Capítulo 9 "Deseos de vivir"

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ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS

Capítulo 9 "Deseo de vivir"

Me había dedicado a sobrevivir...

Tal vez... no de la manera más correcta... porque llegué a un punto donde por pensar en mí... terminé descuidando lo que había a mi alrededor... lo que mi corazón sentía importante...

Fui egoísta...

Petrificando poco a poco el alma que me movía... mi vida que en realidad no tenía valor alguno... ni pertenencia a ningún sitio... como el ser vagabundo que fui destinado a ser... y tal vez... lo mejor hubiera sido que terminara mis días así... porque al sentir su apoyo... su calor... sus sonrisas... me hicieron sentir vivo... que en realidad este mundo valía la pena... que me aceptaban... que podía vivir en él... siendo quien fuera yo... mientras labraba mi propia identidad...

Y todo gracias a él... al sentirme en aquel mundo... al tomar el control de las manos de Kirito... sentía que podía hacer lo que fuera... hasta demostrarme a mi mismo que podía ser mucho más de lo que alguna vez fui...

Sin embargo... su poder llegó a ser tan alto... que me cegó... Cuidar de él y celar su bienestar hizo que perdiera a personas importantes... porque era todo lo que tenía... él... para protegerme a mí... Kazuto...

Hasta que finalmente lo comprendí... no había diferencia entre ambos... yo lo necesitaba a él para vivir... y él a mi para existir... Podía solo ser yo... podía relajarme y respirar...

Incluso me llegué a enamorar... tan profundamente que parece un sueño.

Sin embargo... lo que se es realmente no se puede borrar... no es como si se volviera a nacer... no se puede disfrazar... La estúpida confianza que me tenía... me llevó nuevamente al fracaso...

En realidad, no había cambiado nada... era el mismo perdedor de siempre... Inútil héroe de nombre...

Y lo sentía en cada respiración... cada vez más dificultosa... aún cuando ellos me perdonaron... aún cuando me dijeron que podía seguir... ¿Por qué el dolor no desaparece entonces?... Ya no quiero saber más... solo quiero que deje de doler... ¡Que esto pare!

—Asuna...

Podía verla... mientras sostenía mi pecho ante aquel dolor intensamente agudo. —¿Qué haces aquí?... No debes estar aquí... es peligroso... —traté de acercarme, pero solo intervenía en su posición, su barca se mecía con fuerza con cada uno de mis pasos, así que me quedé ahí, en medio de la confusión, pudiendo lidiar con el sentir de mi pecho solo gritando en un aullido de soledad.

No quería que se fuera... pero no podía retenerla... una lucha interna entre las emociones y la mente...

Pero no tenía derecho... lo sabía... y aún así intenté continuar... pero el agujero que me había hecho a mi mismo seguía presente...

¿Todo este tiempo... seguí sangrando?...

Las gotas se deslizaban de mi boca en pequeñas correntadas al piso, recorriendo el camino al agua... el agua que no era más que mi propia sangre...

No podía ser...

—¡Agh! ¡Ahhh! —traté de gritar el nombre de mi amor por lo menos una última vez... pero no salió... cual mi cuerpo hubiera retomado aquel estado vacío...

La vi caer al río de sangre frente a mis ojos y no pude hacer nada... mi cuerpo... no se iba a mover... como si la magia del encantamiento que le permitió a este muñeco de madera volver a moverse se acabara, me llevó a aquel entonces...

Dentro de la nada, sintiéndolo todo, incapaz de moverme, aun sabiendo el dolor que azolaba justo frente a mí...

Mis memorias vagaban en brumas espesas; ¿qué era lo último que recordaba?... es cierto... a ella... estaba ahí, en medio de ese caos —Asuna — ¿qué hacía ahí?; ya no importaba, mi mente colapsaba, dolía —Es mi culpa — sentía que flotaba en un sitio incierto y escuché su dulce voz llamarme, mi alma hacía un último intento de salvarme tratando en vano de alcanzar su mano... pero ya no podía — ya no puedo... ¿no es así, Eugeo?

Escuché los murmullos, o eso creía, estaban lejos, muy lejos; no sentía frío, no había calor, no me perdoné su triste destino, había sido mi culpa, no podría perdonarme haberlo llevado a escalar tan alto para dejarlo caer al abismo justo frente a mis ojos; no podía cumplir su petición...

Envuelve dulcemente a este triste mundo, como las estrellas del firmamento

Mis ojos vacíos, perdidos en algún rincón, en algún mundo, sólo podía ver lastimosamente el brillo apagado de esa rosa, su color no era del azul resplandeciente, el gris apagado era la nostálgica imagen que me quedaba; y no quise volver... no, eso no fue, simplemente, no podía...

