{ C a p í t u l o 3 }


***Contenido: Gay, trans, mensajes, colegio, público***


- "me aburro demasiado"

- "estas prestando atencion?"

"No, porque no dejas de mirarme" -

- "no puedes anotar en tu cuaderno solo porque te miro?"

La cabeza de Morgan giró para ver de soslayo la cara risueña del gigante que estaba sentado en diagonal detrás suyo. Debía ser breve para no llamar la atención del profesor de matemáticas que intentaba enseñar logaritmos a un aula de estudiantes demasiado aburridos para entender. No debían llamar la atención, realmente, para evitar que sus compañeros los molesten una vez más. Ese rostro, usualmente serio y estoico, sonreía al verlo.

"Escribe lo que está en la pizarra mejor >->" -

- "ya lo anote hace rato solo estoy admirandote"

- "mirame de nuevo por favor"

- "me encanta cuando me miras asi"

Morgan no supo reaccionar más que con una mueca derrotada, volteando nuevamente a ver a Johnny a la cara. Su sonrisa sólo se agrandó más y volvieron a bajar sus miradas a sus celulares, chateando en secreto.

"Me distraes mucho >:(" -

- "tu me distraes estando tan cerca pero sin poder tocarte"

"Ya me tocaste mucho antes de ayer" -

- "pero quiero tocarte de nuevo y hacerte gemir mas"

La cara de póker de Morgan era suficiente para enmascarar la reacción visceral y hormonal que provocaba el chico de atrás en él. Era muy difícil concentrarse en cualquier cosa que no sea él. Sabía que lo estaba mirando de nuevo en ese momento pero debía contener sus emociones. No haber tenido sexo en dos días no era mucho, pero se sentía como meses para ellos. Habían pasado el mes anterior follando todos los días, en todas las partes de su casa y la de Johnny. Debían ser fuertes y pacientes hasta que Morgan tenga tiempo de nuevo.

"Cochino de mierda" -

"Sólo han sido dos días, ¿no puedes tocarte solo acaso?  JAJAJA" - 

- "si pero te necesito a ti"

Era difícil esconder el rubor de sus mejillas cuando leía ese tipo de cosas de Johnny. Quién pensaría que alguien tan enorme e intimidante podría ser tan cariñoso y tierno. Era como abrazar una montaña hecha de peluches calientitos. Una comparación extraña pero bastante cercana a la sensación que sentía el pequeño chico cuando tenía que levantar la cabeza y él agacharse para besarse de pie. Esta interacción no es realmente un buen ejemplo de su bondad y corazón noble, pero era parte de su relación. Una parte vital, en realidad. De las mejores partes.

"Tócate entonces y me enseñas ;)" -

"Ayer te mandé un video y tú ninguno, entonces es justo" -

- "me olvide de mandarte algo"

- "estaba demasiado ocupado haciendo honor a tu nombre toda la tarde mientras no estabas"

- "te ves precioso tocandote pero aun mas precioso conmigo dentro tuyo"

Ambos cruzaron miradas de nuevo luego de ese mensaje, con una sonrisa de cómplices. No era una buena idea estarse hablando así en clases por una multitud de razones, pero era imposible no tentarse a un poco de diversión en medio de cosas tan aburridas y que probablemente tengan que volver a aprender en la universidad. Morgan sintió la mirada de su compañero a su lado y dejó de mirar a Johnny, fingiendo que todo estaba normal. Nadie sabía nada.

El profesor no dejaba de hablar y explicar mientras los mensajes fluían entre ellos. Johnny estaba bastante ensimismado en el tema, emocionado y excitado por el lugar tan inapropiado. Habían debatido antes el tema de sexo en el colegio y ambos habían acordado que era una mala idea. No debían arriesgar que los expulsen, o que insinúen que Morgan seguía siendo mujer sólo por el hecho de que le gustaba Johnny, o que lo graben y lo suban a todas las páginas porno para destruirlos y que sus padres se enteren de su salida del closet de la peor manera posible. Eran riesgos muy reales que tomaban en cuenta por el lugar hostil y lo problemático que había sido la idea de que estén juntos.

