Capítulo 30 "Recuerdos de un amor"

ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS

Capítulo 30 "Recuerdos de un amor"

El Caballero del cielo lúgubre y la Reina del Imperio Humano, iniciaron la conversación solicitada.

-A pesar de la opulencia y soberbia con la que a veces actúa con tal de proteger a su pueblo, muy dentro de él el corazón del rey sigue siendo dudoso y el odio que siente por si mismo parece que nunca va a desaparecer. Aún cuando tú le regalaste la mitad de tu propio corazón su interior lo fue tiñendo de su miseria autóctona.

Sus palabras entristecieron el rostro de la reina, demostrado en sus labios corrugados y la aflicción de su mirar.

-No pongas esa cara porque nada tiene que ver lo que él se hace a si mismo con lo que siente por ustedes o por el mundo, su ser está quebrado y dividido desde hace muchísimo tiempo y las brujas oscuras lo saben... yo lo sé y aunque duela, sé también que tú lo sabes a la perfección, lo viste hundido en su propio mar tenebroso con el corazón sacado de su pecho a voluntad.

-Kirito no es dulce... Kirito no es el amor andando... Kirito no es tu alma ni tu vida, porque Kirito perdió las esperanzas más de una vez... así de frágil es, y es por eso que los recursos de muerte lo persiguen al igual que la oscuridad busca entrar en mí.

Sus palabras la llevaron a recordar las incontables veces que presenció la armadura del cielo lúgubre sirviendo de receptáculo de los recursos de destrucción. Su corazón dolió al punto de sacarle las lágrimas, no había sido nada fácil todo aquello y a pesar de eso siempre se mantuvo a su lado sin dudar.

Pensar de esa manera de su amado le revolvía su ser entero por dentro. Sin saber qué más hacer para ayudarlo.

-Y es por eso que estoy aquí...

-¿Eh?

-Haré que la magia de las brujas oscuras entre a la armadura del caballero de la integridad synthesis 33... después de todo fui yo quien inició todo esto, debo ser yo quien lo termine.

-¿Qué quieres decir?

Por un momento -sus palabras costaban más pronunciarse que el hecho de pensarlas -sólo por un momento pensé que podría recuperarte si él desaparecía y cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo te di la razón. Yo ya no soy yo... Y en este momento de lucidez quiero que llames a esos caballeros tuyos y me den soporte.

-¿Soporte?... Dudo mucho que puedas hacer algo... pondrías en riesgo tu propia vida. La durabilidad de Kirito-kun está desgastándose muy rápido. -volteó con lentitud cargada de ansiedad por la posible separación hacia su amado recostado entre las flores.

-Precisamente por eso no hay tiempo que perder... confía en mí... - aquella petición acompañada por la expresión de fortaleza que tan bien conocía en su amado la llevó a sentir un nudo en el pecho, como si le costará pasar el aire. No quería que se pusiera en riesgo... pero si todo aquello le daba esperanzas de reencontrarse con su amado... pero qué estaba pensando no podía pasar sobre alguien para satisfacer sus propios deseos...

-No más... - la mano apoyada sobre su rostro detuvo su contrariedad, la calidez que se percibía a través de los guantes era única e indiscutible, era él...

De improvisto sintió unos grandes deseos de llorar, no podía dejar que pasara.

-Kirito-kun...

Estaba por replicar aun más pero no logró proseguir al ser halada hacia adelante por la mano del caballero que se apoyó sobre su nuca y la llevó a juntar a su frente, la necesidad de tenerla cerca era imperiosa y descomunal pero no sé atrevió a más que tocarla hasta ese punto.

-No, Asuna... - aunque se negara a si mismo, la cercanía que le presentaba la profundidad de su voz, su olor, su respiración decían todo lo contrario. – es él quien está esperando, es por él por quien haremos esto... debes recuperar al rey estelar.

Terminó por separarla de sí muy en contra de su voluntad, para seguir con su explicación. Las manos le sudaban y la necesidad imperiosa de estar más tiempo junto a ella era sofocante, pero debía vencerse a sí mismo, como tantas veces atrás... como el día en que se dio cuenta que ya no tenía oportunidad...

-Sabes... yo... te seguía... hablaba contigo a la distancia... ya que era la única manera segura de hacerlo... para ambos y aunque era muy inútil y tonto tal vez... hacerlo me ayudaba a sobrevivir...

