EL AULA NORTE - Todo tiene un lado oscuro

A veces ... las personas que están destinadas a la perdición, toman el camino sin que nadie los guíe.

Britany Miller de 17 años, corría por uno de los amplios pasillos del College Preparatory. Sollozaba sin parar, secando sus lágrimas con un extremo de su camisa. Tomó el área norte para refugiarte en el Aula número 66. Un lugar solitario en horas de la tarde.

La joven sufría de acoso escolar. Algunas compañeras hacían de su vida un infierno. Britany estaba cansada de tanto sufrimiento. Aparte de todo esto, había pasado por un evento vergonzoso delante del chico que le gustaba, luego de que estas jóvenes provocaran su caída en uno de los pasillos del colegio.

Así, salió del Aula 66, y se dirigió a una habitación de aseo. Tomó una soga deslucida, y la llevó al salón. Luego, empujó un escritorio hacia el centro de este, para ubicarlo justo debajo de una viga gruesa. Ahí situó la soga. Hizo un fuerte nudo, e introdujo su cabeza.

—Lo siento por mis padres ... pero no soporto más oferta, rompiendo en llanto—. Las veo en el infierno a todas ... ¡Malditas!

Britany Miller se arrojó del escritorio, ahorcándose en el interior de esta aula fría y vacía, mientras un demonio se posaba sobre ella, sujetando muy fuerte la cuerda, y riendo con un gesto burlista.

El alma de Britany fue arrastrada al infierno, mientras gritaba constantemente. Abriendo así, un portal demoníaco provocado por el rencor y la inmolación.

Chicago, Illinois

20 de enero de 2021

El College Preparatory de Chicago, era una enorme casa de estudios. Los Maestros, Directivos, y El Decano, se prepara para un nuevo período de clases. Adornaron la entrada del majestuoso lugar con un enorme letrero de bienvenida.

Andrew Wilson de 16 años; un joven alto, de cabello negro, y ojos verdes, caminaba hacia la Preparatoria con mucho ánimo. Él había sido trasladado desde New York, luego de un cambio de residencia causado por el ascenso de su padre como gerente de una prestigiosa empresa. Estaba muy feliz porque conocería a nuevos compañeros. No le había afectado el cambio. Su experiencia en la escuela anterior había sido algo decepcionante. Pero esta vez tenía una buena corazonada.

Andrew subía las gradas hasta la entrada del lugar, mientras observaba como muchos jóvenes ingresaban hablando entre sí.

El joven caminó un amplio corredor. Luego, sacó de su mochila el programa de planificación de sus clases; que también mostraba el número del casillero que ocuparía durante todo el período escolar. De pronto, dos jóvenes se acercaron a él. Ellos eran: Jenna Williams y Cristopher Taylor.

—¡Hola, chico nuevo! Oferta Jenna.

Cristopher situó su mano sobre uno de los casilleros, y comenzó a mirar a Andrew con una sonrisa de costado.

—Hola ... —respondió Andrés, observando a ambos.

—Eres Andrew, ¿cierto? —Preguntó Cristopher.

—Sí, ese es mi nombre. Es un gusto —expresó Andrew, extendiendo su mano. Ninguno de los dos le devolvió el saludo.

Andrew bajó su brazo. Luego, Cristopher lo tomó del hombro.

—¡Oye! Sé lo que se siente ser el chico nuevo. Pero descuida; nosotros seremos tus guías.

—No creo que necesite guías para conocer el colegio Andrew.

—A mí me parece que sí. Suele ser un lugar muy complicado. Algunos chicos se han perdido en sus pasillos. Sobre todo en algunos algo inhóspitos oferta Jenna.

Andrew quitó la mano de Cristopher de su hombro.

—Tengo una clase que tomar. Nos vemos Luego. Como quiera que se llamen ...

Que maleducados somos ... Yo soy Jenna. Y él es Cristopher.

—Qué bueno ... Supongo que ya tengo dos amigos funciona Andrew con un tono irónico, y continuando su camino—. Los dos son muy raros.

...

Dos horas más tarde, Andrew salió de su primera clase. Se dirigió a su casillero, ya estos dos jóvenes cerca de este.

—Son ustedes de nuevo. ¿No tienen clases que tomar?

—¡Aún no! Oferta Jenna—. Solo estamos pasando el tiempo. Dentro de una hora sí.

Andrew los espectáculo con petulancia y abrió el casillero. Luego de cerrarlo, Jenna lo tomó del hombro.

—¿Eres supersticioso, Andrew? —Preguntó.

—¿A qué te refieres con eso?

