{ C a p í t u l o 2 }
***Contenido: Hetero, público, peligro, amigos***
Sus ojos verdosos seguían el caminar de aquellas hermosas caderas adornadas de cuero, delineando el inicio de sus muslos que empezaban en el borde de esa corta falda y terminaban en sus zapatillas de caño alto. Su cabello peinado, sedoso y brillante color negro. Su preciosa cintura descubierta por su crop top negro con mangas largas. Está de más concluir que las medias de red que lucía eran un complemento perfecto. Todo un caramelo para sus ojos. Era imposible quitar la mirada de ella al caminar, especialmente porque en el fondo tenía el presentimiento de que se había puesto así de preciosa por él como él se había preparado para ella. Había esperado bastantes semanas por esta oportunidad. Tantas noches hablando, tantas palabras difuminadas en la oscuridad que ahora se veían aparecer entre luces de colores y láseres en todas direcciones. Su primer idea para conocerla a fondo no era una fiesta con tantas personas, pero es mejor disparar y fallar a no haber disparado nunca, ¿no?
-: No te quedes atrás, ya están jugando sin nosotros. -le advirtió Yaeko, en su dulce tono coqueto, mientras sus ojos marrones brillaban al sonreírle. No había soltado su mano desde que empezaron a bailar. Era surreal pensar en ello. Yaeko Saotome, la chica de intercambio, estaba bailando con él. Específicamente él.
Seth no se pensaba feo, ni mucho menos repulsivo, pero su vida amorosa había sido un desastre. Nunca pudo mantener una relación duradera, más allá de algo efímero, por muchísimas cosas que no vale la pena mencionar ahora. Sin embargo, Seth sentía que la hermosa chica japonesa que tenía agarrada de la mano estaba fuera de su liga. De alguna manera.
Era demasiado bueno para ser verdad.
- No tengo que apurarme, si cada tres pasos que das es un paso mío -bromeó Seth, sonriendo al ver que causaba gracia en la pequeña pelinegra. Yaeko volteó con una pequeña sonrisa mientras caminaba de espaldas hasta la escalera y respondió-: Pues ni así me alcanzas, acelera el paso o no vamos a poder jugar nada. Apúrate, lento.
Subieron de la mano las escaleras e inevitablemente la mirada de Seth volvió a indagar por el cuerpo de su acompañante. Le daba un poco de miedo mirarla tanto, no quería que piense que era un enfermo de sexo o similar, pero es que era físicamente imposible ignorar sus caderas moverse cuando pisaba cada escalón, con esa falda de cuero burlándose de él al mostrar la justa cantidad de sus piernas. Ella llevaba la delantera, volteando repentinamente mientras Seth estaba absorto en la vista. Su sonrisa burlesca fue suficiente para alejarlo de sus pensamientos, sonriendo con vergüenza en respuesta. Fue atrapado como un venado delante de las luces de un automóvil en la carretera. Atrapado totalmente.
- Puedes mirarme todo lo que quieras arriba. Apúrate, cochino.
Eso no era exactamente lo que esperaba. Sus mejillas se encendieron como faroles y obedeció, caminando detrás suyo mientras balbuceaba excusas que Yaeko ignoraba con una sonrisilla divertida. Ni siquiera parecía inmutarse. Tenía toda la pinta de haberlo atrapado en su red. Como si todo hubiera estado ínfimamente planeado desde el inicio. Quizás lo estaba.
Seth caminó detrás suyo, fingiendo que no tenía 4 vasos encima a estas alturas. Para su buena o mala suerte, no estaba con la vergüenza de siempre ni con la pena de quedar ridículo tampoco. Especialmente cuando tenía de la mano a Yaeko. No parecía tener problemas con su mirada, e incluso podía darse cuenta cuando movía más las caderas a propósito para que no deje de mirarla. Podría ser un poco lento a veces, pero hasta él se daría cuenta de ello.
Llegaron juntos al piso de arriba, siguiendo el pasillo lleno de gente que esperaba el baño o simplemente hablaba. Se deslizaron entre la muchedumbre, sin soltarse de las manos, perdiéndose en el fondo del pasillo. La pelinegra intentó abrir las puertas una por una, buscando alguna vacía o libre, pero no había forma. Seth, confundido, preguntó-: ¿No vamos a jugar verdad o reto con los demás? ¿Dónde es?
- Es por aquí. Estoy viendo cuál puerta es.
