Cuando te conocí por M. J. Franco (WizardSalvatore)
—Vámonos de la ciudad, a donde nadie nos conozca. A donde nadie nos juzgue— No sabes cuánto quise creerte, pero podía ver el final antes de que empezara.
—Mi padre nos encontrará. No puedo hacerte esto. No puedo porque te amo—Besé tus labios y me recosté en tus piernas.
**
Recuerdo cuando nos conocimos, fue una tarde de invierno, las calles se encontraban recetas de nieve. Había salido tarde del trabajo, y estaba oscuro, me metí en un callejón con la esperanza de acortar mi camino a casa.
Siempre he tenido un talento especial para meterme en cualquier clase de problema.
Me comenzaron a seguir, escuche sus pasos detrás de mí, y segundos después sus carcajadas estruendosas. Se burlaban de mí, y todas aquellas cosas que murmuraban y que el viento llevaba a mi, me producían arcadas.
Aceleraron el paso, y me acorralaron. Uno de ellos me tomó del brazo y lo aplastó con tanta fuerza que temí que lo rompiera. Se restregó contra mi; nunca había sentido tanto asco en mi vida como en ese momento.
—¡Déjenme en paz!—les grite asqueada. —¡Aléjense de mi!—Pero continuaron riéndose.
Me había resignado ya, sabía que la posibilidad de que alguien me ayudara era nula, hasta que escuche tu voz. Fue algo indescriptible, el alivio que sentí en esos momentos no se puede describir. Te enfrentaste tan valientemente a ellos, pero al mismo tiempo me dio tanto miedo de que te pudieran hacer algo.
—Déjenla en paz.—Los amenazaste, pero lo seguían haciendo.—¿No escuchaste verdad? Dijo que no quería hablar contigo. Dijo que la dejaran—Saliste detrás de una de las paredes, con las manos dentro de los bolsillos y el cabello cayéndote por la cara. —Todos ustedes son tan desagradables; lárguense antes de que los lastime.
—¿Qué puedes hacernos alguien como tú, niño bonito?—Te preguntó tomando con más fuerza mi brazo.—Acabaremos contigo antes de que si quiera logres acercarte.
Solamente negaste antes de lanzarte contra ellos, feroz y decidido. Derribaste a mi agresor con un perfecto movimiento de judo. Después de eso, no sé qué sucedió, porque fue más el alivio que recorrió mi cuerpo y que me obligó a sucumbir a la inconsciencia.
Desperté horas después, arropada en una cama desconocida. El pánico empezó a recorrer mi cuerpo hasta que escuche tu voz nuevamente, tranquilizadora y calmada, perfecta como tú. Me sonroje al ver que me miraban fijamente, que me sonreías levemente.
—No podía dejarte ahí.—Fue tu gran explicación cuando te pedí respuestas. Me entregaste después de un rato las cosas que había llevado y que amablemente habías guardado hasta que despertara.
—Deberías irte a casa,—susurraste.—Deberías descansar. Te veré algún día princesa.—Sentí mis mejillas sonrojarse ante el apodo que me habías dado. Pero yo sabía que tu afirmación anterior era una mentira. O al menos eso querías hacerme creer.
Salí a la calle dando trompicones y camine,hasta que algunas cosas me parecieron familiares. Sentía las piernas cansadas, y solo ahí reparé cuán lejos había estado de la zona que conocía. Las luces estaban apagadas y nuevamente el temor se apoderó de mí. Un auto se posicionó a la par de donde estaba y cuando iba a gritar la ventanilla bajo mostrándome tu rostro sonriente.
Me abriste la puerta y te ofreciste amablemente a llevarme a casa, no me pude negar, después de todo ya era demasiado tarde y el miedo era demasiado para mí. Me preguntaste algo, pero no te escuché, estaba más concentrada viendo tu rostro de perfil. Me dejaste frente a mi casa y te agradecí nuevamente. Me salvaste de un destino horrible y jamás podría saldarlo en totalidad.
