Besos, perros y labial negro
Sábado, 4 de febrero de 2017
Aquél día estaba mirando a dos chicos andando en la calle, era una pareja un poco peculiar, ella tenía el cabello largo y los labios pintados de negro, negro azabache. El chico por otro lado era más normal, con el cabello apenas más largo de las orejas y la piel del rostro lavada, pero él llevaba a su cachorro amarado con un lazo verde. Probablemente ni se darían cuenta que los observaba, pero como yo estaba libre de tiempo decidí seguirlos para saber cómo funcionaba un poco su vida.
Ellos compraron un paquete de papas, uno grande para que alcanzara para ambos y se sentaron en la banca que queda al lado del paradero del bus. Habían dos opciones, la primera era que estaban esperando el autobús, y la segunda, solo se sentarían a comer sin ninguna prisa. Estuve observando, esperando.
El perro meneaba su cola mientras ellos comían sin mencionar palabra, en ocasiones saltaba un poco pidiendo atención, el chico apenas le tocaba la cabeza y volvía a coger una papa frita con sus dedos untados de perro y luego se la llevaba la papa a su boca.
En tanto esperaba, saqué de mi bolsillo del abrigo un par de mentas y me metí una a la boca. La menta se deshizo y el paquete de papas de los chicos seguía estando lleno. Continué con la segunda menta, la cual no duró mucho más que la primera, me guardé las envolturas y enlacé mis dedos por encima de las rodillas.
Los chicos se miraron, el perro se sentó. La chica curvó su boca negra en una sonrisa y él se metió un dedo untado de grasa a la boca. Ellos no mencionaron palabra, pero pude darme cuenta que compartían un secreto, algo que solo podían decirse con los ojos. La chica se movió un poco, se retorció en su silla como premeditando algo, más no incómoda. El chico levantó su mano untada de papas y agarró un mechón del largo cabello de la chica llevándolo detrás de su oreja. Se acercó a ella y le dio un suave beso en la boca. Ella respondió, abrió la boca y compartieron un beso con sabor a papas, perro y labial negro.
No tomaron el autobús, no tenían prisa. Sin nada más que mirar, me levanté de la silla en frente de ellos en busca de otra vida a la cual observar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top