos, pero tampoco quería saturarla de información. No era que se considerase una persona aburrida, ni mucho menos, solo que tenía un humor peculiar, uno que pocas personas entendían, lo que hacía que también fueran pocas las que la hacían reír de verdad. Además, tenía las cosas muy claras y no estaba dispuesta a aguantar las tonterías de nadie.

Aunque su cultura dijera lo contrario, ella no consideraba que necesitase a un hombre en su vida, ni que la apoyase, ni que la salvase de algo que ni siquiera veía un problema. Le gustaba su independencia, le había costado mucho conseguirla.

Y no estaba dispuesta a sacrificarla con facilidad.

—Teníamos diferentes formas de ver la vida —acabó por decir. Como Jiyong siguió mirándola, siguió hablando—: No sé cómo, pero salió la conversación de un futuro, y...

—¿Y? No me voy a enfadar por lo que digas, sé que tenemos diferentes puntos de vista en esto.

—Lo tenía todo muy planeado, quería cierto tiempo de noviazgo, boda, y ya al poco tiempo, un hijo, porque solo quería uno, siempre y cuando fuese un chico.

Y eso le había agobiado mucho. Sí, el chico no era del todo mala persona, tampoco lo había conocido mucho. Había sido atento en las citas que habían tenido, educado, comprensivo en cierto modo, aunque se había molestado cuando no le había dejado que le invitase...

Pero Nari no veía un futuro con él, no después de haber sabido cómo pensaba.

—No todos las personas que conozcas tienen que ser así —la animó—. Dudo mucho que los bailarines que te hemos presentado Jisoo y yo tengan esa forma de ver la vida.

—Eran aburridos —bisbiseó sin muchas ganas.

—No estoy de acuerdo, los conozco y me han hecho reír. —Jiyong la miró con los ojos un poco entrecerrados, muy preocupada—. No tienes que cerrarte a conocer a la gente.

—No todas tenemos la suerte de enamorarnos del mismo modo que te ha pasado a ti —bisbiseó en voz más baja para que no la escuchase nadie que no fuera Jiyong—, y de hacerlo de alguien que lo está tanto o más que tú.

Porque eso era obvio para la gente que conocía a Jiyong: ella y Chan eran la pareja perfecta en muchos aspectos.

—Eso no tiene nada que ver.

—Para mí sí.

—Lo único que te digo es que no te cierres, Nari. —Le cogió la mano para darle apoyo—. Si no quieres conocer a nadie en ese aspecto, me parece bien, es entendible, no es obligatorio que tengas pareja. Solo... solo no busques excusas.

—No lo son. Lo que he dicho de que son aburridos es cierto, no entienden el sarcasmo y eso es vital para mí.

Eso le sacó una carcajada a Jiyong que disimuló cuando le trajeron la comida.

—No entiendo el motivo por el que no te cae bien Minho, es el rey de eso —comentó aún riéndose—. Y Seungmin también. Si los conocieras te caerían muy bien.

—¿Te das cuenta de que eres como las madres que siempre mencionan a sus hijos? —bromeó Nari para así cambiar de tema y que se dejase de centrar en ella—. Hablas ya más de ellos que de Dalgom.

—No, eso no es cierto, Dalgomie siempre será mi bebé consentido.

—Bueno, puede seguir siendo tu bebé consentido, pero también tienes siete niños que lo son. —Sin dejar de mirarla, empezó a comer—. Creo que tienes razón, Jiyong.

—¿Con qué?

—En que debo aceptar el trabajo.

—¿Vas a hacerlo? —preguntó sin acabar de creérselo.

—¿Y ese tono de sorpresa?

—Pensaba que primero me dirías que no, tendría que insistir un poco más y...

—Qué poca fe en mí, Jiyong.

—¿Puedes culparme? —Nari negó con la cabeza—. Le enviaré un mensaje a Chan antes de que cambies de idea, así habla ya con sus managers y lo organiza todo.

—De nuevo lo diré, qué poca fe en mí —apuntó entre risas.


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Minho se sentó en uno de los sofás que había en la sala en la que se iban a preparar antes de grabar las actuaciones para el show musical. Hoy se presentaban en el que era su comeback después de meses. Les quedaban muchas horas por delante y no le apetecía nada, la espera era lo que llevaba peor, eran demasiadas horas.