- Pero todas están cerradas. -contestó Seth, viéndola forcejear con la siguiente puerta. Parecía decidida.
- No, hay una que no lo está. Sólo... espera. -se defendió la chica, jaloneando con frustración la puerta final. El castaño se quedó mirando un momento, hasta que tuvo que preguntar- ¿Intentaste abrir hacia adentro?
Un corto silencio, seguido de un clic al abrirse la puerta, fue suficiente respuesta para Seth. No pudo evitar reírse de buena gana, mientras la pelinegra volteaba a verlo con una mueca avergonzada- Estoy un poco tomada ya, no me di cuenta. Mejor entra rápido. -Yaeko inmediatamente jaló al chico del brazo, metiéndolo en la habitación. No estaba en total oscuridad por la luz que entraba por la ventana y bañaba la cama y la pared contigua, mostrando una cantidad de posters de bandas y videojuegos. Antes de que Seth pueda preguntarse el por qué estaban solos, en esa habitación que probablemente pertenecía al dueño de casa, la puerta se cerró detrás suyo. Una sonrisa coqueta emergió de la cara tenuemente iluminada de la chica- Juguemos ahora.
- ¿Y los demás? -cuestionó inocentemente el chico, mirándola pasar a su lado para ir a sentarse de piernas cruzadas en la cama, mirándolo con la misma sonrisita que para él era indescifrable. Al confiar en ella y querer estar más cerca suyo, se acercó y se sentó en el borde de la cama con una sonrisa confundida- No creo que podamos vernos bien así. Debería encender la luz.
- Mejor no, es más divertido así.
- Pero no voy a poder bien las-...
- Seth. -lo cortó su pensamiento con una voz firme, mirando sus ojos fijamente. Aún en las sombras, sus ojos marrones eran preciosos y tan expresivos. Era una maravilla verla tan cerca. Pero su trance no duraría mucho, puesto que no había acabado de hablar.- ¿Verdad o reto?
Tardó unos segundos en reaccionar a su pregunta, guardándose sus dudas para no arruinar nada- Verdad.
- ¿Es verdad que te gusté desde que llegué al colegio? -preguntó la chica, sin rodeos ni pelos en la lengua. Su sonrisa se ensanchó al ver la reacción de Seth, balbuceando bajito una serie de palabras incoherentes. No tuvo de otra que armarse de coraje y responder con sinceridad, intentando mirarla a la cara sin sentir tanta vergüenza-: Bueno-... No sé si desde el día que llegaste, porque no te conocía, perooo... bueno, si. Algo así.
Yaeko rió, sentándose más cerca suyo- Debiste hablarme antes, entonces. Ya sabes que no me molesta que la gente me hable. -su respuesta era bastante suave, como si hubiera algún subtexto que Seth no entendía. Lo único que podía pensar era en lo bella y hermosa que era Yaeko. Una dulzura de mujer, un verdadero manjar para la vista. Especialmente con esa sonrisa y esas curvas que acentuaba con su vestir. Yaeko agregó- Bueno, te toca preguntarme a mí.
Seth recordó en ese momento que debía haberse puesto a pensar en algún reto o pregunta en lugar de quedarse colgado en sus pensamientos. Mientras pensaba, le preguntó con menos timidez- Bueno, es que no suelo hablarle a la gente así de la nada. Pero bueno, ¿verdad o reto?
- Reto. -contestó Yaeko, sonriendo con un atisbo de malicia en sus ojos. Seth no esperaba eso, pensaba una dirección distinta a esa pregunta-: Ah, ehm... déjame pensar un poco. -intentó hacer tiempo, mirando alrededor mientras pensaba en un reto no muy difícil para ella. ¿Qué podía retarla a hacer que no sea muy malo?
- Puedes retarme lo que quieras, ¿sabes? Literalmente lo que sea, no me da miedo ni vergüenza. -advirtió la pelinegra, sin dejar de mirarlo al castaño. Inmediatamente agradeció la oscuridad de la habitación para esconder su cara enrojecida al haber pensado en un reto muy subido de tono. No podía ser tan lanzado y descarado con ella. Sólo soltó una risilla, fingiendo que no había imaginado en besarla y sentir su cintura-: Bueno, pero tampoco soy malo. Te reto a que grites muuy fuerte, pero muuuy fuerte. Como si estuvieras loca.
No parecía algo inherentemente atrevido, fue un pedo mental por la presión en su cabeza para no arruinarlo con ella. Yaeko rodó los ojos, ladeando la cabeza- Bueno.
