Capítulo 5 "La llave a la puerta de la infinidad"
—¿Pero quién se cree que es?...
—¡Nada ni nadie tiene el derecho de remover artículos de la Ley Fundamental del Imperio Humano!
—¡Debe caer o caerá el índice de Tabúes!
—¡Es un malnacido!
—¡¿Un héroe?! ¡Pero si no ha hecho más que intentar destruir todo lo que conocíamos!
—¿No es el mismo que fue acusado como criminal por enfrentarse a La Clérigo Mayor?...
—¡Todo en él es falso! ¡Hasta el amor que le profesan! ¡Sus ideales insulsos que solo buscan abolir Underworld!
—¡Llenará el Imperio Humano de bestias! ¡Es un enviado del Territorio Oscuro!
Podía escucharlos... y llegaba a él el sentimiento de sus palabras impregnadas de amargura y descontento. Los había escuchado con anterioridad en su camino desde World End Altar hasta Centoria y el aviso del cambio de leyes se anunció. Estaba consciente que los cambios no son siempre bien recibidos por todos los conglomerados y mucho menos en una sociedad tan jerarquizada como su nuevo mundo, pero estaba dispuesto a cargar con eso... a hacerles entender mientras explicaba entre acciones lo que llevarían a cabo, el plan entre su amada y él...
Se sentían... como piquetes... las intenciones contra él que navegaban sobre su piel buscando adentrarse y consumirlo, los recursos espaciales de las intenciones que lo perseguían hasta encontrar la vía perfecta de intromisión con la remoción de la protección básica. Cual insectos que escarbaran sobre su ser hasta abrirse camino a su interior sin poder repelerlos, cual buscaran formar parte de él, no podía hacer más que tratar de resistirlo...
Más que las heridas en la piel, la penetración de su propia alma por toda aquella oscuridad lo llevaba a sacudirse entre los brazos de su amada que se lamentaba por haber pasado por alto que aquello podía suceder...
Pero no había marcha atrás... podía sentir como volaban a su alrededor cual avispas tratando de hacerlo fungir como su colmena. Gemía de dolor resistiendo pero la calamidad subía rápidamente desde sus miembros inferiores.
Mientras más se consumaban en él... más claro entendía el mensaje...
Fuera...
Fuera...
¿Cómo podían todos aquellos sentimientos de odio hacia él mismo albergarlo?...
—¿Eso... es lo que quiere este mundo?... —Sintió su propia divagación como un eco en su interior mientras aquel sentimiento angustiante crecía oprimiéndole el pecho, por lo que buscó apoyarse en la almohada buscando un poco más de aire echó hacia atrás la cabeza. —Quieren devuelta su paz... Todos quieren vivir en paz...
—¿Kirito—kun?... —se preocupó su amada al verlo apoyar la cabeza hacia atrás cual buscara estabilidad sobre la almohada en medio de la respiración entrecortada. —¡¿Qué pasa?! —lo tomó por ambas mejillas sin notar cambios significativos en su rostro que gemía incómodo, por lo que examinó entonces el cuerpo de su amado para encontrar algún indicio, notó entonces como ranuras que daban la impresión de telarañas de red se adherían cual se tratara de un imán hacia él, habiéndolo tomado de piernas y subiendo por su abdomen cual buscaran invadirlo de abajo hacia arriba. —¿Son... recursos espaciales?... —trataba de dispersarlos cual de hormigas se tratara, pero era imposible... lo atravesaban... porque carecía de la protección básica...
Que tonta...
En verdad...
Era algo que no había considerado en lo absoluto. Poder remilgado... intensiones que le perseguían... todo él era un escenario que la gente aún trataba de procesar... algunos amándolo y otros... Planeando como verlo desaparecer...
—¡Kirito—kun! ¡Perdóname! —volvió a sujetarlo del rostro, pero tratando de controlar su propio miedo a la incertidumbre de lo que aquellas arañas pudieran causarle, se centró sin atender a sus propias lágrimas. —Esto no es nada... pasará en el momento que el módulo de protección sea colocado... ¿Me entiendes?...