"Deberías tocarme, entonces" -

"Extraño la sensación de tu pene palpitando dentro mío :(" -

- "mierda"

Morgan usó la cámara de su celular para espiar a Johnny sin voltearse a mirarlo. Podía verlo agachado, mirando la nada con un gesto serio, casi enojado. Parecía molesto de algo, entonces preguntó de inmediato

"¿Estás bien?" -

- "no"

- "se me paro y no quiere bajar"

- "siempre haces que se me pare en segundos no es justo"

"No es mi culpa que se te pare fácil jsjsjs" -

- "solo se me para asi contigo"

"Mentiroso." -

- "mira como me pones"

Johnny llamó la atención de Morgan tirándole un pedacito de borrador a la nuca, intentando ser lo más discretos posibles, a pesar de que sus compañeros habían tomado nota de que estaban más que seguro hablando entre ellos. Lo único que pudo ver Morgan fue la mano venosa de Johnny agarrando el jugoso bulto que cargaba entre sus piernas por debajo de su asiento. Casi como reflejo, volvió a mirar hacia adelante, mirando fijamente la pizarra. 

De verdad acababa de hacer eso.

Tuvo la suficiente fuerza de voluntad para no voltear de nuevo en ese momento, por lo que Johnny dejó de agarrarse el paquete y se lo acomodó para que no sea tan obvio que estaba caliente.

"Imbécil, te van a ver hacer eso JAJAJAJ" -

- "entonces ayudame a que baje y yo te ayudo a que dejes de cruzar tan fuerte las piernas"

Morgan ni siquiera había caído en cuenta de que estaba cruzando las piernas. Fue una reacción inconsciente al tener calor ahí abajo. Inevitablemente volvió a volcar la cabeza para mirar a Johnny, que sonreía con malicia. La mirada de una compañera curiosa a los dos logró hacer que dejen de coquetear tan obvio. Johnny miró su cuaderno como si repasara los apuntes, mientras Morgan volcaba la cara de regreso a la pizarra. Tan fácil como habían empezado a calentar las cosas podían salirse de control totalmente. No debían ser tan descuidados con sus cochinadas...

- "quiero meterla morgan"

La mirada de Johnny causaba escrúpulos sobre la consciencia de Morgan. Esa cabecita castaña quería concentrarse en la clase y aprender matemáticas.

Su prioridad debía ser estudiar.

Bueno, ni siquiera hacía el intento en realidad. Lo único que podía pensar era el olor de su pene sobre su cara, sus bolas pesadas y cargadas de todo el semen que podría querer tragar y sentir manchar su cara, sus manos enormes jalando de su cabello, sus labios dejando chupones en sus muslos y alrededor de sus pezones. Los flashbacks inundaban su cabeza mientras pasaban los segundos, con la sensación fantasma de tener esa monumental polla metida hasta el útero, abriéndolo como si fuera un mero pedazo de carne.

"Yo también quiero que la metas..." -

"Pero no podemos" -

- "quien dice"

- "perfectamente podriamos salir un ratito a pasear por el colegio"

- "dar unas vueltas"

- "encerrarnos en el baño que esta junto al laboratorio de quimica"

— Morgan, por favor, deja ese celular antes de que te lo quite. —vociferó el profesor, mirando fijamente al chico que estaba leyendo, casi babeando, todo lo que escribía Johnny. Levantó la cabeza rápidamente, escondiendo su celular debajo de sus piernas, con una mueca incómoda.—: Lo siento profesor. —primer strike. La siguiente vez, el profesor no iba a ser tan suave. Es calmado, pero tiene reglas del uso del celular. Una advertencia y luego era confiscado hasta el final del día. Debía ser más inteligente.

Por un rato, su cabeza logró distraerse de Johnny para ponerse a anotar lo que estaba en la pizarra, aunque en la parte de atrás de su cabeza todavía tenía una voz rogando que siga leyendo lo que decía Johnny. Escuchaba su "psst" que le hacía desde atrás, pero el profesor todavía estaba explicando. Debía ser paciente.

La paciencia fue asesinada por una bola de papel que golpeaba su cabeza y caía al suelo. Estaba de más buscar al responsable.

Con sutileza y rapidez, Morgan estiró la mano hacia el suelo para recoger la bola de papel. Acto seguido, desenvolvió el papel para ver qué llevaba adentro. Una sola frase escrita en mayúsculas, con la letra de Johnny:

"Vamos al baño?"