Con mucha fuerza y respirando hondo, Yaeko pegó un grito, como si gimiera, dejando atontado al chico. No fue nada reservada al gritar. Fue, francamente, totalmente sorprendente. No habría imaginado jamás escucharla gemir. ¿Y cómo serían sus gemidos de verdad?
- Ahora me toca a mi. ¿Reto o reto?
La pregunta dejó más desconcertado a Seth, que se rió al salir de su estupor por el gemido tan fuerte- ¿Qué?
- Perfecto, me gusta tu actitud. Reto, entonces. -sonrió la chica, tomando a Seth de la mano suavemente- Te reto a que me des un beso en la frente, uno en la mejilla y uno en la boca.
El ímpetu de la chica era extrañamente mucho pero poco a la vez. Todo se estaba moviendo relativamente rápido a gran escala, habiéndola sacado a bailar y a tomar en una misma noche- cosa que Seth no estaba ni siquiera acostumbrado a soñar- pero por otro lado conocer este lado de ella era una aventura que no sabía que necesitaba. La emoción de su intensidad y de su mirada sobre él, con esa sonrisita coqueta aperlada que iluminaba todo sin brillar, era más que suficiente para no pensar mucho y dejarse llevar por la emoción del momento.
- Bien. -musitó el castaño, acortando distancias con suavidad mientras se sentaba más cerca de ella. Sus ojos de Yaeko lo seguían con calma mientras daba el primer beso en su frente. Fue inocente, nervioso y lento, probando el terreno. Seth se detuvo un segundo, riendo menos nervioso al ver la cara expectante de la chica, volviendo a acercar sus labios delicadamente sobre su mejilla. Su piel era tan suave, además que podía oler su exquisito perfume inundar sus sentidos. Esta vez la risilla provino de la pelinegra, que se había emocionado un poco. El segundo beso fue suficiente para darle confianza a Seth, ignorando los millones de pensamientos que tenía internamente. Sólo quería besarla. Besar esos preciosos, finos y maravillosos labios que lo esperaban. Sin miedo ahora, el castaño fundió suavemente sus labios en un cálido y lento beso.
El beso se sintió como un sueño, parecían segundos que duraban horas, con la pequeña mano de la chica acariciando la suya mientras sentían sus cuerpos gravitar naturalmente más cerca entre ellos. Se separaron, mirándose totalmente diferente como se miraban hace un minuto. La risa alegre y sorprendida de Seth cortó la tensión natural, volviendo al juego-: Te toca. ¿Reto o reto, hm?
Yaeko dejó salir una risilla coqueta-: Reto, creo. Suena la mejor opción en comparación a reto.
- Eres muy perspicaz. -contestó Seth, sonriendo. Su corazón quería más, entonces decidió jugar con las barreras de sus propias limitaciones, dando flexibilidad a sus deseos para no desanimarse o ponerse ansioso- Te reto aaaa... besarme de nuevo. Por lo menos por 10 segundos.
En su cabeza era una propuesta bastante grande, porque 10 segundos no eran poca cosa. 10 segundos de tomar agua es muchísimo, necesitas respirar. 10 segundos de ventaja en una carrera o un juego era suficiente para determinar el ganador. Su sorpresa fue grande cuando la chica ni siquiera esperó un momento luego de que dictaminara el reto para acercarse de nuevo, tomando sus hombros suavemente para besarlo.
El beso empezó lento y suave, igual que el anterior, probando los labios uno del otro.
1... 2...
Sus manos de Seth eran tímidas, apenas tomando a Yaeko de la cintura mientras se besaban durante los primeros segundos. En su cabeza, Seth estaba contando para saborear cada segundo del beso, sintiendo su corazón latir a diez mil por hora. La emoción y alegría crecía exponencialmente a medida que sus labios se mezclaban y se rozaban más.
5... 6...
Sus bocas empezaron a pedir más, subiendo un poco más la intensidad al ver que se sentía bien besarse. Ya no era tan lento, ni tan suave, ni tan curioso. Era una simple necesidad de querer más y pedir más de sus bocas. Las manos de Yaeko agarraron los hombros del chico un poco más fuerte, intensificando el deseo que estaba emergiendo de sus cuerpos.
8... 9... 10.
