Ian Apelgreen.Un soltero incomprendido por Sarah Kay (Saraxkay)


14 de Febrero del -no importa cuando lo leas-

Después de 17 de años de existencia, con los resultados que he experimentado en el transcurso de ellos, haciendo pleno uso de mis facultades mentales. Yo, Ian Apelgreen, le informo a usted -persona que lee esta carta- , que me declaro oficialmente un soltero incomprendido, y por tanto, señalo mi incompetencia en la ardua labor de la conquista. Lamento los daños internos que esta noticia pueda generarle y reciba mis más sinceras condolencias por sus esperanzas perdidas.

Esperando pronta resignación, me despido.

Atte:

IAN APELGREEN

Estudiante, aficionado a los videojuegos, apasionado de la cultura oriental y la música antigua, -y sí, también detallista y romántico, aunque no parezca- que no entiende como no ha podido establecer una relación.

***

Pensé que escribir esta "carta" dirigida hacia mí mismo me ayudaría a lograr un estado de aceptación y resignación sobre mi situación de soltería; pero no, simplemente no ayudó, leerla solo hizo más doloroso lo evidente. Puede sonar tonto que un tipo de diecisiete años se preocupe por este tema. Se puede decir que tengo una vida por delante y muchos años para eso. Pero quienes dicen esos no se ha preguntado lo siguiente: ¿Cuántos adultos creen que no pueden lograr nada porque perdieron su juventud? o ¿Por qué hay señoras con cincuenta gatos y hombres pagando compañía? Bueno, yo si me lo pregunto y constantemente; así que sí, me preocupa mí soltería hoy, aunque la palabra no me molesta, no me importa en absoluto ser llamado soltero o forever alone, lo que realmente me incomoda es lo que implica: estar sin pareja porque ninguna de las dos chicas a las que quiero, está conmigo.

***

Quisiera ponerle punto final a este asunto y no escribir más al respecto, pero no tengo nada mejor que hacer que no me mate de depresión o de coraje.

No quiero prender la tele y quedarme a ver el maratón de películas, series y telenovelas, que por este día, exhiben tanto amor y felicidad que podría cortarme las venas comiendo palomitas.

Jugar videojuegos o leer no evitaría escuchar los besos y demás gestos apasionados que mi hermana hace con su novio en su recamara -inconvenientemente cerca de la mía-. Y sin duda lo peor que podría hacer sería salir. Salir para caminar y encontrarme con adornos de corazones, peluches gigantes, globos de helio decorados con "te amo" "nunca cambies" "siempre te amaré" y otras expresiones que duran tanto como los globos en el aire. Además de que no podré evitar a las parejas tomadas de la mano, abrazándose, besándose, ante mis ojos que aparentarán indiferencia, pero saben que no tengo nadie con quien compartir una fecha tan comercial pero tan significativa como el día de san Valentín.

Sí, lo mejor será escribir y fijar mi mente en los recuerdos, esperando que un futuro, al volver a leer esto, todo haya cambiado.

***

Cómo empezar? ... supongo que tengo que describir las causantes de esta situación. Iniciemos con la primera en aparecer en mi vida, su nombre: Crystal Keats. Ojos castaños, labios carnosos, cabello negro, piel morena; son los rasgos que vagamente la describen.

El efecto que ella provoca en mí es siempre el mismo; un sentimiento confuso, como querer poseer el fuego entre tus manos, pero sin tocarlo porque sabes que no puedes hacerlo. La quiero, pero siempre existirá una barrera entre nosotros. Para entender todo esto, es necesario volver al pasado.

***

Entrar a la preparatoria fue un cambio muy abrupto para mí, después de acostumbrarme a las mismas personas durante años, ahora tenía que volver a empezar con la misma rutina de nuevo.

Me sentía como un pez de rio puesto en un océano, con nuevas y desconocidas criaturas, a las que no sabía cómo tratar porque podían atraparme y devorarme si había oportunidad. Todo esto, debido a mi poca confianza en las personas, y con ello, mi poco intento de ser sociable.

En el inicio de clases, evité las caras de todos y fije mi vista al primer lugar que vi disponible: segunda fila, lado izquierdo del salón, primer asiento, cerca de la puerta de salida.