La adrenalina en su sangre empezó a fluir como un torrente de vida, activando todo en su cuerpo. Pensó seriamente la idea, recordando que el baño al lado del laboratorio suele estar vacío casi siempre porque nadie suele ir hasta esa parte del colegio. El uso del laboratorio es limitado, además que esos baños suelen estar descompuestos y eso causa que menos personas quieran ir allá. La materia era importante pero lo que hacían no podía importarle menos. Si salían juntos era peligroso, debían ser cuidadosos y hacerlo con tiempo entremedio. Máximo 5 minutos, mínimo 2 minutos. Sus compañeros no estaban pendientes de ellos, ni siquiera el grupito de jodidos que lo acosaba lo estaba mirando. Las estrellas estaban alineadas, aparentemente.

¿Valdría la pena?

Guardó la bola de papel en su mochila para esconder la evidencia, sacando su celular lentamente y escondiéndolo debajo de una hoja de su cuaderno mientras su estuche escondía la vista directa sobre su mesa.

"¿Acaso tienes un condón?" -

- "eso suena a si para mi"

"No te emociones tanto. Es peligroso y fácilmente cualquiera podría vernos." -

- "lo dices como si eso te molestara"

- "exhibicionismo era parte de tus fetiches segun recuerdo..."

Qué hijo de puta. No tenía excusas creíbles, en realidad, solamente estaba dudando de lo que quería hacer. No tendría dudas de no ser que nunca lo habían hecho en el colegio. Era innecesariamente riesgoso, pero el morbo y el deseo de follar era más grande que el raciocinio o simple sentido común. ¿Era taaaan grave una tonta suspensión si los encontraban?

"sucio de mierda" - 

"¿Por qué no puedes ser el que diga que no? Sabes que no voy a negarme si me pides estas cosas" -

"Antes eras más tierno e.e" -

- "no puedo ser tierno cuando te agarro del cuello"

"Supongo que no" -

"Quiero que me ahorques de nuevo" -

- "fuerte?"

"Muy fuerte" -

- "y tambien que te muerda el labio?"

"Que sangre de nuevo." -

- "vamos al baño por favor"

Apretar las piernas y retorcerlas ya no era suficiente para apaciguar su calentura flameante. Tampoco para el bulto pegado al muslo de Johnny que andaba sobando. De un vistazo podía ver al profesor volteado, anotando ejercicios en la pizarra para resolver junto a la clase. Los demás estaban hablando y riendo como siempre. Era el momento perfecto. A la mierda todo, si lo expulsan habrá sido feliz y bien follado.

Morgan se levantó con decisión, sintiendo su corazón latir fuertemente a medida que se acercaba al profesor. Se paró junto a él, esperando pacientemente a que termine de escribir mientras narraba lo que anotaba.— Profe, disculpe... —llamó su atención, tocando su hombro. Terminó de anotar y su cabeza calva volteó a verlo, con paciencia.

— ¿Qué pasa?

— ¿Puedo ir al baño, por favor? —pidió, en un tono de ruego. Se agarró del estómago por algún motivo, simulando que tenía ganas de cagar. Así quizás podría ser más fácil de persuadir. La mirada inquisitiva del profesor lo repasó por encima, alzando una ceja. Su cara no parecía convencida

— ¿Tienes una emergencia? —preguntó con desconfianza

— Si. Necesito... liberar mi estómago. —suplicó el castañito con gentileza, bajando la voz para que nadie escuche. Intentó con todo su poder parecer convincente. La mirada del profesor se suavizó, poniendo una condición sencilla—: Bien, pero deje su celular en mi escritorio. No quiero que se quede mirando el celular todo el periodo y luego no vuelva a clases.

Bastó con dejar su celular preso con el profesor para salir del aula a paso rápido, con el corazón latiendo más y más fuerte. Lo que estaba haciendo era una locura, pero no podía retractarse ahora. No quería tampoco, ya había decidido desde el momento en que se levantó de su asiento. Lo único que podía hacer era rezar que nadie se le ocurra usar el baño del laboratorio de repente.