Seth sintió el final de su fantasía acabarse, desgraciadamente. Los labios de Yaeko eran adictivos, especialmente cuando ella besaba tan bien y con tanto deseo. Se sentía realizado por dentro por haberse animado a todo esto. Se separó suavemente de ella, respirando bastante agitado y con una sensación de pánico al sentir que se le quería despertar algo en la entrepierna, para sonreírle con plenitud.
Pero ella lo volvió a besar.
Sus brazos de Seth dudaron una fracción de segundo de tomarla, pero la inercia del beso era demasiada y el alcohol en su sistema impidieron que haga una decisión racional pero incorrecta. El beso siguió, a pesar de haberse cumplido el reto, ahora incluso más cerca que antes. Las manos tímidas de Seth se perdieron en la silueta de su cintura, acariciando su cuerpo que tanto estaba deseando, mientras las manos de Yaeko bajaban por el pecho de Seth, acariciando suavemente su cuerpo y sus brazos.
15 segundos. 20. 30. Ya no tenía idea cuánto tiempo había pasado, pero no podían dejar de besarse. Era demasiado adictivo besarla, y para ella era demasiado deseo para parar de besarlo. Era un juego de aguante, de resistir la tentación. Seth no pensaba poder llegar a algo mejor, mientras ella batallaba la idea de ir más profundo por el lugar. No quería arriesgarse a que puedan irrumpir en la habitación e interrumpir algo más... divertido.
Con dificultad, ambos se separaron, buscando aire luego de tal beso. Sus respiraciones agitadas eran ahogadas por la música de la fiesta de abajo, pero sus pechos subiendo y bajando era suficiente para delatar que estaban exaltados ya.
El silencio de su deseo fue acortado por la voz de Yaeko, encendida ya-: Te toca. Te reto a que me quites lo de arriba.
La cara de Seth era un poema en la oscuridad, sintiendo su miembro moverse bajo su ropa con tal reto. Ya no era sorprendente, solamente era... emocionante. Era la emoción de aventurarse a algo desconocido con ella. De ir más allá de sus propios límites. De dar rienda suelta a su deseo y su imaginación.- ¿Todo lo de arriba?
- Si quieres.
Seth tragó saliva y estiró las manos hacia el borde del crop top. Era suficientemente sexy ver su cintura y abdomen descubierto, pero... ahora podía ir más allá. La risilla sutil de Yaeko mientras subía la prenda y desvelaba su piel era emocionante. En un solo movimiento, despojó con cuidado a la chica de su prenda superior, dejándola en un hermoso sostén también negro. Casi de inmediato sus ojos fueron a parar en su pecho, empeorando la situación en su entrepierna que no dejaba de crecer. El castaño sintió la mirada de Yaeko en él y levantó la cabeza, topándose con la sonrisa más traviesa y coqueta que había visto nunca. No necesitaba toda la luz para poder admirar lo preciosa que se veía.- ¿Te gustan, no? Tienes cara de no haber visto unas nunca.
- No son las primeras, pero... no sé. No se comparaban con estas. -replicó
Yaeko se rió.- No mientas. Mis tetas no son muy grandes.
- Eso no me importa.
La sonrisa de Yaeko creció aún más cuando tomó las manos de Seth y las guió hasta sus pechos. Eran un par de tetas preciosas, más que todo por el hecho tan simple que eran de ella. Tuvo el privilegio de sentirlas por encima de la tela, acariciando suavemente con la cara de estúpido contento más grande del mundo. Yaeko estalló en una carcajada de verlo así, acercando su cuerpo a sus manos para que la toque más, más encendida aún- Me gusta cómo las miras. Me haces sentir que son lindas.
- Son muy lindas. Son las mejores tetas del mundo. -contestó Seth, amasando sus tetas suavemente. Se mordió el labio con deseo, conteniendo las cochinadas y morbosidades que provocaban en su sistema. Con iniciativa propia, por el simple hecho de querer más, llevó sus manos ansiosas hasta la espalda de Yaeko para poder desabrochar su sostén. Al igual que un pedazo de tela, el sostén cayó de la mano de Seth al quitarlo totalmente. Ahora tenía acceso total. Eran las preciosas, suaves, hermosas, firmes y delicadas tetas de Yaeko Saotome.
Increíble.
Sin salir de su asombro, Yaeko lo besó otra vez, cortando todo su tren de pensamiento. Su voz entre besos fue clara-: Te reto a que me sigas besando donde quieras~...
