California, tu y yo por Carolina Gómez (MayPhantimrider)
La brisa matutina del sábado, se abría paso entre las cortinas blancas e inundaba toda la habitación, mezclándose con el aroma a tabaco y ron de una noche anterior, mientras Aarón despertaba.
— ¡Hmm! — Se quejó al sentir unas dolorosas punzadas en sus sienes, era lo menos que podía esperar después de los recientes excesos, pero claro está que no lo recordaba.
Abrió los ojos lentamente para que la luz no lo cegara, al deshacerse de las sabanas sintió que estaba acompañado. Una hermosa joven rubia estaba en su cama dormida, al incorporarse a ver de quien se trataba, se sorprendió al reconocer a Emma García, la misma chica que siempre lo molestaba y aseguraba odiarle, ¡estaba desnuda en su cama!
Se vistió con lo primero que encontró y salió de su habitación, como todos los días vio a su padre sentado frente al comedor leyendo su periódico mientras disfrutaba de su tradicional taza de café, vio también que su mamá y su hermano Óscar desayunaban. Pamela, la hermana menor de los tres como de costumbre, no se encontraba.
— ¡BUENOS DÍAS!— Todos lo escucharon pero solo su hermano le sonrió nervioso. Sus padres lo miraron también con una mezcla de molestia y tristeza. Ellos pensaban que habían fracasado en educar a Aarón y por ello estaban por comunicarle algo muy importante.
—Tenemos que hablar— Dijo Amanda su madre, con voz enérgica — ¡Siéntate! — Un escalofrío recorrió la espalda de Aarón pero el solo lo ignoró, muy en su interior ya esperaba esta conversación con sus padres.
— Pasarás las vacaciones en casa de tu Tía Marian — Aarón tensó su mandíbula en disgusto.
— Pero... — dijo Aarón.
— ¡Cállate! — Su padre cerró al fin su periódico y lo fulmino con la mirada obligándolo a guardar silencio. Y continuó:
— ¿Pero?— Se levantó de su silla golpeando la mesa con el periódico —. ¿Qué quieres?— Julio en realidad era un hombre tranquilo y conservador pero su hijo siempre lo sacaba de sus casillas, en su juventud él fue como Aarón, aunque este último abusaba de la rebeldía—. No pretendo verte todas las vacaciones en fiestas, llegando borracho y encima, teniendo sexo aquí.
—Te iras mañana mismo, en calidad de trabajador, ayudaras a Marian en todo lo que sea necesario sin goce de sueldo y esperamos que al volver tengas otra actitud con respecto a tu vida — Finalizo su madre antes de que Julio perdiera la cordura frente a sus muchachos.
— ¿Puedo ir, también?— Pregunto Óscar de la nada.
— ¿Tú?—Óscar asintió con una sonrisa que convencía a cualquiera—. Bien, salen mañana a primera hora— respondió su padre. Y con ese último comentario se firmaba la sentencia de Aarón.
Emma García bajó las escaleras y se encontró con la mirada de todos los presentes, la vergüenza que sentía era muy grande y por eso se fue sin decir una sola palabra pero era obvió que no quería que nadie supiera de su encuentro casual con Aarón porque tenía novio y su popularidad en la Universidad se vendría abajo.
Sin apetito Aarón regreso a su habitación y Óscar le siguió de cerca para animarlo.
—Mira el lado positivo. Iremos a California
—Y trabajaré todos los días— La idea de tener que trabajar para Marian y sin goce de sueldo no le agradaba en absoluto—. Tú, ¿porque quieres ir?
—Los viajes a nuevos lugares pueden ser el motor de imaginación que necesito para mi nueva novela—Óscar era el mayor de los tres, dedicaba su tiempo a la escritura, pintura y fotografía pero su padre lo obligaba a ayudar en los negocios familiares, aún así era demasiado comprometido y tenaz desistir de sus verdaderos intereses y luchar por ellos.
Después de un largo sábado, Aarón se quedó dormido. No quería viajar a California, el lugar era hermoso, con playas preciosas y chicas bellísimas pero él solo quería dormir y salir a fiestas, aparte recordaba que la casa de su tía era muy pequeña y no contaba con internet.
Por la mañana Óscar entró a la habitación de su hermano después de golpear la puerta un par de veces, entusiasmado, inundo la pieza con su colonia y anunció la hora del vuelo.
Aarón se levantó con un dolor de cabeza intenso y después de tomar una ducha helada bajo con su equipaje. Amanda se despedía de Oscar con un cariñoso abrazo y cuando el llego su padre le tendió la mano.
—Nos vemos pronto—Dijo con frialdad, Amanda le sonrió y después de besar la mejilla de su hijo, se alejo— Pórtate a la altura, Aarón — El chico asintió con molestia y sin esperar algún comentario cariñoso por parte de sus padres salió de la casa.
Estaba dolido, sentía que lo estaban corriendo de su propia casa y si no hubiera sido por la compañía de Óscar seguro habría suplicado por otro castigo.
Después de 4 horas de vuelo y 30 minutos en auto por fin habían llegado. La última vez que su familia había visitado a la Tía Marian, tenía dos caballos y todo el piso era de tierra roja, por eso ambos chicos quedaron anonadados al ver los cambios en la propiedad.
Una mansión era el centro de este bello paisaje, a lo lejos se podían divisar palmeras verdes con pigmentos amarillos, una alberca rectangular muy grande y mas allá de los árboles de frutas unas caballerizas y pasto, metros y metros de áreas verdes.
Ambos chicos veían el lugar con entusiasmo, hasta que una tos muy fingida llamo su atención. Al girarse ahí estaba la tía Marian, una mujer de aproximadamente 35 años, hermana de Amanda.
Aun no tenía hijos y no era porque fuera poco atractiva en realidad, era hermosa pero por alguna razón era insegura y aun no había encontrado al "Hombre indicado". Amanda les había contado que su hermana se enamoro cuando tenia 21 años recién cumplidos pero, el joven de aquel romance le rompió el corazón y ella jamás lo superó.
— ¡Marian!— Óscar dejó caer todo su equipaje y le dio un cálido abrazo. Aarón por su parte ni se inmutó hasta que su Tía hablo.