Los días pasaron y cada noche señala con tus ojos. Me sentía agradecida en demasía contigo por haberme salvado. Tanto que decidí hablar contigo nuevamente; me arregle lo mejor que pude sin saber porque y, busque por horas tu casa hasta que di con ella.
Toque, una, dos y tres veces. De nuevo, hasta que abriste. Con la cara confundida y el cabello revuelto, vistiendo solamente un par de pantalones. Te habían despertado, pero, no me arrepentí, debías de haber visto tu cara cuando me reparaste por fin que estaba ahí.
—Adelante princesa,—me dejaste pasar. —Pensé que volverías antes—Admitiste cuando estuvimos dentro. Tu frente a mi, con una sonrisa leve en el rostro, viendo cómo me sonrojaba por el apodo que me habías dado días antes y con el que seguías empeñado en llamarme.
—Solamente quería agradecerte nuevamente—Te sonreí.—No podía descansar hasta que te lo dijera personalmente—Me levanté con la intención de irme, no había estado en tu casa más que unos minutos, pero tu olor ya me estaba volviendo loca, no pida estar un segundo más en tu presencia o me volvería loca y te besaría.
Me fui sin decirte una palabra, me escondí en mi habitación hasta que mi mente se aclaró definitivamente. Hasta que mi celular sonó y me saco de la fantasía en la que estaba metida. Era un mensaje tuyo, me pedías que nos viéramos de nuevo, te conteste en menos de un minuto y después, ya habíamos quedado. Una cita, nuestra primera y maravillosa cita.
—Te ves hermosa—Dijiste apenas abriste la puerta del auto para dejar subir. Me sorprendía lo caballero que eras, pero me encantaba como no tienes ni idea. Me sonroje como venía haciendo desde que te conocí.
Me preguntaste cómo había estado, te conteste que las pesadillas habían cesado por fin, nunca te dije que había sido gracias a ti, porque me sonrojaría y tú me sonreirías y no resistiría a la incógnita del sabor de tu labios.
—Llegamos—Anunciaste al tiempo que aparcabas frente a una pequeña cafetería. Quise preguntarte cómo sabías que era mi favorita, pero te adelantaste. —También es la mía.
Platicamos por horas, que te gustaba, como me sentía, pero siempre discretos. Me enteré de que tu tío era inversionista y tú supiste que mi padre era un policía. Tu familia sonaba hermosa, la mía estaba rota, pero no te importaba y dijiste que eso la hacía más valiosa.
—No me gusta hablar con las personas—Confesaste después de que te dijera que mi boca era demasiado floja.—Pero me gusta hablar contigo. Haces que mis demonios se queden dormidos— ¿Demonios? ¿Qué clase de demonios puede tener una persona como tú?
No quise preguntar más y cuando ya nos habíamos sumido en ese silencio horrible e incómodo, nos levantamos. Me dejarse frente a mi casa y te despediste con un suave beso en la mejilla. Te abrace y me despedí de ti, concluyendo con nuestra primera cita en el décimo día de Diciembre.
Ya iba a entrar cuando me jalaste suavemente y me besaste suavemente, sentí que me derretí ante ti en esos momentos. Solo sonreíste y desapareciste. Tal como habías llegado.
Me sentía tan enamorada, tenía que hablar con alguien. Llame a mi mejor amiga y lo que me dijo me hizo caer de mi nube. Me contó cosas horribles de ti, que no quise creer, porque eran una mentira. Por que quería creer que te conocía.
—Mató a su novia—Murmuró ella desde el otro lado del teléfono. —Y luego a su familia cuando quisieron encarcelarlo. Estas saliendo con un asesino—Apenas dijo eso le colgué. Estaba celosa, ya lo sabía, ella siempre había hablado de ti. Siempre había estado enamorada de ti.
