사십이. real life

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Minho se quedó en silencio y observó la reacción de Nari. Era muy expresiva aunque creyese que no, sus ojos la delataban siempre que intentaba ocultar lo que pensaba. Estaba muy sorprendida de que estuviera ahí.

¿Qué se pensaba? ¿Qué esperaría más tiempo para hablar? Podría haberlo hecho, estaría en su derecho, sobre todo porque la que se había marchado sin decir nada había sido ella, dejándolo muy confundido.

Sin embargo, la conocía lo suficiente como para saber que no tenía que dejarlo pasar, que si lo hacía, la situación cada vez se haría mayor y cuando quisieran afrontarla, todo sería más complicado y no podrían solucionarlo.

Quería entender lo que pensaba, los motivos que la habían llevado a irse a toda prisa. No había dejado de pensar en ello durante la noche, en qué se le había pasado por la cabeza para que huyese otra vez y de esa forma, como si le fuera la vida en ello.

¿Estaba molesto? Sí. Mucho. Pero necesitaban hablar para arreglar las cosas.

—¿No me vas a dejar pasar? —insistió mientras seguía muy pendiente de ella y sus reacciones.

Nari, aun cuando no salía, siempre se arreglaba, y esta vez no era la excepción, aunque no llevaba maquillaje. Gracias a eso, pudo notar las ojeras que adornaban sus ojos. No había dormido, o lo había hecho mal y poco.

¿Qué era lo que le pasaba?

—Estaba a punto de pasear a Ruby —murmuró, abriendo la boca y cerrándola de inmediato, agarrando con fuerza la correa del animal, como si buscase fuerza y ánimo para seguir hablando—. Minho, ¿a qué has venido?

—A ver a mi preciosa blandita —comentó y apretó los labios para no sonreír. La expresión que había hecho al escucharlo había sido divertida, ¿creía que sería borde con ella?—. ¿Vamos a hablar aquí? ¿Sin entrar en tu apartamento?

Nari se apartó para que pudiese pasar y cerró la puerta de un golpe seco. Le sacó los bártulos de paseo a su perro y suspiró.

—Minho...

Había duda en su voz, como si estuviera pensando mucho lo que decir o cómo hacerlo. Mientras esperaba que lo hiciera, se fijó en que había una caja de dulces abierta en la mesa. ¿Había quedado con alguien? Dudaba mucho que se hubiera ido muy lejos para comprarlos, menos sin estar perfectamente arreglada, era demasiado presumida.

¿También había hablado con Jiyong como había hecho él? Ayer por la noche se había mandado mensajes con la actriz para tener una idea de cómo afrontar la situación, quizá Nari le había pedido que fuese a verla para que le diese consejo y su punto de vista.

Podía no haber entendido la situación y las formas, pero después de pensarlo le había resultado obvio que, por algo que desconocía, se había encerrado en sí misma y había puesto una barrera como al principio. No obstante, ya no tenían la misma relación que cuando se conocieron y empezaron algo, él no iba a dejarlo pasar ni rendirse de forma tan fácil.

—Quiero hablar de lo que sucedió ayer —empezó con mucha calma, midiendo muy bien las palabras —, ¿podemos sentarnos? —Ella asintió y le hizo un gesto para que fuera al sofá. Sin poderlo evitar, sonrió, su mente lo estaba traicionado al pensar en todo lo que habían hecho ahí, pero alejó esos pensamientos. No era el momento. Una vez que estuvieron cómodos, Moonie maulló para que le hiciera caso, por lo que se lo subió en el regazo y lo acarició—. ¿Qué fue lo que te pasó?

—Nada. —Evitó su mirada y frunció el ceño. Minho negó de forma sutil con la cabeza, no iba a ser tan fácil como se pensaba—. ¿Por qué tiene que haberme pasado algo?

—Blandita...

—Me sorprende mucho que estés aquí, Minho —cambió de tema.

Y aunque sabía el motivo por el que lo hacía, decidió seguir por ese camino para ver lo que Nari acababa diciendo.

—¿Por qué? —preguntó sin comprender del todo.

—No sueles dar tu brazo a torcer, eres tozudo y...