Ahí pasé las siguientes dos semanas; enterrando mi trasero, poniendo atención al pizarrón, siguiendo órdenes, hablando con nadie, ignorando a todos, comiendo solo y repitiendo lo mismo al siguiente día.

En la tercera semana, se hizo evidente lo raro, serio y callado que era para mis compañeros. Los escuchaba diciendo esos y otros más calificativos, entre los ya formados, grupos de amigos; y todos ellos, en voces bajas pero suficientemente claras como para oírlas. Supongo que toda esa "fama", generó miedo o renuencia en la mayoría de ellos, haciendo que se apartaran de mí y que nadie intentara hablar conmigo, bueno, casi nadie...

— ¿Por qué no hablas? —. Pensaba en no voltear e ignorar aquella alegre voz, pero su dedo en mi hombro era muy insistente.

—Me llamo Crystal, y ¿tú? — Y aquí aparece ella, con su cabello sobre los hombros, sus ojos expectantes y una sonrisa enmarcada por sus gruesos labios.

—Lo sé — Respondo, aun renuente a crear lazos, pero sin mentir. Hay personas que no pasan desapercibidas; los que pasan al pizarrón, el bromista de la clase, el sabelotodo... y Crystal Keats.

—Yo lo sé también, pero quiero saber el tuyo ¿Sabías que eres muy misterioso?

—Me llamo Ian, y no creo que sea lo que llaman "misterioso" — Expresé en tono apagado.

— ¡Oh por favor! —. Dijo enérgicamente — No has hablado en dos semanas, si eso no explica la palabra misterio, no sé qué lo haga —. Ella curveó sus labios y esperó mi respuesta.

—Bueno, tal vez es porque, soy un asesino serial y escondo cuerpos en mi casa — Dije seriamente.

No sé por qué dije eso. Tal vez quise asustarla o ser cómico, pero simplemente salió de mi boca y segundos después bajé mi cara para evitar cualquier gesto reprobatorio.

—Bueno Ian — Se acercó a mí oreja bajando la voz a un susurro —. Tal vez deberíamos hacer equipo, yo también sé esconder cuerpos.

Lo dijo como una psicópata, que me asustó -un poco-. Cuando estaba a punto de buscar una forma de evitar la charla, ella comenzó a reír fascinada por mi aparente cara de preocupación.

— Estaba bromeando Ian, tranquilo — Terminó la frase y continuó riéndose.

—Sabes, eres una buena actriz— Dije relajándome y uniéndome a su risa.

—Sabes, deberías voltear más seguido— Ella me guiñó y miró hacia al maestro entrante, terminando nuestra conversación.

Y así lo hice.

***

Crystal hacía que los días flotaran como hojas de papel con tan sólo conversar, tenerla frente de mí, verla sonreír, escuchar sus ocurrencias y sentir el toque de sus dedos contra mi espalda cada vez que buscaba mi atención.

Recuerdo esas veces donde su dedo índice recorría un camino desde mi nuca, pasando por las vértebras de la columna hasta llegar cerca del final de mi espalda, lo cual me daba cosquillas y me volvía loco, loco en un buen sentido. Ella lo sabía, y cada vez que podía, lo hacia una y otra vez para verme retorcer ante su toque.

Ahora que lo pienso, supongo que fue culpa mía traducir ese pequeño movimiento travieso en una señal de coqueteo. Supongo que sólo estaba jugando, a ella le encanta hacerlo.

Al siguiente mes, con cientos de toques a mi espalda, varias platicas y un sin fin de risas, supe que estaba pasando: me estaba enamorando.

***

Como es de esperarse, con el amor, llega la idiotez. Toda la lógica que pudiera tener se esfumó, y de repente ya me hallaba preparando los planes más locos para declararle mis sentimientos.

Colocar un espectacular, conseguir un millón de rosas, llenar su casa de globos, incluso llegar en un helicóptero a la escuela y llevarla por un paseo por los aires. Sí, esas ideas locas que tiene un tipo enamorado que quiere sorprender a su chica pero que apenas tiene dinero para el bus.

De alguna forma u otra, estaba decidido a confesarle mis sentimientos, y aunque sabía que podía arruinar nuestra amistad, lo que sentía era más fuerte que el miedo.

