Café por la mañana,

calor y agonía.

Nunca me gustó 

el sabor de las despedidas.

Nunca pensé 

mientras me faltaba el aire

ni coordiné un sentimiento

que me sirviera de escape

a tanta amargura.

¿Cuántas veces no miré al sol

esperando que

se inmolara mi orgullo en él?

o al menos en un acto de locura

ver la respuesta allí ,

pero encontré lo obvio,

lo innegable.

No pude sostener la idea

de que un milagro arreglara todo

y tuve que empeñarme en seguir,

en llevar una vela por el camino

pues oscurecía pronto.

¿Cuántas veces no me entregué al olvido

esperando recordar 

la esencia de mí mismo?

o al menos olvidar lo que me alejó

de mi camino.

Pero las calles del olvido 

nunca son cálidas;

son frías,

estrechas,

lo suficiente como para evitarte la compañía.

Calor y agonía 

café por la mañana

que se los lleva en cada sorbo.

Nunca me gustó 

el sabor de las despedidas.

Nunca más volveré a la desdicha

con un café por la mañana 

que me sirva de escape a tanta amargura.

24 de Agosto 2014