Tierra que no es arena movediza

Esta actitud anatómica
me está consumiendo.
Los pájaros cantan
y creo que solo voy muriendo.
La rutina se repite
porque eso es
lo que hacen las rutinas
pero a veces
no puedo mantenerla.

Este estado inacabado me tiene
enloqueciendo.
La verdad no sé
si la medicina ya ha hecho efecto.
Me he echado a llorar
sin ningún pretexto
porque ciertamente ya no puedo
distinguir entre realidad y anatomía,
inestabilidad o simple biología.
¿Las emociones son hormonas
o todo esto es solo cosa mía?

Me invento cosas.
Me invento cosas, creo.
Me invento cosas
que solo pasan en mi cerebro
y quizás por eso
a veces no distingo
entre mis manos y los sueños.
A veces no sé
si estoy sollozando
o solo estoy durmiendo.
A veces quisiera sumergirme
en el sueño eterno,

sé que solo así
toda esta responsabilidad
dejará de ser mía.
Creo que solo así
seré capaz de seguir la rutina,
de pisarle los talones.

Pero a veces no lo entiendo
así como no me entiendo.
Hay cosas que no controlo
porque solo van cayendo.
Hay gravedad dentro de mí,
hay gravedad incontrolable
que siempre hace que algo se derrumbe
y por eso casi nunca puedo
reconciliarme con los sueños.

Por eso casi nunca sueño.

Y a veces vuelo
cuando escribo,
siento que vuelo
y desecho todo eso

que en realidad desconozco
porque no sé si realmente lo he sentido.

¿Por qué lloran mis mejillas?
¿Son las lágrimas saladas
o es solo sudor?
Este calor insoportable
solo nubla mi vista,
aunque a veces quisiera
apartarlo todo de mi vida
porque no distingo entre
la verdad y la mentira.

Porque la mentira son caricias
y la verdad es un puñetazo en la cara,
es ese escozor que te queda
hasta que recuperas el habla
y puedes seguir caminando
porque el hueco recién cavado
por fin ha sido cubierto con tierra.
Tierra que no es arena movediza.

Fui forjado por mentiras
y estoy obligado a seguir viviendo
a costa de eso.

¿Cuándo acabará esta época de duelo?
La adolescencia se termina
y la juventud
que se esparce por mi rostro
solo me recrimina

que no la estoy aprovechando
porque por dentro solo siento
que no sé lo que siento
y eso lo asocio a estar muriendo.

Odio el rugido de mi estómago.
Odio la sangre en mi útero.
Odio los pensamiento en mi mente.

Me odio sin saber lo que odiar significa
porque solo soy juventud estancada en el ocio
y ya se me acabaron las opciones,
ya no tengo a nadie a quien culpar.

Ahora solo me queda inhalar el aire que llenará mis pulmones y me permitirá subsistir en ese concepto de vida que la mayoría de mi edad está padeciendo.

Soy un poeta enfermo.
¿Podrías quebrar mis brazos?
No vale la pena lo que digo
porque lo digo todo fuera de contexto.
El barro que me creó fue desechado,
sin remordimientos.

El sentido se perdió desde el primer instante porque no vale la pena buscarle un significado al universo, cuando nosotros mismos somos incapaces de comprender nuestro propio universo interno.

Y detesto mi carne
y detesto esto.

Soy solo un recuerdo iracundo,
soy un mar vacío
ahogándose en una copa,
queriendo ser vino
cuando no hay alcohol en el vinagre.
Nunca podrías tragarme

porque mi sabor es asqueroso
y lastimaría tu garganta
con mis nefastos deseos.

Tan solo soy vidrio roto del espejo,
buscando arena que llene por completo
su esparcidos agujeros.

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