Capítulo 3 "El caballero número 33"

¿Qué era lo que esperaba de mí?...

Desde el momento que el gélido contorno rodeó mi piel como a la estatua que esperaba jamás utilizar y se consumiría entre la escarcha como una hojalata que se oxidaba con el pasar del tiempo... Me di cuenta que estaba solo... que sus ideales pendían de mí... que lo poco que podía salvarse del imperio humano se regía entre los guantes de mi armadura.

Había sido invocado al mundo... para ser su testigo y guardián... Un caballero de la integridad, tal vez el único que comprendía la atrocidad que había sufrido el mundo al perder a Quinella—sama... Administrator...

Pero ella... había depositado sus últimos mandatos en mí, su amor debía continuar en control y posesión de todo...

Y ese impostor... de alguna manera se había hecho con el poder necesario para igualar a la Diosa... Con el poder de estas manos que han de cumplir... he de destruirlo.

SWORD ART ONLINE

ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS

Capítulo 3 "El caballero número 33"

CENTORIA —CATEDRAL CENTRAL—PISO 80—6 MESES ATRÁS

A pesar de permanecer sentado, sentía aún en sus piernas el reciente movimiento, haber caminado hacia alguna superficie y apoyarse en ella... gritar con todas las emociones trepando por su garganta... Para luego ser elevado por los aires y caer...

Tal vez... se trataba del momento de su invocación al mundo... la caída del mundo de los dioses que lo transportó hasta aquella habitación. Poco a poco movió los párpados, cuyas largas pestañas oscuras parecían apresadas por la escarcha, liberando su visión metal azulada, que fue capaz de ver su propio aliento tibio en la exposición de la temperatura baja de su alrededor, mismo que observó con detenimiento, momento en que cual golpe de frío cerebral la voz de la Clérigo mayor llegó hacia sus adentros.

El último de mis caballeros... portador de la integridad del mundo... serás quien cuente la historia de como aquellos que osaron rebelarse contra el mandato de los dioses, acabaron con su propia vida...

¿Acaso su deber... era conducirlos al suicidio?... ¿Cómo podría el mismo conducirlos a violar las leyes que intentaba proteger?... Las palabras pronunciadas por Administrator le parecían tan confusas que tal vez... las lograría entender hasta el momento en que tuviera que enfrentarse de lleno contra el enemigo...

Se puso en pie y la piel que desde el momento de su despertar yació expuesta, se cubrió con el ropaje sagrado de la armadura que le representaría desde ese momento en más. El metal negro jamás antes visto en los caballeros de la integridad del ejército del Imperio Humano. Mismo tono de los cabellos que adornaban su frente y el arma que llevaba envainada en la cintura.

La capa ondeó acompañando su camino hacia la salida de la habitación.

Al mismo tiempo que pisos arriba el joven de faz idéntica a la suya, yacía inconsciente en el piso, recibiendo los gritos de la caballero del Olivo Fragante que le rogaba hacerse cargo de la liberación que les había otorgado.

.

Los pasos del caballero, escaleras abajo se detuvieron al esconderse tras una torre, no estaba seguro exactamente de cuál era la situación... pero sin duda, si la voluntad de Administrator dependía de él... no podía confiarse de nada ni de nadie con quien se encontrara en el camino y aunque le pareciera deshonroso tener que recurrir al engaño respecto a su presencia, lo primordial sería analizar la situación. Fue entonces cuando escuchó que los criminales venidos del Territorio Oscuro infiltrados, habían fallecido... no era solamente uno de ellos... pero el otro no estaba en mejores condiciones.

Aún así... ¿Qué estaba haciendo un criminal en la Catedral Central?... No lo comprendía... pero lo que tenía muy claro es que no podía dejarlo salir...

Permanecería oculto hasta el momento indicado, recaudando la mayor cantidad de información posible. Tal vez así... obtendría un indicio de por qué Alice Synthesis Thirty lo ayudaba y procuraba.

No pasó mucho tiempo cuando el instante justo se presentó. Había observado con detenimiento que siempre que dejaba la habitación, se guardaba la llave en el estuche posterior de su cinturón, por lo que en el instante que abandonó la habitación, la concentración fluyó en él, propiciándole el poder de la encarnación en forma de brazo, obteniendo de esa forma el pase que necesitaba, permaneciendo entre las sombras.

Al verla doblar la esquina, con el rostro inundado en la preocupación, se dio cuenta que no faltaba mucho para que decidiera tomar cartas en el asunto... por lo que tenía que actuar en ese preciso instante.

Con el leve giro de las llaves, empujó la puerta encontrando la oscuridad levemente dispersada por la claridad de la luz que apenas entraba por la ventana.

