Soy una Gang Star
Por: Goddesslight
Hola, trozos de carne.
Ginny me ha mandado aquí, resulta que fui la ganadora de una encuesta de Instagram. No me extraña porque soy la mejor. Me ha pedido que os cuente como fue mi primer Halloween en mi maravilloso y perfecto instituto, que no es nada extraño ni fuera de lo normal. Pues básicamente me levanté aquel día y fui a una fiesta. Ya está, no hay nada más. Ahora ya puedo volver a mi vida.
***
― Un momento Usagi. ¿Te vas a ir ya? Esto no es lo que te he pedido.
―Es que lo que tú me has pedido me da igual. No soy tu sirvienta.
―Te recuerdo que si no fuera por mí no serías tan popular.
―Cállate, baka.
―Eh, un poco más de respeto a mí y a los lectores. Hemos venido aquí a leer tu maravilloso día de Halloween y eso nos vas a dar ―saca el libro y amenaza con volver a introducirla dentro.
―Por favor ―rueda los ojos―. Está bien, pero no me pidas que sea muy detallista ―se cruza de brazos.
―Me da igual como lo hagas, pero hazlo ―saca un bol de palomitas que tenía escondido―. Ya puedes empezar ―se lleva una a la boca.
―Ya te vale, esa estrella se te está subiendo a la cabeza.
―Shhh, a mí no se me ha subido nada a la cabeza.
―¿Ah, no? ¿Y esa medalla de soy una estrella de Wattpad que llevas al cuello?
―Yo... estoy... ¡Sabía que esto no iba a funcionar! Siempre te metes conmigo ―se le empañan los ojos debido a las lágrimas.
―Ya está la llorona ―suspira―. Venga, ya empiezo. Pero que sea la última vez que me llamas para estas cosas.
Ginny se quita el colirio que se ha metido en los ojos para simular que lloraba.
―Daijōbu.
(...)
El día anterior me lo había pasado viendo películas de terror en el sofá, por lo que me había quedado dormida en algún momento cerca de la salida del sol. Gracias a mi despertador, que siempre llevo a todas partes, me desperté.
Aunque había dormido en una posición algo extraña no me molestaba el cuello, esa era una de las ventajas de estar muerta y vivir en el infierno. Miré la hora, era media tarde. Incluso podría haber dormido un poco más dado que la fiesta de Halloween era a las ocho. Y si, la organizaba mi instituto, y sí, era un rollo.
Pero como una de las aclamadas duelistas de ese año tenía que asistir, sí o sí. Aunque no me interesaba nada.
Resumen rápido, lo de las pruebas es una cosa que se lleva este año en mi instituto para decidir quien se convertirá en nuevo torturador jefe del infierno. Porque chavales, estoy en el infierno. ¡Sorpresa!
Así que me levanté del sofá y me dirigí al piso de arriba para ir al baño y lavarme la cara. Cuando alcé la vista para mirarme en el espejo, grité.
―¡¿Pero qué es esto?!
Me palpé la cara, tenía escamas de color verde lima que me recorrían toda la piel. Entre mi pelo negro me salían unos cuernos que se enroscaban sobre mi cabeza, y mis ojos, antes oscuros, ahora eran amarillos como dos soles.
―¡No puede ser! Estoy para parar un tren.
Sonreí y vi que tenía dos colmillos afilados y posiblemente mortales. Me encantaba ese nuevo aspecto, parecía el típico demonio capaz de arrebatarle el alma a los hombres y beber su sangre. Además ese era un maravilloso disfraz para la fiesta de aquella noche.
Bajé las escaleras con una sonrisa en los labios y me fui a la nevera. Abrí la puerta para coger una lata de mi bebida espirituosa favorita y me llevé una horrible sorpresa al comprobar que no había ninguna.
Cabreada cerré la puerta de la nevera. Estaba molesta porque siempre tenía cervezas en la nevera y era extraño que no estuvieran ahí. Entonces puse mi mano sobre la isla de la cocina y se quedó pegajosa. Rocé mis yemas una con las otras y se me quedaron sucias. Me las llevé a la nariz y olí, era cerveza.
Giré alrededor del mueble y vi las latas esparcidas por el suelo, abiertas y su contenido siendo derramado.
―¿Pero qué mierda es esta?
Me tocó limpiar la cocina de muy mala gana y más teniendo que volver a llenar la nevera de nuevo.