Impaciente. Impetuoso. Irreparablemente lujurioso. Yaeko había hecho trampa, se saltó el turno de Seth. Sus labios se juntaron en un delicioso beso, aún más intenso que antes. Por la gravedad, ambos cayeron sobre la cama entre besos, olvidando que estaban en una fiesta. Lo único que importaba eran sus labios, sus cuerpos. Las manos de Seth viajaban por encima de sus tetas, por encima de su cadera, alrededor de su cintura y de su cadera. Marcaba con su piel cada centímetro de ella, memorizando la forma de su cuerpo para siempre. Ni siquiera pudieron ser ahogados o distraídos por la música de la fiesta y los gritos de la gente bebiendo. Todo era ruido de fondo. Lo único que ellos escuchaban eran al otro, jadeando.
Yaeko volvió a hacer trampa, hablándole al oído al cortar brevemente sus besos.- Te reto a que te quites la camisa~... -ni siquiera esperó a que haga caso, desabrochando los botones de la camisa de Seth para poder sentir su piel desnuda en sus manos. En cuestión de segundos, con mucha impaciencia de ambos, la camisa también cayó al suelo junto a ellos. Su beso pasó de ser intenso a ser salvaje. Se besaban como si quisieran comerse enteros. El roce de sus cuerpos era suficiente para motivar las urgencias sexuales de los dos. Las tetas de Yaeko chocando en el pecho de Seth. Las manos grandes y firmes de Seth en el cuello y cintura de Yaeko. La gravedad natural de ambos originó un lento vaivén, yendo adelante y atrás sin darse cuenta. Ni siquiera se dieron cuenta en qué momento se enredaron entre sí para quedar Seth entremedio de sus piernas, simulando sutilmente embestidas.
Seth le habló al oído con el mismo deseo-: ¿Todavía estamos jugando? -sonrió tontamente, escuchando atentamente los jadeos que salían de la boca de Yaeko. Eran los sonidos más hermosos y excitantes que había escuchado jamás; suficientemente melodiosos y ardientes para hacer doler su erección atrapada en sus pantalones.- Si. -respondió la pelinegra, sonriendo entre besos cortos llenos de deseo, separando un poco sus cuerpos para poder verlo bien- Te toca retarme♡~ -y justo después de decir eso, llevó sus manos a la dolorosa erección de Seth, sobando y acariciando toda la extensión de su bulto. Pasar las manos alrededor de toda su entrepierna fue suficiente para reconocer el tamaño del problema, relamiendo sus labios con entusiasmo y deseo. Seth comenzó a jadear más fuerte, inmóvil ante el manoseo de la chica. No podía dejar de mirar sus manos moverse arriba y abajo sobre su entrepierna, finalmente subiendo hasta su cinturón y su botón. "Click". Un cálido y furtivo beso en el cuello de Seth mientras deshacía la hebilla con suavidad y aflojaba el cinturón para poder desabrochar su pantalón causó un afligido gemido de su interior. Pronto, su cierre bajaba lentamente entre la punta de los dedos de Yaeko, dejando salir su gran erección cubierta de tela de su jaula. Estaba demasiado excitado y caliente para pensar correctamente ya
- ¿Cuál es mi reto?
Seth subió la cabeza para ver a Yaeko, con esa maldita sonrisita traviesa. Sus manos comenzaron a bajar su pantalón lo suficiente para tener acceso libre a su erección. La tocaba, la masajeaba, la apretujaba suavemente. Lo estaba volviendo loco y el mensaje no podría ser más claro para Seth.
- Chúpala.
- Bien~♡
Con suavidad, Yaeko cambió de posición en la cama. Empujó suavemente a Seth a la cama para que quede sentado de piernas abiertas, enseñando su bulto. Como una gata, se volteó para quedar echada boca abajo y alzar el culo lo suficiente para que Seth pudiera ver las curvas formarse cuando bajaba la cabeza sobre su erección. Había pensado toda la noche en verla y era mejor de lo que pensaba.
Un beso mojado marcó su ropa interior de Seth, causando nuevamente un profundo jadeo excitado. Con destreza, deslizó su boxer hacia abajo para liberar ese pedazo de carne que rogaba por atención, derramando sus fluidos de la punta por lo necesitado que estaba. Era como ver un volcán activo que erupcionaría cualquier momento. Su pene parecía de tamaño promedio, nada increíble de sólo ser juzgado por el largo. Pero en cuanto estaba realmente duro, podía verse lo grueso e hinchado que se ponía. Venas recorriendo toda la base, palpitando de deseo en la luz de la calle. Era el pene más gordo y carnoso que había visto, todo para ella. No tardó más de un segundo en comenzar a chuparlo, pasando la lengua alrededor de su glande y lamiendo la uretra para poder generar oleadas de placer en el precioso castañito que no podía parar de jadear y de intentar contener sus gemidillos patéticos de placer total.- Y-Yae~...
