Belinda (@PashRepacasdean)
Género: fantasía.
Todos dicen que el Gran Aquelarre es perfecto, que es justo con todos. Yo no lo veo así, conocí el seno del Gran Aquelarre, he visto todo lo que necesitaba para convertirme en la víbora que estropearía el Edén, y eso no será algo de lo que me sentiré orgullosa. Sin embargo, alguien debe poner un alto y sólo una pequeña víbora se atrevió a hacerlo.
Belinda Pantucci.
La ciudad había sido un buen escondite durante los últimos ocho años. Había tenido un buen trabajo y tiempo para aprender a vivir por mi cuenta. Mi casa era un cuarto alquilado en una casa de Londres, pero no me quedaría aquí por más tiempo. Me levanté y observé en el espejo el tatuaje que llevaba en el pecho: una cobra y una rosa. Esa mañana me había despertado sintiendo los mismos susurros que me perseguían hace ocho años y uno de ellos dijo algo sobre mi tiempo.
Moví mi cabeza de lado a lado y me puse una simple camisa a cuadros junto con unos jeans desgastados. Miré mi cabello ensortijado y teñido de blanco, un color irónico dado que yo no me consideraba pura, no después de ese día, para luego abandonar el cuarto con mi mochila. La casa donde me alojaba estaba decorada de un estilo tradicional, con algunos cuadros y fotografías. No me detuve a observar nada, si lo hacía me quedaría allí hasta que me ganara el sueño, debía irme.
Suspiré y dejé mi juego de llaves junto con un poco de dinero en la entrada de la casa. Afuera estaba fresco y húmedo, pero no me importó, tracé un semicírculo con mi mano derecha en el aire a la vez que susurraba la palabra "viaje" en una lengua que muchos calificarían de ficticia. Un pequeño movimiento en la tierra anunció la aparición de dos fauces que luego se cerraron a mi alrededor. Caí en medio de la negrura con mis ojos cerrados, pues la claustrofobia me resultaba insoportable, por muchas veces que me desplazara de ésta manera.
—Literalmente te escupió la tierra.
Sentí el peso de la gravedad con esas palabras. Abrí mis ojos y las lágrimas no tardaron en llegar. Frente a mí estaba mi hermana mayor. No había cambiado ni un poco en los últimos años, seguía teniendo su cabello negro de peinado afro y aquella sonrisa de amabilidad con la que la recordaba.
—Oh, Mel—sollocé a la vez que me lanzaba a sus brazos.
Mel me abrazó con fuerza, esa fuerza que uno usa para decir "también te extrañé, estaba preocupada por ti". Me separé de ella para verla con una sonrisa, por los grandes brujos, vaya que la había extrañado estos últimos ocho años.
—Me ha costado encontrarte—me dijo de golpe.
Limpié mi rostro con la camisa a la vez que una risita nerviosa se me escapaba. Todos estos años me había cuidado de no utilizar mucho mis capacidades, pues en el lado humano del Velo era igual a tirar un fuego artificial. Ni hablar de Internet, el cual se había vuelto un peligro para todo brujo renegado que lo usara.
—Tenía que ocultarme—contesté sorbiendo mis mocos—. Pero, ¿cómo me has encontrado?
Mel esbozó una sonrisa que no me terminó de gustar y se arremangó la remera manga larga que llevaba. Bajé la vista y sentí que el aire me abandonaba. Los tatuajes de mi hermana se veían como si fueran miles de huesos de tinta roja sobre su piel, arañas de tinta salían por todos lados. La garganta se me secó y fui incapaz de oír cualquier sonido fuera. Alcé la mirada y me pareció que una venda se salía de mis ojos.
—¿Qué has hecho, Melania?
Junto con la sonrisa de Melania aparecieron los susurros. Esas palabras que varias veces me habían acercado al abismo, las mismas que no me pertenecían pero que igual oía. Retrocedí instintivamente justo cuando Melania realizó un extraño movimiento de manos y susurrando palabras en múltiples idiomas que me incitaban a dejar de vivir.
"Ven con nosotros."
"¡SALVA A MI ALMA!"
"No sirves para nada."
Quise cerrar los ojos y tapar mis oídos, pero de los pies de Melania comenzaron a salir criaturas que solo podría esperar de mis peores pesadillas. Algunas tenían aspecto humanoide y otras no podría definir qué eran exactamente.
Asustada, estiré mi mano derecha y agarré unos hilos de magia, de los cuales tiré con fuerza. Las plantas a mis pies se entrelazaron para dar paso a una víbora, la cual crecía a la par del ardor de mi mano.
—Lo siento hermanita, pero el Gran Aquelarre no permite fallos—dijo Melania antes de lanzarse hacia mí con sus criaturas. Estaba rodeada y mi estómago no soportaría un viaje como el de antes.
Haciendo acopio de mi magia, tiré de los hilos que todavía tenía en mi mano y los moví pensando en la palabra «defiende». Como una marioneta, la víbora comenzó a retorcer su cuerpo, mandando a volar a todo enemigo que se acercara. No veía con claridad, estaba en ese momento donde el poder me dejaba ciega hasta que empezaba a ver al mundo en manchas de calor.
No llegué a ese momento, pues Melania de algún modo logró esquivar a mi víbora y darme un puñetazo en la mandíbula. El universo entero desfiló ante mis ojos. Choqué contra el suelo secamente. El aire abandonó mis pulmones y la espalda me dolió.
La furia y el miedo nunca han sido emociones que me gustaran juntas, pero eso fue lo que sentí, y eso desencadenó todo. Mis ojos se abrieron y una sensación de poder me recorrió desde la punta de los pies hasta el cabello. Nadie iba a acabar conmigo.
—Sólo faltas tú, Belinda—creí oír a la que era mi hermana.
Ocurrió muy de prisa, mi cuerpo giró hasta quedar panza abajo, mis brazos y piernas me impulsaron hacia Melania. Sentí que mis extremidades se fusionaban con mi tronco, mi rostro se estilizaba y mis colmillos se volvieron agujas letales. Enrosqué mi cuerpo alrededor del de Melania y, rápidamente, le clavé mis colmillos.
Lo que ocurrió después no es más que un confuso borrón en mis recuerdos. Si sé que, cuando recuperé el control, mi hermana estaba muerta. No lo sabía porque la veía, sino porque tenía esa sensación de pérdida que estrujaba el corazón. A pesar de que mis manos eran las culpables, no pude evitar llorar hasta que mi garganta ardió de dolor.
"Eres una vil serpiente."
"¡ASESINA!"
Una y otra vez me repetían esas voces en mi cabeza.
"Has salvado a Enchantland. Era lo correcto."
Pero, ¿realmente era una heroína? ¿Acaso los héroes no salvan a todos? Todo lo que puedo pensar es en el Gran Aquelarre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top