(...)
Abrí la puerta de mi casa y ahí estaba el demonio más sexy y atractivo que había visto en mi vida. Belcebú llevaba unas vendas en sus musculosos brazos, las piernas y en la cabeza haciendo que su pelo cayera de lado y le quedara sobre uno de sus ojos haciéndolo ver misterioso. Por no hablar de su pecho que estaba desnudo dejando poco a la imaginación.
Era la momia más atractiva que había visto jamás.
―Santo diablo, estás espectacular.
Llevaba un traje blanco, con un sujetador de encaje y con la chaqueta abotonada en un único botón haciendo que se viera el nacimiento de mi pecho, aunque en ese momento mi piel era verde. Un sombrero con dos agujeros para mis nuevos cuernos estaba sobre mi cabeza. Y en mi cintura llevaba un falso revólver.
―Soy una Gang Star.
―Aunque te has pintado la piel de verde y te has puesto cuernos ―dijo mi novio sonriendo.
―No, me he despertado así.
―Claro ―golpeó su palma con su puño―. Te ha tocado la bendición.
Levanté una ceja extrañada.
―Cada año alguno de nosotros se transforma en una criatura diabólica. A ti te ha tocado un demonio, y uno muy sexy ―me rodeó la cintura con el brazo y me acercó a él.
―Soy sexy de cualquier cosa, incluso llevando la ropa sucia.
―Estoy de acuerdo ―me besó en los labios y noté mi revólver golpear contra él.
―Vayamos a la fiesta, que mañana tendremos la primera prueba y nos tenemos que divertir.
Estábamos delante de la puerta del gimnasio, Belcebú rodeaba mis hombros con su brazo mientras saludaba a uno de sus amigos. Mientras tanto yo miraba la puerta abierta donde se veían unas luces de colores que centelleaban a un ritmo hipnótico. Holidays In The Sun golpeaba con fuerza y se escapaba por la puerta. Mi pie se movía solo contra el suelo al ritmo de la música.
―¿Entramos? ―dijo la momia que tenía por novio.
―Lo estaba deseando.
Aunque en aquel momento me quedé clavada en el sitio. Delante de la puerta apareció un fantasma de mujer, con el pelo rubio traslúcido discurriendo por su espalda y llevando un vestido hasta los pies.
Belcebú silbó y el fantasma se dio la vuelta. Para mi sorpresa era Melancolía. Esta, con cara de pocos amigos, se acercó a nosotros.
―Hola, rubita ―le enseñé los dientes.
―¿Qué queréis? ―respondió molesta.
―¿A ti también te ha tocado la bendición?
―¿Cómo que también? ―levantó una de sus finas cejas.
―Mírame.
Abrí mi chaqueta y me la quité, dejándola sobre mis hombros, para luego dar una vuelta sobre mi misma.
―Parece ser que ahora le conceden el regalo a cualquiera ―dijo entre dientes.
La miré y ella apartó la vista con los labios fruncidos.
―Nosotros vamos a entrar, suerte mañana Mel.
―Arrivederci, brujita ―le di una palmada en el culo a mi novio y fuimos hacia la fiesta.
Pero en aquel momento mi zapato derecho se clavó en el suelo, me caí de bruces contra el suelo mientras Belcebú me miraba con los ojos abiertos debido a la sorpresa.
―¿Estás bien?
Me tendió la mano mientras me ayudaba a levantarme.
Ambos miramos extrañados como mi zapato estaba clavado en el suelo, como si la suela se hubiera derretido y adherido a la tierra.
―¡Otra vez! Primero la cerveza y ahora esto. ¿Qué quieres? ¿No te gustan los tacones? ―me quité el otro que aún seguía en mi pie―. Pues fuera tacones. A mí nadie me arruina la fiesta, chusma espacial.
―¿A quién le hablas? ―dijo mi novio intentando no reírse.
―A quien esté intentando amargarme el día. Y un poco más de decoro, no te rías de mí, baka.
―Perdón ―pero se le escapó una risita.
―Vamos a bailar antes de que te asesine, a ti y a la cosa que me quiere fastidiar. Nadie me quita la cerveza y se va de rositas.
Entramos dentro del edificio donde la música pegaba fuerte contra los bajos y se escuchaba resonar en cada rincón. Una cosa tenía que admitir y era que en el infierno se montaban bien las fiestas.