Pero la duda ya estaba plantada, y decidí preguntarte, pero no tenías la confianza suficiente para platicar conmigo, así que decidí que podría esperar. Ya estaba dormida cuando recibí tu mensaje. Me deseabas buenas noches y deseabas hablar mañana.
Te conteste con un simple corazón y me quede dormida. Me despertó tu llamada como un día anterior lo habías hecho ya. Te quería tanto en mi vida que no me importaba lo que los demás dirían.
Salimos un par de veces más, estaba tan enamorada de ti que no podía resistir a querer decírtelo, pero tenía que, porque no quería que te fueras de mi vida. Me enteré de muchas cosas tuyas, pero nada de lo que realmente quería saber y eso, eso me frustraba.
Decidí que tenía que hablar contigo, así que me armé de valor para confortarte. Solo había estado una vez en tu departamento, pero recordaba perfectamente tu olor y como se encontraba impregnado en este.
Toque tres veces hasta que respondiste. Te había despertado y tenias él cabellos revueltos junto con la cara confundida, pero aun así sonreíste al verme parada detrás de la puerta.
—¿Qué se te ofrece amor?—Me derretiste con solo ese nombre. Me lo habías dicho un par de veces más pero nunca con tanto sentimiento.
—Yo realmente necesito hablar contigo—Tu cara se ensombreció y me dejaste pasar. Se vía que estabas nervioso y de repente, solo quería besarte para darte a conocer que no era nada malo.
—Dime—Estabas jugando con tus manos. Solamente sonreí y negué mientras la tomaba. Necesitaba darte a conocer, sin palabras, que estaba ahí, que podías confiar en mí como yo confiaba en ti.
—¿Qué pasó con tu familia?—Te solté cuando me sentí lista, trataste de apartar tu mano de la mía pero solo la tome más fuerte, no te dejaría ir, no te dejaría solo. —¿Qué pasó con tu novia? ¿Qué pasó realmente?
—Sabía que preguntarías, sabía que tenías dudas—Suspiraste antes de hablar. —Fue todo tan rápido, no recuerdo mucho de lo que realmente sucedió. Estábamos celebrando nuestro segundo aniversario, estaba tan enamorado de ella que dolía, dolía no tenerla cerca.
«Había reservado en el mejor restaurant de pueblo; la mejor mesa que tuvieran, había estado trabajando para poder pagarlo, a pesar de que mi familia tenía dinero yo, yo quería dárselo por mi propio esfuerzo. Amelia se veía hermosa esa noche, sus ojos brillaban como nunca antes lo había visto. Cenamos tranquilamente hasta que mi celular sonó.
Ignoré los primeros llamados, hasta que el sonido se volvió insoportable. Conteste malhumorado hasta que escuche la noticia. Mi familia, mi madre, mi padre, mis primos. Todos ellos estaban muertos, todos ellos había perecido por un incendio, mi hermana menor por suerte había salido con uno de mis tíos a comprar, ellos estaban bien.
Me sentía tan mal, que me disculpe con Amelia y decidí llevarla a casa. El silencio que reinaba en el carro fue tanto que no lo pude soportar y aparqué a un lado de la calle, me baje sin importarme nada y lloré, ¿sabes? Lloré como nunca antes por la muerte de todos.
Estaba tan desconsolado cuando escuche su risa y el sonido de la pistola al ser cargada. Amelia tenía una sonrisa macabra en su rostro cuando me confesó que solamente me había usado para llegar a mi familia. No era un secreto que su padre nos odiaba, pero jamás pensé que llegara a tales extremos.
Me apuntó con el arma y en un arrebato de adrenalina pelee con ella, era mi vida o la suya, y ella ya se había cobrado muchas. Nunca fue mi intención dañarla de ninguna manera, pero cuando el arma se disparo y no sentí nada supe que todo había terminado.
Le tenía cariño, ¡Maldita sea! ¡La amaba! Por eso me quede junto a ella, sosteniendo su mano aún cuando tanto daño me había hecho. Me quede ahí hasta que la ambulancia llego y la acompañe, la acompañe cuando murió.
