Sí.

 Viernes, 02 de enero de 2015


Observé como la jovencita tomó al pequeño de unos dos años y lo puso en el columpio. El niño se carcajeó cuando lo atrapó en el aire y lo llevó de nuevo.

Sí. Parecían hermanos. Una hermana que amaba mucho a su hermano pequeño.

Sonreí, contagiada por sus risas extravagantes, por su complicidad,  por tanta felicidad desbordando de sus pequeños cuerpos.

— ¡Más alto, mami! ¡Más alto! —Pidió el niño entre risas.

Ella, que a penas salía de su niñez, rió y jugó con su hijo.

Sí. Ahí aprendí que la vida es hermosa.

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