A paso rápido llegó al piso del laboratorio, confirmando alrededor que nadie lo haya seguido o que alguien se haya decidido pasear por algún motivo por el laboratorio. Tras asegurar lo vacío del pasillo, rápidamente entró en el baño y cerró la puerta. Su corazón retumbaba como un tambor dentro de su pecho, incrementando la anticipación aún más. El baño no era muy grande, pero tenía la ventaja de ser un solo inodoro unisex. El espacio no era mucho, lo único que evitaba una sensación de claustrofobia era una pequeña ventana rectangular por encima del inodoro que daba a la parte de afuera del colegio.

Morgan se sentó en el suelo luego de pegar la puerta, esperando impacientemente que Johnny salga de la clase. El silencio del lugar era ensordecedor, lo único que podía escuchar eran sus latidos a manera de reloj. Cada latido lo hacía inquietarse más. Necesitaba a Johnny de inmediato.

Amaba la sensación que provocaba Johnny en su cuerpo. Amaba cuando lo alzaba de los muslos para poder besarse contra la pared, ambos cuerpos demasiado pegados, con una falsa ilusión de poder romper la ropa y deslizar dentro su perfecta polla dentro suyo sin siquiera dejar de besarse. Eso no impedía restregarse y rozarse como perros en celo.

Pasaban los segundos y no escuchaba nada. Pasaban los minutos y sólo podía escuchar las voces de las aulas debajo. Ponía el oído contra la puerta y lo único que confirmaba era lo desolado de la zona. Sin señales de vida, por suerte, pero eso incluía a Johnny. No tenía idea real de cuánto tiempo estaba esperando pero Morgan creía que se volvería loco. ¿Y si no lo habían dejado salir del aula? ¿Quizás lo atraparon de venida?

Estaba preocupado, pero también estaba necesitado y desesperado por Johnny. El roce de su mano por encima de su entrepierna no calmaba sus más profundos instintos. Por más que acariciara y masajeara su clítoris por encima de la tela, no conseguía distraerse. No tenía de otra más que hacer tiempo, bajándose el pantalón lo suficiente para poder masturbarse por encima de su ropa interior ya húmeda. El tacto de sus dedos encima de su clítoris activaba las cosas correctas en el momento más incorrecto al no tener salida ni liberación por tanta calentura. Su mano se movía por sí sola, aumentando la intensidad. Pequeños suspiros amordazados en el cuello de su camisa eran acompañados de pequeños espasmos en las piernas del pequeño castaño. Se sentía como un degenerado. Masturbándose cada vez más fuerte en un baño del colegio. Ni siquiera sentía vergüenza de meterse los dedos ya, con tal de reemplazar la sensación de tener algo dentro suyo.

Se quitó el pantalón completamente y luego la ropa interior. Abrió las piernas de par en par, con una sensación embriagadora de lujuria que rodeaba todo su cuerpo. Probó primero metiendo un dedo, generando una sensación casi parecida a una aspirina combatiendo un dolor de cabeza intenso. Era algo, pero no era suficiente. Lo movió un poco, pero estaba más allá de una simple paja. Metió el segundo dedo y casi pudo escuchar la voz de Johnny en su cabeza hablando: "¿La quieres completa?"

— S-Si... 

Con un movimiento en forma de gancho sus dedos alcanzaban un lugar sensible donde podía sentir las corrientes eléctricas de placer extenderse por todo su cuerpo. Más fuerte, pero no era suficiente. No se comparaba a Johnny pero no podía esperar más. Sus dedos causaban sonidos húmedos dentro suyo, como si chapoteara entre fluídos de lo mojado y excitado que estaba. Estaba en un limbo de placer suficiente para jadear, pero no suficiente para estar realmente bien.— ¡Johhny~! —gemía bajito, rogando que llegue su salvador precioso de ojos verdes. No paraba de dedearse y de retorcerse de desesperación, incapaz de alcanzar un maldito orgasmo por su cuenta.

Unas pisadas veloces y pesadas lo sacaron de su trance sexual. Se detuvo de inmediato, pegando el oído a la puerta para escuchar bien. Alguien se acercaba rápido.

