사십. real life

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Nari no sabía el motivo por el que Minho estaba tan insistente en que fuera a visitar el nuevo dorm en el que estaba viviendo. Le había preguntado la razón, pero la ignoraba o solo le decía que no era extraño que quisiera que su novia fuera a verle a su casa, que no sería la única que iría, alegando que Gaeul ya había estado en el de Hyunjin y en el suyo para cotillear si había muchas diferencias entre sí y cómo lo tenían.

Pero para ella sí lo era, porque lo conocía y sabía que había algo más, algo que no le había dicho, lo que le generaba incertidumbre. Necesitaba tener la certeza de lo que pasaba, tenerlo claro, y que no se lo admitiera le provocaba un conflicto interno. Si querían tener intimidad, lo mejor era estar en su apartamento. Ahí nadie los molestaría, ni tenían que ir con cuidado de no hacer demasiado ruido y así evitar comentarios con la intención de incordiarlos respecto a que eran muy escandalosos.

Además, cuando le había pedido fotografías o que hicieran una videollamada para poder hacerse una idea de cómo era su nuevo hogar, y así verlo, se negaba, alegando que así perdía la gracia y que no iría nunca cuando le hacía mucha ilusión.

—¿Es que te has perdido o algo, blandita? —La saludó Minho, con esa sonrisa tan característica suya, esa que solo indicaba que quería sacarla de quicio. No había tardado nada en recibirla desde que había llamado—. Te esperaba hace diez minutos.

—Llego quince minutos antes —gruñó poniendo una mueca de desagrado. Ya estaba agotándole la paciencia—, ¿por qué te quejas?

Su nuevo dorm estaba en un barrio distinto, tampoco muy alejado del anterior y relativamente cerca de JYPE. Seguía estando en una buena zona, pero más oculta para evitar visitas indeseadas, algo que por desgracia habían experimentado demasiado desde que su popularidad había aumentado.

—Porque conozco muy bien a mi blandita —murmuró y la abrazó, o intentó hacerlo, ya que Nari lo miró con una ceja alzada, le parecía extraño que fuera tan atento desde un principio—. ¿Qué pasa? ¿No puedo darte cariño?

—Sabes muy bien lo que ocurre —espetó, señalando con los ojos el brazo. Ya no lo tenía inmovilizado, pero no dejaba de pensar en todo momento en eso y en que hiciera bondad—.  ¿Cómo estás? ¿Te ha vuelto a doler?

—Siempre tan preocupada por mí. —Le besó la mejilla y la miró con tanta intensidad que Nari se estremeció. Todavía no se acostumbraba a que los ojos de Minho reflejaran tan bien sus emociones—. No hay nada que no sepas, te lo estoy contando todo.

La recuperación de su lesión iba por muy buen camino. Los profesionales que lo estaban tratando coincidían en que ya podía empezar a moverlo en su rutina diaria, siempre con cuidado, y sin forzarlo. También tenía que ir a sesiones con el fisioterapeuta para hacer ejercicios de fortalecimiento de los músculos dos veces por semana. Aún no podía bailar, pero se le notaba en los ojos lo ilusionado que estaba de ver el final del largo camino.

—Más te vale, no quiero más secretos con respecto a eso —espetó con cierto rencor en la voz. Le seguía molestando lo que le había ocultado y las palabras de la discusión que habían tenido cuando se había enterado—. Por cierto, ¿dónde está Seungmin y los demás?

—¿Debería preocuparme de que preguntes antes por él que pedirme ver mi habitación? —Chasqueó la lengua y volvió a intentar abrazarla. Esta vez se dejó, reprimiendo una sonrisa. Por mucho que no quisiera, acababa cediendo porque su cuerpo la traicionaba. Adoraba estar cerca de Minho y que fuera cariñoso con ella, la hacía sentir valorada y querida—. Están en el otro dorm.

—¿Los has echado?

A Nari le apetecía poder hablar con Seungmin y pasar tiempo con él, además de estar con Minho, porque había tiempo para todo. Su amigo sí le había mandado fotografías de cómo era su habitación y cómo la había decorado, de forma minimalista y limpia, a la par que elegante.