El velo negro de mi propia alma me cubría con su taciturna luz, cubría mis días; y no me importaba, mis ojos estaban muertos, mi piel no sentía ya el calor de las miradas, ni el tacto de otras manos, no había nada dentro de mi pecho, se apagaba como una estrella muriendo...

¿Dónde podría esconder mi alma para ignorar mi soledad?; no había sitio dentro de mí donde descansar mi perdón... no lo tenía...

Y en el rincón más profundo de mi corazón, cual estuviese blindado hay algo que guardaba sagrado, era cálido, tanto que temí perderlo también; algo dentro me decía que tocarlo, lo apagaría como apagué su azul...

Y el color rojo intenso brilla encegueciéndome; no lo merecía y volvía a rehuir del rincón tibio que seguía anclando mi alma, casi diciéndome cada día, que debía esperar...

Pero esperar en la oscuridad me había formado parte de ella, ¿cuánto tiempo habré pasado en penumbras?; tenues destellos hacían remolinos entre la niebla de mi mente; y quería proteger este mundo... pero... ni siquiera había podido proteger a una persona.

Almas se extinguían, delante del cascarón que era, de algún modo lo sabía, pero mi propia voluntad se había ido hace mucho, mucho tiempo atrás.

Entonces aquella luz cálida encerrada y protegida dentro de mí, brilló; y en medio de mi condena, miré hacia otro lado, no tenía derecho a ser salvado...

Pero...

Su voz irrumpió entre los miles de lamentos —era ella— solo podía ser ella... Asuna... trataba en vano de llamarla — Ah ah as... —

Di su nombre

—Ahh Ahh

Maldición ¡Dilo!... ¡llámala!

—Ah As... — mi cuerpo se inclinaba hacía ella y solo tristes lamentos escapaban de mi boca, mis palabras se negaban a salir de mi cuerpo, se negaban a escuchar el llamado desesperado de mi alma...

Nómbrala

—Ahh — tranquilo — ella me abrazaba mientras yo podía sentir el líquido frío recorrer mis mejillas... dos largos años...

Podía verla, entre todo lo negro de mi mente, ella resplandecía con esa misma luz que atesoraba en el silencio de mi alma quebrada...

Quería abrazarla; decirle todo lo que la había extrañado... pero no podía; mi mano se movía para sentirla, pero rápidamente perdía su fuerza en el camino; ¿Cómo podría abrazarla, si él jamás podría abrazar a quien amaba? ¿Cómo podría yo permitirme tenerla, si él jamás podría si quiera volver a tomar su mano?; mi cuerpo dejaba de responder, mientras mi alma seguía en vano gritando su nombre...

Asuna

Lo siento... realmente lo siento — en mi mente le suplicaba — Asuna, lo dejo todo en tus manos — y qué cobarde me sentía, que cobarde...

Cubre este triste mundo por mí... ya no tengo fuerzas, hazlo como lo hiciste conmigo, llena esa eterna noche con la claridad de tus días...

Su calor teñía mis brumas —yo ya no tengo perdón... te amo Asuna — regresaba al mismo espacio frío, con mis rodillas contra mi pecho cual fuera un niño pequeño, había rondado el cementerio que ahora eran mis recuerdos; y como el cobarde que me había vuelto, solo pude sentir miedo, miedo a apagarla también a ella...

Y me encontraba de nuevo ahí... observándola batallar contra el líquido sin poder hacer nada más... rogándole marchar, aunque anhelaba con el alma que se quedara... que me salvara... pero los milagros no ocurren dos veces...

Se fue... desapareciendo ante mi vista... dejando el líquido en tranquilidad... mientras mi herida continuaba sangrando con mi mano clavada en mi pecho, con la fuerza de la desesperación la saqué... trayendo con ella aquel que me tenía aún ahí...

Pero no lo soporté... contrario a aquella vez donde lo tuve en mis manos por largo rato... sabedor que si lo atrofiaba podría ponerle fin a todo... Ahora cayó... a mi lado... lo veía aún palpitar frente a mis ojos.

¿Cómo podía estar fuera de mí y aun así vivir?...

¿Tenía intenciones de vivir?...

¿Quería vivir?... —parpadeaban mis ojos húmedos al verlo.

Asuna... —miré el líquido en el que la perdí... —Asuna....

.

La persona a quien llamaba terminó despertando abruptamente sobre él en el lugar donde iniciaron con el arte de la diosa.

—¿Kirito—kun?... —temblaron sus ojos avellana al verlo. —¡No! —negó desesperada al encontrarlo tan descompuesto bajo ella, pálido y diaforético, como si llevara sudando por mucho tiempo. Apretaba los párpados con fuerza, mientras las lágrimas le brotaban sin tregua, estremeciendo su pecho y acelerando su respiración de una forma demasiado superficial.