—Solo pregunto ... —ella caminó hacia el frente—. ¿Si crees en espíritus?

-¡No! No creo en nada de eso. En realidad, dudo que existan esas cosas. ¿Por qué la pregunta?

Jenna y Cristopher se vieron mutuamente.

—Aquí hay un lugar donde ocurrió una desgracia, hace años.

—¿Y eso debería parecerme extraño? Las desgracias suelen ocurrir.

—Pero no es cualquier desgracia ... Una estudiante se suicidó ahí.

—¿Y ...?

—Dicen que aparece en esa área. Los celadores la vieron caminar adentro del Aula Norte.

—¿El Aula Norte?

-¡Si! Es un sitio al norte del Colegio. Fue clausurado porque estaban ocurriendo muchos eventos extraños. Se podría escuchar los gritos de Britany desde lejos.

—¿Ustedes la escucharon?

—¡En efecto ...! Muchos de nosotros. Por eso lo clausuraron. Nadie soportaba escucharla. Así que situaron una pared que separa a esa área de la Escuela.

—No creo una palabra de lo que dicen. Jamás había oído algo tan absurdo —expresó Andrew entre risas—. Tengo que irme. No puedo perder tiempo en estas cosas.

—¡Te reto! —Exclamó Cristopher.

Andrew era un joven escéptico. Pero no le gustaba que nadie lo retara. Así que para él, esa palabra era muy seria.

—¿Qué dijiste?

—Te reto a entrar en el Aula Norte.

El joven sonrió.

—Acaban de decir que el lugar está clausurado.

-Si. Pero encontramos una manera de entrar. Solo que nadie se ha atrevido a hacerlo. Supongo que hay más cobardes que valientes.

—¿Dónde se encuentra esta "supuesta entrada"? —Preguntó Andrew.

—Se halla afuera del colegio. Alguien intentó entrar una vez; pero no soportó lo que vio en el interior.

—¿Qué fue lo que vio?

—Nadie lo sabe. Casi se volvió loco, y sus padres se lo llevaron lejos de este lugar.

—Sigo sin creer en lo que dicen.

—Podemos mostrarte la entrada.

-¡OK! Realmente no creo que vaya a suceder nada; salvo que ustedes lo provoquen.

—Tú serás el único que ofrece Jenna.

—Los veo aquí a las 4:00 pm Luego de mi clase de francés ofreció Andrew.

—Tenemos una clase que tomar ...

—¡Bien! Creo que a esa hora es menos probable que alguien nos descubra.

...

Finalmente llegó la hora prevista para el encuentro. Andrew se aproximó a un pequeño obelisco que se hallaba en el área norte del campus. Justo ahí, se encontraban ambos chicos.

—¿Y bien? ¿Dónde está esa supuesta entrada?

—¡Justo allá! Oferta Cristopher, señalando hacia un tumulto de ramas en una de las paredes del colegio.

—No veo lo que veo Andrew.

—Detrás del arbusto. Ahí está el hoyo que da acceso al Aula Norte.

Andrew se acercó lentamente. Observaba con recelo aquel arbusto casi seco. Luego, hizo a un lado algunas ramas y, justo allí, estaba un agujero de aproximadamente un metro espesor. Los extraños chicos se acercaron a él, mientras Andrew intentaba echar un vistazo al interior del lugar.

—Está muy oscuro.

-¡Diez! Trajimos una linterna. Ha estado más de tres años clausurado. Carece de luminarias.

—Que amables son ofrecen el joven en un tono irónico.

Así, tomó la linterna, y con sumo cuidado ingresó en el agujero. No era muy alto desde su ubicación. Luego, encendió la linterna, y muchos escritorios de madera, apilados en los extremos del lugar. Era un aula de clases.

—Así que esta es la popular Aula Norte. No hay nada aquí. Sabía que todo era falso.

Jenna buscó detrás del obelisco, un trozo de metal viejo y se lo entregó a Cristopher en sus manos. Él sacó de una mochila un taladro, y varios tornillos.

—¡No por ahora! Oferta Jenna, riéndose.

De pronto, ambos cubrieron el agujero con el trozo de metal. Dejando al joven encerrado en el Aula Norte.

—¿Qué se supone que hacen? —Preguntó Andrew.

—Que tengas feliz noche, Andrew ofreció Cristopher, en un tono de burla.

—¡MALDITOS! —Exclamó—. Debí imaginarlo. Bueno ... tengo que encontrar otra salida.

Andrew no sintió miedo. Era un joven que no creía en nada. Solo le preocupaba que llegaría tarde a su casa, tratando de encontrar una manera de salir.

