¿Cómo se cuida a un bebé?
–¿Pueden callar a esa cosa?– se quejaba Miya.
–Si gritas lo vas a alterar más– respondió Langa.
–Juro que hago lo mejor que puedo– dijo Reki mientras lo mecía.
Estaba en un parque cerca del campus y el exceso de atención que estaba recibiendo lo ponía incómodo.
–Dios– giró Cherry los ojos y tomó al muñeco con delicadeza.
En poco tiempo logró que se quedara dormido. Todos lo miraron asombrados. A pesar de su apariencia de atractivo pandillero juvenil, sus instintos paternales eran los mejores del grupo.
Kojiro soltó un inconsciente suspiro. Lo cual lo hizo ganarse una mirada asesina por parte de Adam.
–¿Qué haces tú aquí?– le gruñó.
–Por que te juntas con amigos, por eso– contestó de mala gana.
Odiaba compartir aire con aquel chico rico. La fiesta seguía grabada con un doloroso momento de su vida.
–¿¡Pero qué crees que haces!?– tomó Adam a Cherry por la muñeca.
–¡Auch! Me duele– soltó.
–Te hice una pregunta–.
–Solo bailábamos– se le cristalizaron los ojos.
–¿Y tenía que ser con este sujeto?– gritó –Eres un maldito ofrecido–.
–Pero Joe y yo solo...
–¡Cállate!– ordenó –Y ni se te ocurra meterte– le lanzó al peliverde una mirada asesina–.
–Cariño, me lastimas, enserio– chilló Cherry mientras intentaba zafarse.
–Vienes conmigo– se lo llevó.
Lo jaló escaleras arriba y se encerraron en uno de los cuartos de la mansión.
Joe frunció el ceño y los siguió con sigilo. Miya, Langa y Reki se encargaron de distraer a Tadashi, para que no se metiera en problemas.
Pegó su oreja a la puerta.
–¡No puedo creer que no puedas seguir una simple instrucción!– gritó Adam –Te dije que te mantuvieras alejado de él–.
–Lo sé, pero... – se formó un nudo en su garganta –Es mi mejor amigo desde...
–Sí, sí me sé su "adorable" historia– hizo un gesto de asco –No me importa que se conozcan desde los tres años. Kaoru ¿Cuándo vas a entender que eres mío?– lo tomó por sus mejillas –Ese chico quiere separarnos ¿No te das cuenta? Está obsesionado contigo y puede hacerte daño– acarició su cabello –Solo quiero protegerte. Nadie nunca te amará como yo. Y eso es por que soy el único que te conoce realmente. Y te amo a pesar de tus MUCHAS imperfecciones– se acercó a él –Cariño, a mi lado te convertirás en el cisne perfecto que estás destinado a ser. Así como yo ¿Eso no te gustaría?–.
–Sí– chilló –Pero quiero seguir juntándome con él. Me hace feliz– miró hacia otro lado –Así como Tadashi a ti–.
Soltó un pesado suspiro –Supongo que debes aprender a la mala–.
Por un momento todo fue silencio.
Joe estaba confundido. Sabía de la manipulación del mayor hacia su mejor amigo, pero no tenía idea de que el pelirrosa lo defendiera tanto. Se sentía en parte culpable. Sin embargo, no se alejaría. Quería demostrarle a Kaoru que siempre tendría un espacio seguro en él. Miró el suelo y consideró irse. Pero un gritó interrumpió sus planes.
–¡No! Por favor–escuchó llorar a Cherry –Ainosuke, no es necesario. Podemos llegar a un acuerdo. Estoy seguro–.
–Es que parece que solo de esta manera entiendes– respondió mientras se ponía unas manoplas –No quiero que olvides que hago esto por que te amo, por favor–.
Kojiro se congeló al escuchar el golpe. Intentó abrir la puerta pero esta tenía seguro.
–¡Este cuarto ya está ocupado!– gritó Adam desde el interior. Como si nada estuviera pasando.
Desde ese día, su mejor amigo lo evitaba.
–Cherry, devuélvele esa cosa a Snow y al pelirrojo. Parecer un padre joven podría arruinar el estatus de mi familia–.
–Sí, cariño– accedió de mala gana. Tenía un gran afecto por los niños –¿A dónde se fueron esos dos?– volteó a su alrededor.