Con rapidez alcanzó su ropa tirada en el piso por si acaso, alejándose de la puerta en el proceso. Justamente en ese momento, con fuerza, la puerta se abrió de golpe hasta la mitad. 

Las chances de que sea una persona desconocida eran altas. A pesar de haberse asegurado de que no haya nadie cuando llegó, nada iba a asegurarle de que alguien haya querido ir después. Sin embargo, lo primero que vio fue la carita compungida de Johhny, más alto que el mismo marco de la puerta del baño:— Lo siento. Soy yo.

Morgan lo hizo pasar de un jalón de la muñeca, cerrando detrás de ellos rápidamente para que nadie los encuentre.— ¿Dónde mierda estabas? Tardaste un mundo en venir, me estaba preocupando mucho. —no tuvo tiempo de vestirse, pero por suerte era Johnny. Su cara de disculpas cambió de inmediato a una más retorcida y seria, sin hacerle casi caso a sus quejas.

— ¿Estabas preocupado? —inquirió con una sonrisa morbosa al verlo sin nada abajo. Sus manos no tardaron en tomarlo de la cintura para acercar sus cuerpos, mirándose el uno al otro a los ojos— a mí me parece que solamente estabas desesperado.

— Estaba preocupado. —aseguró Morgan, arqueando la espalda muy fácil con el simple tacto de Johnny. Su piel era carbón vivo sobre su cuerpo, deslizándose desde su espalda hasta su espalda baja, delineando sus sutiles curvas.

— Mentiroso. —refutó de inmediato el pelinegro, devorando los labios de Morgan en un veloz movimiento. 

Sin pensar. Sin contenerse. Sin piedad.

Como si fuera una pluma, el gigantón tomó los muslos de Morgan entre sus manos para alzarlo y estamparse juntos contra la pared. Lo pequeño del baño daba la sensación de que acababa de aprisionarlo con su cuerpo. No tenía escapatoria de sus labios salvajes saboreando su boca y su lengua mientras sus manos apretaban sus muslos. Su piel quemaba contra la suya y su aroma era lo mismo que el más fuerte y tóxico afrodisiaco del universo. Con el mismo morbo que lo tocaba, Johnny le hablaba al oído.— ¿No pudiste esperar a que llegue yo? ¿Tan desesperadito eres?

— S-Si~~♡ —gimoteó Morgan, entregándose a su hambre.

— Qué sucio de mierda. No puedes dejar de pensar en mi pene. —y gruñó en su oído. Un vaivén fuerte y constante empujaba contra el pequeño, restregando con descaro la erección de Johnny en su vagina desnuda. Podía sentir la forma de la cabeza de su pene empujando en sus labios, pero no conseguía liberarse de su prisión en la ingle.

— Métela, por el amor de Dios~~... cógeme de una maldita vez. 

— ¿La quieres enterita~? —se burló Johnny con una enorme sonrisa, bajando a Morgan de sus brazos para tenerlo frente a frente. Sin decir una palabra, empezó a desabrocharse el pantalón delante del pequeño. No tenía que decir nada, era más que obvio lo que quería. Por ello, el pequeño no dudó en caer de rodillas con la carita de niño más obediente del mundo. Sus ojos sólo podían fijarse en su entrepierna ese momento. Lo necesitaba ya.

— Adelante. —ordenó el pelinegro cuando se sacó del boxer esa cosota inmensa que tanto le gustaba a Morgan. Se lo meneaba delante de su cara, cacheteándolo suavemente cuando abría la boca para hacerlo desesperarse más.

Tomó su pene con ambas manos y se metió sin pesar todo lo que pudo en la boca. Fue suficiente estimulación mental para cerrar los ojos. Chupaba y chupaba rápidamente su pene, escupiendo todo el rato encima para que no deje de lubricar las partes que no alcanzaba. Tanta experiencia con Johnny le había enseñado a masturbar la base con la mano mientras chupaba el resto. Podía sentir las piernas de Johnny contraerse para combatir tanto placer en poco tiempo. No se daba respiro para nada, no tenía consciencia ni pensamiento. En ese momento era una sucia puta barata que le urgía un pene cogiéndoselo.

