Estación del compartir - Silent Night

Tic, tac. Hace el reloj cada segundo. Tic, tac. El reloj progresa imparable e incansable. Tic, tac. Pero ella si que estaba cansada. No dejaba de mirar ni por un segundo los seguidores que tenía. Quería repetir el éxito viral que había tenido unos meses atrás. Sin esperarlo un mensaje privado llegó a su cuenta.

"Sis, baja a comer" - Su hermana le reclamaba. Exasperada, levantó la vista del teléfono y se la encontró de frente con los brazos cruzados claramente enfadada. Antes de que pudiera abrir la boca, su hermana le arrebató el móvil y huyó con él como si fuera un monstruo de Tasmania. Ella salió corriendo detrás tan rápido como pudo. Pero la vida sedentaria pasa factura.

Para cuando consiguió alcanzar a su hermana, ésta ya había conseguido dos cómplices y todos la miraban con picardía. -¿Dónde está mi móvil? -Yo no he oído nada - dijo el padre. -Yo no he visto nada - comentó la madre. -Se lo comió el perro - se burló su hermana mientras sacaba la lengua a modo de carantoña. Su pulso se aceleró. Cerró los puños pero antes de que pudiera desatar su ira, su nariz puso freno.

El olor del estofado de carne llegó a su nariz y le recordó lo hambrienta que estaba. Con una sonrisa amable, sabia y paciente su madre separó la silla de la mesa y con un par de toques la invitó a sentarse. -Sólo recuperarás tu móvil si ganas a los juegos de mesa. Pero - levantó un dedo y mirando por encima del hombro - antes cenaremos en familia todos sentados a la mesa. SIN DIS-TRAC-CIONES.

El exquisito estofado no era suficiente para parar la lavadora mental que trabajaba en generar más contenido y que controlaba el tamborileo de su mano. En cierto momento su hermana se percató de ello y comenzó a hacerle todo tipo de carantoñas para parar su tren del pensamiento. Aunque lo que realmente consiguió pararlo por completo fue el gran torneo de juegos de mesa.

Era su misión recuperar el teléfono móvil. Se esforzó en todos y cada uno de los juegos , pero siempre que ganaba en uno había otro nuevo en el que ganar. Sobre la medianoche hicieron una pausa de cinco minutos. Tiempo suficiente para que el cojín la engullera y la atrapase en un profundo sueño. Llevando a buen término el plan del resto de miembros de la familia.

Como recompensa su hermana le puso el móvil a su lado. A la mañana siguiente todos sus seguidores seguían allí, porque cada uno de ellos también compartió ese momento con su familia fuera del mundo digital.

Imagen de Aaron Burden @ Unsplash

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