Así que haciendo uso de mis pocos recursos y mis habilidades, elaboré una "genial" cartulina con la pregunta a responder: "¿Quieres ser mi novia", lleve mi guitarra y me dispuse ir a su casa un fin de semana en la noche.

Y ahí estaba, viendo hacia a la ventana en la segunda planta de su casa, comenzando los acordes y cantando lo más decente que pude la canción de wonderwall. Pasaba el tiempo, ella no salía ni se asomaba y mis nervios e impaciencia aumentaban cada minuto, hasta que por fin veo la silueta de alguien acercándose a abrir la ventana, se descubre la cortina y era... su mamá.

—Ah, hola Ian—Saluda la madre de Crystal en un tono de cierto fastidio—En un momento sale Crystal, es que se está bañando pero, ¿Puedes por favor bajar el volumen?, es que intentó dormir.

La sonrisa se me desvaneció. Creo que fue uno -de los varios- momentos más incomodos que he tenido. En ese momento solo pensé en lo idiota que seguro me oí cantando como un gallo desafinado ante la madre de Crystal.

Después de minutos, que se sintieron más como unas severas horas, Crystal finalmente apareció. Tenía el cabello húmedo a un punto que podías verlo escurrir, y también vestía con un pijama de felpa con motivos de minnie mouse.

—Ah, hola Ian. No te esperaba—Dijo Crystal en una combinación de sorpresa e incomidad.

—Sí, si bueno, eh...yo, es que, ya sabes, tengo... — Y los nervios hicieron aparición haciéndome sonar lo más incoherente posible. —tengo que decirte esto

Y saqué la cartulina que había escondido detrás de mi espalda y en conjunto de las palabras escritas en ella, le pregunte:

—¿Quieres ser mi no-novia?

No puedo describir la cara de Crystal después de esto. Fue como una sucesión de gestos conforme su mente asimilaba la pregunta (sorpresa, seriedad, miedo, duda...). Desde ese momento supé que algo andaba mal y temí lo peor. Las palabras quedaron flotando en el aire mientras el tiempo seguía su curso y la respuesta no llegaba.

—¿Estas bromendo, verdad Ian?

Si un doctor hubiera puesto su estetoscopio en mi corazón en ese instante, seguramente hubiera escuchado como comenzaba a deshacerse.

—No, no bromeo. ¿Qué te hacer creer eso? —Pronuncié seriamente.

Me hallaba algo indignado tengo que admitir. No digo que no pudiera hacer bromas, pero nunca lo fue lo mío y menos en este caso. Además ¡¿Qué no se dio cuenta como actuaba con ella?! ¡¿Cómo la miraba tontamente por minutos?! . Al parecer no.

—Yo... hay algo que debes saber. Pensé que tal vez podrías haberlo notado, pero creo que no fue así... Yo, yo soy lesbiana. Me gustan las chicas

Ahora el que transformaba su cara en una serie de gestos y expresiones, era yo.

—¡¿Estas bromeando?! Si no quieres estar conmigo, simplemente dime que no y ya está. No tienes que mentirme o darme pretextos para no herirme—. Traté decirlo lo más calmado que pude, pero mis palabras no lo demostraron.

—¿Crees que bromearía con algo así? ¿Crees que bromearía contigo o tus sentimientos? En serio aprecio esto, pero no puedo, simplemente no puedo corresponderte. Lo siento, Ian.

—Entonces ¿por qué no lo dijiste antes?

—No creí que fuera necesario. Pensé que con el tiempo tal vez lo notarías. Ya vez, platicábamos cosas de motos, jugábamos videojuegos, incluso te decía que chicas me parecían lindas del salón ¿recuerdas?

***

Y bueno, he ahí una de las razones por las cuales sigo soltero. Aún sigo siendo amigo de Crystal, pero ya no es como antes. Se pone incomodo cuando hablamos de amor o de chicas, pero sigue siendo igual cuando jugamos videojuegos.

Después de aquella incomoda –y algo traumática- experiencia, había renunciado al tema del amor y me había prometido no volver a perder la razón locamente en su nombre. Pero, es aquí donde aparece la segunda causa de mi conflictiva situación: Lilac Temple.