Luego, mientras caminaba, dispara la puerta de esta aula. Estaba sin pomo. No había manera de abrirla. De pronto, escuchó la voz de una joven proveniente de un lugar a su diestra; donde podía visualizar un antiguo librero.

-¡Hola! No puedo creer que esté alguien más aquí.

—Ven ... Conozco una salida ... exterior esa extraña voz.

Andrew se acercó al librero, y preguntó:

—¿Dónde te encuentras? Puedo escucharte; pero no logro verte.

—Estoy atrapada aquí.

—¿Dónde?

—Detrás del librero.

—Seguro esos malditos te encerraron aquí también. Juro que me la pagarán ... Escúchame, intentaré mover el librero. Te prometo que saldremos de aquí.

—Por favor, hazlo pronto.

Andrew colocó la linterna sobre el suelo, y haló con mucha fuerza. Luego, tomó la linterna y se asomó detrás de este. Ahí, ejecuta una puerta angosta de madera. Era muy extraña. Tenía muchas estrellas dibujadas.

El joven colocó su mano sobre la manija, y abrió la puerta lentamente.

—¡Oye! Ya puedes salir Andrew, iluminando el interior.

Pudo notar un aula muy similar a esta; pero en deterioro total.

—No te veo, niña.

—Ven, encontré una salida.

Andrew volteó hacia atrás, y decidió ingresar en esta aula. De pronto, la puerta se cerró detrás de él, y se transformó en un pedazo de metal ardiente.

—¿Pero qué demo ...?

—Sígueme, Andrew ... Por aquí podemos salir.

En ese instante, a una jovencita. Vestía unos pantalones azules, un abrigo rosado, y tenía el cabello corto. Ella salió por otra puerta del lado izquierdo de la pizarra, observándolo de manera extraña.

—¡Espera! ¿Cómo sabes mi nombre? —Preguntó él.

El joven corrió para tratar de alcanzarla; pero se topó con un corredor amplio. Sus paredes estaban quemadas. Había muchos casilleros sobre el suelo en la misma condición. Era un lugar abrumador.

—¿Qué lugar es este? —Se preguntó.

Caminó lentamente, iluminando todo el entorno. Mientras avanzaba, observaba muchas puertas selladas.

—Se nota que este sitio ha estado abandonado por mucho tiempo.

Luego cruzó a su derecha; ahí va a ser algo interesante, pero perturbador. Había un casillero de pie. Estaba en el centro del corredor contiguo. Andrew se aproximó cautelosamente, y decidió abrir su portezuela. En cuanto lo hizo, encontró algo que borró su escepticismo por completo.

—¡Dios! —Exclamó el joven, cayendo de espaldas contra el suelo, y soltando la linterna.

Una cabeza cercenada se hallaba en el interior. Pero no cualquier cabeza ... Era la suya.

El joven tomó la linterna y comenzó a correr hacia el lado contrario. Ahora comenzaba a desesperarse. No hallaba explicación lógica a lo que acababa de presenciar. De pronto, apareció joven delante de él.

—¿Sabes dónde te encuentras, Andrew?

-¡No! Pero necesito salir.

El rostro de la joven cambió de forma. Ahora era pútrido y demoníaco.

—Jamás saldrás de aquí.

Andrés corrió hacia su derecha. Mientras lo hacía, el suelo parecía abrirse en dos. Comenzó a escuchar muchos gritos, y un fuerte vapor empezó a emerger.

—¡ESTO NO ESTÁ SUCEDIENDO!

Pronto se abalanzó sobre un montón de casilleros. Ahí, pudo ver lo que se hallaba debajo del suelo. Había muchas personas calcinadas suplicando piedad, separadas por una rejilla. Luego, apareció un ser repulsivo con pelaje negro. Comenzó a arrancar la piel de cada uno. Todos se retorcían por el dolor.

El joven comenzó a llorar. No podía soportar ese escenario tan grotesco. De pronto, este ser volteó y lo miró directamente. Sus ojos eran negros, y carecía de boca. Andrew pasó por encima de los casilleros y comenzó a correr. Cruzó a su izquierda y se encontró con otro pasillo. Al final, una puerta enorme. Parecía ser una posible salida. Inmediatamente la cruzó y, del otro lado, estaba un lugar parecido a una biblioteca. Todos los libros se hallaban en el suelo, y sobre unas mesas reposaban algunos miembros humanos. Parecía una morgue abandonada.

—¡Dios mío, perdóname! Sácame de este infierno.

Luego, el cuerpo de Britany Miller cayó del techo. Su cuello estaba rodeado con una soga. Andrew se acercó y la iluminó con la linterna. Su mano temblaba incontrolablemente.