Su padre trato de enjuiciarme, trato de hacerme ver culpable, pero todo estaba a mi favor. Me declararon inocente y me fui del pueblo, deje a mi tío y a mi hermana solos, porque el dolor era más grande a pesar de que me decían que no había sido culpa mía
Los rumores no tardaron en aparecer. Pero, ¿sabes? Siguen doliendo como el primer día, como esa noche—Terminaste de contar llorando. Me acerqué a ti y te abrace dándote a conocer que estaría tu lado, que jamás te traicionaría.
Esa noche dormimos abrazados.
Te veías más aliviado cuando despertamos, como si te hubieras quitado un peso de encima, uno que no te correspondía. Hablamos y nos besamos. Dijiste que me amabas y que deseabas estar conmigo, dijiste que querías que fuera tu novia.
—Acepto.—Te abracé apenas terminaste la pregunta. Era lo que más deseaba, lo que más quería. Te veías tan seguro y feliz que tenía que ser la opción correcta. Ambos éramos felices, ¿qué importaba lo demás?
Habían pasado ya la mitad de las vacaciones de invierno, las mejore de mi vida. Y fue el último día de Diciembre que llegue a tu casa decidida. Te mentí porque quería ver qué tan emocionante podía ser ese juego. Me despedí de ti cuando supe que por fin habías caído.
—¿Tan pronto?—Hablaste cuando ya había llegado a la puerta. Me detuve unos segundos para procesar tu pregunta y cuando lo hice no pude más que asentir. Estaba dándote la espalda cuando sentí tu mano en mi hombro. —Quédate un poco más—Temblé sin saber por qué, después de todo, era mi propio juego.
—Me tengo que ir—Apenas había dado un paso fuera de tu departamento cuando me diste la vuelta y posaste tus labios en los míos, presionando y lamiendo. Sucumbí ante tus encantos y, te abracé, porque tenía miedo de que te fueras en cuanto te soltara. Temía que todo fuera un simple sueño. Temía que nunca hubieras estado.
—Eres una pésima mentirosa ¿sabías?—Me sonroje furiosamente pero no baje la mirada.
—Algo me habían dicho—Te besé de nueva cuenta, mordiendo tu labio inferior. Dándote un beso más primario, más salvaje, más apasionado.
—Vamos a la cama—Susurraste sobre mis labios y; solamente pude darte la razón. Subimos a trompicones las escaleras, porque si, tu habitación estaba a otro nivel, sin paredes, arriba, donde la luna llegaba en todo su esplendor.
Me recostaste sobre las sabanas y te empeñaste en hacerme delirar, tus labios sobre los míos era la mejor sensación en la vida. Me entregué a ti, plenamente y esa noche fue la mejor de mi vida, junto a ti, todos los temores desaparecían. El miedo de aquel día, se esfumo hasta ser solo un mal recuerdo.
Desperté al otro día, sola en la cama, con un sentimiento de olvido instalado en mi pecho. Tome mi ropa y me marché sin dejarte una nota, con el corazón roto. Sin reparar en el desayuno sobre la mesa y el mensaje que había dejado para mí. Mensaje que nunca leí. Mensaje que, pudo haberme evitado todo un sufrimiento.
Llegue a mi casa y lloré, por haber sido tu conquista de vacaciones, por haber caído. Algo en mi me decía que estaba exagerando las cosas, debí de haberle hecho caso a mi instinto, debí de haberte marcado en vez de borrar tu número.
Los días pasaron y lentamente te fui superando, tanto como se puede superar a quien con solo una noche te cambio para siempre. No puedo decir, si fuiste mi amor platónico o si eras mi alma gemela. Solamente que con tu sola presencia, cambiaste todo lo que era.