—Tú, ¿No me abrazaras?— Algo apenado asintió y se acerco para abrazarla con ternura disfrazada de indiferencia.
La casa estaba irreconocible; sin duda Marian tenía muy buen gusto, el ambiente era totalmente diferente, se respiraba una tranquilidad muy reconfortante.
Conociendo la casa, comiendo los postres de María, la señora de la cocina y leyendo en la biblioteca, el resto del día se fue con rapidez, la hora de la cena había llegado pero ambos muchachos estaban llenos y con el permiso de su tía se retiraron a descansar.
Era lunes y Aarón caminaba con uno de los trabajadores de su tía, él le asistiría en las tareas que el joven no entendiera, la mañana paso lenta y fatigosa para el chico. Tenía aroma a caballo, paja en los brazos y películas de sudor por todo el cuerpo pero estaba feliz al ser de ayuda para su tía, después de todo las cosas eran mucho mejor de lo que llegó a pensar ya que hace mucho tiempo que no veía a Marian y creyó que ahora era una soltera amargada.
—Lo haces bien— María llego a su lado con una charola de vasos con limonada, le ofreció uno y Aarón sonrió adolorido pero entusiasmado—. Imagino que quieres descansar pero tu tía te espera en la sala, quiere que la acompañes a un lugar.
— ¿Sabes a dónde?— Preguntó con curiosidad pero María no respondió y después de sonreírle se alejó para ofrecerles agua a los demás trabajadores.
Después de 10 minutos bajo la ducha helada, los músculos de Aarón se habían relajado y su cara se veía roja por la exposición al sol durante la mañana. Bajó al encuentro con su tía y ella le dijo que irían a San José y estarían ahí el resto de la tarde.
El muchacho abrió los ojos cuando sintió la mano de Marian en su hombro, se había quedado dormido. Descendieron del auto y siguió a su tía hasta la entrada de un edificio amarillo que en la fachada decía: "Centro de ayuda para personas con discapacidad". Era notoria la sorpresa del joven ya que jamás pensó que irían a un lugar como ese.
—Te esperaba desde la mañana— Una chica rubia saludo afectuosamente a Marian mientras su sobrino observaba todo con detenimiento. Creyó desmayarse cuando su tía le pidió que fuera a la habitación 22 en el segundo piso para leerle a un paciente porque ella tenía que atender otras cosas que eran urgentes.
Sin mucho esfuerzo encontró el lugar, sus piernas antes de entrar comenzaron a temblar y sus mejillas estaban ruborizadas, una sensación de miedo recorrió su estómago y un ligero escalofrío su espalda. Aarón jamás había convivido con una persona discapacitada y la idea de hacerlo y cometer algún error lo preocupaba. ¿Qué sucedería si la veía mas tiempo del necesario?, ¿Y si decía algo incorrecto?, estas y muchas preguntas mas navegaban en su cabeza pero suspiró desechándolas y golpeó la puerta.
—¡Adelante!— Dijo la chica dentro de la habitación, Aarón giro la perilla y despacio entro al lugar, el cuarto era pequeño y la decoración estaba lejos de convertir al lugar en un ambiente acogedor, busco a la dueña de la voz y esta se encontraba recargada en su ventana, disfrutando del sol en su cara.
— ¡Hola!—La joven se giró sorprendida al percatarse de que no era Marian la que la visitaba, frunció el ceño y regreso su atención a la ventana—. Soy Aarón y he venido a leerte.
— ¿Qué paso con Marian?— Aarón se acercó con mas confianza pero confundido, la chica que tenía frente a el se veía muy saludable para estar en esa clínica, incluso quiso preguntar por su condición pero con el temor aún en su estómago decidió no hacerlo.
—Ella tenía que atender otras cosas, por eso me pidió que yo viniera—Los ojos de la castaña se entristecieron y Aarón sintió algo de pena por ella así que intento solucionar su estado de animo con una mentira—. Pero, dijo que vendría a charlar mas tarde— Sin esperar alguna respuesta por parte de la joven regreso su atención a una pequeña estantería donde estaban todos los libros — ¿Qué libro es tu favorito?—De todas las personas que llegaban a leerle libros, Aarón era el primero que preguntaba sobre sus gustos cosa que ella agradeció con una sonrisa.
—Todos los de la estantería me encantan—
— ¿Has leído todos?— Ella asintió y Aarón decidió leer algún PDF de su celular para que la chica saliera de su monótona lectura.
Paulina disfrutaba de los libros mas que cualquier otra cosa, no salía de su habitación porque aun no superaba su condición, su familia no supo como afrontar el problema de las crisis nerviosa que la joven sufría, por ello, la abandonaron en ese lugar con la excusa de que ahí recibiría la ayuda que tanto necesita.
Marian era la persona con la que mas pasaba tiempo desde que las visitas de su familia eran casi inexistentes, por eso le tenía tanto cariño. Después de un par de horas de lectura, cuando ambos habían logrado sentirse cómodos con la presencia del otro, Marian apareció.
Ambas mujeres mantuvieron una corta plática ya que eran las 8 pm y Paulina tenía que cenar e ir a dormir.
— ¡Aarón!—La castaña lo llamo con un toque de entusiasmo— Muchas gracias por leerme algo nuevo— El chico sintió ternura al ver la alegría que proyectaban los ojos de aquella joven lectora.
—Buenas noches Paulina.
—¿Volverás mañana?— El joven se sorprendió cuando escucho tal pregunta, sabía que Paulina se había divertido con su compañía pero no pensó que ella deseará verlo de nuevo.
—Claro, nos vemos mañana—Una pequeña sonrisa se dibujo en el rostro de Paulina y así Aarón se retiro de su habitación.
Durante el camino de regreso a casa Marian pensaba en la expresión de la castaña, una joven muy dulce y en la de su sobrino Aarón, un chico experimentado que fácilmente podría enamorarla y herir su corazón. Marian amaba a su sobrino pero también tenía un gran cariño hacia Paulina y no quería que las cosas entre ellos se salieran de control
— ¡Aarón!—Su sobrino dejó su celular y la miro—. ¿Quieres venir mañana?—El chico iba a negarse hasta que recordó el rostro alegre de Paulina. Apenas conocía a la castaña pero, ver una sonrisa en su rostro por la tarde que compartieron, lo hacía sentir como un héroe
— ¡Si!