—No —negó con picardía—, los he invitado a que se marchasen de forma amable y desinteresada para poder estar tranquilo con mi blandita preferida. —Sin poderlo evitar, acabó sonriendo al escucharlo. La gran parte de las veces le ponía de los nervios, pero había acabado apreciando el mote que le había puesto, no se imaginaba con otro—. Eso no es echar, ¿no?

—Sí lo es. —Se separó de él y alzó la mano izquierda, en la que llevaba una bolsa que aún no había dejado en el suelo—. Esto es para ti.

—¿Me has comprado algo? —Asintió y se lo entregó. Estaba nerviosa por si no le gustaba, le había costado mucho elegirla—. Una más para mi nueva colección, así le hace compañía al cactus blandita.

Cuando le había comentado por mensaje que el balconcito que tenía en la habitación lo usaría para cuidar plantas, había pensado en regalarle alguna. Como no sabía del tema, había preguntado por el grupo de chicas si alguien tenía alguna idea de qué regalar y de sus cuidados.

Había sido Ayaka la que se había ofrecido para ayudarla, una vez más. La conocía de relativamente poco, pero parecía que era de más tiempo. Quizá era por su carácter, exageradamente extrovertido, sobre todo si lo comparaba con el suyo propio, pero le seguía resultando extraño que se ofreciera de forma tan desinteresada para echarle una mano sin querer nada a cambio, solo su compañía y que algún día fueran de compras.

La medio japonesa había encajado a la perfección en el grupo que se había formado entre las ya llamadas perdidas. Podía ser la única que no fuera pareja de uno de los chicos, pero era como una pieza fundamental, una que hacía que todo fluyera aún mejor.

—No tienes que regarla mucho —explicó intentando mostrarse seria, como si entendiera mucho del tema—, Ayaka me ha dicho que es de fácil cuidado, que no va a suponer muchos problemas.

—¿No me ves capaz de cuidar de una planta? —Se hizo el ofendido, abriendo los ojos simulando una molestia inexistente. Si eso lo hubiera hecho al poco de conocerse, Nari se habría puesto a la defensiva, pero con la perspectiva del tiempo sabía que solo lo hacía para incordiar—. No soy Hyunjin ni Gaeul.

—¿No dices que conoces tan bien a Gaeul al ser tu fan? —lo chinchó, devolviéndosela de inmediato. A ese juego podían jugar ambos. Y le gustaba mucho su dinámica, lo hacía divertido—. Porque ahora está muy implicada con el cuidado de Squirtle, la tortuga que le regalaron por su cumpleaños. Nos pasa muchas fotos por el grupo.

Aunque aún le costaba, Nari estaba intentando socializar más con ellas, no solo con Jiyong.  Desde que en el grupo estaba Ayaka, ni ella ni la bailarina callaban, empezaban hablando de un tema para desviarse a otro con facilidad, llenándole el móvil de notificaciones de ese chat. Gracias a eso había aprendido cosas de las demás, como lo contenta que era Gaeul con su nueva mascota.

—Cierto, esa fiesta a la que no fui invitado... —comentó, haciendo un leve puchero con los labios.

Cuando hacía esos gestos, esos que le hacían parecer inocente, Nari tenía que reprimir las ganas de besarlo, abrazarlo y darle cariño porque le resultaba adorable. Y no quería que se lo resultase, porque significaría que Minho ganaba.

—Quizá es que no es tan fan tuya como crees... —Nari aguantó una carcajada al ver su reacción, entre enfadado y sorprendido por su comentario—. Porque Ayaka sí estuvo.

—Blandita, no me gusta por dónde está yendo la conversación...

—¿No te gustan las verdades? —Se alejó un poco al ver las intenciones del chico, besarla para demostrar su punto o para quedar por encima—. Minho, no.

—¿Por qué no?

—Te encanta desviar la conversación besándome.

—¿Soy el único? —Esbozó una sonrisa ladeada, la misma que utilizaba justo antes de provocarla—. Porque tú eres una experta en eso, te gusta mucho hacerlo —se calló, tenía razón y lo odiaba—. Gracias por el regalo, blandita, no hacía falta.

—Si no hubiera traído nada, te hubieses quejado.

—¿Yo? —Se hizo el inocente—. Qué poca fe en mí —se quejó—, al igual que me hayas regalado una que sea de pocos cuidados...

—¿No eres tú el que tiene cactus? —rebatió casi de inmediato, con una sonrisa de victoria por haber ganado—. ¿Más poco cuidados que eso?

