EL INFIERNO OCULTO DE MEGAN MURPHY
Megan estaba condenada a revivir una y otra vez ese fatal accidente donde perdió la vida. El auto de su novio colisionaba en aquella vía oscura, provocando que ambas almas perecieran eternamente. No podía con tanto tormento; pero era su inevitable destino.
Un momento antes de colisionar nuevamente, ella le pidió a su novio Jonathan que se detuviera.
—¿Qué sucede, Megan?
—¿Acaso no te das cuenta de lo que está ocurriendo?
—No entiendo a qué te refieres.
—Estamos muriendo una y otra vez. Esto no tiene sentido. Me niego a pasar toda la eternidad así.
—Creo que estás desvariando, Megan. Solo te llevo a tu casa; es todo.
—¿Realmente no sabes lo que sucede?
Jonathan reclinó el asiento, y volteó a verla.
—Que te amo. Eso sucede. Solo quiero que seas feliz; pero yo soy una mala influencia.
—Un momento... —dijo Megan—. Yo no hablo de eso. Estamos en el infierno, Jonathan. ¿Es que acaso tus ojos no ven más allá?
—¿Eso soy para ti...? ¿Un infierno?
—¡Olvídalo! No tiene caso.
Megan se bajó del vehículo y comenzó a caminar hacia la nada.
—¿Cómo puede ser posible que ese imbécil no sepa que está muerto?
De pronto, el ser que transportó su alma al infierno apareció frente a ella.
—¡Uff! Otra vez tu... Ya sé lo que vienes a decirme. Pero mi alma ya no soporta otra colisión más.
—Es tu infierno, Megan —dijo el ente—. Es tu creación.
Megan volteó la mirada.
—No puedes evadir lo que tú provocaste.
—Ya lo sé. Soy una mala persona.
—Fuiste...
—Ok, ok, fui. Pero estoy...
—Dilo.
—...Estoy arrepentida. Daría lo que fuera por volver a abrazar a mis padres —dijo Megan, mientras se inundaba en lágrimas.
—A veces las cosas no son como parecen, Megan.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Megan.
—Te dije que es tu infierno.
Megan observó en varias direcciones, e imaginó a sus padres caminando hacia ella. De pronto, ambos se materializaron; pero muy lejos. Casi inalcanzables.
—¡No es posible! —dijo, mientras volteaba a ver al ser nuevamente—. ¿Estoy muerta, cierto?
—¿Qué crees tú?
—Tú me esperabas en mi alcoba. Me mostraste el momento del accidente. Vi mi foto con todas esas velas.
—¡Sí! Lo hice. —dijo el ente, mientras daba unos pasos—. ¿Sabes lo que sucede cuando un niño crea a un amigo imaginario?
—¿Cómo puedo saberlo?
—El niño no ve lo que su mente le muestra. Él observa lo que desea.
—¿Estás diciendo que yo deseaba morir?
—¡No! Estoy diciendo que nunca superaste la muerte de Jonathan. Así que lo creas en tu mente como un ser imaginario. Creas todo el entorno, donde solo ustedes dos, viven y mueren eternamente.
—¡Ahora si estoy confundida!
—Todos tenemos demonios internos, Megan. Estos demonios nos revelan aspectos de la vida, que reflejan nuestras tristezas.
—¿Quién eres?
—Soy uno de tus demonios, Megan. Si no te liberas de este sufrimiento, estarás prisionera eternamente.
—¿Cómo puedo liberarme?
—¿Qué es lo que más deseas?
—¡Vivir! Eso es lo que más deseo. Una nueva oportunidad...
De pronto, todo el entorno de Megan comenzó a cambiar. Y el lugar empezó a caerse a pedazos.
—¿Qué sucede? —preguntó Megan.
Todo el sitio se impregnó en llamas, mientras el ser desaparecía frente a los ojos de Megan. Ella comenzó a correr; pero sentía que no había escapatoria. El final era inminente. Así que se arrodilló, y dijo lo siguiente:
—No me importa Jonathan. ¡Solo quiero vivir! —dijo, antes de derrumbarse en el suelo.
...
—Megan Murphy; ¿Me escuchas?
—¿Dónde estoy? —preguntó Megan.
—¡Ya despertó!.