— ¿Sabes?, ella es importante para mi—Marian lo decía con un tono cauteloso y su sobrino la miro captando el mensaje.
—Yo no...— Marian lo interrumpió
—Ella no es una de tus chicas—Aclaro— No quiero que se imagine cosas que no son—Aarón no sentía atracción por Paulina puesto que acababa de conocerla y pensaba que cuando las vacaciones terminaran, el volvería a México y se olvidaría de ella.
—Descuida, Paulina no me importa— Soltó su brazo del agarre de Marian y regreso su atención al celular.
Por su lado, Paulina estaba feliz por la compañía del chico que podría ser su nuevo amigo, las horas que disfruto a su lado eran de las pocas cosas buenas que le sucedían en la clínica. Aarón había aparecido cuando mas necesitaba a alguien, ese alguien que pudiera llenar el vacío que sentía y la salvará de esa soledad que la consumía en aquella habitación.
Aarón salió muy temprano de su casa para visitar por su cuenta a Paulina, después de escuchar de su tía que la castaña nunca salía de su habitación se había propuesto cambiar eso, le llevaría uno de sus libros favoritos y caminarían juntos por el jardín de la clínica. El joven aun no sabía la condición de su nueva amiga pero sin duda no dejaría que estuviera más tiempo triste por tal circunstancia.
Grande fue la sorpresa de Aarón cuando llego a la Clínica y subió a la habitación de Paulina, enfermeros corrían por los pasillos y el llanto suave de alguien inundaba el lugar, el joven pasó entre los doctores y encontró a la castaña con las mejillas empapadas de lágrimas, abrazando sus rodillas y sentada en el largo sillón.
—Regresa después—Le ordenó uno de los enfermeros, Paulina tenía una crisis nerviosa y necesitaba calmantes inmediatamente. Aarón ignoró al doctor y dejando el libro en la mesa, se acerco a la castaña y la abrazo.
—Regresé, Paulina—Esas fueron las palabras suficientes para que la chica se arrojara a sus brazos calmando su llanto.
—Volviste—Dijo en un susurro apenas oíble para ambos, los enfermeros comenzaron a alejarse al ver que ella se tranquilizó y Aarón no se separo hasta que sus lágrimas cesaron por completo—. Creí que no regresarías—Él la miró atento y supo la discapacidad de Paulina
—Te traje un regalo— Buscó el libro y lo colocó entre sus manos—. Es uno de mis libros favoritos, ¿quieres que lo lea ahora?— La castaña asintió y mientras Aarón la abrazaba comenzó su lectura.
Eran las 7 pm y Paulina estaba dormida, Aarón se separo de su lado y dejando el libro en la estantería regresó a casa, la castaña no salió de su cabeza ni un segundo, el no entendía porque nunca coincidía con alguno de sus familiares o porqué se veía tan triste . Cuando cruzó la puerta de la casa encontró a Marian en la sala y a su lado Óscar, ambos veían la televisión mientras comían palomitas de maíz y reían en las escenas graciosas.
— ¿Dónde estuviste todo el día?—Marian temía que su sobrino retomara las actividades que hacía en México, eso de llegar borracho y andar en fiestas no lo permitiría.
—Estuve con Paulina—Ambos lo miraron sorprendidos desde el sillón, era vergonzoso aceptar que los dos habían pensado lo mismo y que no esperaban tal respuesta. Aarón no sabía que hacer después de escuchar toda la verdad que amablemente le conto su tía, el quería ayudar a Paulina pero ella le tomaría cariñó y al volver a México, ella caería en depresión nuevamente... Que complicado era.
Era viernes y Aarón trabajaba sin descanso; sus brazos dolían, su cara le ardía por las quemaduras y su estómago comenzaba a crujir del hambre. Hace tres días que no iba a la Clínica y por lo consiguiente no había visto a Paulina.
Se sentía indignado por la conducta de su familia, abandonarla en un hospital para que ella superara su incapacidad sola, era más que cruel, ¿quién le haría eso a su hija? Después de terminar su trabajo se despidió de los ayudantes en las caballerizas y fue a ducharse, cuando término de cubrir sus necesidades se recostó en la cama y se perdió en la música que guardaba en su reproductor sin saber que hacer.
Óscar y su tía no entendían la actitud del chico pero ninguno se atrevió a preguntar, cuando mantenían una conversación sobre el tema, Aarón los interrumpió.
-Vuelvo mas tarde- Ambos se miraron como si pudieran comunicarse por medio de telepatía.
—Regresa temprano—Él asintió y después de tomar una manzana salió de la cocina tan rápido como entró. No poder olvidar la situación de Paulina, tomó un suéter y fue a buscarla, durante el camino a la clínica pensaba en formas para ofrecer disculpar por su ausencia pero ninguna de ellas era buena y solo lo dejó pasar.
La castaña estaba molesta con Aarón por la misma situación pero jamás se lo diría, al final del día no era su responsabilidad visitarla. Su cólera desapareció cuando golpearon la puerta de su habitación, el chico entro sigilosamente y al verla cenando se acercó.
— ¿Aarón?— Pregunto con inseguridad, en realidad esperaba que fuera el para no quedar en ridículo cuando notara que lo había confundido.
— ¿Cómo estás?— Ella sonrió al escuchar la pregunta, Aarón tenía una voz gruesa pero cuando le hablaba a ella lo hacía con suavidad, como si la castaña se fuera a romper con la dureza de su voz.
— ¿Quieres?—Dijo extendiendo su postre completo—.Es mi favorito y me gustaría que lo probaras— Él asintió y se acercó a ella.
— ¡Claro!, ¿qué mas te gusta?— La conversación fluyó, no leyeron, no hubieron silencios. Durante toda la semana, incluyendo sábado y domingo, Aarón visitó a Paulina; le leía sus libros favoritos e incluso le regalo dos comprados exclusivamente para ella, le regalaba velas aromáticas, flores, helados y golosinas, llevaba su reproductor y le enseñaba su música favorita, así comenzaron a formar un lazo de amistad muy fuerte, incluso Aarón le prometió que la llevaría a conocer sus sitios favoritos en México.