Todo se había salido de control... ¿Por qué no pudo permanecer a su lado?... —se tiró sobre su pecho destrozada de pensar que le había fallado... no tenía idea que hacer entonces... si lo que le costó que la aceptara al recién haber perdido la conciencia... ahora que se encontraba en ese estado... sería imposible acceder a él... él... por quien era capaz de entregar su propia vida... él que era la razón de su voluntad inquebrantable...

—Por favor... —cerró los ojos dejando escapar sus propias lágrimas, para entonces asustarse al sentirlo moverse más violento, cual arqueara su espalda y cuello hacia atrás, víctima de un dolor intenso.

¡Cough! ¡Cough! —tosió un par de veces entre gemidos, dejando escapar algunas gotas carmesí de entre sus labios.

Gotas que se convirtieron en pequeñas corrientes coaguladas, por lo que tuvo que voltearlo para evitar que se ahogara, llenando la almohada de aquel color tan penetrante y olor inconfundible...

—¡No! ¡Nooo! —desesperó y le tomó por el rostro. —¡Tú puedes! ¡¿Me escuchas?! ¡Puedes soportarlo porque eres el único que lo entiende! ¡El único que ha pesar de haber sufrido tanto... el único que a pesar de haber pasado por tanto! —gritaba en medio de su aliento. —¡Has sido el único que jamás se arrepintió! ¡Que siguió su corazón! ¡A pesar de todo!

—¡Si yo pudiera!... ¡Si yo pudiera abrirte mi alma en este instante para que vieras como ella te ve! ¡Lo que eres dentro de mí! ¡Te daría toda la luz que necesitas sin necesidad de módulos ni nada más! ¡Porque entre nosotros siempre lo hemos sabido! ¡No hay nada que sea lo suficientemente fuerte como para separarnos! ¡ENTONCEES!... Vuelve a mí... Kirito—kun... —cerró los ojos nuevamente y tomándolo aún por ambas mejillas se acercó a juntar su frente con la de su amado para intentar volver a adentrarse...

.

.

Miraba mi corazón acelerado al escucharla... lo que sentía... era... diferente... a aquel momento... porque me sabía perdonado... un perdón que no había hecho mío... pero con el que aprendí a vivir de nuevo... a mirar al mundo y luchar por él como nunca antes...

A ser un representante... y a ser uno con la verdad... tenía que vivir...

—As.... —la alcanzaría aún si tuviera que arrastrarme de ser necesario... todo estaba dentro de mí... era parte de mí... igual que ese dolor...

Estiré mi brazo con fuerza, mientras buscaba el impulso que me ayudara a llegar a la orilla, era realmente extenuante movilizar mi cuerpo sin corazón... mismo que tomé y estreché contra mí... por muy herido que estuviera... aún podía continuar... aunque quizás... lo había entendido demasiado tarde...

Sentí como me deslicé hacia el agua... entrando en la profundidad, empapando por completo mi ser.

¿Y la sangre?...

Podía abrir los ojos bajo el manto acuático tranquilo y apacible... mi interior había recuperado su pureza... pero... ya no serviría de mucho... sentí como poco a poco las fuerzas me abandonaron, dejándome ir...

.

.

La diosa venida del mundo real sintió como tras unos minutos de estar intentando contactarlo, su respiración se detuvo.

—¿Kirito...—kun? —tembló aún junto a su rostro al ya no percibir movimiento de su parte. —No te permitiré hacerme esto... —trató de mantener la cordura, sabía a la perfección que sus poderes lo habían orillado a su estado fatal y deplorable, por lo que del mismo modo debía proponerse recuperarlo. No iba a perderlo... no pasaría 200 años sin él... no podría... enloquecería.

Conjurando arte sagrado de recuperación, colocó ambas manos en el pecho expuesto del espadachín principal, mientras acercó su rostro a besarlo. Nada había más fuerte que la encarnación de sus deseos y debía transmitirle como deseaba que viviera... por su amor... por sus sentimientos profundos y cultivados con delicadeza por años... Por esa chica que se escondía bajo la capucha roja y se tomó del dedo meñique con aquel Beater...

Fue entonces cuando lo sintió insuflar el pecho y separar los labios del beso para recuperar aire, por lo que alejó su rostro, sin soltarlo.

—¡Kirito—kun! —derramó las lágrimas al verlo abrir los ojos para ella, fuera del conjuro inicial que colocaba los círculos de su poder en ellos. Hermosas perlas azulinas que adoraba observar brillantes.

Pero... la manera en que la observó era extraña... escudriñadora... desubicada...

—Señora... —respondió abriendo los ojos sorprendido cual por fin se enterara de lo que ocurría, se miró a si mismo y luego a ella... sintiéndose pecador, recordando el momento en que fue transportado abruptamente hacia ese lugar... estando en la habitación del burdel. Y sentirla sobre sí... había vuelto a pasar.