—Blandita cactus estaría llorando si te escuchase ahora mismo.

Aún no sabía cómo se sentía con respecto a que le hubiera puesto su apodo a una planta, sobre todo un cactus. Desconocía si era para molestarla, para hacerle ver que era importante o porque había un mensaje oculto que desconocía.

—¿Me enseñas el dorm o no? Que para eso he venido.

—¿Solo para eso? —la retó con una ceja alzada—. Porque yo tengo otras ideas en mente...

—¿No puedes pensar en otras cosas?

—¿En qué piensas tú, blandita? —se rio a carcajada limpia—. Porque yo hablo de una película, una de tus preferidas, he visto que está en el catálogo de Netflix y como no la he visto he pensado que podríamos hacerlo juntos.

—Claro, en una película...

Minho asintió muy convencido y le cogió la mano para guiarla. Pese a que ya no vivían los ocho, o siete ya que Chan se había mudado con Jiyong antes que ellos, era amplio para que los cuatro no se molestasen entre sí. Si lo comparaban con el anterior, era mucho mejor, no solo porque parecía más nuevo, también era porque había más espacio, sobre todo en la cocina. Lo curioso era que estaba ordenado, algo muy raro en ellos.

—Y esta es mi habitación —dijo para luego cerrar la puerta—. Aún me faltan algunas cosas para decorarla.

—¿Cómo qué?

Nari observó de forma rápida la estancia. Gritaba Minho por todos lados pese a que sí estaba un poco vacía, como si faltase algo, sobre todo en las paredes. Se notaba que no llevaba tanto viviendo ahí, no parecía un hogar.

—Como uno de tus retratos, tienes muchos míos, ¿por qué no me regalas otro más? Así lo cuelgo.

—No.

—¡Blandita! —protestó, alargando la última sílaba para acabar haciendo un puchero—. ¿Por qué no? Es injusto, a Seungmin le diste uno, a Ayaka sé que también y podría seguir. Le das retratos a todo el mundo menos a mí.

—Es distinto.

—Sí, que yo soy tu novio y debería tener más, ya que soy tu fuente de inspiración y tu muso...

—Más te gustaría a ti.

—No mientas, blandita —se regodeó para abrazarla por la cintura—. ¿Sabías que cuando lo haces frunces un poco el ceño y desvías la mirada durante un instante?

—Sí que me tienes vista.

—¿Lo dudas? —Le apartó el pelo con un gesto cuidadoso y sus labios fueron hacia su cuello—. Fijarme en mi novia y lo preciosa que es no es nada raro.

—Minho... —lo avisó al ver que no dejaba de besarle esa zona tan sensible. Él sabía el efecto que tenía sobre ella, en cómo con simples gestos conseguía que olvidase todo—. ¿No se suponía que querías ver una película conmigo?

—Y quiero.

—¿Entonces? —Cerró los ojos y se mordió el labio para que no se le escapase un gemido cuando sus labios se desviaron unos segundos hacia una de sus orejas, para morderle el lóbulo y volver a su cuello—. Esto no lo demuestra.

—Es que tenemos tiempo para todo —afirmó. Con cuidado de no forzar el brazo, la giró para poder estar cara a cara—. ¿Querer estar contigo es tan malo?

—No me mires así —pidió con voz queda.

—¿Así cómo, blandita?

—Lo sabes bien.

Awww, ¿te pongo nerviosa? Eres adorable.

—Deja de llamarme adorable, no me gusta.

—No me gusta mentir, así que sí, eres adorable. —Con cariño, le acarició la mejilla—. Si quieres, vemos la película —habló muy convencido—. Por mí no hay ningún problema.

—Y yo te creo —bufó, apartando la mirada. Sin darse cuenta, había hecho justo los gestos que él le había descrito cuando mentía.

—Nari. —Como aún tenía la mano en su mejilla, le obligó a que lo mirase—. A mí con tal de estar contigo, me sirve. Me da igual si es viendo una película, cocinando o...

—¿O?

—O perdiéndome en tu cuerpo como me encanta hacer, y sé que a ti también —añadió con picardía—. Como me encanta cómo gimes, o la forma en que se te pone la mirada en blanco cuando te...

—Minho —lo cortó, había entendido el punto.