—Sí...
—Muy bien... —sonrió al ver que aún podía comunicarse y le acarició el cabello con cuidado. —Necesito... que me dejes pasar...
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ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS
Capítulo 5 "La llave a la puerta de la infinidad"
Al escucharla cual la idea que le proponía le aterrara, cerró con fuerza los ojos y dejó ir el aire en su pecho, cerrándose a la recepción de más estímulos.
—¿Kirito—kun?... ¡¿Kirito—kun?! —alejó del rostro de su amado una de sus manos para situarla en su pecho, percatándose que efectivamente no se insuflaba. —¿Tanto... tanto duele?... —Preguntó empezando a sentirse insegura al respecto de su actuar. —Respira... Puedes volver a respirar... —le indicó con las lágrimas desbordándose de sus orbes al mencionarlo. —¿Me oyes?... Me dijiste que me escuchabas... —volvió en puño su palma, angustiada de no poder sacarlo del ensimismamiento. —Tienes que respirar... —lo miró sintiendo entrañable el sufrimiento que se reflejaba en él. —Respira... ¡Por favor respira!
Con el grito sintió su propia exhalación profunda, dándole la idea que buscaba para ayudarlo, reunió el aire que pudo en su propio pecho y acercándose a los labios de su amado se lo traspasó, sintiéndolo inhalar de ella al tiempo que se le deslizaron las lágrimas a los lados del rostro, aún bajo su arte sagrada.
—No... puedo hacerlo... —contestó sabedor que le había obligado a vivir.
—¿Qué puede haber tan... cruel... u obscuro... que pretendas dejar de existir antes de dejarme verlo?... —Se sintió invasora y miserable por la pregunta. ¿Qué tanto dolor había estado soportando realmente, su amado?...
—No... no lo sé... —le brotaron un par de lágrimas más. El trance le permitía comunicarse pero sus palabras no hacían justicia a todo lo que ella necesitaba saber. —Pero Asuna... no puedes venir aquí...
—¿Ahí?... ¿Dónde?... —se interesó por la respuesta... parecía como si hubiera sido empujado al interior de sus recuerdos... la mente que deseaba explorar para encontrar el más apegado a su corazón e implantar el módulo de protección divina. Por lo que decidió tranquilizarse e indagar un poco más. —¿Qué hay ahí?...
—Huele... a café... y llueve... poco...
—¿Es... de noche?...
—Dijiste que... estabas preocupada por el STL... pero yo... estoy más preocupado por otra cosa...
Sus palabras le remembraron como hace algunas semanas bajo los pequeños remanentes de lluvia, caminaron de vuelta a casa... luego de reunirse con Shino... en el Dicey Café. Ese día... —se llevó una mano a los labios ofuscada. No hace mucho su amado le había comentado que era muy extraño como su alma había suprimido el recuerdo de lo que le ocurrió para despertar en Underworld... Muy dentro de él... todo aquel temor que sintió esa noche... seguía estremeciéndolo de pánico.
—¿Por...América?... —preguntó para cerciorarse. —Sabes que te seguiría al fin del mundo...
—No puedo... estar tranquilo... aún cuando aceptaste... —respondió con franqueza inesperada por su amada. —Hay alguien... No hubiéramos tomado este camino...
—¿Kirito—kun?... —lo vio volver a removerse incómodo.
—¡Mi espada! ¡¿Dónde está mi espada?! —gritó con toda su garganta, sostenido de inmediato por la Diosa, que lo sintió tensar hacia atrás entre sus manos, enrojecido por la concentración de sangre en su faz y cuello. —No... por favor no... —escuchó su voz cual ruego, que enseguida le desbordó las lágrimas al sentir en su ser que aquellas palabras no eran más que súplicas a Johny Black...
—¡Todo está bien, Kirito—kun! —gritó entre lágrimas que le cayeron al rostro al espadachín principal.
—Me... inyectó... —la debilidad con que respondió la espantó. ¿Tan vívido era ese recuerdo que podía hacerlo volver a pasar por lo mismo?...