—¿Cómo?... —lo miró extrañada su diosa.

—Stacia—sama... —bajó la cabeza ante ella, que no podía dejar de observarlo. Aquella actitud anormal no iba para nada con su amado... ¿Qué había sucedido?...

—Mi diosa... sé... lo extraño que le resultará lo que voy a decirle... pero ante la situación no tenemos más que darnos prisa... debe acceder lo antes posible a él o lo perderá para siempre...

—¿De qué estás hablando Kirito—kun?... —se separó por completo al punto de levantarse de la cama.

—No soy ese al que llama... —se puso en pie y cerrando los ojos, llamó a su armadura, aún en el cuerpo del espadachín principal, haciéndola tropezar ante la impresión, mientras le veía con aquella indumentaria desde el suelo.

El caballero se acercó y le ofreció la mano, lo que la diosa rechazó, poniéndose de pie por su cuenta, por lo que fue él quien terminó en el suelo arrodillándose ante ella.

—Se lo mencioné cuando tuve el honor de verla la primera vez... seré yo quien la guarde en los momentos de necesidad...

—Por favor... ya deja de estar bromeando... —lo miró con los ojos empapados... conocía a la figura que yacía ahora ante ella... había escuchado las palabras que le dijo con anterioridad... era ese ser... que no había podido identificar hasta el momento, pero cuya voz le recordaba tanto a la de su amado...

Parado ahí frente a ella... cual lo hubiera traído a la vida en el cuerpo de su amante.

—¿Quién... eres tú?... —preguntó con desafío cual pidiera a un demonio que se pronunciara.

—El último de los caballeros de la integridad invocado a este mundo por la Clérigo mayor... y su más fiel seguidor y protector mi diosa... Mi nombre es Kirito, Synthesis Thirty Three.

—¿Synthesis?... —se sintió marear. ¿Qué significa eso?... era imposible... pero... tenía todo el sentido... había sido él quien le había ayudado dentro de la mente de su amado... y a quien había descubierto llevando a la Yozora no ken en su poder. Por lo que decidió serenarse. —¿Invocado?...

—Desde la tierra de los dioses... su mundo...

Asuna se quedó callado sin saber cómo responderle.

—Más importante... es volver a contactar con el espadachín principal... —desvió la mirada cual la idea le disgustara. —Créame... que esto no es de mi agrado... aún sigo en la búsqueda de la verdad... la explicación de por qué su rostro es igual al mío... un usurpador... que debería dejar podrir en su interior...

—¡Kirito—kun no es nada de eso!

—Es solo un hombre...

—¡Kirito—kun no es solo un hombre! ¡Kirito—kun es mi vida! —devolvió el reclamo, acercándosele, para entonces percatarse que seguía en ropa interior, por lo que salió hacia la cama a tomar una sábana y se la colocó, mientras la mirada del caballero decaía ante su declaración.

¿Cómo un hombre podría ser la vida de una Diosa?...

—Se está consumiendo... debe darse prisa... —tembló él mismo mientras una mancha sanguinolenta quedaba sobre sus dedos al pasarlos sobre la comisura de sus labios.

—¿Pero cómo?... Si la única forma de llegar a él... —lo miró desesperada, sabiendo que el cuerpo de su amado había sido extrañamente tomado... el cuerpo al que le había entregado todo... era tan desconcertante...

—Su comando de intromisión con permiso del sujeto sigue activo... aunque débil... solo es cuestión de volver a provocar un estado de vulnerabilidad extrema a este cuerpo para procurar el acceso.

—¿Qué?... —el recuerdo de lo que había tenido que hacerle a su amado le vino a la mente al instante, para entonces mirar al caballero. —No podría...

Se acercó con diligencia, haciéndola retroceder.

—¡Debe darse prisa o el arte se cerrará!... Sé que no desea lastimarlo, pero...

Lo que le pedía no era fácil... aunque se tratara del cuerpo de su amado... era otra persona...

—No puedo... —cerró los ojos.

—Si así lo prefiere... sabe que estoy dispuesto a hacer lo que sea por usted... aún si conlleva esta clase de actos... —el sonido del metal deslizándose sobre la vaina la obligó a abrir los ojos a verlo levantar la espada negra en el aire.

.

.

.

Las gotas cayeron pesadas en la alfombra...

Continuará...

Antes que nada, agradezco a mi gemelis Yosii_90 por haberme dejado usar su escrito de Underworld del libro "Amor a oscuras" de la #Kiritoweek2020  Geme es que en serio quedaba fenomenal.

XD ahí quedó...

Gracias por leer!!!

¡Gracias por todo geme, sabes que va para ti!!!!

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