—A lo que me refiero —dijo, volviendo al tema—, es que no me importa lo que hagamos si es contigo, blandita. Eres una de mis personas favoritas y de mis mejores compañías.

Tragó saliva para reprimir el nudo en la garganta que se le estaba formando. ¿Cómo podía decirle ese tipo de cosas después de haberle dicho otras intensas?

Ese Minho, el romántico, era su preferido, pero no se veía capaz de escucharlo mucho tiempo porque no sabía cómo reaccionaría. Cada vez que él le decía algo bonito sentía un cúmulo de emociones contradictorias. Una parte de ella quería corresponder esas frases, admitirle que también lo pensaba, pero otra se asustaba, entrando en pánico.

—Cursi —acabó por murmurar para no quedarse en silencio.

—No quiero que pienses que nuestra relación es solo física y sexo, porque no es así, blandita —afirmó con tanta seguridad, acompañado de esa mirada tan intensa y cargada de emociones, que Nari volvió a tragar saliva de forma disimulada—. Es mucho más.

—Lo sé.

—¿Seguro?

Si era sincera, a veces lo dudaba. No podía evitarlo, no cuando siempre que se veían acababan perdiéndose en el otro y dejándose llevar por su gran atracción. Esa incertidumbre la había hablado con Jiyong, porque no sabía si era por sus problemas de confianza o por algo más. Él le había demostrado de muchas formas que era más que una simple atracción, con gestos, con palabras, incluso había admitido de forma indirecta que la quería.

No obstante, era incapaz de no quitarse esa vacilación. Intentaba pensar de forma racional, no dejarse llevar por esos pensamientos negativos, pero le era difícil, sobre todo por lo que sentía por él, algo tan grande que ni ella entendía.

Como no quería responder, porque la conversación podría derivar en algo más complejo, decidió usar su misma táctica de distracción, besándolo para acabar y empujándola a la cama.

¿Para qué decirle algo que él ya sabía? Porque Minho lo sabía, estaba convencida.


❥❥❥


Minho bajó un poco la cabeza para observar a Nari, ya que se había quedado medio dormida. Estaban dentro de la cama, tapados con la sábana para cubrir su desnudez. Como siempre, había sido increíble, sus cuerpos hablaban por sí mismos, se perdían en el otro, se entendían sin necesidad de palabras.

Y nunca tenía suficiente.

Aunque estar así, con ella acurrucada encima de él, era satisfactorio y le gustaba. No podía dejar de mirarla, sonriendo sin poder evitarlo. Parecía otra, demasiado tranquila para su gusto, sin esa expresión que era tan suya, sin esa forma de retarle de forma constante con los ojos, y silenciosa. Demasiado silenciosa.

A cuanto más la miraba, más preciosa la veía. Con el paso de las semanas, y desde que habían empezado a tener algo, se había fijado mucho más en los pequeños detalles de su rostro, en los que a priori pasaban por alto, memorizándolos. No obstante, le gustaba más cuando estaba despierta, porque era Nari en estado puro. Y estaba loco por ella.

—Si me miras tanto, me voy a desgastar —murmuró sin abrir los ojos—. Y deja de sonreír.

—¿Quién dice que esté sonriendo? —rebatió sin dejar de hacerlo—. Tienes los ojos cerrados, no puedes saberlo.

—Eres demasiado previsible.

—¿Previsible? —repitió, chasqueando con la lengua con cierta molestia—. Estoy ofendido, blandita.

Nari abrió los ojos y lo miró, contagiándose de la sonrisa que él aún tenía en el rostro. Se quedaron en silencio unos segundos, hablándose con los ojos, sin necesidad de nada más.

—No me mires así.

—¿Así cómo?

—Lo sabes.

Él negó con la cabeza, aunque sí lo hacía, y rozó la nariz con la suya de forma voluntaria en un gesto cariñoso, para acabar besándola con la máxima dulzura que pudo.

No le hacía falta admitirle en voz alta que estaba enamorado de ella para que lo supiera, se lo demostraba siempre que podía de esta forma. Quizá no eran la pareja más cariñosa entre sí, pero no cambiaría su relación por nada.

Nari y él encajaban a la perfección, no tenía ninguna duda de ello.

—¿Tienes hambre?

—Ni se te ocurra decirme que soy tu postre —se adelantó, apretando los labios—, o que eres el mío.

—¿No te apetecería? —preguntó con picardía—. Seguimos estando solos y...