— ¿Qué planes tienes hoy?—Preguntó Óscar a su hermano menor—¿Te gustaría ir conmigo a la playa?— Aarón se negó mientras se cubría todo el cuerpo hasta la cabeza para seguir durmiendo, estaba exhausto por el trabajo en la casa y las visitas a su amiga hasta altas horas de la noche.
— ¿Qué hora es?—Preguntó aún debajo de las colchas luchando por no quedarse dormido de nuevo.
—Las 10:43— Aarón se levantó olvidando el sueño que tenía, tomo una tolla y corrió a la ducha mientras Óscar esperaba una respuesta a su comportamiento— ¿Por qué tanta prisa?
—Veré a Paulina a las 11— Respondió sin dejar de hacer sus cosas—. Hoy se cumple un año que llegó a la clínica y seguro estará muy triste— Óscar empezaba a sospechar sobre la actitud de su hermano, semanas atrás le preguntó si estaba enamorándose pero el respondía con un simple no y se marchaba, evadiéndolo el resto del día.
Aarón se negaba a sentir atracción por la castaña, las vacaciones no eran para siempre y en menos de 3 semanas tendría que regresar a México para seguir con su vida pero evitaba pensar en el tema porque la idea de alejarse de Paulina le daba migraña, el creía que aquellas cosas bonitas que sentía al verla no eran mas que por la tierna amistad que tenían pero, solo se estaba engañando a sí mismo.
En las mañana desbordantes de trabajo pensaba en ella, en las horas que faltaban para verla y cuando no podía visitarla nadie podría soportarlo porque estaba malhumorado, incluso había dejado el cigarrillo y se había alejado un poco de sus mejores amigos, Daniel y Miguel los cuales siempre insistían en visitarlo y salir a alguna fiesta; sin duda su amistad con Paulina lo estaba cambiando.
Paulina respondía el sentimiento pero su discapacidad la llenaba de temor, ¿quién querría salir con una chica ciega? su familia la abandono y ¿por qué no lo haría un extraño? Ella dudaba que Aarón sintiera lo mismo, muchas veces intentó decírselo pero cuando escuchaba su voz todo el valor que tenía la abandonaba. También sabía que Aarón volvería a su país cuando las vacaciones terminaran, él tenía una vida y no podía dejarla por ella.
— ¡Perdón!, había mucho tráfico— Disculparse fue lo primero que Aarón hizo al llegar, Paulina sonrió por la preocupación que notó en su voz.
—Descuida, ¿qué leeremos hoy?— Preguntó con entusiasmo.
—Nada, hoy te tengo una sorpresa— Aarón temía que hubiera tomado una mala decisión pero seguiría con sus planes.
— ¿De qué hablas?— La castaña preguntó sin dejar de sonreír pero Aarón sólo le colocó un suéter y tomó su mano guiándola fuera de la habitación—¿A dónde vamos?
—Hoy saldrás de paseo conmigo—Ahora Paulina estaba temerosa, hace un año que estaba en esa clínica , sin salir siquiera de su habitación y hoy abandonaría por unas horas el lugar que ahora parecía ser su hogar. Ella caminaba con facilidad en su habitación porque ya la conocía a la perfección, sabía donde estaba cada mueble, cada ventaba, todo... Pero la cuidad era otra cosa.
Aarón besó su frente para eliminar el miedo que la castaña sentía y así continuó con sus planes, durante el camino a la sorpresa del joven, Paulina sentía el viento en su cara, el aroma a tierra en el aire, escuchando a las aves y el movimiento de los árboles.
Aarón la miraba cuando detenía el auto en alguna señal, no era la chica más guapa del mundo pero sin duda, la más hermosa al natural; sin maquillaje, sin sombras, sin rubor, sin labial, sin una conducta creada, sin una sonrisa falsa... Paulina era sencilla y eso era lo que más lo cautivaba.
Se detuvo en la arena, apagó el auto y abrió la puerta de Paulina
— ¡Aarón!—La castaña mencionó su nombre con entusiasmo—. Es el...— La felicidad no le permitió terminar
— ¡Ven!—El entrelazo sus manos y caminaron juntos hasta que el sonido de las olas se hizo mayor, las gaviotas cantaban como si sus sonidos fueran dedicados a Paulina, el sol era tenue y el cielo estaba despejado.
La castaña se arrodillo al llegar a la orilla y juntando sus manos tocó el agua en movimiento y la delicada arena, sin pensarlo se quitó los zapatos y el suéter, sus pies se mojaron y cuando sintió el contacto comenzó a llorar, derramaba esas lágrimas de felicidad por estar ahí, por vivir el momento con aquel joven que sin duda estaba cambiando su vida.
La última vez que visitó una playa, tenía 11 años. Sus padres estaban pasando por una crisis matrimonial y para que ella no lo notaran la habían enviado de vacaciones con sus abuelos donde había visitado muchas playas, cuando las cosas mejoraron y sus padres no se separaron, ella regreso a su casa y nació su hermana pequeña, un año después sus abuelos murieron en un accidente.
El sonido de las olas la hizo recordar, ver todas esas imágenes que guardo muy en su interior, sus abuelos eran las personas mas dulces que alguien pudiera conocer, ambos habían peleado con sus familias por estar juntos, el destino los separo pero jamás se olvidaron, después de años se volvieron a encontrar y su amor los mantuvo unidos hasta el día de ese accidente, donde los frenos del automóvil fallaron.
— ¿Qué sucede?—Aarón ya estaba a su lado, mirándola preocupado—. Podemos volver a la clínica, ¿hice algo malo?
Ella busco su cuerpo y tomándolo por los hombros hablo—No, es todo lo contrario— Por un momento ella enfoco bien su mirada en la de él, por un segundo Aarón creyó que ella podía verlo y las ganas de besarle ahí mismo le invadían pero ella lo hacia sentir un niño pequeño e inexperto que podía equivocarse en cualquier momento por eso, no lo hizo además, todo era una fantasía, ella no podía mirarle—Gracias por traerme aquí—Depósito un beso en su mejilla y después lo abrazo.