Megan observaba todo completamente borroso. De pronto, se levantó bruscamente.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó.
—Creo que funcionó —dijo una mujer con una bata de color negro, y una libreta en sus manos.
—¿Qué sitio es este? —preguntó—. ¿Mamá?
—Sí, hija; soy yo. No te levantes por favor.
Megan observó su alrededor, y solo veía estantes con libros, y muchas figuras extrañas.
—Megan; soy la Dra. Smith. Te hice una regresión para ayudarte. Ahora quiero saber... ¿funcionó?
—¿Es usted imbécil? Estuve en el infierno. Tuve que revivir ese maldito accidente una y otra vez.
—¡Un momento! —dijo la Dra. Smith, mientras se levantaba de su asiento, para dirigirse al sillón donde se hallaba acostada Megan—. Háblame de ese accidente.
—El accidente con Jho... —Megan se quedó con la mirada pérdida—. Él está muerto, ¿cierto?
—Sí, Megan. Por eso estás aquí. La regresión fue para que lo vieras por última vez, y pudieras sobrellevar su muerte. Pero si no es así, me temo que debemos hacer otra sesión.
—¡NOOO! —dijo Megan, saltando del sillón—. Yo no voy a regresar a ese lugar. Fue horrible.
—¿Sentiste que estabas muerta?
—Vi mi cadáver junto al de él. Estuve literalmente en el infierno. Revivía el momento del accidente, una y otra vez.
La Doctora observó a la madre de Megan.
—No logramos la regresión. Pero sí algo más... —dijo la Doctora—. Hicimos que te conectaras con él.
—Él no estaba solo, el día del accidente —dijo la madre de Megan.
—Estaba con Danielle. Ahora lo recuerdo todo. Él se fue con ella, y me dejó sola en esa fiesta.
—Tú estarías muerta ahora, de no ser así —dijo la Doctora Smith.
—Quiero ir a visitarlo —dijo Megan.
—¿Estás segura que quieres hacerlo?
—¡Sí! ¿Dónde está sepultado?
—Sus cenizas están en manos de su padre.
Megan lo recordó por un momento. También vino a su memoria, lo que le dijo en aquel sitio lúgubre que tenía aspecto de purgatorio.
—Me dijo que me amaba. Necesito visitarlo.
—Yo te acompaño, hija mía —dijo su madre.
...
Rato más tarde, Megan y su madre llegaron a la casa de Jonathan Collins. Su padre abrió la puerta con recelo.
—¡Eres tú! —exclamó Mark Collins, con impotencia—. Largo de aquí. Ya hicieron suficiente daño. Mi hijo está muerto gracias a ti.
—Yo no tuve nada que ver —dijo Megan—. No estuve con él en el momento del accidente.
—Tú eras una mala influencia para él.
—O tal vez era lo contrario, Señor Collins. Permítame verlo una última vez. Tal vez ya no quedaba nada de nuestra bella relación; pero quiero estar unos minutos con él, en su último lugar de descanso.
El padre de Jonathan observó hacia arriba, y comenzó a secarse las lágrimas. Luego, las dejó entrar.
—Está en su alcoba —dijo Mark.
—¡Gracias!
Megan subió las escaleras lentamente, mientras su madre conversaba con el padre del joven fallecido.
Ella llegó a su habitación, y observó la foto de Jonathan, rodeada de flores y algunas velas. Detrás del retrato, reposaban sus cenizas.
—Las cosas no tenían por qué terminar así, Jonathan. Pero tal vez fue cierto lo que me dijiste en mi sueño. No eras buena influencia para mí.
De pronto, aquel extraño ser se manifestó detrás de Megan como la última vez, y le dijo las siguientes palabras:
—Eso no fue un sueño...
Ella volteó, y lo vio con miedo. Luego, él desapareció.
Así, Megan se dio cuenta que todo lo que había visto era real; solo que fue el infierno que creó mientras estuvo en ese coma inducido. Ahora sabía que debía cambiar sus hábitos, y ser una mejor persona, antes de que el destino lanzara las cartas en su contra.
Los demonios internos pueden ser voraces. Son capaces de dominar partede nuestro mundo, si permitimos que suceda. Suelen ser el reflejo de nuestraspeores pesadillas; y la maldición de esta frágil realidad.
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