—Lo soy —la interrumpió—. Aunque no soy el único, ¿no? Lo somos ambos. No nos llaman los tozudos por nada.

—¿Entonces?

—No has respondido mi pregunta —remarcó. No le estaba gustando el giro de tornas, no cuando parecía llevarlo por donde le apetecía y no parecía muy dispuesta a sincerarse—, ¿qué te pasó ayer?

De nuevo, justo al igual que ayer, Nari dudó, apartó la mirada y tragó saliva. ¿Qué le pasaba por la cabeza? ¿Qué se estaba callando? Le estaba dando una oportunidad de explicarse, de que confiase en él.

—No quiero volver a tener esta conversación, no quiero repetir lo mismo que ayer.

Suspiró muy frustrado. Al haber visto su reacción al abrirle la puerta, se pensaba que su actitud sería algo mejor, pero no era así.

Así que optó por lo que le había recomendado Jiyong: ser lo más directo posible, no dejarle tiempo de pensar ni de reacción, porque entonces sobrepensaría y se cerraría en banda.

Aunque quizá salía mal.

—Nari, ¿tú quieres estar conmigo?

—¿Cómo?

—La pregunta es muy fácil, ¿quieres que sigamos juntos o no?

Lanzó el órdago, esperando una respuesta rápida, un sí claro, que no tuviese un debate en su mente.

—No te estoy entendiendo... —bisbiseó con temor, apartando la mirada—. ¿Por qué me preguntas eso?

—Porque quiero saberlo. —Acarició a Moonie que le estaba reclamando más atención y la miró—. Yo tengo muy claro lo que quiero contigo, pero no sé si tú...

—¿Si yo? —se notaba que le costaba hablar, como si estuviera procesando poco a poco la conversación.

—No sé lo que tú quieres, Nari —admitió. Era una verdad a medias, porque sí lo hacía, solo estaba intentando obtener una reacción en lugar de evasivas—. ¿Estamos en el mismo punto de relación? —verbalizó. Una parte de él estaba sufriendo por si se estaba arriesgando demasiado, forzando la situación, provocando que Nari se encerrase aún más en sí misma—. Estoy enamorado de ti, te quiero, te lo dije ayer y vuelvo a hacerlo, quiero presentarte a mi familia, me imagino un futuro a tu lado... ¿Y tú?

—Estás siendo injusto —gruñó y se apartó el cabello de un gesto claramente nervioso —. No puedes hacerme esto.

—¿Lo estoy siendo? —rebatió, incrédulo—. ¿Por qué?

—Porque tú sabes lo que siento por ti.

—Nunca me lo has dicho —apuntó con rapidez—, ¿por qué debería saberlo?

—Te lo he demostrado.

—¿Lo has hecho?

Esa pregunta le costó hacerla, porque sí, a su manera, Nari le había demostrado lo que sentía. Sin embargo, tenía que hacerlo para que su coraza se rompiera.

—¿Crees que no? —Había dolor en su voz, como si le molestase mucho que pensase que no era así—. ¿Todo esto es porque te dije que no quería pasar Chuseok con tu familia? ¿No puedes aceptar un no? ¿Tanto ha cambiado la visión que tienes de mí?

—Todo esto es porque sé que hay algo que no me dices, que te estás callando —aseguró. Con cuidado, porque no sabía cómo reaccionaría, acercó su mano a la suya, entrelazándolas. Era una forma de decirle que podía contar con él, que estaría a su lado—. Blandita, ¿qué pasa?

—Después de que me marchase ayer, estás aquí, lo que solo hace que...

—¿Que hace qué?

—Que hace que tenga más miedo. —Suspiró e intentó poner un poco de distancia entre ambos, pero no la dejó, no cuando estaba empezando a abrirse, así que volvió a acercarse. Con la mano libre, le acarició la mejilla e hizo que lo mirase—. Esto no es fácil para mí, Minho.

¿Miedo? ¿Lo que tenía era miedo? ¿Era por eso que había actuado así?

—Confía en mí, blandita.

—Tú y yo tenemos una relación peculiar. Y yo... —se calló de repente. Antes de seguir, suspiró de forma sonora—. Somos demasiado pasionales y...

