"Hermosa Pesadilla" de Lau_Antigona

Fandom: Yuri!!! On Ice.


Y lo más puro que poseíamos, y que con dificultad alejamos del mundo deleznable en el que nos hallábamos sumergidos, fue destruido en el tiempo que una lágrima se deslizó en dirección a mi mejilla.

Grité, con lo más hondo de las emociones que albergaba, grité una y mil veces para recuperar al ser profano que más adoraba mi corazón; mas la negrura del destino, provocó que él ya no me escuchara con la misma claridad que antes nos acogió en una burbuja de felicidad.

—Por favor —supliqué ahogándome con las lágrimas que surcaban mi lívido rostro, reflejo de una expresión provocada por la infelicidad que me embargaba—, por favor —reiteré mi petición. Arrodillado y tomando una de sus manos, le otorgué un ligero beso que demoró en deshacerse—. No quiero separarme nunca de ti —le confesé temblando por la impotencia que me susurraba al oído que era un inservible, que no lograría rescatarlo del enorme mal que lo asechaba—. No quiero perderte.

—Así tenían que ser las cosas —musitó con la voz perdiéndose en el aire de ese sucio callejón. De sus hermosos labios, escapó un poco de sangre, y mis sollozos no hicieron más que intensificarse al ver como su vida iba a la deriva de un enorme mar del que no saldría. No podía hacer nada, no podía salvarlo. Era demasiado débil para actuar.

Mi mente elucubró planes para conservar su alma junto a la mía; no obstante, ¿a quién podría recurrir? Nadie me ayudaría a rescatarlo. No cuando sus fechorías anteriores lo precedían.

—Recuerda que siempre te amé y jamás quise hacerte daño —me dijo antes de que sus ojos se cerraran a la luz opaca de la luna.

Todo el amor que construimos en los años que vivimos juntos, la pasión en la que nos hallamos subyugados por el fuego de nuestras venas; nada de ello servía en el instante que lo perdía por culpa de un ajusticiamiento que llegó demasiado tarde. ¿Por qué nos hacían eso? Ya no pertenecíamos a ese mundo estúpido.

—¡Yuuri! —grité al sentir que su respiración se apagaba y era reemplazada por una apacibilidad que revelaba su descanso eterno—. No puedes dejarme, por favor —le rogué que volviera a la vida. Incluso moví su cuerpo para despertarlo, pero me fue imposible restablecer el brillo de su antigua sonrisa—. Por favor —sollocé apoyándome contra su pecho—, haría cualquier cosa por cambiar este momento —mi voz se distorsionó al soltar una sentencia de la que quizá terminaría arrepintiéndome—. Haría cualquier cosa para que vuelvas a la vida. 

Mis propias palabras se desvanecieron en el sin sentido cuando el viento que soplaba contra mis cabellos, se intensificó hasta calar en lo hondo de mis huesos. Mis párpados comenzaron a pesarme y una envolvente sensación de cansancio se apoderó del resto de mi sistema, haciendo que mi mente no encontrara sentido a las imágenes de mis vivencias pasadas. En la neblina de mis ojos, una figura extraña, pero que me resultó familiar, terminó por llevarse mi consciencia cuando posó una de sus manos sobre mi hombro...

—¡Yuuri! —fue lo primero que clamé al despertar en la mañana. Mi rostro sudoroso mostraba la clase de sueños diáfanos que tuve durante toda la noche.

El sol brillaba en todo su esplendor e ingresaba a través de mi ventana, haciendo que la intensidad de mi malestar anímico, aumentara. Yo odiaba demasiado el verano.

Mientras el adormilamiento iba apartándose de los senderos de mi cabeza, las imágenes de lo ocurrido horas antes, ocasionó que mirara hacia el costado. Al no encontrar a Yuuri durmiendo en su sitio correspondiente de la cama, como siempre lo hacía, me quité las delgadas sábanas que me cubrían. En mi aturdimiento, admiré la habitación llena de pósteres y tonterías, que en aquel momento no le presté atención. Sin ponerme pantuflas, salté de la cama y me dirigí a la entrada de la habitación; al salir del amplio lugar, me hallé en un largo pasillo y a pesar de que dentro de mí sabía que aquella no era mi casa, lo llamé infinidad de veces.

Mis gritos se detuvieron cuando mi garganta comenzó a dolerme por el excesivo esfuerzo hice, y en esos segundos, la reflexión me iluminó. Aquel no era el rústico hogar que había construido al lado de Yuuri, las paredes llenas de cuadros de artistas modernos, no se parecían en nada a las paredes de madera del lugar que más felicidad me dio.

El sitio no me era extraño ya que, al menos, ese pasillo era la réplica exacta de la casa donde viví la mayor parte de mi adolescencia.

—¡Yuuri! —volví a gritar. Más confundido, pero con la misma desesperación de encontrarlo. No me importaba lo demás, mi prioridad era estrecharlo contra mí, nuevamente.

Una de las puertas de aquel corredor, se abrió de par en par. Como era previsible, del interior de la habitación, emergió una figura que no pensé volver a ver en mi vida.