El momento que le compartía entre frases, acudió a su mente como recordatorio de su posición frente a ella.

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Lo miro tomar tú mano, ¡Qué hermosa te ves sonriéndole! Me siento un segundo a admirarlo, ese pequeño instante donde él te acaricia con su mirada y tus mejillas se sonrojan con anhelo. Sonrío yo bobamente en la distancia, es que cuánto desearía ser yo el que tuviera el placer de recibir esas sonrisas. Siempre fue así... desde que te conocí, un pequeño acercamiento a ti, a tu bello rostro me llenaba de añoranza.

Me pregunto en qué momento fue que ocurrió lo que ahora me tenía soñando despierto con tus hermosos gestos, en qué momento había sido que yo me había enamorado.

Dolía lo increíblemente feliz que me hacía verte sonreírle a él, dolía porque estás enamorada y no es de mí. ¿Pero qué más podía hacer? Nunca podría obligarte a amarme. Solamente me quedaba rogar a los dioses que ese hombre siempre te cuidara y te entregara todo el amor que merecías. Y aunque fuera tan bizarro estaba seguro de que así sería... por siempre.

El viento sopló con algo más de fuerza y movió tu cabello avellano en todas las direcciones, siento que es ver una oda al caos más hermoso con el cielo crepuscular como fondo en el paisaje. Él quita mechones rebeldes de tu rostro y sus ojos se encuentran con los tuyos. ¡Qué envidia!

Porque no soy yo al que miras.

Porque no soy yo al que tocas.

Porque no soy yo el que puede tenerte.

No soy consciente del momento en que mis mejillas comienzan a humedecerse, mientras mi boca sonríe con melancolía. Y solo me queda apretar los puños contra la tierra y cuando un sollozo escapa entre mis labios noto que me he vuelto un llorón una vez más.

Ya no eres mía. Y lo peor... es que es así como debe ser...

.

En más de alguna ocasión podría llegar a decir que lo percibió, la mirada, la energía, el deseo distante asechándolos, y aunque tratara de no sentirse perturbada y disfrutar cada momento con su amado, no podía evitar por al menos un segundo preguntarse qué sería aquello...

O quizás... lo sabía a la perfección. Pero el hecho de no poder estar con él de la forma que aquel otro ser necesitaba la mantenía obligada a fingir ausencia. Lo miró cual buscara la respuesta a su interrogante interna dentro de sus ojos azul acerados, pero el pensamiento que le transmitía fue interrumpido por el desenvainamiento de la espada del cielo nocturno.

El ruido del metal fue sonoro en medio de la soledad en que se encontraban.

-Están aquí... -advirtió.

-¿Qué?... ¿Quiénes? -la pregunta de la reina, apenas alcanzó a ser pronunciada cuando las flechas de fuego azul se hicieron visibles desde los altos balcones del amplio salón.

De inmediato la espada negra giró frente a la mano de su empuñador en forma circular trazando un escudo que reflejó los ataques.

-Felicidades Caballero del Cielo Lúgubre... hiciste todo cual lo mencionaste, irrumpir en la Catedral nunca fue tan bien planeado y ejecutable... -la voz femenina venía de todas direcciones, difícilmente distinguible entre las sombras.

-Justamente –con un par de giros de la espalda en su mano, terminó por apoyar la punta contra el suelo frente a sí. -Lograron entrar... ¡Pero no podrán salir!

-Por favor... no es momento para falsos momentos heroicos, finalmente se asomó de entre las sombras una mujer de esbelta figura, piel morena y larga cabellera verde marino. -La diosa está ahí... tal como lo solicitaste, intacta, para regir el mundo a tu lado...

-¿En qué rayos estás pensando, Kirito? ¿No era esto lo que esperábamos? ¡Eliminar al impostor! -La voz del alma corrupta de su amigo, hacía aparición nuevamente. No era posible... estaba volviendo a desestabilizarse ante la tentación que le ofrecían las brujas.

-Déjame en paz, Eugeo... no voy a hacerlo... -apretó los dientes y los párpados.

Asuna al escuchar sus palabras, se inundó en sorpresa, recordando entonces la ocasión en que el caballero había llevado el mensaje al rey, sobre una voz que le mandaba un "Stay cool" ¿Acaso el alma del mejor amigo de su amado no había podido descansar en paz y continuaba en ese mundo?...

El caballero no podía dejarse manipular más... había decidido hacer algo por su propia alma inmortal, seguir los principios que siempre rigieron su vida.