—Estarás bien... —se aseguró de enfocar su rostro en el suyo, pero no podía alcanzarlo... no podía ver más allá de los círculos propiciados por su propio llamado al sistema. ¿Qué había hecho?... —no pudo controlar su propio llanto al sentirse increíblemente desatinada y egoísta, al pensar... que por el hecho de poseer la super cuenta de la Diosa realmente iba a poder controlar todo el poder del que disponía... cómo se supone que iba a ayudarlo si ni siquiera podía sostenerlo y decirle que todo estaría bien... Si le había prometido que podía confiar en ella... que la exposición que realizaría sería rápida...
Llevaba cerca de media hora con el Core Protection removido... y las arañas habían formado redadas hasta bajo su pecho, empezando a trepar hacia sus hombros. Mientras gemía en el dolor de los recuerdos del líquido recorriéndolo, sintiendo la punzada bajo la clavícula y el brazo izquierdo entumecido.
Lo recordaba tan bien... ya que sintió su propio corazón detenerse con el de su amado al verlo tirado en el piso de aquella calle...
—Por favor... déjame pasar... —pidió entre sollozos una vez más. —Nada va a sucederme... necesito estar contigo... Por favor...
Se levantó de su lado, al finalmente aceptar que él jamás la expondría al peligro... por lo que por más que le rogara que la dejara ir con él... encontrándose dentro de aquel recuerdo oscuro y temible nunca lo lograría...
El arte sagrado hacía alusión a hacer irrupción dentro de la persona con el permiso de esta... y lo había tomado al pie de la letra, indicándole que debía liberar la protección básica... y por el control que la cuenta de Stacia ofrecía él atendería de inmediato...
Pero en realidad no era así... si él desactivó la Protección básica fue porque confiaba en ella... aunque hubiera llegado a aquel estado obligado por el mandato de su debilidad ante la Diosa.
Pero no era la Diosa a la que debía abrirse... era a la persona detrás... como en todo... confiaría en ella más que en nada... y la protegería a ella, más que a nadie...
Por lo que volvería a intentarlo... apelando a su corazón... que unido a su cuerpo y alma la amaba como a nada en el mundo.
—Kirito—kun... no quiero que sufras... —se sentó nuevamente a su lado y le acarició la mejilla, observando como sus facciones se relajaron con el acto. —Soy yo... Asuna... —le rodaron dos diamantinas más. —Quiero... estar contigo... como siempre... para siempre... a través de mi amor... —se sentía temblar entre las palabras hasta agacharse sobre él y tomar un beso de sus labios semi separados. —Eres lo mejor que me pasó en la vida... eres la persona más especial que existe para mí... sabes que... por ti sería capaz de dar incluso mi vida... por favor... reconoce en mis manos... todo lo que siento... y permíteme volver a ti...
Sus palabras le aliviaron, notándose en como la contractura de su brazo cesó y dejó de estirarse hacia atrás, cual escucharla le trajera paz.
—Siempre te gustó que sumergiera mis dedos en tu cabello... pero si te confieso algo... —le acarició con delicadeza viendo deslizar los mechones lacios en su mano. —Este cabello me encanta porque es tuyo... como me encanta todo de ti... ¿Te imaginas si tuvieras el cabello rojo?... seríamos un par de zanahorias enamoradas... —sonrió entre lágrimas. —Pero el negro es abrumadoramente maravilloso...
—Recuerdo... que una vez me dijiste que en los eventos de S.A.O... tu familia había terminado apodándote Nemuri Hime... por lo bello que te veías al dormir... aquel sueño eterno... Yo... te confieso que por más bello que me parezcas al dormir... con esas enormes pestañas que tienes... odio... sentirme tan preocupada al no poder ver tus ojos abrirse... y jamás podría acostumbrarme o nombrarte así... porque no podría aceptarlo... siempre tuve la esperanza de que algo se podría hacer... aún cuando me dijeron que tal vez nunca despertarías... o si lo hacías... no serías tú mismo... te confieso... que si hubiera sido así no me hubiera importado... yo hubiera estado a tu lado igual... Pero ya que por fin te encontré... no pienso volver a perderte... ¿Me oíste Kazuto—kun?... —sonrió por lo bajo.