¿Se pensaba que lo suyo era solo físico? ¿Por eso no había aceptado su propuesta? ¿Después de todo pensaba así? Sí, tenían mucha química en ese aspecto, su atracción había sido lo que los había acercado en un primer momento. Pero hacía meses de eso, habían pasado ya ese punto, se habían conocido. No solo conectaban en el aspecto sexual, también en el emocional.

—Espera un momento —la cortó para que no dijera una tontería—. Te he confesado que estoy enamorado de ti, que te quiero, ¿y dudas de lo que tenemos?

Tenía sentimientos contradictorios, una parte de él estaba molesto de que ella pensase que su relación era puramente física, no con todo lo que habían vivido en estos meses. Pero otra, solo podía pensar en poder ayudar a Nari a que se sintiese mejor. Porque odiaba verla así, llena de dudas, se sentía impotente. ¿Y si él tenía parte de culpa de eso? ¿Y si no había sido capaz de demostrarle lo importante que era en su vida?

—No es que dude, es que...

Y lo entendió, entendió toda la situación y la actitud de ella; eran sus problemas de confianza, originados por lo que había vivido con su familia.

—Nari, te quiero —repitió, mirándola para que le quedase claro y no dudase de ello, sonando lo más convincente posible, casi solemne. Quería acompañar sus palabras con los ojos, que viera sus sentimientos en ellos, para que viera que no mentía—. Estoy enamorado de ti y quiero que pasemos Chuseok juntos porque eres una de las personas más importantes de mi vida, que mi familia te conozca... Mi blandita.

A ella le brillaron los ojos y sonrió de esa forma que tanto le gustaba, esa que reflejaba cómo era de verdad, esa que lo había enamorado.

—No eres una persona que diga tanto esas palabras, no te pega en absoluto.

—No lo soy —confirmó sin soltarle la mano, acariciándole el dorso con el pulgar—, pero tú, ahora mismo, necesitas escucharlas.

—No es necesario que...

—¿Que te diga la verdad? —completó—. Porque es lo que es.

—Minho, yo...

—¿Tú?

Nari se acurrucó a su lado, por lo que él la rodeó con el brazo y la abrazó, haciendo que Moonie bajase de su regazo medio molesto de haber perdido su espacio.

—Me aterra pensar que lo nuestro puede acabarse, que lo feliz que soy se esfume, que tú veas que soy...

—¿Maravillosa? —Le besó la frente con suma delicadeza—. No me gusta que te calles estas cosas, Nari —soltó. No quería obviar el problema, lo que los había llevado hasta ese punto—. Si tienes dudas, tienes que compartirlas conmigo.

—Es fácil decirlo, pero luego...

—Lo sé, sé que no es fácil, yo también me he guardado para mí mis problemas, y a ti no te gusta, ¿verdad? —Ella asintió—. Es lo mismo. No puedes aislarte y alejarme de ese modo.

—Es la única forma que sé afrontar las cosas —admitió en un susurro.

—Ahora no estás sola, blandita —aseguró y le apretó el agarre de la mano. Era una forma de que viera, de otra manera, de que podía contar con él—. Somos un equipo.

—Tú ya tienes tus problemas y...

—Nada de excusas —murmuró con una sonrisa—. Quiero ser paciente contigo, entenderte, pero tienes que poner de tu parte.

—Lo intentaré.

—No, eso no me sirve, quiero un voy a hacerlo —corrigió por ella y le guiñó un ojo—. Blandita.

—¿Qué?

—Te quiero.

Y Nari sonrió sin poder evitarlo.


•❥❥❥•


Nari no encontraba las palabras exactas para agradecerle a Minho todo lo que hacía por ella. Había sido él el que había hecho por solucionar su desencuentro, se había adelantado de nuevo, presentándose en su apartamento sin ningún tipo de reproche o actitud negativa.

Era extraño, la conocía demasiado bien, entendía sus silencios, las palabras que no decía, lo que se callaba... Y aunque seguía teniendo miedo, estaba mucho más calmada y tranquila que antes.

Minho tenía ese efecto en ella, el de ver a través de lo que ocultaba, el de ser capaz de calmar sus inseguridades...