— No te atrevas a dejar de chupar, Morgan. —advirtió Johnny, jugando con su actitud sumisa. Podía jalarle el cabello como se le daba la gana y sólo provocaba más deseo en el chico. No tenía límites lo mucho que podía jugar con él y Morgan no iba a negarse. Podía hacer todo con él. Lo que él quisiera. Por eso su boca trabajaba tan fuerte y no se inmutó cuando le llegó una electrizante bofetada en medio de la mamada. Quedó aturdido un momentito, pero el ardor en su cara consiguió terminar de exaltarlo a sus límites.

Se quitó la polla de la boca, dejando caer el excedente de baba al suelo, para mirar a Johnny desde abajo.— Por... por favor, métemela ya. Por favor. Mierda, la necesito dentro, por favor. —imploró el castañito. La sonrisa del pelinegro era toda la respuesta que necesitaba.

Con un jalón de su cabello consiguió pararlo, provocando un quejido de dolor placentero que se extendía puesto que no le soltaba. Con otro movimiento, lo hizo apoyarse en el inodoro. Ambas manos sobre la taza y el culo bien alzado. Sin un gramo de respeto, le asentó esa enorme cosota gruesa y deliciosa entre sus nalgas.

— ¿La quieres?

— Si. —contestó en un suspiro, ya casi podía ver el cielo.

— Más fuerte. ¿La quieres entera?

— Siii~ —contestó de nuevo, levantando la voz más. Sus fluidos escurrían por sus muslos de tanto que esperó este momento.

— Dilo con fuerza, carajo. ¿La. Quieres. Entera? —le recriminó con una voz malditamente asquerosa y morbosa, azotando fuertemente su culo. Ni siquiera le importaba que los escuchen ya.

Morgan intentó responder pero fue interrumpido por una avalancha de nalgadas y azotes, castigando su precioso culo redondito y empinado. Sus quejidos de placer y dolor puro se mezclaban con la voz de Johnny:— No escucho tu maldita voz. Parece que no quieres que te folle como la puta que eres. Vamos. ¿LA QUIERES?

— ¡SIIII~~! —chilló Morgan, con sus muslitos casi temblando de la desesperación. Y como una bendición bajada del cielo en ese instante, Johnny empujó su gorda polla dentro suyo. Con una facilidad inusual por lo mojado que estaba alcanzó a meterla entera sin un gramo de resistencia— ¡Mmmguh~~♡♡♡!

Las embestidas comenzaron y no pararon. Desde esa pose Johhny podía ver las nalgas enrojecidas de Morgan rebotar y rebotar cada vez que la metía. Era una vista espectacular, especialmente cuando las rodillas le fallaban y tenía que enderezar su cuerpo y alzar mejor el culo. En ese momento era su pequeño esclavo, no quería ser nada más que un maldito juguete sexual. Quería ser llenado. Quería que todos lo vean ser cogido por Johnny. Anhelaba que esa maldita puerta se abra y puedan ver lo sucio y morboso que era. Nada menos que una puta barata de mierda.

Una ráfaga de azotes electrificó todo su cuerpo de nuevo, provocando los más deliciosos gemidos de Morgan, que no se contenía la voz ni las ganas de ser destrozado por dentro— ¡AAH~~♡ JOHNNY~~♡ SOYY T-TU PUTA~~♡!

— Eres mi maldito basurero de semen. —respondió Johnny, inclinando todo su cuerpo sobre él para poder ir más rápido. Movía las caderas como si se fuera a acabar el mundo ese mismo instante y correrse dentro de la vagina de Morgan era su último deseo en la tierra. Aún así, tenía la cabeza suficiente para darse cuenta de que estaban haciendo demasiada bulla porque las voces del aula de abajo se habían callado.

 — ¡AAH-!... —lo calló rápidamente con la mano en su boca, apretando bien fuerte para evitar que chille y gima demasiado fuerte. No podían encontrarlos, no en ese momento, pero Morgan quería que los encuentren. Sus gemidos se intensificaban, peleando con la mano de Johnny para que escuchen cómo lo estaban castigando y dominando completamente.

— Nos van a pillar si sigues así. —advirtió el pelinegro, acortando las embestidas. No la sacaba tanto para poder ir realmente rápido dentro suyo. Su pene hinchado se abría paso en lo más profundo de su vagina y chocaba en sus puntos más sensibles y placenteros. Era una sensación que solamente Johnny provocaba en él. Su pene era único, inigualable, perfecto.