Su cara lo decía todo, ahora bajo la luz de la calle que dejaba en evidencia lo mucho que disfrutaba su mamada. Sus labios finos se cerraron alrededor de su gorda polla, bajando con cuidado de no lastimarse la mandíbula con semejante pedazo de carne, deleitando aún más a Seth. Era una sinfonía maravillosa de gemidillos y jadeos que sólo podía escuchar ella. Como no podía ser menos, con las manos acariciaba los muslos de Seth, ocasionalmente ayudando con una mano a masturbar la base mientras chupaba la punta. Fue como si lo hubieran desatado a Seth.
- N-No dejes de chupar, por favor~~ -le imploró, generando un subidón de calentura en Yaeko. Amaba hacer gemir y disfrutar a quien sea que le toque probar con ella. Su mayor satisfacción era verlo retorcer las piernas sutilmente y agarrarse de su cabello para desviar el placer a alguna parte. No le importaba que le agarre el cabello. Al contrario-: Puedes jalarlo. -dijo con la voz más sensual que tenía, volviendo a su trabajo. No fue en vano; Seth obedeció a su petición tácita, jaloneando de su cabello para ayudarla a chupar más profundo su gorda polla. Con un ritmo constante, Yaeko ya podía tragárselo casi hasta la base y acercarse cada vez más a acostumbrarse a tenerlo en la boca. La sensación de placer de Seth era casi equivalente al placer mental de Yaeko de chupar su carnoso pene y oírlo gemir.
En medio del momento, alguien tocó la puerta con fuerza. Seth volcó hacia la puerta casi al instante como un gato asustado, sin saber qué hacer. Mierda, los habían pillado seguro. Iban a echarlos justo cuando la pelinegra ya había agarrado ritmo. Su primera reacción fue intentar quitar a Yaeko, pero ésta quitó sus manos, mirándolo a los ojos con determinación y demasiada lujuria para parar.
- Te reto a que digas que está ocupado. -dictaminó Yaeko, masturbándolo con una mano y acariciando sus huevos con la otra, sin inmutarse un segundo.
Mierda.
Volvieron a tocar la puerta, seguido de un grito de un desconocido-: ¡Hey, abran la maldita puerta, quiero entrar! -no parecía paciente para esperar que Seth se decida. Tampoco Yaeko. El cuerpo de Seth sintió un disparo de adrenalina total ante la situación. Su pene palpitaba en la mano de la chica, cosa que causó que sonriera más. Parece que alguien tenía un fetiche que no conocía.- ¿Te da miedo que nos vean?
Yaeko volvió a bajar una vez más al pene de Seth para lamerlo y chuparlo hasta el fondo, sin pensar. Besó su pelvis al bajar, haciéndole una garganta profunda accidental. Su carita de Yaeko se deformaba alrededor de su pene, lagrimeando un poco porque no estaba preparada físicamente para llegar tan profundo en ese momento, pero no quería parar. No podía. Su mamada se tornó un desastre, derramando hilos de baba sobre sus huevos y por la comisura de sus labios. Era una vista demasiado sucia para parar.
- ¡OCUPADO! -gritó Seth, soltando un gruñido ronco al intentar esconder un gemido cargado de placer. La idea de estar así, de que se la chupe tan descaradamente mientras había alguien fuera...
- ¡ABRE LA PUTA PUERTA! -volvió a gritar el tipo, golpeando la puerta con fuerza para intentar apresurarlo o amedrentarlo. No tenía idea que había una pareja dentro a media mamada.
Luego de haberla chupado lo suficiente, e ignorando los golpes en la puerta del desconocido, Yaeko se separó de su pene, buscando aire y reponer alientos. Su carita había diluido el maquillaje por lagrimear y babearse entera. Se había hecho un desastre. Un caos hermoso y sensual. Seth no pudo evitar besarla al instante, aún más encendido por el peligro de la situación. Quería comérsela entera y que los vean en el acto. Quería que el peligro alimente su fantasía. Quería llenarla enterita por dentro. No importaba qué tanto golpeaban la puerta, su beso no paraba. Estaban demasiado calientes para parar, después de todo. O peor.