Un suspiro escapado del joven sobre la cama, le devolvió la esperanza.
—Lo sé... —se reclinó sobre su pecho, permitiéndole observar más de él, detalles que podía pasar por alto en los momentos de desenfreno de su pasión, pero que en momentos como ese atesoraría. La articulación de su hombro tan bien definida le llamaba a tocarla con cuidado, recorriendo con suavidad su clavícula que de a poco se hundía en un pequeño hueco que le llamaba besar. Todo su cuerpo le resultó siempre tan atrayente que no podía privárselo. Los cambios que el tiempo había provocado en él la inundaban de incertidumbre sobre lo que él mismo pensaría de sí al sentirse más maduro, ¿notaría como había cambiado?... —Te has puesto tan hermoso... más que siempre... tenerte así... hace que te necesite... de mil maneras...
Se levantó de su pecho para posar un par de besos en él. Sus palabras le llegaban... podía comprobarlo con facilidad al verlo y sentirlo entre sus manos... su piel tibia y los ligeros vellos de sus brazos encrespados.
Se detuvo al ver como las arañas habían avanzado hasta su abdomen, por lo que sondeó con la mano activada con la luz del elemento repeliendo lo que podía aún en la superficie. Exponiendo así el reborde de sus costillas y la planicie de su abdomen casi imperceptiblemente marcado que se movía con el vaivén de su respiración de momento pacífica.
Todo en él parecía recriminar los dos años que estuvieron alejados... al verse diferente, haciéndola sentir exploradora y buscando recortar el sentimiento de distancia. Las costillas que resaltaban en su respiración, el fino hundimiento de su abdomen en el bajo vientre desembocando en los huesos de la cadera que sobresalían en aquel nivel, armando la pequeña cintura masculina que tanto adoraba sujetar cuando la poseía y el agujero que formaba su ombligo que parecía haber sido creado para ser besado.
Lo recorrió entero con la palma de su mano al centrar completamente su atención en él, pensando... que cada vez que lo abrazaba había llevado esa parte del cuerpo de su amado contra ella sin reparar en el acto. Era en verdad perfecto.
Tal vez... tan perfecto como la sensación que la recorría al pensar que podría demostrarle cuánto lo amaba y necesitaba si continuaba ofreciéndole los contactos de sus manos con su piel, llegó a rozar la línea superior de la ropa interior con los pulpejos de sus dedos, pero los retrajo sobre la marcha, aunque deseara con mucha fuerza sumergir la mano bajo la tela oscura, esperaría... a que ambos pudieran compartirlo... ver su rostro expresando todo lo que sentía... al ser acariciado por ella. Pero guardaría el anhelo de hacerlo suyo una vez más... con el contacto de aquella mano sobre su intimidad, en el rozamiento intensional de su longitud sobre la tela.
Las palabras previas expresadas por su amado eran verdaderas... lo encontró rígido y contenido contra su engallar por el estímulo natural, divisando con facilidad su silueta a la vista y percibiéndolo con el tacto que entre ambos compartieron entre brindar y recibir el estímulo del encuentro. Sobresalía de tal modo entre la tela de la prenda prácticamente adherida a su estructura que era difícil no imaginar la presión que podría llegar a sentir en aquel estado. Por lo que lo acarició sin pensar demasiado en las consecuencias, dejándose llevar por la culpa rezagada de obligarlo a permanecer así...
El movimiento casi involuntario de la cadera de su amado la alertó. Si desde un principio lo había tenido claro, ella se había hecho con el control que él mismo le cedió al depender de ella y de lo que deseara, su cuerpo seguía activo y deseoso por ella... tal vez... si usaba eso a su favor podría hacerlo comprender más pronto.