Mi mejor amiga me llamo, diciendo que se había enamorado, que por fin le habías hecho caso. No sabes cuánto me dolió escuchar eso, pero debí suponerlo, después de todo, ella era más guapa que yo, creí, por un momento, que al ser sincero conmigo de verdad me querías, pero claro, todo fue para engañarme.
Y te volví a ver, cuando las vacaciones llegaron a su fin días después de que Diciembre hubiera muerto y la escuela nuevamente ocupaba mis mañanas. Te vi con ella entre tus brazos, ambos recostados en uno de los pasillos de la Universidad, al lado de mi salón. Así me di cuenta de realmente eras tú el novio de mi mejor amiga, de el cual ella estaba enamorada profundamente. Me sentí la persona mas estúpida que pudo haber existido.
Me metí sin verte, sin dirigirte la palabra, pude haberte destruido, ¿lo sabes? Sabía todos tus secretos y aún así no los dije porque, aunque me doliera admitirlo, tú eras Amelia y yo; yo era James. Tu historia ahora se aplicaba conmigo en menor medida.
Enfrente a Elisa apenas pude, la llame hipócrita por decirme que no me metiera contigo cuando ella lo hizo. Dijo que estaba celosa, que estaba enojada por no haber sido más que una aventura tuya. Yo le dije que había sido primero yo en tu cama antes que ella. Me abofeteó frente a todos, no sabes cuanta satisfacción tuve de haberla hecho enojar.
Me dijo que era una cualquiera enfrente de todos y gritó, que ya me había entregado a un hombre, y que me había dejado. Que nuestra relación había sido solo una aventura, que ella era mejor que yo. La golpee, frente a todos y no me importó, no consentiría que llamaran aventura a nuestra relación.
Me viste con desaprobación cuando salí, ella se había ido a quejar contigo. Me fui porque no quería ver cómo la abrazabas, porque me recordaba mi tiempo contigo. Nunca me entere hasta horas después, que te habías peleado con unos chicos. Me habías defendido.
Llamaste de nuevo esa misma tarde, me reclamaste por mi actitud y me citaste en el mismo café de la otra tarde.
—¿Porque lo hiciste?—Preguntaste apenas me viste, pero solo alce los hombros, ya no me importaba lo que tú pensarás de mi. — No sabes las cosas que han dicho de ti. Tuve que defenderte.
Repare por fin en tu rostro, con algunos hematomas de tu pelea. Me sentí halagada y decidí que tenía que preguntarte. Tenía que saber que había sido realmente para ti.
—¿Porque me dejaste sola?—Exclamé débilmente, recordar ese día todavía dolía. —¿Fui solo una aventura?— Me miraste tratando de saber si hablaba en broma, pero mis dudas jamás habían sido tan reales. Me tomaste de las manos y me diste valor.
—¿De verdad crees eso? —Tu voz sonaba rota.—Jamás fuiste una aventura, eras lo más real que tenía en mi vida. Lo sigue siendo. ¿Acaso leíste mi nota?—Me sorprendí y lo supiste, supiste que nunca había visto nada. —¡Oh cariño! ¡Todo esto es un malentendido! Te dejé porque me habían marcado mi familia, habían tenido algunos problemas.—Besaste mi mano. —Jamás debí dejarte sola, puedo imaginar cómo te sentiste. Disculpa.
¿Te disculpabas? ¿Acaso estabas escuchándote? ¡Yo debía pedirte disculpas! Por mi comportamiento estúpido y por mi arrebato sin sentido no pude hacer nada más que besarte. Aunque estaba mal,te seguía amando.
Nos fuimos rápido a tu coche y manejaste hasta el mirador donde tuvimos nuestra segunda cita. El atardecer se veía hermoso y sentí que era un nuevo comienzo. Me sugeriste que huyéramos, nunca supe porque, pero supe que tendríamos muchos problemas.
Y aún así acepte. Porque cuando te conocí supe que nuestra relación sería difícil, pero así te amo, solo a ti.
Porque cuando te conocí, supe que eras al único que quería en mi vida. 3135S
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top