-Lo lamento Eugeo... pero no puedo hacerlo... ¡No puedo hacerle esto a Asuna! ¡A Underworld! -la desesperación recorrió cada poro de su piel bajo la armadura. -Nos veremos en el infierno...

¡Release Recollection!

El arte de control total se desplegó en forma de ondas púrpura que se dirigieron de inmediato al cuerpo del rey.

-¡Kirito-kun! -gritó sin saber si con espanto o angustia la reina.

-Te lo dije... no debes temer... solo pensar con todas tus fuerzas en él... le tendió la mano para que lo sujetara, haciéndole recordar el momento en que del mismo modo había revivido a su árbol de Glicinas, su cielo de diamantina, a través de sus recuerdos. Al hacerlo el poder de desplego para ella haciendo flotar su cabello por la energía, sintiendo de inmediato como al cerrar los ojos, los recuerdos de su amado que guarda en su corazón fluían a borbotones junto a sus lágrimas.

-Kirito-kun... Kirito-kun... ¡Kirito-kun!

Despertar tras dormirse en el pasto del pueblo en Aincrad y verlo vigilante por ella.

Verlo en el profundo cielo tras la muerte de ambos.

Verlo llegar por ella a la jaula de pájaro.

Reunirse finalmente en el mundo real y ser la primera persona que vio con su despertar.

Su pedida de compromiso en aquella noche estrellada.

Su petición de irse juntos a América.

Verlo llorar desesperado por intentar contestarle al entrar a Underworld como la diosa Stacia.

Haber conseguido prepararle helado para su cumpleaños y comerlo de entre sus labios.

Su rey implacable... y amor incondicional...

La intensidad de los recuerdos y la energía que necesitaba para extraer el hechizo era tanta que la espada se resquebraja en pequeñas partículas que se perdían en los alrededores y se desmaterializaban antes de poder llegar a impactar, mientras los gritos de ánimo a sí mismo y a su compañera de batalla de acero negro se recitaba entre sus dientes apretados en un "resiste... resiste" que daba lugar a una súplica a los dioses.

Cual la oscuridad de aquellos recursos pudiera llegar a saturar la armadura.

La lesión interna era tan grande que parecía sangrar desde el recurso de metal oscuro para entonces teñirse de dorado en un manto brillante que lo envolvía todo.

Pensaba que tal vez sus pecados habían sido perdonados, que si se marchaba por lo menos lo haría con la paz que por tanto tiempo buscó, pero la impresión borró por completo su esperanza al ser testigo de cómo la rama de un árbol retorcido y oscuro brotó de golpe de su pecho destruyendo a su paso su piel y huesos, junto a la sensación inolvidable de la oscuridad apoderándose de su ser al ser absorbida en formato de recursos de muerte de aquel árbol del demonio. Haciendo de que inmediato soltara el agarre de la diosa que vio aquello horrorizada.

La lagrima, la sangre, no se supo que vino primero. Mientras el dolor del mismo impacto atravesó el otro pecho en el momento compartido, en la mezcla de sangre que abandonaba el cuerpo cual buscara escapar entre los labios del rey.

¿Alguien me había apuñalado?

Había sentido el dolor del metal atravesando mi carne muchas veces, pero esto era diferente, no había orificio de entrada, esto que buscaba con desespera atravesar a través de mis costillas era aquel corazón forjado de dagas...

¿Por qué?

No dolía, pero me estaba matando...

Se sentía como si todo mi cuerpo reaccionara con su intensidad máxima a cada uno de los estímulos que recibía, como si la tristeza pudiera resquebrajar mi alma, el dolor aniquilar mi ser desde el interior de mis entrañas...

El latido dentro de mí pecho se sentía pesado. El movimiento presuroso y opresivo que trataba de lanzar mi sangre a cada rincón de mi cuerpo solo respondía a la respiración forzosa que mantuve todo el rato.

Era demasiado solo imaginarlo... estar encerrado, quedar encerrado, marginado... separado... carente, oculto y solo, en una sensación de abandono que mi alma conocía y temía.

Aquel escalofrío que en otras ocasiones había recorrido mi espalda trayendo mal augurio volvía a aparecer, como si tratara de burlarse de mí que ya creía no volvería a sentir algo como aquello jamás y vanagloriado recorriera despacio cada vértebra.