***

Era la clase de Lógica y el Profesor había escrito sobre el pizarrón unos ejercicios de razonamiento lógico para resolver. Abrí mi libreta, me dispuse a tomar mi lápiz y... nada. Permanecí ahí durante quince minutos impávido, mirando el blanco de mi libreta y con solo un pensamiento en mente: Lilac Temple.

Dejé de lado los ejercicios del profesor y pasé el resto de la hora creando los míos, todos eran sobre ella.

Amor es belleza.

Belleza es Lilac.

Por lo tanto...

Lilac es amor.

¿Por qué pensaba tanto en ella? No podía explicarlo, me rehusaba a creer que podía estar enamorándome, de nuevo. Solo habían pasado dos semanas de conocerla y era absurdo que en tan poco tiempo se pudiera sentir esa clase de afecto.

Tan solo hacía unos meses me hallaba recuperando sobre aquella experiencia con Crystal, iniciando de nuevo nuestra amistad, tratando de apaciguar –olvidar- mis sentimientos hacia ella y de repente; llega esta chica, con su estatura pequeña, piel blanca, cabello negro hasta el cuello y esos, esos oscuros ojos que con su mirada penetrante te hacen callar. Era como admirar a una pequeña muñeca de porcelana viviente.

***

Todo inició ese día. Como cada principio de semestre en el instituto, los grupos de alumnos, según su grado, cambian de aula. Dejamos nuestros antiguos asientos y comenzamos el ciclo escolar en un nuevo espacio asignado. Después de encontrarnos por el pasillo y darnos un breve abrazo, Crystal y yo, entramos al salón y con los ojos fijos en los asientos disponibles. Todavía era temprano, así que aún no llegaban muchos.

Yo, que aún mantenía distancia de mis compañeros -al igual que ellos- decidí ocupar un asiento que me permitiera estar alejado de esos seres y que no me hiciese perder la visibilidad del pizarrón, ya que desde mis cinco años edad, tengo esta odiosa condición ocular que me hace usar estos rectángulos de vidrio con aumento.

Finalmente, tras un análisis breve del salón, me senté en el asiento cercano a la puerta, con el muro pegado a mi costado izquierdo y Crystal a mi lado derecho.

Pasó el tiempo y la chica nueva apareció. Es gracioso, porque aún recuerdo como si fuera ayer, como se presentó ante todos.

***

—Soy Lilac Temple y tengo dieciséis. Me gusta que no me molesten y no me gusta que me molesten —. Mira a todos fríamente —. Y bien ¿Dónde me siento? — Le dice lacónicamente a la maestra.

— ¡Ah sí, sí! — La maestra parecía absorta en su sorpresa —. Gracias por su presentación señorita temple. ¿Alguien puede ofrecerle un asiento a la señorita temple? —. Nadie habló.

—Bueno — Dijo la maestra cortando el silencio —. Al parecer el único lugar disponible es el que está al lado de la señorita Keats — Le señala el lugar.

Lilac camina con paso firme, toma asiento y arroja su mochila al suelo. Crystal por su parte, parece algo preocupada con su nueva compañera, cosa que no entiendo, porque Crystal le gana por dos cabezas de altura a Lilac.

Cada hora, cada nuevo maestro, equivalía a una nueva presentación de Lilac Temple, que para ese momento, ya había dejado claro su fuerte temperamento

«Me gustan las historias románticas, pero soy homofóbica, así que si hay gays de por medio, las odio》

«Soy una persona muy tolerante con el dolor... con el dolor ajeno》

«Creo firmemente en el karma, pero si éste no funciona a tiempo, yo lo hago más rápido》

Y las reacciones eran variadas.

Los maestros tenían ese gesto de sorpresa combinado con una pizca de terror. Las chicas populares, solo murmuraban, pero solo una mirada profunda de Lilac las callaba. Incluso los "payasos" de la clase no se atrevieron a pronunciar sus acostumbradas burlas, solo se limitaron a mandar papelitos. Mientras, el resto de la clase estaba prácticamente atónita y anonadada ante Lilac. Y yo, como raro que soy, me hallaba completamente fascinado.

Aunque no la conocía en ese momento, había algo en ella que me atraía lentamente. Como un polo opuesto. Lo contrario a mí. Yo apenas pronuncio palabra, ella dice todo el diccionario. Yo me encorvo al pasar, ella camina recta y firme. Ella es hermosa y yo... bueno soy yo.

