LA BRUJA DEL LAGO

El Lago Khala era conocido por los habitantes de Kaneng como un lugar maldito. Siglos atrás, una bruja de nombre: Batari Hidayat, fue sumergida eternamente en sus aguas, como condena por los supuestos actos de hechicería que mantuvieron a la villa bajo su dominio.

Hasta la fecha, solo era una simple historia. Pero luego, no tardó en volverse realidad.

Kaneng, Indonesia

12 de Mayo de 2005

A Adi Rahayu; un joven de 21 años, de baja estatura, piel morena, y ojos negros, le encantaba visitar ciertos lugares emblemáticos de su localidad. Pero al decir verdad, prefería los sitios lúgubres. Pertenecía al poblado de Kaneng. Trabajaba con sus progenitores en uno de los mercados más conocidos de la localidad. No tenía muchos amigos, y sus padres lo castigaban en ocasiones, por escaparse de noche para territorios inhóspitos.

Una de esas noches, él decidió salir de su hogar, mientras sus padres dormían. Se llevó una pequeña mochila, y se dirigió al luctuoso Lago Khala. Mientras caminaba sobre un puente en deterioro, contemplaba como la luz de la luna lo envolvía de manera inclemente.

Adi llegó a su destino. Dejó su mochila a un lado del pantano, se despojó de su ropa, y saltó al lago. Adoraba ese ambiente fresco y solitario. Era feliz, sin ninguna compañía, y alejado del tormentoso ruido de los pobladores, mientras consumían alimentos en el mercado.

De pronto, mientras disfrutaba de su soledad, una joven apareció. Se sentó al lado de la mochila, y comenzó a verlo fijamente. Él aún no había notado su presencia. Luego, ella le habló.

—¡Hola!

Adi se asustó y se cubrió con el agua hasta su mentón.

—¿Quién eres tú?

—Mi nombre es Batari. ¿Y el tuyo?

—Soy Adi. ¿De dónde vienes?

—De aquí. Mi familia vive a pocos kilómetros. Este lago es como un hogar para mí.

—¿Puedes acercarte? No distingo muy bien tu rostro. Está muy oscuro.

—Por supuesto —dijo Batari.

Ella se levantó, y se acercó a la orilla del lago. Era una joven hermosa, de cabello negro, ojos turquesa, y caucásica.

—Tus ojos...

—¿Qué sucede con mis ojos?

—Son hermosos.

Ella sonrió disimuladamente.

—¡Gracias!

—¿Quieres nadar conmigo? Claro, si no te importa que...

—¿Que estás denudo? No, no me importa.

Ella se quitó su ropa, y entró al lago lentamente. Luego, lo tomó del rostro, y sus ojos parecían compenetrarse en uno solo.

—Tú también eres hermoso.

Así se besaron, mientras la luna esparcía sobre ellos su noble luz.

—Debo irme. Mis padres no saben que estoy aquí —dijo Adi.

—Prométeme que te veré de nuevo.

—Mañana estaré aquí, sin falta.

Adi salió del agua, y la observó por última vez antes de vestirse.

—¿No piensas salir? —preguntó Adi.

—No por ahora. Te veo mañana, Adi.

Adi sonrió, tomó su mochila, y se alejó del lugar.

...

Adi llegó a su hogar. Sus padres aún dormían. Por suerte, no se habían dado cuenta de su ausencia.

Luego de unos minutos se acostó. No dejaba de pensar en esa hermosa chica de ojos turquesa. Tenía un rostro maravilloso, y su sonrisa era sublime.

...

La noche siguiente, Adi escapó nuevamente. No podía dejar pasar la oportunidad de encontrarse de nuevo con Batari. Sentía que ella era su gran amor.

Él llegó al sitio a las diez de la noche. Pero no la veía en ningún lugar. De pronto, ella emergió del interior del lago.

—¡Vaya! Me asustaste.

—No tienes de que temer, Adi. Ven aquí...

Así, por exactamente cinco noches, estuvieron viéndose a escondidas. Su amor se consumaba con besos apasionados, que afloraba el deseo sexual en ambos.

—Mañana es nuestra sexta noche, Adi. Estoy lista para entregarme a ti, por completo.

—¿Hay algo en especial con esa "sexta noche"?

—Nada... solo que es el tiempo suficiente para consumar esto que sentimos.

—Estoy de acuerdo.

—Mañana te veré aquí a las 11:30 de la noche.

—¿Por qué tan tarde?

—Es una sorpresa...

...

En la sexta noche, Adi regresó. Estaba ansioso. Necesitaba hacer el amor con Batari. Sentía que por primera vez en su vida, disfrutaba de la compañía de alguien.

Luego, mientras esperaba, algo nefasto sucedió. Del lago comenzaron a emerger muchos cadáveres. Empezaron a levitar, mientras él veía impresionado.

A sus espaldas, se hallaba Batari. Estaba cubierta con un vestido totalmente negro, y portaba un capuchón que cubría parcialmente su rostro.

—¿Qué es esto? —preguntó Adi.

Luego, ella le habló.

—Adi...

Él volteó bruscamente. Estaba aterrado.

—¿Quién demonios eres?

—Soy yo, Batari.

—¿Qué es todo esto, Batari? ¿Por qué estás vestida así?

—Tu vida ha estado plagada de aventuras solitarias, Adi. Por eso, hoy te ofrezco unirte con la naturaleza. Serás un ser libre. Formarás parte de mi lago eternamente.

—¿De qué hablas, Batari? Me estás asustando.

—Te convertirás finalmente en un hombre. Harás el amor con una bruja. Bajo esta inclemente luna llena, y dentro de un formidable lago.

—No. Por favor, no me hagas daño —dijo Adi, retrocediendo.

Luego, tropezó con una roca, y cayó de espaldas al lago.

Batari comenzó a acercarse, y pronto, justo a las 00:00 horas, ella se abalanzó sobre él, mostrando un aspecto putrefacto y escalofriante. Su cabello cambió a un tono blanco, y su rostro, parecía el de un cadáver acabado de exhumar.

—¡NOOOO! —gritó Adi.

De esta manera, ambos entraron al lago. Su amor se consumó definitivamente, mientras todos los cuerpos que levitaban, regresaban nuevamente a su lugar.

El lago cambió de color, a un sublime azul turquesa resplandeciente. De esta manera, Adi se unió al Lago Khala. Jamás fue visto de nuevo. Sus padres lo buscaron día tras día, pero sus esperanzas comenzaron a fragmentarse.

...

La bruja Batari no había conocido el verdadero amor. Pero al parecer, Adi era el indicado. Era ese ser que llenaba de gozo a su pútrido corazón negro. Por eso, ella ingresaba todas las noches al lago, completamente desnuda. Así se uniría con él eternamente, y consumaría su deseo de lujuria bajo sus aguas.

Las brujas suelen convertirse en ese Súcubo que se alimenta de nuestros deseos más íntimos. Pero Adi, lo descubrió demasiado tarde.

Tal vez en algún momento de tu historia, te encuentres con alguna. Loimportante, es que aprendas a diferenciar el infierno de la realidad.

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