Sentados en la arena el sacó del bolsillo de su pantalón una cajita pequeña aterciopelada de color negro, ese era el primer obsequio que le había comprado a una chica que no fuera su madre o su hermana, se aclaró la garganta recordando todo lo que caminó buscando el pequeño objeto, cuando entro a la tienda, había miles de gargantillas; pulseras, anillos, relojes y el, era un completo novato en el tema. Después de dos horas y media abandonó la tienda con aquel dije que lo enamoro desde la primera vez que lo vio— ¿Sabes?, Marian me contó que el martes es tu cumpleaños y yo no estaré— Julio le había ordenado que fuera a México, el lunes. Con la excusa de que lo necesitaba y que volvería el miércoles por la mañana, en otras circunstancias hubiera estado feliz de volver a su casa pero ahora existía Paulina y el dejarla sola en un día tan importante le enfadaba, estaba seguro de que su familia no la visitaría y tendría que pasar el día sola—.
Mi padre quiere que viaje a México, pero volveré el Miércoles — El rostro de la castaña se entristeció y el se aborreció por ser el culpable de dicha reacción —Te he comprado un regalo— Colocó la pequeña caja en sus manos y ella la abrió.
— ¿Qué es?— El saco la pequeña cadena y la puso en sus manos, Paulina la tocó con delicadeza tomándose todo el tiempo del mundo. La cadena del dije era delgada y con formas cruzadas, al final de este, una pluma de pájaro forjada en plata, haciendo alusión a la escritura, robaba la atención de toda la pieza—Gracias Aarón.
Era lunes y el joven deseaba que una tormenta eléctrica arruinara sus itinerario de regreso a México y el pudiera estar con Paulina pero no fue así.
Antes de dirigirse al aeropuerto le pidió a su tía cientos de veces que no dejara sola a la pequeña castaña, que le comprará un pastel y que la sacará a pasear... Él hubiera dado todo por hacerlo pero no podía.
Paulina por su parte escucha las canciones del reproductor que Aarón le había dejado, pensó que de esa forma lo extrañaría menos pero sucedió todo lo contrario, aún no se iba y ya lo echaba de menos.
El clima en México era menos sofocante pero Aarón no tenía el humor para apreciarlo, solo quería volver a California lo antes posible, cuando llego a su casa Pamela fue la primera en verlo, soltó el celular y corrió a abrazarlo.
— ¿Qué haces aquí?, Creí que volverían al final de las vacaciones, ¿dónde esta Óscar?— La adolescentes hacía demasiadas preguntas, al final se alejó y lo observó de pies a cabeza—. No estas fumando— Dijo sorprendida. Aarón no respondió porque también estaba sorprendido, era verdad. Había dejado de beber y fumar hace mucho y no le había prestado atención pero, ¿cómo lo haría?, si su prioridad giraba alrededor de Paulina.
—Nuestro padre me pidió que volviera antes, el miércoles me voy
— ¿Y esa cara?, no pareces feliz. ¿No querías volver?— Aarón asintió con una sonrisa falsa y fue al despacho de su padre.
Después de un día lleno de trabajo en la empresa de Julio, Aarón pudo volver a casa. Su padre lo había obligado a estar con el toda la tarde ya que cerraría un contrato con Manuel Arenas y su hija, la pequeña Valeria estaba enamorada de Aarón desde la primaria y Julio creía que la presencia de su atractivo hijo lograría que Valeria ejerciera presión en su padre para cerrar el negocio y quedar bien con el joven heredero, no se equivocó pero Aarón estaba enfadado, su cara estaba roja y hervía de la cólera que contenía.
—Mañana tomo el primer vuelo a California— Amanda y Julio miraron a su hijo sorprendidos.
— ¿Por qué la prisa?— Su padre dejó el vaso de whisky en el reposa brazos e intercambio miradas con su esposa.
— ¿Aun lo preguntas?— Aarón se levantó del largo sillón—. Vine porque creí que de verdad me necesitabas pero me equivoque. ¿Creíste que no lo notaría?— El chico caminó de un lado a otro y su hermana lo miro—. Valeria es tonta, yo no.
— ¡Basta!— Julio se puso de pie—. Pareces una niña llorona, sabes que las finanzas no son para ti— Aarón lo fulminó con la mirada, su padre no lo creía capaz de nada.
—Entonces debiste llamar a Óscar— Con esas palabras todos se quedaron callados y el se retiró a su habitación. Si hubiera conocido las intensiones de su padre jamás hubiera regresado a México, jamás se hubiera perdido el cumpleaños de Paulina... ¡Paulina!
Aarón se quitó la corbata que tanto odiaba y buscó en su celular el número de la habitación de Paulina, cuando supo que tendría que viajar pensó que sería buen detalle llamarla y felicitarla. Sus manos comenzaron a sudar de la nada y marco los números despacio para evitar equivocarse, primer sonido, segundo sonido.
— ¿Quién habla?— La dulce voz de Paulina lleno la habitación de Aarón, el joven sintió un calor tenue en sus mejillas y sonrió—¿Hola?— La castaña insistió.
— ¿Me extrañaste?— Paulina reconoció con rapidez la voz del joven que tanto le gustaba.
— Mucho—El corazón de Aarón comenzó a palpitar aceleradamente. Ese simple "mucho" era lo mejor que pudo sucederle durante todo el día.
Suspiró suavemente, ahora estaba convencido de lo que sentía.
—También te extraño— Los ojos de Paulina se inundaron de pequeñas lágrimas contenidas. Todos los días desde la llegada de Aarón a su vida se iba a dormir con el temor de que todo fuera un sueño y que al despertar él no estuviera y ella se encontrara sola de nuevo en aquella clínica.
— ¿Cuándo volverás?—Cuestiono ella
—Muy pronto, ahora, ve a dormir por favor—
—Buenas noches— Durara el tiempo que durara su llamada no era suficiente, ambos necesitaban estar juntos de nuevo pero, jamás lo dirían en voz alta.
—Buenas noches—Cuando la llamada finalizó Aarón miro la pantalla de su teléfono como si de los ojos mismos de Paulina se tratarán, anhelándolos, imaginándolos—.Creo que te quiero—Dijo para si mismo antes de ir a dormir.