El criminal estaba recostado sobre la cama con el rostro en dirección de sus piernas... Cual recién se alimentara, el plato de caldo yacía a su lado pero él no realizó movimiento alguno.

—No tiene escapatoria... —colocó la mano en el mango de su espada de metal oscuro, el caballero, mirando extrañado al joven sobre la cama, que pareció reaccionar ante su voz, cual le llamara la atención en sorpresa, levantó el rostro con cierta dificultad hacia él, enfocándolo con sus orbes vacíos pero aún así, con la impresión reflejada en la expresión.

Su respiración incrementó la velocidad al notar que poseía la Night Sky Sword en su poder, por lo que enseguida intentó moverse para recuperarla, pero lo único que logró fue levantar el brazo que poseía hacia él y pronunciar sonidos guturales inentendibles, ante el horror del caballero de ver su propio rostro en el criminal.

—¿Qué es esto?... ¡¿Qué significa esto?! —sacó la espada y le apuntó. Obligándose a si mismo a bajar el arma al sentir el dolor inmenso en su ojo derecho que se tornó dorado. —¡AGHh! —le quemaba... el criminal seguramente había configurado algún arte sagrada sin que lo notara.

—¡Ah...ah! —Kirito estiró con más fuerza el brazo al punto que terminó por caerse de la cama.

El sonido de los pasos que volvían por las escaleras lo alertó. No entendía nada de aquel joven espadachín... criminal del Territorio Oscuro... ¿Por qué era idéntico a él?... ¡¿Qué clase de impostor osaba tomar su figura?!

Gruñó molesto, aún adolorido en su ojo tenido de oro, por lo que rápidamente buscó salir de la habitación, justo segundos antes que Alice terminara de subir al piso y buscando sus llaves, a pasos de la puerta, encontrara la misma abierta de par en par y a su protegido tirado en el suelo alfombrado.

Alguien había entrado... no podía más... de continuar así... en medio de todos los rumores, iban a terminar por acabarlo...

Corrió a socorrerlo y tomándolo en brazos lo colocó sobre la cama.

—Tranquilo... nos iremos... —sonrió tratando de ocultar su dolor de verlo de tal modo, tomó las espadas negra y celeste y se las colocó al lado, esperando que al verlas se sintiera mejor.

El espadachín cuya imagen mental se había desvanecido en medio de la culpabilidad, observó los instrumentos divinos y cerró los ojos. No se sabría con exactitud si recordaría el suceso recién vivido.

.

Mientras el caballero de armadura negra delineada por el sol, se sostenía el rostro. —¿Qué me hizo?... ¡¿Qué fue lo que me hizo?! —bajó las escaleras hasta resguardarse en el puente de salida de los dragones en el piso 50.

Su pregunta quedaría sin respuesta, un cambio al que debería acostumbrarse, escondiendo aquel ojo de demonio bajo un parche metálico que lo ayudaba a olvidar el dolor... aunque lo sintiera presente cada minuto... Tal vez... al eliminar al creador de aquel arte... lo desharía...

Esa noche, mientras se retorcía por el dolor en su rostro, observó el dragón de la caballero dorada, volar... los llevaba... ¡Se los llevaba!

Fuera como fuera... lo encontraría...

—¡AGHHHHHH! —El grito retumbó por la Catedral en los espacios cercanos a él, cual clamor de profundo dolor y rabia.

.

.

ACTUALIDAD

No pasó mucho tiempo cuando los espadachines principales del Imperio Humano se encontraron corriendo por el pasillo cercano a la Catedral Central, en dirección a la sala de reuniones, donde habían quedado con el representante del Territorio Oscuro, tomados de la mano como en la mayoría de veces que salían a solas hacia cualquier parte.

Doblaron en la esquina sin escuchar como desde la distancia, se recitaba un arte sagrada.

—System Call... -Los labios del rostro escondido tras aquel parche metálico, mencionaron con discreción. —Generate Thermal Element... —las burbujas ardientes se posaron en los dedos de su mano extendida. — Form Element, Arrow Shape... —haló hacia atrás el brazo cual tensara el arco. — ¡Discharge! —El sonido profundo de la voz masculina que convocó el arte en formato de flechas de fuego, se detuvo al enunciar por completo, esperando.

La espada envainada en la cintura del Espadachín Principal, se interpuso de inmediato, librándose del ataque cual repeliera perdigones.

—¿Qué? —miró extraña del suceso la venerada como Diosa, poniendo la mano en su Radiant Light.

—¡¿Qué significa esto?! ¡Muéstrate ahora mismo! —reclamó el de cabellos negros, al mismo tiempo que se percató que no había logrado librarse de todas las flechas urentes, una le había atravesado el hombro, por lo que se llevó la otra mano a sostenerse al sentir.