Seguía de mal humor, su lesión no había mejorado cómo debería haber hecho, aún notaba molestias y dolor en algunos movimientos, más en un baile tan exigente y complicado como la canción que iban a presentar hoy. Quizá era debido a que no había hecho el reposo que le habían indicado los médicos, pero no podía hacerlo, no cuando lo que no tenía era tiempo para descansar.

Las semanas anteriores a que salieran sus nuevas canciones estaban llenas de trabajo, no podía detenerse, era el encargado de repasar las coreografías para ver si estaba todo bien y corregir los posibles errores que hubiera. Era su responsabilidad, lo que los demás esperaban de él, no podía fallarles por una lesión.

Y aún le dolía, aunque le hubieran infiltrado para que no lo hiciera, no podía dejar de pensar en eso o en si se le notaría en la actuación que no estaba al cien por cien.

—Recordad que hoy tenemos un nuevo miembro en el staff que se encarga de nuestro maquillaje —habló Chan mirándolos—. Espero que todos la tratemos bien y la hagamos sentir como una más.

—No te pongas en modo líder —comentó Hyunjin—. Nos lo dijiste ayer y la conocemos, es la amiga de Jiyong, la que nos presentó en su fiesta de cumpleaños, Nari. Le daremos una calurosa bienvenida, no es plan de que Jiyong se enfade con nosotoros.

Minho puso los ojos en blanco de forma disimulada, ese era otro de los motivos por los que seguía de mal humor: Nari. Creía que no la volvería a ver, o que no coincidirían en un tiempo cercano, por lo que no se había disculpado con ella por su mala actitud. Era consciente de que había sido grosero con ella, no era tonto y se había dado cuenta casi de inmediato, había pagado su mal día con alguien que ni siquiera conocía, pero no esperaba que tuviese que pedirle perdón tan pronto.

—Eso no quita nada de lo que he dicho —siguió Chan—, solo es un recordatorio.

Y de forma disimulada miró a Minho, que hizo como que no lo veía. Había captado la indirecta desde el principio, lo estaba diciendo por él, porque sabía lo que había pasado en la fiesta.

Sonrió al pensar en que Jiyong había sido mucho más directa que Chan en el mensaje que le había enviado, recordándole que tenía que disculparse con Nari y que era lo mínimo, que se lo debía a ambas; a Nari por su falta de educación, y a ella por no haberse comportado como tocaba delante de una de sus mejores amigas. No se podía negar que Jiyong y Chan estaban hechos el uno para el otro, pensaban del mismo modo.

—Nos portaremos bien —prometió Jisung—. Siempre lo hacemos. Deja de preocuparte.

Un cuarto de hora más tarde, el resto del staff empezó a llegar y después de recibir a Nari con una calurosa y educada bienvenida, la rutina antes de cada actuación dio comienzo. Como eran muchos, se iban turnando, mientras que a unos les arreglaban el pelo, a otros les maquillaban para estar listos acorde al look que habían estipulado para el comeback.

Las posibilidades de que a Minho le tocase con Nari eran pocas, pero parecía que ninguno de los dos tenía mucha suerte.

—Hola —habló Minho intentando romper el hielo al sentarse en la butaca en la que estaba Nari trabajando.

Él la había saludado como los demás, aunque se había mantenido con el tono formal, no como los más jóvenes que habían sido más efusivos, como solían ser.

—Hola —respondió con mucha educación y empezó a preparar todo para maquillarlo—. Estáte lo más quieto posible, gracias.

Minho se fijó muy bien en ella. Casi ni le estaba prestando atención, era como si lo estuviera observando, pero no mirando. Y era extraño.

—Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo si...

—¿Puedo hablarte sin formalidad? —pidió Nari después de parpadear—. Jiyong me ha dicho que somos del mismo año.

Eso no lo sabía, ni siquiera se había planteado en saber algo tan simple como la edad que tenía.

—Claro, no me importa.

—Te he interrumpido porque sé lo que vas a hacer, y no lo quiero ni necesito.

—¿Lo sabes?

—Te vas a disculpar conmigo —afirmó y empezó a ponerle la base de maquillaje de forma eficaz y rápida, con una técnica impecable—, y como acabo de decir, ni lo necesito ni lo quiero.