Me preguntaba... si acaso me quedaba solo sentado en la oscuridad, ¿aquella sensación que oprimía mi pecho desaparecería?

No podía hacer más que sujetarme la cabeza y tratar de contener las lágrimas mientras todo dentro de mí solo quería gritar y ser escuchado, pero nadie iba a poder oírme...

El sabor de la desesperación se confundía con la amargura de las lágrimas, que si no estuviera sintiéndolas sobre mi piel hubiera supuesto que en realidad las gotas de la tormenta habían empezado a hacer su aparición, pero no sabía siquiera si había nubes en ese lugar...

Como si se desbordara todo de mí, recibí toda la información que rondaba a mi alrededor en un soplido, mismo que arrasó con lo que era... con quien era...

Solo había distorsión... cual un enjambre de avispas volara acinado dentro de mí cráneo.

La oscuridad envolvió mi vista cual hubiera sido engullido en el vórtice de un cristal de salto...

En la Catedral, el caballero se sintió tonto, como si acabara de darse cuenta que no fue más que un títere cuya utilidad llegó a su fin, la sangre escurría entre sus labios en una hilera pesada y la rama que le atravesaba el pecho se retorció un poco más, envolviéndolo de pecho y cintura, sin embargo nada de todo aquello le interesaba al estar frente a la mirada derrotada de Asuna, que acabó con toda esperanza de morir heroicamente o por lo menos en paz...

¿Pero acaso iba a poder irse así?... ¿Su alma encontraría plenitud?

Su mente divagaba en medio de la pérdida de sangre y esperanza cuando un sonido acaparó el ambiente. La mezcla de gruñido y aullido de un dragón negro que afanado por llegar al lugar de los sucesos, recibió en su camino algunas flechas que no lograron rozarle la piel al salir despedidas por el halo de poder que lo recubría y al finalmente aproximarse, de un mordisco tomó a su amo por la capa y lo aventó hacia arriba con el fin de llevarlo a su lomo. Proceso en que la rama se desprendió de su cuerpo quedando parada y retorcida al brotar desde el suelo.

Al sentir el cuerpo de su compañero resguardándolo, el caballero se dejó sostener mientras por la demanda de su cansado ser se recostada de a poco sobre el animal. Mismo que no cesaba sus gruñidos incluso frente a la Diosa, abriendo el hocico con toda intención de intimidar y dejando escapar las corrientes de líquido desprendido entre sus colmillos y lengua.

-Gracias... Kurohoshi... ¿Qué haces aquí?...

-Por supuesto que irrumpiendo en tu tontería... -continuó la mujer de piel morena. Diosa Stacia... es imposible que trate de morir él solo... porque su vida y la del rey están entretejidas con el mismo hilo. Lo único que está logrando es traer al exterior todos los recursos oscuros que anidaban en el interior de su otro yo.

-Ha acelerado el proceso de corrupción del corazón... -pronunció otra más.

-Se activará el índice de tabúes. -Sentenció una tercera ante una reina que no entendía lo que estaba ocurriendo en realidad. ¿Dónde estaba su armada? ¿Cómo habían entrado las brujas? ¿Qué estaba pasando en realidad con su amado?... lo que la llevo a materializar su Radiant light y apuntarle a la que parecía ser la principal.

.

Flotaba... o tal vez caía... no estaba seguro. Aquel escalofrío me había gobernado por completo, pero necesitaba estabilizarme, eso lo tenía claro, sin embargo, cuando intenté abrir los ojos, aunque me buscara, no lograba encontrarme.

¿Acaso... yo había desaparecido?... Finalmente, la existencia que busqué aniquilar se había ido... y aquella apariencia que alguna vez detesté de igual modo se había esfumado, ni los cabellos negros ni los ojos enclenques estaban más... Sin embargo, había algo en su lugar...

Cual me reflejara en un espejo, o lo que fuera yo lo hiciera o así se sentía... ya que imitaba mis movimientos como pasa frente a un espejo. Llevé mis manos al rostro de aquellas cuencas vacías que despedían un reflejo azul oscuro y solo sentí los dedos hundirse en la viscosidad de la profunda oscuridad que era yo.

¿Gabriel?...

Solo el hecho de pensar en poseer toda aquella inmensa oscuridad me dio arcadas, como si mi alma rechazara tal posibilidad, sin embargo... cuando aquel reflejo pasó... y de mi interior no brotó nada, mi estómago pareció tranquilizarse, para tornarse hambriento.