—¿Qué tienes pensado hacer hoy? —se interesó Minho.

—Mi plan era quedarme en casa y dibujar —admitió. Quería aprovechar que tenía el día libre para hacerlo—, ¿y tú? ¿Tienes que irte?

—¿Me estás echando, blandita?

—No, para nada.

—Mi plan es quedarme en el apartamento de mi novia —dijo muy seguro—, pasar tiempo con ella, quererla, mimar a nuestras mascotas...

—¿Nuestras? —repitió en tono curioso.

—Moonie es de ambos, no puedes negarlo, y le he cogido cariño a Ruby. —El perro movió la cola con entusiasmo al recibir una caricia del idol. Esa era otra cosa que le gustaba mucho de él, que pese a que prefiriese los gatos, también era atento con su su mascota—. No se me olvida que compartí saliva con él.

—¡Minho!

—Si quieres dibujar, hazlo, ¿te molesta si veo algo en Netflix? —propuso y le guiñó un ojo—. Prometo portarme bien y no hacer mucho ruido.

—Nunca te portas bien.

—Y te encanta que sea así.

Nari negó con la cabeza, pero no respondió. Fue hacia la habitación en la que guardaba el material que necesitaba. Después de varios viajes en los que cogió el caballete, un lienzo suficientemente grande, pinturas, y todo lo necesario, se sentó en la silla que utilizaba en ocasiones así en la sala de estar, donde Minho se había puesto cómodo en el sofá, con Ruby al lado y Moonie encima. Como estaba tan distraído, le hizo una fotografía con el móvil para tener una pauta exacta de lo que quería pintar.

Quería hacerle un retrato, y aunque tuviese su imagen muy marcada en su mente, prefería tener una guía solo por si acaso. Mientras preparaba la paleta con las pinturas, hizo zoom en la pantalla para fijarse mejor en los detalles, pese a que se los sabía de memoria.

En el momento en el que el trazo de la brocha tocó el lienzo, se olvidó de todo. Siempre le ocurría, cuando dibujaba o pintaba, como en este caso, lo que le rodeaba pasaba a un segundo plano, solo le interesaba lo que tenía delante.

Al principio, no había forma, nadie hubiera dicho que estaba haciendo un retrato de Minho, pero poco a poco, y a medida que iba cambiando de pinceles y de tamaños, se podía ver a la perfección la imagen de su novio.

—Sabía que soy tu muso. —Se sobresaltó al escuchar la voz del idol justo detrás de ella. Se detuvo, sobre todo al notar la mano de él en la cintura—. No puedes negarlo, blandita.

—¿No estabas viendo una serie?

—¿Eres consciente del tiempo que ha pasado? —No. Se evadía de todo, incluso del tiempo—. ¿O es que estás tan distraída pintándome que no sabes que es la hora de comer? —Se acercó aún más a ella y le besó el cuello. No fue para provocarla, no como era habitualmente, todo lo contrario, fue un gesto cariñoso y dulce—. Qué guapo soy, ¿no?

—O quizá es que yo tengo mucho talento.

—Creo que es ambas —terció, abrazándola por la espalda, apoyando la cabeza en su cuello—. ¿Me lo podré llevar, blandita?

—Depende de cómo quede...

—Seguro que bien, no tengo ninguna duda. Confío en ti.

Nari aprovechó que el taburete se giraba, para hacerlo y mirarlo a la cara. Le estaba sonriendo y sin poder evitarlo, esbozó una ella. Quería besarlo, pero se resistió. No quería estropear el momento, o que derivase en ellos sacándose la ropa, le gustaba estar así.

—Si no me gusta, no. —Su faceta más perfeccionista se lo impediría, no podría regalarle algo con lo que no estaba conforme—. Me dará igual que insistas.

—¿Y si te convenzo? —sugirió y se relamió el labio inferior con picardía—. Tengo muchas maneras de hacerlo.

—¿Siempre piensas en lo mismo?

—¿Quién está pensado en eso, blandita? —En un gesto rápido, se manchó el dedo con la pintura de la paleta y le hizo una forma en la mejilla—. Tenía muchas ganas de hacerlo.