—¡Kirito—kun! —desenfundó su amada al verlo.

—Entonces... era verdad que el Espadachín Principal del Imperio Humano era aquel mismo criminal... —mencionó aún a la distancia suficiente para no ser identificado, se recostó contra la pared del edificio, mostrando su lado derecho, aquel camuflado, sin embargo, su voz... era tan evidente que era igual a la del escogido como futuro rey...

—¿Es un... Caballero de la integridad?... —enfocó la mirada la VicePrincipal, empuñando con su mano el catalejo de acercamiento no visible, siendo sorprendida y traída de regreso al lado de su amado, al escucharlo emitir un par de quejidos, encontrándolo con la mano sobre el rostro al voltear hacia él. —¿Kirito—kun?... —lo sostuvo, colocándole una mano en el pecho sin bajar la guardia contra el aparecido.

—Duele como si te apuñalaran desde dentro del ojo y lo empujaran para eyectarlo de tu rostro... —describió con detalle el caballero, espantando a la joven con super cuenta de Diosa.

—¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Quién eres tú?! ¡¿Y qué pretendes?!

—No se trata de un suceso que yo provoque por más funesto que parezca... Señora de todos nosotros... —se arrodilló en una pierna e inclinó la cabeza frente a ella.

—¡Asuna—sama! ¡Principal—dono! —el llamado de la voz de Ronye, su escolta asignada y la cuadrilla que corría tras de ella llegando al lugar, llevó al caballero negro a reverenciar una vez más a la reconocida como Diosa de la Vida y la Creación para entonces levantarse y moverse tan rápido que parecía haber desaparecido.

—¡No! —bajó la mano del rostro el espadachín negro. Y dando un par de pasos para ubicarlo, gritó en atención a su amada por apoyo. —¡Asuna!

—¡Claro! —lo siguió de inmediato.

El recorrido planteado bordeaba la ciudad en el círculo intermedio entre los callejones, por lo que al notar la dispersión en las direcciones de ambos espadachines principales, los que les siguieron se dividieron de igual forma para cerrar el camino por delante.

—¡System Call! ¡Generate Aerial Element! ¡Stream Shape! -comandó el representante del Imperio Humano hacia sus pies para asegurarse de avanzar con la mayor velocidad posible, impulsado a saltos entre los callejones. Cuando al pasar por uno un tanto alejado de donde empezó el recorrido, sintió la punzada en el ojo nuevamente, haciéndole perder el equilibrio y derribándose contra el muro, chocó contra unos toneles acomodados en el camino. Con el estruendo la gente a los alrededores se asomó, sorprendiéndose al verlo.

—¡Principal—dono!

—Disculpen... Prometo que ayudaremos a levantar todo... —sonrió para continuar con el camino, buscando con la mirada. ¿Quién era?... Por qué... sentía esa presión inmensa al verlo... Mientras más lo pensaba más dolor le causaba... era como si una parte de su cabeza se reusara a contribuir... cual existiera un hueco dentro de él que lo aislaba. Dio un par de pasos más pero terminó por marearse.

Dos callejones atrás, fue avistado por Iskahn, que al no ser recibido en el horario establecido, fue informado que los representantes del Imperio Humano yacían en una tarea de último momento en los alrededores de Centoria.

—¡Kirito! —corrió con el poderío que como Supremo comandante de la armada del Territorio Oscuro, poseía... no por nombre... Siendo capaz de alcanzarlo y sostenerlo antes de verlo perder el conocimiento entre sus brazos. —¡Demonios! —Se arrodilló con él al piso, asustándose al verlo palidecer. —¡Yo sabía que tenías que comer más! —le reclamó sin saber que palabras mencionar para traerlo de vuelta. —Jamás pensé que podría sentirme asustado por verte así... y yo que venía a romperte la cara...

Respiró un par de segundos en los que miraba a los alrededores, para entonces suspirar profundo.

—¡Vamos, despierta, maldito! —le pegaba de palmadas en la mejilla. —¡¿No se supone que tú eres el más fuerte?!

—¡¿Pero qué crees que haces?! —llegó hasta el par de hombres, la nueva General del Ejercito Humano.

—¡Yo no hice nada! ¡Lo encontré así... mujer!

—La gente... se está acercando... se asustarán si lo ven así... vamos... —miró con cariño y preocupación mezclados al que alguna vez fue su Valet.

.

Al mismo tiempo que la Sublider espadachín del consejo de Unidad del Imperio Humano, caminaba con sigilo por los pasajes, buscando a la entidad que a sus ojos, aparentaba ser un caballero de la Integridad.

Su arma desenvainada y la mirada escudriñante entre los rincones.

—Debe alejarse de él... