Miércoles, 18 de agosto de 2010

ANOMALÍA 

La chica se levantó de la alfombra del vestíbulo, con sus zapatos de plataforma hechos pedazos, y el maquillaje de la noche anterior. 

Se tambaleó y cayó un par de veces sobre el estéreo, se levantó con dificultad y caminó hacia la puerta de su casa. 

Fuera, la noche era estrellada, y la luna iluminaba la avenida principal; sacó del bolsillo de su camisa entreabierta, tal vez la ultima de las pastillitas de colores que la hacían volar, la puso en la punta de su lengua y sintió el sabor amargo hasta que se deshizo. 

En medio de la euforia, corrió hacia la mitad de la calle y recostó su cabeza en el pavimento, sintiendo como el cielo se le caía encima a una velocidad vertiginosa. 

— ¡Kate!—escuchó su nombre a lo lejos seguido por unos pasos. 

Kate cerró los ojos mientras sonreía, y se sumergió en el final de su existencia.