Una flor de Pascua se interpuso en su camino. Se quitó los cascos que le habían permitido olvidar sus problemas durante los dos últimos kilómetros. Evitaba a los demás para evitar añadir los problemas ajenos a su colección. Pero aquellos ojos oscuros le traían a la mente las desgarradoras noticias de la gente que no podía con sus problemas y apostaba su vida en una odisea contra el mar.

Su blanca sonrisa, que contrastaba con su oscura piel se convirtió en la magia más poderosa de esa Navidad. De repente, todos sus problemas eran pequeños. De repente, todos sus problemas tenían solución. De repente, todos sus problemas sólo necesitaban de paciencia.

Esa mirada, le recordó que tenía el privilegio de poder continuara con su vida, allí mismo, donde se crió, donde estaba su familia. En cambio, él tenía que armarse de paciencia y coraje para crear una nueva vida en un lugar extraño, donde todo el mundo corría con prisas y de olvidaba del hermano. Contempló la flor de pascua que le había comprado mientras deseaba poder ayudarle algo más que con el contenido de su cartera.

Imagen de Ron Dauphin @ Unsplash

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