—¡Estúpido Viktor! —Exclamó el pequeño rubio al que quería como un hermano—. Deja de gritar, estúpido. No me dejas dormir tranquilo, maldito.

—Yurio —titubeé acercándome a él para mirarlo con mayor detenimiento—. Estás vivo... —aunque no era propio de mí, extendí mis brazos y le di un fuerte abrazo—. ¡Estás vivo! —y la felicidad inicial se extravió entre las cientos de preguntas que giraban en mi mente. Comprendí que era imposible: Yurio había muerto en los brazos de Otabek.

¿Qué era todo eso?

¿La muerte de Yuuri me había arrebatado la cordura? Al menos esa era mi hipótesis.

—¡Déjame, pervertido! —Yurio me dio un derechazo en el estómago, no fue doloroso, pero fue lo suficiente real para recalcarme que eso no era un sueño—. ¡Estás loco! ¡No entiendo de qué diablos estás hablando!

—¿Por qué estoy aquí? —Inquirí tomándolo de los hombros—. Dime, trajeron a Yuuri aquí.

—Viktor, ya me estás asustando —resopló mi confidente. Haciendo un movimiento brusco, se separó de mi lado y con lentitud, comenzó a retroceder.

—¿Por qué te ves más joven? —ese detalle fue el último en causarme conmoción. Yurio era más pequeño que yo, incluso su rostro no tenía la madurez dibujada en la última ocasión que nos vimos.

—¡Yakov! —Gritó Yurio—. ¡Lilia! Creo que Viktor se ha golpeado la cabeza; no deja de hablar tonterías.

Otra de las puertas ubicadas en el corredor, se abrió y de esta salió Lilia, con ese gesto inflexible que dejaba con la boca abierta a más de uno. Con esa actitud reacia que trasformaba en obediente al más vándalo de los hombres.

—¿Por qué tanto escándalo? —Interrogó cruzando los brazos y mirándonos con desaprobación por los gritos que dábamos.

—Viktor se golpeó la cabeza y está diciendo tonterías —sentenció Yurio.

—¿Te duele la cabeza —preguntó Lilia y yo negué que fuese cierto.

—No, no me duele la cabeza —afirmé perdiendo el poco control que me quedaba—. No estoy diciendo ninguna tontería —me defendí—. Solo que ayer... —mi respiración se cortó al recordar a Yuuri muriendo frente a mis ojos—, ayer yo estaba con Yuuri y uno de los cazadores nos encontró y le disparó —relaté sin entrar en detalles que pudieran lastimarme. Lilia arrugó la frente del asombro—. No, no estoy mintiendo, estoy diciendo la verdad —argumenté al verla incrédula de mis palabras.

Lilia ingresó a su alcoba y volvió a los pocos segundos acompañada de Yakov.

En contra de mi voluntad, ellos dos le ordenaron a Yurio me obligara a cambiarme para ir a una consulta médica. Era anormal que estuviera diciendo el nombre de una persona que ninguno conocía, al menos para todos, yo estaba desvariando. A regañadientes, Yurio me hizo entrar al baño, para que me alistara.

La confusión era un nuevo sentimiento floreciente en mi alma; no tenía la menor idea de lo que era correcto hacer; la contrariedad me atestaba y nadie creía en mis palabras, yo estaba seguro de lo que había vivido con Yuuri. Los recuerdos tallados en mi piel, eran la prueba de que no estaba loco.

Pensativo, me acerqué al lavadero, pero ni siquiera había abierto el grifo cuando me topé con mi reflejo...

Mi cabello llegaba a mis hombros, tal y como estaba durante mi adolescencia; mi rostro no tenía ni una sola arruga... no era el mismo.

Sin evitarlo, pegué un grito. Como era de esperarse, a los pocos segundos, Yurio ingresó al baño.

—¿En qué año estamos? —fue lo primero que le pregunté al darme la vuelta y encontrarme con él.

—En el 2018, hoy es cinco de febrero —respondió Yurio, frunciendo el entrecejo por lo estúpido de mi pregunta.

—Es imposible que estemos en el 2018 —apoyé ambas manos en mi rostro para controlar mis ansias de continuar gritando.

—Viktor, si esta es una de tus artimañas para llamar la atención, te juro que te golpearé —me amenazó Yurio—. Primero nos asustabas diciendo que veías personas extrañas y ahora dices que es imposible que estemos en el año en el que estamos ¿qué te sucede?

"Recuerda lo que dijiste anoche, niño bonito. Dijiste que harías lo que sea para que él viviera".

—¿Quién anda allí? —exclamé moviéndome de lado a lado y sin encontrarme con el dueño de la voz gutural.

—Viktor, me estás preocupando ¿qué te pasa? —Yurio, que seguía en el marco de la puerta, dudó entre ingresar a verme o salir corriendo por ayuda.

"Al parecer recién te das cuenta de lo ocurrido. No me equivoqué, eres demasiado lento para hacer procesos mentales complicados".

Busqué al dueño de la voz por todas partes, mas no lo encontré

—Yurio, dime que tú también no lo escuchas —expresé. Al retornar mi atención a Yurio, comprobé que mi pequeño hermano se hallaba inmóvil, haciendo una mueca de horror por la sarta de barbaridades que decía.