Con la boca tapada, sólo podía aguantar la lluvia de embestidas y estocadas que reformaban sus intestinos por dentro y lo dejaban con las rodillas flojas y la cabeza perdida en la nebulosa. Sentía que se le derretía el cerebro y lo único que podía pensar era en lo rico que se sentía y lo bien que estaba ahí. No quería parar nunca más. Quería tenerlo dentro suyo toda la vida y vivir como su pequeña putita, que derrame todo su semen dentro y se vacíe todos los días como si nada.

No sabía ni dónde estaba parado ese momento, sólo necesitaba seguir y seguir, porque no podía dejar de correrse de lo sensible y urgido que estaba. Era una sensación celestial comparable únicamente a alcanzar el Nirvana. Estaba flotando en el cielo. Estar con Johnny era su maldito paraíso.

— Quiero llenarte~~♡ quiero hacerte mío para siempre~~ —dijo el más grandote en el oído de Morgan, abrazándolo alrededor de su estómago con un brazo mientras seguía follándolo. Era increíble lo mucho que aguantaba dentro suyo sin parar. Sus jadeos y gruñidos eran complementados con escasos pero atesorados gemidos desesperados. Era una sinfonía de morbo y placer como nunca antes habían conocido.

Pasado cierto punto, la velocidad a la que iba Johnny era simplemente demasiado para contenerse, entonces le confesó con dolor en su corazón:— QUIERO... CORRERME~...

Sus gemidos de Morgan se intensificaron más, rogando por su semen. Quería gritar y que todos se enteren de que su cuerpo le pertenecía a Johnny. Quería que todos lo vean ser totalmente poseído por él. Quería y necesitaba ser suyo y que todo el mundo lo sepa. Que presencien su voluntad doblegada a los deseos más sucios del grandote. Así como estaba, consiguieron aguantar un minuto más sin parar, con el enorme pene de Johnny hinchado y palpitante. Estaba tan cerca de correrse y acompañar a Morgan en un momento orgásmico y celestial. No paraba de llenarlo y embestirlo y nalguearlo. Era un maldito vicio. Morgan era su droga.

— ¡ME CORRO~~! —anunció entre dientes, acelerando con todas sus fuerzas en sus últimos suspiros antes de estallar dentro de su preciada vagina. Los chorros de su semilla fluían como si quisiera rellenar su útero. No paraba de correrse, a pesar de haber acabado ya. La sensación de placer se extendió aún más cuando atrajo su boca desde atrás para besarlo, consolidando sus cuerpos en una unión totalmente ansiada de cercanía y deseo.

Ninguno podía decir nada. Sólo eran suspiros, jadeos y cansancio. Estaban completos.

Al sacar la polla del interior de Morgan empezó a chorrear el excedente de su semen, derramándose en el inodoro y escurriendo por los muslos del pequeño un poco, quien luchaba por mantenerse de pie todavía.

— Te limpio. Espera. —dijo Johnny, tomando varios rollos de papel doblados para limpiar el desastre total que había dejado dentro del castaño. Su respuesta fue una risilla tonta y cariñosa, seguido de una queja:— Yo puedo limpiarme solo, no te preocupes. Fue lo mejor del mundo. 

— Pero puedo hacerlo yo. Te ayudo. —insistió Johnny, limpiando todo lo que pudo antes de ayudarlo a vestirse. Con suavidad, lo ayudó a volver a ponerse la ropa y a dejarlo pulcro de nuevo, con mucho cuidado y con minuciosidad. La mirada de Morgan lo seguía mientras trabajaba en silencio, concentrado en su tarea.

Al acabar de vestirlo, se sonrieron el uno al otro con ternura. Este gigantón era demasiado tierno para Morgan.— Muchas gracias, Johnny. Me siento mucho mejor. —lo tomó de la mano antes de salir, muy contento por el momento y por tenerlo de su lado. 

— Gracias a ti por venir conmigo. —contestó con su usual voz suave y calmada, saliendo juntos del baño para volver a clases.

Lo mejor era que esta iba a ser apenas la primera vez que vengan a este baño.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top