4. La canción del bosque.

(Relato para el concurso de WattpadFantasiaES inspirado en Titanium~Sia. )

Por mucho que se agachara tras los matorrales del bosque las puntas de sus largas orejas eran visibles. Su madre le tocaba buscar, una risa quedaba ahogada para no hacer sospechar a su hijo y continuaba buscando hasta pasado unos minutos.

El chico encantado daba saltos de alegría, había vuelto a ganar aquel juego como cada tarde. Ella le miraba entre risas con una mirada sincera llena de amor.

Las tardes pasaron todas iguales, entre sonrisas y juegos, aquella vez el juego fue diferente.

Tocaron la madera de uno de los árboles de su bosque, cercano a su hogar, la alegría se transformó en prisa y las sonoras carcajadas en susurros.

Avanzaban despacio a su encuentro, eran peligrosos y no se detenían ante nada.

-¿Recuerdas lo bien que te escondes Feri? -preguntó a su hijo que respondió con un asentimiento. -Pues está vez tienes que correr mucho, lo más lejos que puedas y esconderte, aún mejor de lo que sueles hacerlo. Seguro que esta vez tardaré mucho en encontrarte.

-¡Empieza a contar mamá! -la elfa miraba a ambos lados, sin embargo los árboles cortaban su visión, una mano traspasó un arbusto no muy lejos y su corazón se aceleró, temiendo por su hijo.

-Ya -apremió mientras le empujaba -rápido escóndete.

Fenri obedeció, con todas sus fuerzas corrió, miro las ramas de los árboles y por primera vez decidió subir y saltar de una a otra. El viento en el rostro le acariciaba con dulzura.

Le hablaba, el bosque sí, el mismo bosque le hablaba y cuidaba mientras sin pretenderlo, cuando el viento rozaba sus hojas sonaba como una triste balada de despedida.

La mujer se giró hacia ellos, una grupo de cuatro humanos la rodeaban y uno de ellos vociferaba cerca de su rostro.

-¡¿Dónde está el crío?!

Por mucho que gritara ella permaneció callada.

<<No escucho sus gritos. >>

Lo pensó y repitió en su cabeza una y otra vez ignorando sus palabras, sin embargo si que hubo algo que la hizo enmudecer.

-Traicionas a tu raza por un elfo, un crío que puede arrebatarnos todo lo que tenemos cuando crezca. ¡No eres su madre!

Ella levantó el rostro y sus cejas indicaban que la poseía la ira. Él se acercó aún más y los otros, mirando alrededor, continuaban con aquellos armas sostenidas con fuerza.

Cuando colocó su mano en el mentón de la mujer está respondió, un fuerte puño impactó en su mejilla y le hizo retroceder.

-Te guste o no soy su madre, fui yo quien lo encontró moribundo en el bosque y lo cuidó desde pequeño. No dejaré que os lo llevéis, él es un milagro en este mundo de hipócritas.

Fenri paró bruscamente, un fuerte sonido le hizo parar. Asustado se giró y volvió sobre las ramas tras sus pasos. Los árboles intentaban hablarle, él no escuchaba.

Cuatro personas pasaron bajo él, un niño unido a la naturaleza, el futuro protector del bosque que un gran número de humanos decidió talar para construir sus fábricas de humo.

Fenri contempló la camiseta rojiza del hombre del centro, como se limpiaba la barba y recriminaba al otro apretar el gatillo tan cerca.

El chico escuchó la balada que cantaban los árboles, les movía el pánico y la venganza. Sentía como ardían cuando ni siquiera habían encendido el fuego.

Bajó de aquellas ramas de forma descarada y por supuesto, repararon en él.

Cuando tocó la tierra sus orejas crecieron mucho más, era notorio como su cuerpo también lo había hecho. Los humanos asustados tomaron las armas y dispararon hacia su dirección formando una nube de polvo.

Cuando por fin caía y volvía la visibilidad se encontraron con una maravillosa escena, hermosa y terrorífica a la vez, el bosque entero acudía al llamado de su protector, las ramas y hojas se trenzaron entre él y las balas protegiéndolo de todo mal.

-Dispara -le retó -volveré a levantarme las veces que haga falta hasta expulsaros de mi bosque.

Aquel niño, Fenri, no era ningún crío. Los humanos corriendo y huyeron al instante tras reconocerlo. Era el último elfo que quedaba en todo el planeta, solitario en un mundo que ya no creía en ellos, y si por algún casual lo hacían, venían en busca de guerra.

El muchacho se dio la vuelta, su aspecto de niño se hizo presente y continuó andando hacia su madre.

La cubrió de blancas flores y depositó un suave beso en su frente, aquella hermosa mujer mostró a un perdido elfo que aún quedaba esperanza en la humanidad que antes despreciaba.

Por el rabillo del ojo vio un leve movimiento, un leve roce en sus manos le indicó que se movía. Poco después envuelta en un manto de flores despertó de aquel eterno sueño. Ambos se miraron sin comprender, el bosque cantó de nuevo esta vez con alegría.

La naturaleza le había regalado algo preciado, tan preciado como la vida misma, la canción del bosque era mágica.

Y Fenri saltó de alegría, el bosque volvía a cantar, por primera vez desde la muerte de sus compañeros elfos aquel bosque volvía a la vida, cantaba aquella mágica canción no sólo para el elfo, sino para todos los seres vivos.

La canción del bosque devolvería la magia al mundo que había perdido la ilusión.

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