—Nadie me escucha más que tú —un humo espeso se materializó en el interior de ese cuarto. Un humo que poco a poco fue volviéndose más concreto—. Hola, no nos vemos hace mucho —con ese dejo pícaro, la personificación de mis más grandes temores, me saludó.

—Toshiya Katsuki —contuve las ganas de echarme correr al ver a ese sujeto en la habitación. La última vez que nos encontramos, él había intentado matarme—. ¿Usted hizo todo eso? ¿Retrocedió el tiempo?

—No eres tan tonto como creía —sonrió—. "Ayer" —dijo con ironía—, mi hijo murió por tu culpa, pero aún hay tiempo de resarcir ese error ¿no crees?

—Entonces Yuuri si existe y está vivo —me sentí más aliviado por lo segundo.

—En este presente aún está vivo, aunque el futuro seguirá siendo el mismo si te interpones en su camino —entrecerré los ojos al no intuir a donde quería llegar—. Por eso, ahora que él está vivo, joven y sin conocerte, te pido que no te le cruces. Y si algún día lo ves, no le hables porque como un bucle, la historia se repetirá una y otra vez.

—¿Yuuri volverá a morir si hablo con él? —pregunté temeroso de su respuesta; como era de esperarse, él asintió—. ¿Usted no puede detener ese evento?

—No, no puedo hacerlo; menos si él renuncia a sus poderes por ti, tal y cómo lo hizo antes —la rotundidad de su hablar, me congeló la consciencia.

—Debe haber una manera de...

—Sí, y es que no se conozcan. Tú quieres que él viva, así que no seas egoísta; no te le acerques —más que una petición, me resultó peor que una amenaza—. Por ahora, te recomiendo no salir hoy. Adiós y no hagas una tontería de la que puedas arrepentirte.

En aquel instante, él terminó evaporándose en el aire, dejándome mareado por la infinidad de cosas que acababa de decirme con tal de alejarme de Yuuri.

—Viktor —Yurio caminó hasta mí y el brillo angustiado se denotó en su tono llano de hablar—, ¿ocurre algo?

—Sí —afirmé fingiendo una sonrisa—, ocurre que todo era una broma —exhalé para no romper a llorar—, lo siento, quería saber si podías preocuparte por mí.

—Idiota... —las mejillas de Yurio se sonrojaron. A diferencia de lo que pensé, Yurio agachó la mirada y musitó—: Dime, el golpe en la cabeza ¿qué tan fuerte fue?

—No sé de donde sacas que me golpeé la cabeza —sin ser grosero, tomé de la muñeca a Yurio y lo dirigí hacia la salida—. Dile a Yakov y a Lilia que no iremos a ningún lado, ya me siento mejor —Yurio levantó un dedo para insultarme; no obstante, yo le cerré la puerta en la cara.

Todo era un horrible sueño o una hermosa pesadilla en la que tenía la oportunidad de resarcir cada uno de los errores cometidos en el inicio de mi vida. Conservaba las ganas de reencontrarme Yuuri; sin embargo, que él muriera en mis brazos, no era mi objetivo. Me senté al borde de mi cama y dejé las manos sobre mis rodillas; en silencio me pregunté ¿cuál era la mejor opción?

Un grito proveniente de fuera de la casa, hizo que me espabilara de mis pensamientos. Como si de un magnetismo se tratara, me puse de pie y me asomé por la ventana. El sol radiante reflejaba a un joven fuera de lo común corriendo por la avenida, mientras otros tres sujetos lo perseguían. A pesar de que una gran cantidad de personas recorría la misma calle, nadie hizo nada para rescatarlo.

—Yuuri —medité recordando el modo en el que nos conocimos un día similar a ese; pero en otra época.

¿Cómo pude olvidar algo tan importante? Sin prestarle atención a las voces de Yakov y Lilia que pretendían llevarme al hospital, salí de la vivienda y seguí la misma dirección que mi amado; y pese a que el cansancio me abatió, alcancé a llegar al callejón donde se hallaba él.

Y mi corazón volvió a flecharse al verlo con los puños elevados; consiguiendo abatir a los hombres que intentaban cazarlo. Su cuerpo menudo y sus ojos apagados eran la prueba de que él todavía era un adolescente, el mismo del que me enamoré.

Con mucho esfuerzo, él logró derribar a todos sus adversarios, para luego caer al suelo.
Y sin importar las consecuencias, corrí y lo recogí entre mis brazos.

Él parpadeó varias veces, hasta que fijó su atención en mí. Como la primera vez, lo contrarió que yo lo viera, ya que nadie más que los suyos tenían ese poder.

Su intento por zafarse de mis manos, ansiosas de volver a tenerlo, resultó patético; no lo comprendía y lo sobresaltó captar que le sería imposible librarse de mí.

—"Aún eres muy joven para saberlo —pensé—, pero yo seré el amor de tu vida".

Y decidí que no podía dejarlo, no me interesaba las palabras de Katsuki, Yuuri y yo estaríamos juntos y buscaríamos un modo de evitar el mismo destino que pugnaba por vencernos...

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