―¿Bailamos? ―Belcebú me tendió la mano y me cogió de la cadera para arrastrarme a la pista de baile.
Y como para decirle que no con esos pectorales al aire y esos brazos tan fuertes. Ni olvidar su cola de demonio que se movía feliz detrás de él.
Estábamos en la pista saltando como bestias sin nada mejor que hacer, mientras la música sonaba a través de los altavoces con la fuerza capaz de romper las vidrieras de una catedral, cuando note algo sobre mi pelo.
Me llevé los dedos al pelo, odiaba que me tocaran el pelo y menos que me lo mancharan. Un líquido viscoso estaba sobre mi cabello. Miré mis dedos y era clara de huevo. Entonces sentí como se caían sobre mí, y solo sobre mí, cientos de litros de clara de huevo.
La música cesó de golpe mientras todos me miraban. Escuché muchas risas que iban en aumento mientras Belcebú intentaba secarme con una toalla que no sabía de dónde la había sacado.
Sentí todos mis nervios brotar contra mi garganta y grité de pura rabia.
―¿Qué? ¿No te ha gustado el baño? ―dijo Mel desde una esquina rodeada por su séquito de amigas.
―¿Has sido tú? ―le grité con rabia.
En aquel momento habría sido capaz de partirle el cuello, pero menos mal que no lo hice.
―He sido yo ―dijo una voz estridente desde las alturas.
Miré al techo y sobre la pista de baile había un duendecillo sentado en una de sus vigas. Con sus orejas puntiagudas y su pelo anaranjado enroscado sobre su cabeza. Iba vestido de negro y llevaba un collar naranja con una calabaza.
―Un duende de Halloween ―dijo Belcebú perplejo.
―Explica para dummies.
―Se dedican a hacer bromas en estas fechas, y parece ser que eres su objetivo este año.
―Te voy a colgar de las orejas y vas a desear no haberme elegido ―le grité a la criatura, pero él solo se rio.
Deseé un par de alas que me permitiera volar hasta las vigas del techo. Y por arte de magia, como todo en el infierno, aparecieron en mi espalda de un color dorado intenso. Y en un instante estuve encima de la viga.
―Tú y yo, uno contra uno ―le dije.
Me estiré sobre la viga, agachada para no darme contra el techo mientras movía los dedos hacía mi para indicarle al duendecillo que me atacase.
Este corrió soltando sobre la viga como un conejo, se lanzó contra mi cara, pero esquivé su ataque con mi antebrazo lanzándolo contra el suelo. Después saqué mi navaja mariposa de mi espalda, entre mi piel y la cinturilla del pantalón. Con un movimiento rápido, apuñalé varias veces al duendecillo.
―¡Usa, usa, usa, usa, usa, usa!
Desapareció formando varias volutas de color naranja, y con mis alas doradas bajé de nuevo hasta la pista de baile. Al aterrizar hice una pose, mi mano derecha sobre mi sombrero y la izquierda simulando una pistola.
―Asunto resuelto ―soplé mis dedos.
Sonaron algunos aplausos y varios vítores mientras Belcebú me cogía de la cintura y me levantaba sobre su cabeza. De reojo, vi a Mel que me sacaba la lengua con cara de fastidio, pero no pensaba permitir que nada ni nadie me arruinase aquella noche.
(...)
Fin, ya podéis aplaudir o algo. Me ha costado mucho contaros todo esto. Me duele hasta la cabeza.
―Qué bonito, Usagi. Me ha encantado ―aplaude feliz.
―¡Pero si todo esto es idea tuya!
―Pero me ha encantado, a veces mi mente es brillante.
―Por favor, ¿alguien puede darle una llave de una habitación de hotel para ella y su ego?
―¡Eh! Conmigo bajas dos tonitos.
―Mira, me vuelvo a mi libro. Que ya mucho trabajo he hecho hoy.
―Nos vemos pronto.
―Espero que no ―sacá la lengua y desaparece.
***
Nota de la autora:
Quiero agradecer a valbrossard por darme la idea para este relato. Muchísimas gracias cielo.
También quiero decir que espero que a todos los amantes de Jojo's bizarre adventure las referencias os hayan gustado mucho.
En el vínculo externo pueden leer la historia en la que aparecen los personajes de este relato.
Un beso,
Ginny <3
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