–Pasó un camión de Hot Dogs y Langa se lo llevó arrastrando– respondió Miya mientras jugaba con su Nintendo Switch.
–Puedo cuidarlo por mientras– dijo Joe mientras alargaba sus brazos hacia él.
–¿Miya?– lo ignoró y miró al pelinegro.
–Oh claro, déjenselo al niño– giró los ojos y guardó la consola –Ven con tío Miya, tú, muñeco diabólico– lo cargó –¿A ustedes cómo les fue con este proyecto?– miró a los mayores.
–Kojiro y yo obtuvimos una A– respondió Cherry –Adam pagó para no hacerla–.
–Seguro sería un padre terrible‐ se burló el menor.
–¡Sería asombroso!– gritó el peliazul.
–Sí, claro–.
–¡Cierra la boca, Chinen!–.
El muñeco volvió a llorar.
–Ugh, bien hecho–.
–Dame esa cosa– se lo arrebató –Hola, cosa horrible ¿Quieres a papá Adam, verdad?– 3l bebé le vomitó encima –¿¡Por qué está cosa es tan realista!?–.
–No le grites, lo vas a asustar– se lo quitó Kojiro –Hola, soy el tío Joe– empezó a mecerlo –Eres un lindo robot– hizo cosquillas en su pancita.
–Veo que sabes como tratar a los niños– se asomó su mejor amigo.
–Bueno, durante la secundaria mi familia pasó por un mal momento económico y fui niñera para poder pagar mis estudios– le sonrió.
–Yo también puedo ser bueno con los niños– se metió Adam entré los dos –Miren ¡Tadashi!– lo llamó.
–¿Sí, señor?– apareció el mayordomo.
–Arrulla al bebé–.
–De acuerdo– lo tomó y logró que volviera a dormir.
–¿Ven?– sonrió.
–¿Te gusta tu hot dog?– le preguntó Langa.
–Umm está bueno– respondió antes de darle otra mordida –Emm, Langa ¿Puedo preguntarte algo?–.
–Lo que quieras– sonrió.
–¿Por qué eres tan amable contigo?– se rascó la nuca.
–Por que eres genial– bajó la mirada. Un pequeño sonrojo brotó de sus mejillas –Y pues por que, ya sabes, me gustas–.
Escupió –¿¡QUÉ YO QUÉ!?–.
–¿No lo sabías? Creí que estaba siendo muy obvio– se sorprendió –Vaya, ahora me siento mal. No quería que te enteraras de esto con mi cara llena de catsup– se limpió con una servilleta del puesto –No quiero que te sientas presionado sobre estar conmigo. Me siento cómodo siendo tu amigo también. Además, mis metas con respecto a ti en estos momentos tienen que ver con llevarte con la psicóloga del campus–.
–Y-ya te había dicho que si voy a ir– volteó intentando ocultar su sonrojo –Pero no entiendo ¿Qué podrías ver TÚ en MÍ?–.
–Eres lindo, carismático, amable y paternal. Creo que es adorable como rascas tu mejilla cada que estás nervioso y como tu rostro se ilumina en clase de carpintería. Además de que tienes la sonrisa más hermosa que jamás haya visto– respondió casi al instante –Es raro. Antes de tí nadie me había gustado ¡Es divertido!– tomó su mano –¿Volvemos con los chicos?–.
–Ok– murmuró.
Su mente había explotado.
Él. Reki Kyan. Le gustaba al chico más atractivo de su generación. Y no era solo por su, en su opinión, horrible apariencia. Si no también por su caótica personalidad. No entendía por que lo emocionaba tanto. Y lo decepcionaba a la vez.
Langa era el chico soñado de mucho, pero no de él. Temía arruinarlo con su imperfección. Su cabeza solo podía gritarle que el peli celeste era demasiado para él y, el día que descubriera sus partes más horribles y destrozadas, lo dejaría. Así como Tetsu lo había hecho.
Temía que este fuera el caso. Todos en ese grupo parecían asombrosos.
Y Reki sabía perfectamente que no encajaba ahí ¿Entonces por qué estaba siendo tan masoquista y quedándose de todos modos? ¿Por qué sonreía tanto a lado de Langa si no estaba interesado en él?
Era un ser imperfecto y estaba consciente de que sería echado al momento de que se dieran cuenta.
Entonces disfrutaría todo mientras durara.
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