La pelinegra se separó de los besos repentinamente, marcando distancia con su mano mientras jadeaba intensamente- ¿Tienes condones?
Mierda. Esto de verdad va a pasar.
Seth asintió y respondió-: Tengo uno. ¿De verdad quieres usarlo ahora? -mirando la puerta que se movía. Era una eventualidad. Una eventualidad que lo ponía cachondísimo.- Si. Lo necesito ahora. -respondió Yaeko, empeorando -o mejorando- la situación. La chica se levantó de la cama con la sonrisa más sucia y traviesa del mundo, agachándose para meter la mano bajo su corta falda de cuero. Con un movimiento rápido, se quitó las bragas y se las tiró a Seth, relamiendo sus labios con una mirada desafiante.- Ponte el condón, rápido.
Con torpeza, Seth buscó el condón en su pantalón a la vez que se lo quitaba entero. No podía abrir el maldito envoltorio, entonces mordió el borde de la desesperación y consiguió sacar el condón intacto. En cuestión de segundos desenrrolló el condón sobre su pene, asegurando que podía meterla de manera segura. Subió la mirada de nuevo hacia la pelinegra para encontrarse con su premio mayor. El plato principal, meneándose bajo la falda levantada de Yaeko.- Rápido, Seth, por favor.
Un beso rápido fue suficiente para acallar sus ruegos de la pelinegra. No sólo alimentaba los fetiches de Seth, los estaba aumentando exponencialmente. Apoyó las manos a ambos lados de la puerta, asegurándose de que siga pegada la puerta antes de agachar el torso y alzar el culo, mostrando todo lo que llevaba bajo la falda ante Seth. Los golpes del tipo volvieron a hacer presencia, gritando con furor- ¡ABRE LA PUERTA AHORA, ESTE ES MI CUARTO!
Yaeko sonrió cuando abrió sus labios vaginales ante Seth, añorando su pene dentro. Lo necesitaba y lo llamaba.- ¡Ocupadooo! -gritó la chica ahora, desesperada por Seth. No tuvo que pensarlo dos veces antes de ir directamente hacia ella y sujetarla de la cadera. Le restregó su pene entre sus nalgas, subiendo hasta la altura de su espalda baja la falda de cuero. Podía ver absolutamente todo de ella, aunque no a detalle. No pensó nada más antes de posicionar su pene en la entrada de su vagina y empezar a moverse lentamente para intentar meterla.
- MMMmmffgh~~♡ -gimió Yaeko, sintiendo su palpitante pene entrar en su vagina sin mucha dificultad por lo mojada que estaba. Había querido tenerlo dentro por demasiado tiempo. No costó nada llegar hasta el fondo, rellenando su vagina como nadie lo había hecho antes. Era demasiado gruesa para lo que acostumbraba. No podía mantener la voz calmada- Maldita sea~~♡♡... -gemía, apretando los puños para sobreponerse al shock inicial. Ni siquiera tuvo tiempo de asimilar lo gordo que era su pene dentro suyo antes de que Seth comenzara a moverse, aplastando de la manera correcta su punto g. Era muy bueno para pensar, para razonar, para tener un atisbo de decencia humana y no follar como animales. El vaivén de Seth empezaba a tomar ritmo dentro de ella, entrando y saliendo con un poco de dificultad por el grosor. Con cada movimientos, las terminaciones nerviosas dentro de ella se estimulaban de una manera que no conocía, acompañado de una sinfonía de gemidos agudos e intensos
- Yaeko~~♡♡... mierda, me encantas~~...
- N-NO PARES~~♡ -gemía la japonesa, moviendo las caderas contra las embestidas del castaño para sentirlo llegar aún más profundo, hasta su punto a. Tocaba los lugares correctos de la manera correcta, en el momento más sucio e incorrecto. Los gritos del dueño de casa no se hicieron esperar-: ¡MI HABITACIÓN NO ES UN PUTO MOTEL, ANIMALES DE MIERDA! -y seguía golpeando la puerta, sin saber que del otro lado estaba Seth empotrando a Yaeko contra la puerta. Su culo rebotaba con cada embestida, sus tetas hermosas también. Pasó sus manos por su cadera, sus nalgas, sus tetas. Todo era perfecto en ese momento, en tal caos. Si los veían, qué importaba. Eso era lo mejor.