Aarón y Pamela estaban en el aeropuerto la hora para abordar el vuelo a California, su pequeña hermana lo acompañaba con el pretexto de extrañar a su tía y hermano pero solo aquél que no la conociera lo creería, la verdadera razón por la que iba era para visitar tiendas y gastar el dinero de sus padres a manos llenas.
— ¿Me mostraras California?— Preguntó entusiasmada.
—Yo no puedo pero deberías pedírselo a Óscar, él ha conocido muchos lugares en la cuidad— Ella frunció el ceño y sin dar respuesta alguna miró a los aviones que empezaban su viaje.
Pamela era pequeña pero no pasaba nada por alto, su hermano había cambiado y no acreditaba a su tía por ello, había algo más y lo descubriría.
Después de algunas horas llegaron a California donde el chófer de Marian los esperaba. Aarón sonreía de nuevo, estaba entusiasmado y hasta llego a cantar la música de la radio en repetidas ocasiones, su hermana no entendía muy bien que lo entusiasmaba tanto pero tampoco preguntó porque seguro el no le respondería.
— ¡Marian!— La adolescente grito igual que lo hizo Óscar semanas atrás cuando vio a su tía por primera vez.
— ¡Estas hermosa!— Dijo Marian mientras abrazaba con ternura a su sobrina—. ¡Aarón!— Él joven la miró—. ¡Ven!— Pamela se quedo apreciando el jardín y toda la belleza que tenía a su alrededor mientras ellos hablaban.
— ¿Qué sucede?¿Paulina esta bien?— Ella asintió mientras sacaba un sobre amarillo de debajo de sus manos.
—Yo llevaré de paseo a Pamela, toma esto como la paga de tu trabajo. Nos vemos en la noche— Ella le guiño el ojo y el chico enamorado la abrazó para después marcharse, el viaje lo tenía agotado pero las siestas podían esperar.
Durante el camino a la clínica Aarón ideaba algún plan para festejar el cumpleaños de la castaña, debido a su discapacidad tenia que pensar en algo que ella también disfrutara sin prestarle mucha importancia al medio visual. Después de algunas llamadas todo estaba listo.
Suspiró antes de girar la perilla, estaba nervioso, tan nervioso como la primera vez que golpeó esa puerta pero ahora era por razones diferentes. Entró y ahí estaba ella.
Se encontraba recostada y con los ojos cerrados, creyó que estaba dormida pero, movió sus dedos medio e índice al ritmo de la música que inundaba sus oídos gracias a los auriculares y el sonrió.
—¡Ay!— La castaña se quejó como niña pequeña y arrugó la nariz. Aarón rio al verla enfadada con el pequeño artefacto.
—¡Feliz Cumpleaños!—Los ojos de Paulina se hicieron grandes y cuando ella se levantó de la cama el se acercó y ambos se abrazaron.
—Creí que regresarías mañana—Aarón la mantuvo entre sus brazos todo el tiempo que le fue posible, disfrutando el aroma de su perfume, la suavidad de su cabello, el estar con ella de nuevo.
—Pude volver antes— Paulina lo abrazo de nuevo. Tenerlo cerca era lo único bueno que había recibido ese día. Su familia no la había visitado, enviaron una tarjeta con música donde se disculpaban y deseaban feliz cumpleaños
— ¿Tienes algo en mente para celebrar?
—No— Sonrió apenada
—Yo ya tengo una sorpresa— Dijo él en un tono travieso.
Paulina se había enamorado de Aarón por todo lo que él era con ella, lástima que no tuviera el valor de confesárselo y descubrir que el sentía lo mismo.
—¿A dónde vamos?— Preguntó entusiasmada.
—No seas curiosa— Ambos rieron y cuando llegaron al lugar de su cita Aarón la fotografió sin que ella lo notara—. Espero no seas vegetariana o tendré que buscar otra cosa para cenar— La castaña negó con una gran sonrisa.
Llegaron a el restaurante de un amigo de Marian, este se encontraba en un pequeño Muelle y esta tarde estaba disponible solo para ellos dos
—¿Eso es el mar?— Paulina se detuvo un momento cuando escucho que las olas llegaban a la orilla.
—Estamos en un Muelle.
El lugar entero contaba con la tenue luz de velas aromáticas, la brisa marina se mezclaba en el ambiente y a lo lejos se podía escuchar la música de tres violines. Aarón la ayudo a sentarse y la miró con descaro por un largo tiempo como si quisiera guardar una foto mental que recordará para siempre.
—¿Le gustaría bailar una pieza mientras nuestra cena esta lista?— Aarón tomo la mano de Paulina mientras ella negaba.
—¿Sabes bailar?— El comenzó a reír
—No, en algún momento de mi niñez tome clases, después me aburrí y las abandone, pero supongo que no es tan difícil— La llevo a un lugar alejado de la mesa y se colocó en la posición que su maestra le dijo miles de veces.
—Yo te enseño— Paulina corto un poco mas la distancia que existía entre sus cuerpos y le explicó los pasos básicos para no morir en el intento. Minutos después bailaban abrazados y el cantaba en un susurro—¡Aarón!— La chica interrumpió su tarareo.
—¿Qué pasa?— Preguntó sin detenerse, ella estaba recargada en su pecho y el la abrazaba.
—Te quiero— La reacción de Aarón le preocupaba y eso fue notorio en el hilo de su voz, el chico se detuvo y tomando el rostro de su amiga respondió.
—Y yo a ti, Paulina—. Beso su frente y la abrazo...
Sus conversaciones eran las largas y placenteras, reían de los chistes del otro aunque fueran malos, peleaban por pequeñas cosas y bromeaban sobre todo.
Al volver a la clínica Jazmín, una de las enfermeras, encargada del segundo piso los regañó por llegar tarde y después de ello abrazo a Paulina para felicitarla.
—¿Te gustaría que leyéramos algo antes de irme?— Ella asintió y el teléfono de Aarón comenzó a sonar—.Espera— Le pidió con una sonrisa y salió de su habitación.
La persona que llamaba era Óscar con un tema nada urgente.