Tenía que pensarlo bien... la manera justa para que lograra ser invitada a su corazón, aún en medio del miedo. No podía hacerse más que por amor... su amor puro por él.
Su mano exploradora siguió el rumbo declive pasando con suavidad sobre su muslo, rodilla y tobillo hasta posarse con detenimiento sobre su pie. Podría pasar admirándolo de pies a cabeza el día entero...
—¿Lo sentiste Kirito—kun?... —llegó a juntarse una vez más a su rostro. — Los impulsos de mi piel por permanecer a tu lado.... Yacer contigo... y cuidar tu alma como siempre ha sido... no soy la diosa... soy yo... Asuna...
—A...su... —separó los labios cual lo hubiera alcanzado.
—¡Sí! —lo tomó de la mano.
—Por favor... ven... —se le derramaron las lágrimas.
—Estoy contigo... estaré ahí enseguida... —lo miró incrédula de por fin haber recibido la afirmativa. Le había costado aceptarlo... tal vez... por toda la connotación que el mundo ha colocado en las relaciones íntimas entre las parejas, adornándolas de palabras y clasificaciones diversas que la hacían sentir culpable por desearlo... sentirlo... y hacerlo suyo, cuando en realidad... no existía demostración más grande que esa... entre ellos... que solo se conocían de esa forma el uno al otro, cual él fuera la llave que abría para ella la puerta a la infinidad.
Tenía que hacer perseverar la sensación por lo que decidió que la mejor manera sería acunándose con él, compartiéndose entre las sensaciones que sus cuerpos despedían al rozarse. Se subió a la cama y sentó a horcajadas sobre su cintura, percibiendo así el fuerte roce de su intimidad, reflejo en él que se estremeció al sentirla. Tal vez era demasiado torturante permanecer atrapado contra la tela, mientras sentía el calor de su amada, por lo que lo sintió empezar a temblar, debía darse prisa.
Se recostó sobre su pecho y cerró los ojos. Sintiendo de inmediato como si la base donde estaba recostada... su amado... desapareciera, dejándola caer miles de metros hacia abajo.
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No podía abrir los ojos por la intensidad de las sensaciones a su alrededor, cual el cúmulo de vivencias que una persona a sus 20 años pueda llegar a tener, la emboscara directamente tratando de repelerla y apoderarse de ella a la vez, inundándole los sentidos de melancolía.
No podía calcular el tiempo que se sintió flotando en aquel limbo errático hasta perder su propia conciencia, sino al momento de sentirse rodear por el agua que empapaba sus cabellos y ropas, estaba fría... demasiado... por lo que hizo el intento de levantarse para ubicarse en los alrededores.
—¿Kirito—kun?... —preguntó al aire, enfocada nuevamente en su objetivo, pero no había nada... nada más que una inmensa planicie brumosa en la que apoyarse y caminar...
¿Qué camino debía tomar?... Elevó la mirada hacia arriba, encontrando más espacios que recorrer...
—Kirito—kun... —temblaron los orbes de miel al empezar a caminar, sintiéndose arrastrar por la corriente del agua que se llevaba con ella la cola de su vestimenta de cuenta de Diosa. Cuando vio pasar flotando entre la densidad del agua y la neblina algunas arañas de recursos espaciales.
Fue entonces que comprendió que las que se habían infiltrado habían aterrizado ahí también... por lo que convocó al sistema una vez más con la luminosidad en la punta de sus dedos y las explotó, sacudiendo el agua. Debía haber cientos más... miró a los alrededores en busca de más pero no se distinguía nada, por lo que continuó, cual tanteara entre la bruma, hasta ocultarse completamente en ella, instante en que perdió la resistencia del piso, sumergiéndose pronto completamente.
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Continuará...
Ufff.... Sin palabras.
Me encanta ir escribiendo todo esto poco a poco porque lo siento divino jajajaja
Gracias por todo geme!!!!!!
Kya!!!!!!
Por fin mañana es sábado de nuevo!!!!!
Feliz segundo capítulo de Wou II!!!!!!!!
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