¿Qué era eso?...

¡Debía detener esto!

Debía sobrevivir... reponerme... por ella... para ella... A pesar de que mi mente se sentía tan revuelta... y los años de mi vida surgían entre recuerdos y pensamientos, había algo... logrando sujetar con firmeza mi corazón deseoso de emigrar.

Asuna...

Pensarla, fue como si un suspiro largo llenara mis pulmones sedientos de aire, liberándome de la opresión tan rígida en el pecho, suplantándolo por la calidez de sus ojos al mirarme... Al recibirme como parte de su mundo... de su ser y entregarse a mí, en un acto de amor puro que redimía mi espíritu, acto que recibía como propias las dagas que afloraban en mi pecho una vez más...

Cual pudiera saborear su alma... todo lo que era... era tan... dulce... todo era tan atrayente...

Sentía el impulso constante y corriente entre mis piernas es el palpitar apabullante y monótono que me encogía la conciencia, pero el deseo impúdico no es un pecado... no es un tabú, no tendría por qué serlo si es solo mi alma reflejando en el contenedor todo lo que el amor y la excitación por mi mujer despierta en mi... en el cuerpo de un hombre...

Pero... aquel que estaba frente al espejo pensándola... reaccionando a ella... no era yo...

La curiosidad reflejada en aquellas cuencas incendiadas fue aterradora. No quería... no podía permitir que una criatura como aquella estuviera con la mente en mi esposa.

Recordé el momento que al pelear contra el ángel de la muerte sintiendo mi vida escaparse entre chorreras de sangre le dije con todo el sentido del momento que el tesoro que él busca no lo encontraría dentro de mi pecho... sin embargo ahora... pensar... que tal vez si dejaba que el corazón apuñalado saliera de mí como tanto añoraba, podría dejar de pensarla... estando en esta forma...

Un ángel cuyas alas putrefactas jamás volverían a parecer las de un hada.

¡AGHHHH! El dolor, la necesidad y la incertidumbre salieron de mi boca en un rugido espantoso.

Pero no podía sacar el momento de mi mente... la última vez que la tuve así... para mí...

A la salida del baño que tomamos juntos luego de haberme enloquecido con su cercanía, me dijo que me extrañaba y se colocó mi chaqueta para olerla a pensar de tenerme ahí frente a ella. Tal vez no lo había pensado de esa forma... el tiempo que le dedicaba al trabajo del dragón mecánico más allá de las horas habituales era tiempo restado a estar a su lado...

Posé las manos en el sutil toque a sus hombros con las yemas de mis dedos y deslicé con suavidad mi gabardina hacia debajo de ellos. Mi mujer esperaba por mí, ya estaba ahí, no necesitaba sustitutos.

Recorrí la suavidad de su piel en el par de segundos que me llevó a apoderarme de sus senos redondos y crecidos por la maternidad, era indescriptible la belleza que exteriorizaba su ser en aquel estado, en el disfrute de nuestro contacto cálido piel a piel y el espectáculo de su desesperación casi palpable y acallada entre sus labios levemente abiertos y que terminaron por abrirse al sentirme recorrer su vientre, con aquella mezcla de frenesí por saberse pronto mía, la sensación de mi mano delineando su figura y la aceptación de los cambios en su cuerpo que llevaba dentro a mis hijos fueron sin dudar la combinación perfecta para el disfrute mutuo.

Aquella figura de cuencas vacías repitió para sí una vez más el nombre de la persona que tanto le atraía por saborear su alma...

-Asuna...

Misma que yacía parada con el estoque apuntando en la dirección de las brujas, sabía a la perfección que en su estado le sería más difícil pelear, pero no se resignaría.

Sin embargo, su sorpresa fue más grande al ver a la mujer que le parecía la principal arrodillarse frente a una figura que salió de las sombras para encararla.

-Ya lo has perdido Stacia... aunque él esté delirando por ti en medio de su locura... el sueño eterno en el que ha caído no es más el nido donde podrá descansar por fin...

La mujer de cabellos azules y lacios, cortos hasta un tanto abajo del mentón, sonrió. 

.

Continuará...

Bueno, después de mucho acá estoy, el capítulo fue escrito en mi teléfono durante muchos pequeños ratos libres, pero espero se entienda.

Gracias por leer :D 

Sabes que es para tí, Geme. Gracias por tu ayuda escribiendo el capi y los ánimos!!!

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