La humanidad interfecta de Britany se volteó, lo fun, y mostró una sonrisa perturbadora.

—¿Sabes dónde estás, Andrew?

El joven retrocedió.

-No sé.

El cuerpo de esta entidad comenzó a retorcerse, hasta colocar su cabeza justo debajo de sus piernas. Su cuello oscilaba de lado a lado, y se podía escuchar un espantoso crujir.

—Eres un demonio ...

—¿Ahora sí crees en demonios, Andrew?

El joven la rodeó, y corrió al área lindante de este lugar. Salió por otra enorme puerta, y ahí, estaba una cabra enorme. Era de tonalidad negra, y sus ojos brillaban con un color blanco refulgente.

—Este es el infierno, Andrew oferta la cabra, con una voz demoníaca.

Andrew cayó al suelo y comenzó un retroceder solo con sus piernas. Luego, se apegó a una pared en el fondo.

—Yo no merezco estar aquí. No me hagas nada.

Luego, de una puerta transversal, salió aquel ser de pelaje negro. Portaba un gran báculo en su mano izquierda. Este objeto tenía muchas cuchillas filosas a su alrededor.

—No, por favor. Te lo ruego Andrew, sollozando.

-Andrés; tu incredulidad te trajo hasta aquí viene la insidiosa cabra.

—¡Sí creo! ¡Sí creo! ¡Lo juro!

—Creer no es suficiente. Debes padecer el sufrimiento.

—¿Quién eres?

El ser se acercó a él y lo tomó del cabello. Luego, la cabra respondió le:

—Tengo muchos nombres. Lo dejo a tu elección, Andrew.

El ser de pelaje negro le desgarró la piel, lenta y dolorosamente; comenzando desde su rostro. El infortunado joven gritaba sin parar, mientras la sangre nublaba su vista.

...

Pasaron dos meses desde la desaparición de Andrew. Todos los puestos de la localidad tenían su foto, exclamando que se hallaba extraviado. La Escuela cerró sus puertas durante un mes, mientras realizaban las investigaciones pertinentes.

Jenna y Cristopher no podía creerlo. Pese a que su conocimiento sobre ese lugar, era que posiblemente estaba embrujado, jamás imaginaron que el joven desaparecería. Sin embargo, nunca pudo capaces de revelar nada de lo sucedido. Podían meterse en serios problemas.

Una tarde, en el campus, Ambos jóvenes se encuentran apoyados en el pequeño obelisco. Solo miraban hacía aquel arbusto. Ya no se encontró la vieja lámina de metal cubriendo el agujero. Ellos la removieron, con la esperanza de que Andrew apareciera. Pero durante todo ese tiempo nada pasó.

—No puedo creerlo. Me siento una asesina externa Jenna.

—No matamos a nadie, Jenna. Él decidió entrar por su cuenta.

—Pero nosotros lo incitamos a hacerlo.

De pronto, el arbusto comenzó a moverse.

—¿Qué sucede? —Preguntó Cristopher.

Una mano apareció debajo del arbusto. Estaba cubierta de sangre.

—¡Por favor, ayúdenme! Oferta alguien desde el interior.

-¿ANDRÉS? —Gritó Jenna.

Ambos corrieron y comenzaron a arrancar el arbusto, rama por rama. Mostraban una sonrisa de alegría, porque pensaban que el joven había aparecido.

—No te preocupes, Andrew. Te vamos a sacar de ahí.

En cuanto observaron el agujero, no había nadie. Jenna y Cristopher se asomaron.

-¿Andrés? Estamos aquí, amigo externo Cristopher.

—Ja jajá, ¿amigo? Ofrecer una voz desde el interior, desplegando unos impactantes ojos blancos.

Luego, un par de pezuñas emergieron del agujero, tomándolos de los brazos. Así, fueron introducidos bruscamente en el lugar. Ellos también desaparecieron sin dejar rastros.

Luego del suicidio de Britany Miller, se habilitó un portal al infierno en aquel lugar. El Aula Norte era señalada como un sitio embrujado, donde según algunos testimonios aparecía el fantasma de la joven. Sin embargo, aquel momento dejó una marca en el interior de sus paredes. Un sello imborrable, testado por el demonio.

En la actualidad, solo se conocen diez puertas al infierno. Pero realmente existen muchas más. Algunas están más cerca de lo que imaginamos, y se habilitan con cualquier acto que simbolice una posible rebeldía contra Dios. Porque si algo es cierto ... es que todo tiene un lado oscuro.

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