— ¿Dónde estás?— El chico parecía preocupado y lo estaba—. Son las 11, ¿quieres que vaya por ti?
—No, puedo volver sólo, ¿Qué sucede?
—Papá llamo, dijo que no olvidaras la fecha de tus inscripciones en la Universidad— Aarón tensó la mandíbula y comenzó a caminar de un lugar a otro.
—Sobre eso— Titubeó con inseguridad sintiéndose nervioso por lo que iba a decir.
— ¿Qué?— Cuestionó su hermano formándose una idea de lo que Aarón quería.
—Tal vez me quedé en California— Paulina cepillaba su cabello y por el silencio absoluto que había en la Clínica podía escuchar la conversación de Aarón sin dificultad.
— ¿Es por ella?— Un silencio largo se creó y Oscar insistió de nuevo queriendo creer que su hermano no lo había escuchado—. ¿Es por Paulina?
— Si, es por Paulina. Ella me necesita y no quiero dejarla sola, podría continuar mis estudios aquí y seguir trabajando para Marian.
—¿Y papá?, el no lo aceptara.
—Tendrá que hacerlo, es más. Te tiene a ti así que no me necesita. Hablamos después— La llamada se finalizo y el regreso a la habitación de Paulina.
—¿Todo bien?— La castaña se acercó y el asintió
—Si, no es nada— ¡Mentiroso!, pensó ella— ¿Qué quieres que lea?
—Nada, me siento algo cansada y quisiera dormir, ¿vienes mañana?—Él aceptó aunque el cambio de parecer en Paulina lo sorprendió pero quiso creer que decía la verdad.
—Bien—Besó su frente y tomo su chamarra—.Hasta mañana. Se escuchó la puerta cerrarse y ella regreso a la cama.
La conversación la hacía sentir culpable, ella quería mucho a Aarón y estaba enamorada de el pero permitir que se quedara sólo por su discapacidad era algo egoísta. Entendía que el tenía una vida en México, familia, amigos y la Universidad, cosas que no podía abandonar. Tomó el teléfono de su habitación e intentando contar las teclas marco el único numero que sabía de memoria.
—¿Hola?— Vanesa, su pequeña hermana respondió del otro lado de la línea.
—¿Quién es?— Pregunto alguien a su hermana en la lejanía.
—No lo se, no responde— Se escucho como intercambiaron el teléfono y ahora su madre se aclaraba la voz como siempre acostumbraba hacerlo.
—¿Quién habla?— El rencor de Paulina despertó, recordó el accidente que tuvo por el cual perdió la vista, recordó a su madre diciendo que lo mejor era llevarla a una clínica hasta que fuera candidata para una operación, nadie la apoyo cuando ella dijo que no quería hacerlo—¿Hola?— La voz de su madre la hizo volver al presente y con molestia colgó el teléfono mientras secaba sus mejillas. Aún no estaba lista para volver y fingir que nada había pasado.
Pero su plan era recuperar la vista y así demostrarle a Aarón que quería estar con el porque lo quería mas no porque necesitara de su ayuda por su discapacidad.
A la mañana siguiente, Paulina caminaba de un lado a otro en su habitación sin saber que hacer, sería difícil ver a su familia de nuevo pero era un sacrificio que quería correr por Aarón y por ella misma, mantenía la esperanza de que ya pudiera ser operada y recuperara la vida que tenía.
Marcó de nuevo el número de la noche anterior y espero, al segundo sonido atendieron y ella suspiro.
—¿Hola?— Escuchar la voz de su padre la hacía sentir triste, decía amar a sus hijas pero la había dejado en esa clínica sin visitarla después, ignorando que ella necesitaba de el, de todos—.¿Me escucha?
—Hola, Papá— Leonardo mantuvo un largo silencio, temeroso por saber lo que su hija sentía.
—¿Paulina?— Pregunto con la voz cortada. En realidad el estaba arrepentido por haberla dejado cuando mas lo necesitaba pero no estaba preparado para lidiar con la discapacidad de su hija y ahora se sentía avergonzado, por eso no la visitó.
—¿Puedes venir?— Esta vez su padre no quería crear excusas tontas para no afrontar el problema que tenían, quería ver a su hija y decirle lo arrepentido que estaba.
—Hoy voy a verte— Paulina agradeció y corto la llamada.
Leonardo recordaba como su hija lloraba y le suplicaba que no la llevara a una clínica, que no la abandonara, pero la situación era demasiado para él. Frente a la puerta de la habitación 22, pasó las manos alisando su traje y suspiro antes de tocar, la puerta se abrió segundos después y ahí estaba la castaña, un poco mas alta de lo que la recordaba, ahora usaba el cabello largo cuando antes le gustaba corto, se veía mas delgada y un poco ojerosa.
Cortó la distancia entre ambos y abrazo a su hija.
—¡Lo siento!—Su voz se quebró al final y todo el coraje que Paulina tenía desapareció, se recordó a si misma haciéndole compañía en la biblioteca cuando tenía mucho trabajo, cuando salía de la escuela y el estaba esperándola, los helados y las conversaciones interminables, todo.
—¡Me abandonaste!— Soltó con desprecio
—Era demasiado para mi, se que también para ti y que fui egoísta pero, me arrepiento.
—Quiero salir de aquí, quiero mi vista de regreso.
Marian y María preparaban el desayuno cuando Óscar entró a la cocina.
—Buenos días— El chico estaba despeinado y en pants de dormir, se veía desvelado y cansado
—¿Te sientes bien?— El asintió con una sonrisa
—Ayer volví a pintar— Marian soltó el trapo de cocina que tenia en las manos y lo abrazo. Óscar lo había dejado por que pensaba que de nada servía perder el tiempo en ello si no podría dedicarse a eso por ayudar a su padre, pero volver a pintar significaba que volvía a creer en el mismo y que le diría a Julio lo que realmente deseaba hacer.
—Buenos días— Aarón apareció con una gran sonrisa, de esas que no se le veían todos los días.
—¿A que hora llegaste anoche?— El chico le sonrió a su tía para que no lo reprendiera y al ver que no funcionaba hablo
—No lo vuelvo a hacer— Todos los presentes rieron mirándolo tiernamente.