***

Faltaban diez minutos para el receso. Me gire en el asiento y vi a Lilac entablando conversación con Crystal. Esta última sonreía amablemente, pero como una especie de requisito de amabilidad. Lilac en cambio, parecía convincente. Era alguien muy diferente a la seria y atemorizante Lilac de horas atrás.

Después de cinco minutos, Crystal se veía un poco más confiada y comenzaba a preguntarle cosas a Lilac. La charla continuó por otros minutos y de repente, Lilac dio un vistazo hacia mí.

— ¿Y tú quién eres? — Dijo sonriendo y entrecerrando ligeramente sus ojos.

—Yo...yo — Me sonrojé, todo ese tiempo la estuve mirando.

—Él es Ian — Interfiere Crystal —. Ian apelgreen.

—Mucho gusto en conocerte, manzana verde. Soy Lilac — Se señala así misma.

— ¿Disculpa?

—Apple - green ¡Manzana verde! — Dice Lilac. Y las dos comienzan a reír.

— Ja, ja, muy gracioso, pero es apel-green— Profiero seriamente—. Apelgreen, con solo una "p".

—Está bien, Apelgreen con solo una p, mucho gusto en conocerte— Extiende su mano.

—Gusto en conocerte Lila — Sacudo su fina mano.

—Es Lilac, con c al final. — Ella corrige y suelta mi mano.

—Entonces, mucho gusto en conocerte, Lila con c al final— Extiendo mi mano. Lilac no responde y se queda pensativa unos segundos.

—Mmm, mejor te diré Ian, pero solo si me dices Lilac. ¿Trato?

—Trato. — Y apretamos manos.

Y en ese apretón comenzó de nuevo a gritar mi corazón, y con el paso de los meses, irremediablemente me volví a enamorar, esta vez de la rebeldía de porcelana.

***

—Disculpe, quiero un ramo de lilas por favor—.La encargada voltea y arquea su ceja.

— ¿Estás seguro? No quisieras mejor, ¿algo apasionado como las rosas rojas?, o ¿algo elegante como los claveles? o quizá unas ¿amistosas margaritas? O ya sé, te refieres a unas bellas lilís

—No, no—contesto seguro— quiero unas Lilas—. La encargada seguía mirándome dubitativa y empezaba a desesperarme.

—Bueno, pero antes debe de saber que tenemos una amplia gama de flores y las sirynga purpurea... pues son poco comunes.

—Espere ¿Las qué?

Sirynga purpurea —repite—.Es el nombre cientifico de las Lilas, y simbolizan las primeras emociones del amor.

«Las primeras emociones del amor»

—Deme una docena por favor.

La encargada trajo las flores, armó el ramo y me regaló una pequeña tarjetita para escribir una dedicación.

Tome la tarjeta, saque mi pluma y escribí:

Las lilas simbolizan las primeras emociones del amor. Y tú, mi bella Lilac, simbolizas todo para mí.

De nuevo, aunque me lo había prometido casi al punto de jurarlo con sangre, me veía envuelto en la preparación de otra declaratoria. En vista de la experiencia anterior, decidí arriesgarme y hacerlo en la escuela. Pobre idiota que soy, vaya que pierdo la razón con tener lleno el corazón.

***

Sonreí y seguí sonriendo todo el camino hasta llegar a la escuela. Falté medio día de clases para ir a la florería y llegar a tiempo para el receso, donde Crystal y Lilac estarían -como casi siempre- en la cafetería del colegio.

Oculté el ramo detrás de mi espalda y caminé rumbo a la mesa donde ambas se encontraban. Ambas volvieron sus miradas hacía mí.

—Hola Ian—dijo Lilac sonriendo—. Pensé que no vendrías a clases

«Bien Ian, éste es el momento»

Tomo el ramo de mi espalda, me acerco a Lilac, me inclino sobre mis rodillas y tomando valor, pronunció:

—Lilac, me gustas mucho desde hace tiempo y por eso te pido: ¿Quieres ser mi novia?

Extiendo mis manos para entregarle el ramo y Lilac intempestivamente se levanta y se aparta.