—Minho, no.

—¿Te das cuenta de que siempre dices que no y al final acabas besándome primero? —argumentó y volvió a besarla. Nunca tendría suficiente de ella. Si pudiera, pasaría los días como lo habían hecho en el hotel, solo estando los dos solos, sin nadie que los molestase—. Pero me refería a si quieres que cocinemos algo, puedes quedarte a cenar sin problema. —Se calló de repente y decidió chincharla un poco—. Déjame que me corrija, si quieres que yo cocine, porque tú...

—No empieces.

Minho le guiñó un ojo y se levantó, vistiéndose con ropa de estar por casa y cómoda, recordándole a su chica que, si quería, podía coger cualquier cosa de su armario, que había la suficiente confianza para hacerlo.

Aunque se calló el hecho de que le gustaría que fuera así porque adoraba verla en su ropa y, sobre todo, sacársela.

Salió de su habitación para ir a la cocina y se fijó en que los demás aún no habían regresado, por lo que les envió un mensaje para saber si vendrían a cenar o se quedarían en el otro dorm hasta más tarde.

No tardaron en responderle, diciéndole que si necesitaban más intimidad, no les importaba quedarse más tiempo con los demás. Y como quería hablar con Nari de algo importante, de algo que llevaba tiempo en su cabeza, prefería que estuvieran a solas un poco más de tiempo.

—Blandita, ¿quién se va a desgastar ahora si me sigues mirando así? —cuestionó sin girarse, más que consciente de que estaba detrás de él.

No había hecho ruido, pero sabía que estaba ahí.

—No te estaba mirando.

—Mentirosa... —Sacó un bol de un armario—. ¿Qué te apetece comer?

—¿A ti? —bromeó y se acercó para estar a su lado. Apretó los labios de forma sutil al verla. No se había puesto su ropa, una pena—. Me da igual, ¿te ayudo?

—Obviamente me vas a ayudar, eres mi pinche de cocina.

Minho le fue indicando lo que quería que cogiera, obligándola a que se pusiera de puntillas y que el vestido que llevaba, que lo más probable era que se hubiera puesto queriendo solo provocarlo al saber lo que le causaba verla con faldas, se le levantase un poco.

—¿No vendrán los demás? —se interesó mientras lavaba unas verduras—. Seungmin me prometió que me enseñaría su habitación.

—¿No te es mi compañía suficiente?

—No.

—¡Blandita! —protestó—. ¿Qué te he dicho de mentirme?

—¿Quién ha dicho que mienta?

Minho negó con la cabeza, dejó el cuchillo encima de la tabla de cortar y la agarró por la cintura. Antes de hablar tragó saliva, pensando muy bien qué palabras usar para no asustarla.

—Nari.

Quería dar un paso más en su relación, hacerle ver que no dudaba, que apostaba todo por lo que tenían. Y no sabía cómo se lo tomaría ella.

—¿Qué pasa? —Alzó una ceja—. ¿Por qué te pones tan serio de repente?

Le había pedido consejo a Jiyong sobre cómo decírselo, y después de pensárselo mucho, había llegado a la conclusión de que lo mejor era ser directo, sin adornar en un principio sus palabras o el motivo, así su primera reacción sería sincera.

—¿Quieres pasar el Chuseok con mi familia?

Se esperaba que ella tardase en pensar, que su reacción de sorpresa le delatase, que Nari fuera ella. No una respuesta tan rápida y seca.

—No.

Y con eso, Minho no entendió nada. ¿No quería saber el motivo? ¿No preguntaba por qué la invitaba? ¿Solo se negaría?

¿Por qué acababa de decirle que no?

















Holiiii, ¿cómo va el martes?

Sí, lo dejo en lo más interesante, pero es que he partido el capítulo, que está ya medio hecho y superaba las 4k hahaha. Si veo que le dais amor y eso, os lo subo pronto jejej :)

Por cierto, hoy es el cumple de la MAKNAE (Eclxqze ) MUCHAS FELICIDADES.

Y nada, nada más por decir, recuerdo que tenemos servidor de discord donde hablamos de todo un poco y se dan spoiler y cosas.

Btw, gracias por los 100k en lovesick

Btw2, May_Calaghan ha subido una historia de Seungmin jejeje, ¿la habéis leído?

MUCHOS BESOS

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