—Estas arreglado, ¿visitaras a Paulina?— Las mejillas de Aarón se sonrojaron al tener la vista de todos encima y escuchar el nombre de Paulina.
—Si, me voy— Beso la mejilla de ambas mujeres y después de despeinar el cabello de su hermano se fue.
—Ayer me dijo que no quería volver a México— Marian miro a su sobrino sorprendida con tal comentario y María comenzó a reír
—Lo que hace el amor— Finalizó y siguió cocinando.
Aarón vio que un señor muy elegante salió de la habitación de Paulina, segundos después el entro confundido.
—¿Quién era el?— Paulina tenia los ojos llorosos y el se preocupo mas—. ¿Te hizo algo?— La castaña negó.
—Es mi padre— El se tranquilizó y se sentó a su lado—. Vino a visitarme, pasare unas semanas fuera de la clínica
—¿A dónde irás?
—Ya lo sabrás—Sonrió la castaña—.Quiero un helado, ¿vamos?— Aarón asintió sin olvidar el tema pero no volvió a insistir porque su amiga parecía muy feliz.
—¡Vamos!— El sol estaba en su punto máximo de calor pero dentro de la heladería la temperatura era agradable, las mesas y paredes eran de colores pastel, caminaron hasta la mesa mas alejada de la puerta y se sentaron uno frente a otro.
—Te apuesto que terminare mi helado mas rápido que tu— Lo reto Paulina mientras le mostraba su lengua.
—Cuanta seguridad—Aarón se burlo—. ¿Quieres apostar?— La joven asintió—. Uno, dos...
—Tres— Finalizó la castaña para después comenzar a desaparecer su helado con rapidez. Habían pasado 7 minutos y los dientes de ambos chicos temblaban como si fueran a caerse, tenían la lengua dormida y la boca muy fría—¡Gane!— Anunció ella.
—Que tramposa— Le reprendió su amigo—. Empezaste antes
—Aprende a perder— Pagaron la cuenta y regresaron a la clínica.
—¿Cuál es mi castigo por perder?— La chica le sonrió satisfecha pues sabía lo que quería.
—No será castigo, quiero conocerte—El la miro frunciendo en ceño.
—Ya nos conocemos— Ella negó.
—Tu a mi si, yo a ti no— Se acercó a su amigo y con las manos comenzó a tocar su cara, con suavidad. Acarició su frente, su cabello, sus ojos, sus mejillas y al final sus gruesos labios, lo que no notaba era la poca distancia que los separa. Aarón tomó sus manos y cerrando sus ojos se acerco a sus labios, el primer contacto fue como una explosión para ambos. Aarón sintió algo, ese algo especial que jamás había sentido antes. Paulina creyó estar soñando suerte para ambos que no era así.
—Te quiero— El le hizo saber.
Al día siguiente Paulina dejó la clínica y los días pasaron. Las primeras dos semanas de su ausencia Aarón hizo el traslado de Universidad, consiguió los papeles que necesitaba y visitó muchas escuelas, Marian le prometió apoyarlo en todo pero con la condición de que viviera en su casa, no había recibido noticias de Paulina y comenzaba a preocuparse aún cuando ella le pidió que confiara.
Oscar y Pamela habían vuelto a México, felices por su hermano y el cambio de actitud que tenía, sus padres no estaban muy de acuerdo con el traslado de País pero con la intervención de Marian terminaron aceptando.
—¿Qué tienes?— Pregunto su tía, acompañándolo en la orilla de la alberca
—Hace un mes que no la veo— Dijo el chico con tristeza—. ¿De verdad planea volver?— Marian comenzó a reír.
—Sobre eso quería hablarte— acaricio su cabello con ternura—. Llegara mañana
—¿Cómo lo sabes?— Se levanto de su lugar—. ¿Hablaste con ella?, ¿qué dijo?, ¿porqué no me la comunicaste?
—Ella llamó cuando estabas en la escuela, dijo que te extraña y que vendrá mañana.
—No, yo iré por ella. La ciudad es peligrosa y...— La mujer lo interrumpió divertida.
—¡Sh!, Confía en ella— El asintió y se fue a su habitación. Estaba nervioso y contento por su regreso, quería verla, besarla ahora que ya podía, abrazarla, en verdad la extrañaba demasiado.
Eran las 2:30 de la madrugada y el chico no podía dormir, el entusiasmo que sentía era mayor que su necesidad de descansar. Mientras pensaba en lo que sucedería el día siguiente recordó todo lo que había olvidado el último mes; la primera vez que la vio, el día de la playa, cuando le enseño a bailar, la tarde en la heladería y la vez que la vio llorar. Sin duda ese castigo era lo mejor que le había sucedido.
Bajo las escaleras sintiendo sus ojos cansados, llego a la cocina y le sonrió a María.
—¿No dormiste?—El asintió y ella río, minutos después el timbre de la casa sonó pero no era ella.
Aarón sentía que el tiempo trascurría demasiado lento, intento no quedarse dormido, leyó un libro y a las 7:00 comenzó a vencerle el sueño en el sillón.
Llamaron a la puerta y Marian atendió pero antes despertó a su sobrino.
—¡Paulina!— Aarón comenzó a temblar mientras escuchaba los pasos acercarse, respiro profundo y vio que la castaña llego a la sala con su tía, Aarón se acercó a ella y la abrazo.
—Creí que no volverías— Dijo lo mismo que ella cuando Aarón la visito por segunda vez.
La soltó alejándose para apreciarla y ella le sonrió mientras lo miraba ilusionada. ¡SI!, podía verle, podía conocer a la persona de la que se enamoró, ese que le brindo su amistad y la quiso con su discapacidad.
—Puedes verme—Su voz se quebró.
—¡SI!— Ella lo abrazo y las lágrimas no se hicieron esperar por las mejillas de ambos. Cuando el amor nace de la nobleza y la comprensión, se obtiene una genuina sensación de bienestar por que la persona amada este bien. Y ese fue el caso de Paulina y Aarón. Dos corazones que se reconocieron antes de poder verse. Y ahora que por fin los corazones ven con claridad, bueno, eso es otra historia...
iyfemz7
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