Viernes, 23 de mayo de 2014

EL PÁJARO NO VOLADOR CON ALAS DE CRISTAL

Andrés tenía un ave. Era el ave más bonita que había visto. Su madre se la había regalado por su cumpleaños numero ocho. Era una pequeña ave de cristal, azul y blanca, y en la punta de sus alas, tenía la más preciosas gemas de colores brillantes. Allí podía ver su reflejo.

Andrés se sentaba a observar su ave. La miraba una y otra vez. La puso al lado de la ventana y todos los días se despertaba antes del alba para ver su ave mirar el horizonte. Él amaba su ave. Él deseaba que pudiera volar.

Pasaron los días, y su ave no se movía. El pequeño pájaro continuaba mirando al horizonte. Andrés sabía que su ave anhelaba tocar el aire con sus delicadas alas. Él lo podía ver en sus diminutos ojos azules.

 Él deseaba que pudiera volar.

 Esa mañana, Andrés despertó. Tomó en sus manos el pequeño pájaro no volador con alas de cristal. Abrió la ventana, cerró los ojos y deseó con todo su corazón que cuando la soltara, pudiera ser libre, que ella pudiera volar. Abrió sus dedos lentamente, uno a uno y el ave se escurrió de sus dedos.

Cuando abrió los ojos de nuevo, sonrió.

Su ave no estaba.

Su ave voló.

 ***

Dentro del arbusto bajo la ventana de Andrés, hay un pequeño pájaro no volador con alas de cristal, esperando ser recogido y puesto frente a la ventana. En el lugar donde podía ver el horizonte.