—¡Minho! —protestó. Odiaba mancharse, sobre todo la cara, por eso cuando pintaba iba con sumo cuidado—. No era necesario.

—¿Qué? —Se hizo el inocente, haciendo un pequeño puchero—. Te he dibujado un corazón, el mío, porque ya lo tienes, eres la dueña.

—Claro...

—Va, sigue pintando, blandita. —Le dejó otro beso en el cuello—. No quiero molestar.

—No puedo —admitió, siendo lo más sincera posible.

—¿Te distraigo? —se regodeó, reprimiendo una sonrisa que disimuló mal, aunque no se le vieron los dientes.

—Sí —admitió con simpleza y abrió los ojos cuando le manchó la otra mejilla con pintura—. ¡Minho! Para ya. Si quieres, te doy algo y pintas.

—Prefiero que tú seas mi lienzo. —La besó de forma breve—. Me siento generoso, te dejaré que hagas lo mismo.

—¿De verdad?

—No hagas que me arrepienta, blandita. Dibujame una flor en la mejilla.

Nari tuvo una idea, por lo que dejó la paleta en la mesa y lo miró.

—¿Puedo? —preguntó antes de sacarle la camiseta. Minho asintió, por lo que lo hizo con sumo cuidado de no hacerle daño en el hombro del que se estaba recuperando—. Quiero que cierres los ojos.

—Blandita, ¿a dónde quieres llegar?

—¿Confías en mí?

—Sí.

—Entonces cierra los ojos.

Aún no estaba lista para admitirle en voz alta que lo quería, que también estaba enamorada de él. Pero le gustaba la idea de decírselo de otro modo, aunque fuese de forma indirecta. Se lo merecía.

Con cuidado, y con uno de los pinceles más finos y delicados, después de coger la pintura, empezó a escribirle en el pecho, justo en el lado del corazón, esa palabra, con los carácteres en hangul necesarios. Mientras lo hacía, se fijó en la expresión de Minho, en cómo reconocía lo que le estaba poniendo y sonreía.

Quizá, en un futuro, podría ser capaz de decírselo sin tener miedo, pero por el momento esperaba que fuera suficiente y que no dudase de lo que sentía.

Ella también estaba enamorada de Minho y lo quería. Lo quería como nunca antes había hecho con nadie. La completaba, la hacía ser mejor persona, era feliz...

—¿Puedo abrirlos ya?

—No —murmuró y empezó a besar la zona alrededor de donde había escrito esas palabras—. Me gusta que no puedas ver.

—Blandita, sé que has acabado... —Sin hacerle caso, los abrió y la miró de una forma indescriptible. Nari se estremeció, en los ojos de Minho había demasiado, no solo vio amor, también cariño, pasión, preocupación... ¿Él vería reflejadas las mismas emociones en los suyos?—. Eres tan preciosa, Nari.

—No seas cursi —le pidió, aunque le encantaba escuchar ese tipo de cosas—. ¿Preparamos algo para comer?

—Querrás decir que yo preparé algo para comer y tú me vas a ayudar.

—Estoy aprendiendo a cocinar.

—Porque tienes el mejor maestro. —Nari se levantó y Minho aprovechó para volver a besarla, casi acariciándola con los labios, yendo con delicadeza, demostrándole también con ese gesto lo que sentía. Al separarse, la abrazó con fuerza, acomodándola en su cuerpo. Estaban hechos el uno para el otro, sus cuerpos encajaban a la perfección—. Yo también te quiero a ti, blandita. Mucho.






¡Holi! Feliz martes, ¿cómo va la semana?

UN CAPÍTULO EN EL QUE LOS TOZUDOS ESTÁN MODO CHESSY Y BLANDITO, QUIÉN NOS LO IBA A DECIR.

Y Nari, a su manera, le ha dicho que lo quiere, ES QUE SE ME HACE RARO LO TIERNOS QUE HAN SIDO EN ESTE CAPÍTULO.

Recuerdo que hay un canal de discord por si os queréis unir, somos muy majas y pasamos spoilers de los capítulos y de cosas venideras haha.

En fin, nos leemos el año que viene :P

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