Él no entendía nada, ¿cómo que no la quería? Pensaba que si Jiyong había insistido tanto en ello era porque Nari estaba disgustada de algún modo y lo habían hablado.

—Fui grosero contigo.

—¿He dicho lo contrario? —rebatió sin dejar de hacer su trabajo, muy concentrada. Parecía que no le estaba prestando atención a nada que no fuera lo que estaba haciendo—. Es solo que lo estás haciendo porque te lo ha pedido Jiyong, no porque lo sientas así. —Minho apretó los labios, no estaba acostumbrado a que alguien fuera tan directo y de forma tan clara—. Si lo sintieras de verdad, te hubieras disculpado de inmediato.

—¿Crees que Jiyong me lo ha pedido?

—Eres uno de sus niños, es obvio que sí, se preocupa mucho por vosotros.

—También por ti —apuntó casi de inmediato.

—Lo sé, estoy muy contenta de tenerla en mi vida —se quedó callada mientras acababa la primera capa de maquillaje para centrarse en otros detalles, como la sombra de ojos—. No los abras —pidió—. Voy a estar trabajando con vosotros durante toda la etapa.

—Lo sé.

—No me caes bien —soltó de forma tan repentina que Minho se sorprendió—. Ni creo que lo hagas nunca. Así que no hace falta que tengamos conversaciones para rellenar el silencio mientras hago mi trabajo. Seré lo más profesional posible, no tienes que preocuparte por eso. Y ahora, si eres tan amable, tienes que seguir muy quieto y en silencio, no quiero que el resultado no sea el que esperan de mí.

Minho asintió y cogió su móvil para jugar a algo mientras seguía maquillándolo. No se esperaba algo así, y tampoco sabía cómo sentirse. Estaba cabreado, la actitud de ella no era nada buena.

¿Intentaba disculparse y le respondía de ese modo? ¿Tanto le costaba aceptar su perdón y empezar de nuevo?

Cuando acabó, se sentó de nuevo en el mismo sofá en silencio, dándole vueltas a todo, concentrándose en el juego de su móvil para desconectar. Ni siquiera estaba pendiente de lo que hablaban los demás hasta que escuchó más escándalo de lo usual en ellos.

—Hola, chicos —saludó Jiyong con esa sonrisa que le caracterizaba—. Espero que estéis tratando muy bien a Nari.

—Por supuesto, Jiyong, somos buena gente —se regodeó Jisung—. Nos tienes que tener un poco más de fe.

Como a Minho no le interesaba hablar en ese momento con ella, o que lo viera, ya que no sabía cómo era capaz de saber lo que pensaba sin que tuviera que decirlo, no se levantó para saludarla, no era necesario tampoco, había la suficiente confianza.

—¿Te has disculpado? —Minho giró la cabeza para ver cómo Jiyong se sentaba a su lado y le hablaba bajito, solo para que lo escuchase él—. Espero que sí.

—Lo he hecho, intentado al menos.

—¿Intentado?

—No me hagas repetirlo, me has entendido, Jiyong. —Suspiró e hizo un movimiento brusco que le provocó dolor en el brazo que no pudo disimular en el rostro—. No lo digas.

—Te duele aún el brazo —afirmó—. Siempre que te preguntamos, dices que estás bien.

—Y lo estoy.

—Sabes que puedes contarme lo que quieras —murmuró Jiyong con una sonrisa—, que te puede venir bien que yo sea una persona externa y...

—No eres alguien externo, eres una más entre nosotros.

—Me has entendido, a lo que me refería. Puedes contar conmigo para lo que sea.

—Tu amiga no me cae bien —comentó cambiando de tema por completo, no quería seguir hablando de él—. Nunca me habían hablado de ese modo.

Y Jiyong se rio.

—Estoy teniendo un déjà vu ahora mismo. Sois muy cabezotas.




















Holiii, es martes y aquí tenéis un nuevo capítulo :)

¿Qué os ha parecido? Yo sé que voy a amar las dinámica que tienen estos dos y su odio-amor hahaha

Nos leemos el sábado en Lovesick, espero que tengáis una linda semana

Y por cierto, si sois de Colombia, espero que estéis bien y mucha fuerza.

Muchos besos xx
Como siempre el gif está hecho por Eclxqze


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