Recordando en un flash, Seth tironeó del cabello a Yaeko mientras la embestía. Sujetándola del cabello, sus embestidas se tornaron más rápidas y fuertes, haciéndola gemir más y más fuerte ahora, ignorando olímpicamente las quejas y gritos del tipo. Ni siquiera era descarada la bulla, porque abajo la música sonaba a todo dar. Sólo ellos dos y el desgraciado sabían lo que pasaba y no podía hacer nada al respecto. Seth iba a seguir hasta acabar. La simple vista de su polla perderse entre las nalgas de Yaeko y entrar en ella mientras gemía era la sensación más intoxicante del mundo. Se sentía casi drogado de placer. Era un frenesí total, una euforia incomparable. No podía dejar de embestirla más fuerte, más rápido, más profundo.
La lujuria del momento no se comparaba a ninguna droga conocida. Simplemente la idea de follarse a tremenda hermosura así de descarado era suficiente para hacer su pene hincharse y palpitar. El placer mental de doblegarla contra la puerta y meterla era suficiente para hacerlo gemir a él, ahogado, mordiendo su labio inferior para no hacer escándalo también. El placer de sentir su vagina exprimirlo por dentro y cerrarse alrededor de su pene como si no quisiera que lo saque jamás era suficiente para hacerlo querer correrse.
Meter. Sacar. Meter. Sacar.
La tierna cara delicada de Yaeko volteó por encima de su hombro, asentando la mejilla contra la puerta mientras seguía gimiendo. Su maquillaje corrido, su boquita abierta y ruidosa. Su cabello en su frente a la par que jaloneaba su cabello. Sus ojitos de la pelinegra sólo gritaban una cosa: "Fóllame, por favor". Ni siquiera tenía que gritarlo para que lo sepa.
- ¡YA BASTAAAAA! -gritaba el chico
- ¡NNGGH~~♡♡... SETH~~♡♡♡! -gritaba Yaeko con más fuerza, haciendo enojar más al dueño de casa. La sonrisa de Yaeko por su travesura se contagió a Seth, que empezó a embestirla lo más rápido posible. No podía seguir con este ritmo demasiado tiempo, pero lo intenso y delicioso del momento lo valía totalmente. Sus embestidas seguían aplastando y estimulando los lugares correctos, mientras las rodillas de la pobre chica flaqueaban contra la puerta. Era demasiado bueno todo.
- ¡YAE-... MIERDA~~! -gruñó con molestia Seth, reteniendo un ritmo totalmente desenfrenado desde ese punto. Podía sentir su glande hincharse, su pene cosquillear y sus piernas fallar un poco. Quería correrse, no podía evitarlo mucho más tiempo.- ¡M-ME VOY A CORRER, MIERDA~~!
- ¡NO LA SAQUES~~♡♡! POR FAVORRRGGHH~~
El ritmo frenético estaba cansando a Seth, a la vez que combatía mentalmente su orgasmo. No podía frenarlo, sólo hacer tiempo. Era inevitable también. Mientras pudiera, iba a seguir reventando a estocadas la preciosa vagina de Yaeko. Mientras Yaeko pudiera seguir de pie, iba a seguir recibiendo cada embestida poderosa de Seth acomodándole los órganos sin piedad. Ambos hacían un concierto de gemidos, ya sin poder contenerse nada.
Yaeko soltó la puerta y llevó las manos a su culo, abriendo sus nalgas con ambas manos.- ¡CÓRRETEEEE~~♡♡ CORRETE~~ POR FAVOR~♡! -Seth podía ver con claridad el momento en que su pene entraba en Yaeko y se perdía dentro. Cuando salía, podía ver el agarre que formaba alrededor de su glande para que no la saque entera. Ya no podía aguantarse más.
Entremedio de embestidas, jalones de cabello y chillidos y gemidos, el pene de Seth explotó como un volcán. No paró de embestir a Yaeko hasta haber acabado totalmente dentro de ella, sintiendo el condón llenísimo. No podía pensar, se le había derretido el cerebro.
La dejó dentro unos segundos mientras su cerebro procesaba el clímax y el orgasmo. Yaeko no estaba mucho mejor, con las piernas dobladas y chocando las rodillas, peleando por mantenerse de pie en esa pose tan sucia. Su carita de felicidad total era toda la validación que necesitaba Seth.
Y sus labios dijeron, con mucho descaro, al ver que ya nadie golpeaba la puerta hace un rato-: ¿Puedes seguir, no?
La noche iba a ser larga.
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