— ¡Aleja eso, aléjalo! — Exclama Lilac— ¡Alejalo, alejalo! — Se aparta de mí y pone sus brazos al frente como especie de barrera.

La miro sorprendido y veo en su rostro una expresión de terror.Mi mente empieza trabajar a mil por hora tratando explicar la situación: ¡¿Que está mal?!

— ¿Por qué? ¿Qué ocurre? --pronuncié extrañado. Me acerco y ella retrocede.

—Solo apártalas de mí por favor —Insiste Lilac.

—Sola tómalas— Suplico —no me importa si tú respuesta es negativa—Me aproximo más y más, ella retrocede y queda contra la pared.

Ambos quedamos de frente y a unos escasos metros de distancia.

—Solo tómalas —repito— Si quieres luego las deshechas, tan solo lee la tarjeta, dame la oportunidad de...

Y sin anuncio alguno, Lilac toma el ramo, lo lanza al suelo y comienza a pisarlo para después saltar sobre el.

Para Lilac, para Crystal, para todos los que ahí se hallaban, todo debió pasar muy rápido. Pero para mí, para mis ojos y mi mente, todo ocurrió en cámara en lenta: sus manos sobre el ramo, el descenso hacia el piso, pétalos de lilas volando y sus pies rebotando una y otra vez destruyendo las flores, destruyéndome a mí.

Cuando terminó, todo quedo en silencio. Pasaron unos breves segundos y comencé a sentir las miradas, a oír los susurros combinados con risas. Dirigí mi mirada hacía Crystal y ella se encontraba con una mano en el boca, me miró y descubrí lastima en sus ojos.

Luego me dirigí hacia Lilac. Ella observaba el piso con una sonrisa y como si hubiera sentido mi mirada, volteó hacía mí y su sonrisa se borró al momento.

—Ian, yo

Di la vuelta y camine rápidamente a la salida de la cafetería. Esquivé a la gente, ignoré sus miradas. Escuché un grito a lo lejos.

—¡IAN, ESPERAME! DEJAME EXPLICARTE.

Y aunque no lo noté, ya me encontraba corriendo a la salida de la escuela. Minutos después, llegué a mi casa -convenientemente cerca de la escuela- , me encerré en mi cuarto y me acosté boca abajo sobre mi cama.

¿Pero qué rayos había sido eso? Fue lo que primero llegó a mi mente. Por qué de todos los escenarios que durante las semanas pasadas imaginé, visualicé, deseé, ¿ocurrió lo peor? ¿Por qué? ¡¿POR QUÉ?!.

***

Días después descubrí las dolorosas verdades. Primeramente, aquel comportamiento irascible y salvaje contra las flores, fue porque Lilac es alérgica a las flores. Pasó los días siguientes con algunas ronchas en la piel y tuve que disculparme; ahora con una un pastel de arrepentimiento, que por cierto no pudo comer, porque la chica es intolerante a la lactosa y el pastel estaba repleto de ello –su cuerpo es más rebelde que ella-.

Y con lo anterior, supe que la mejor forma de declararme era ser directo y evitar regalos que incluyan alimentos o flores. Sin embargo, descubrí la verdad más fuerte, la verdad que destruiría toda esperanza. Lilac ya tenía novio... a distancia, pero seguía siendo su novio. Era de la escuela donde estudiaba antes de llegar a la mía. Según ella, aún mantenía contacto con él y lo seguía queriendo; así que se disculpó por no corresponderme y me dijo que si podía escribir más notas como las que se encontraban en las flores, seguramente hallaría a alguien más pronto. ¡Claro!, es fácil consolar y disculparse cuando uno no es el herido.

***

Tal vez ya sea hora de salir e intentar disfrutar –o ignorar- el resto del día. Al final de cuentas es eso: un día, que en unas horas se esfumará como los otros 365.

Seguiré siendo un soltero incomprendido por un buen tiempo, pero no me rendiré. Soy incomprendido por el momento, pero debe haber alguien allí afuera, una chica igual de incomprendida que yo, que haga que nuestras rarezas se encuentren y se correspondan; y no me cansaré hasta encontrarla; y si por alguna razón no la encuentro, siempre existirán los libros, los videojuegos e incluso las muñecas inflables.

FIN.


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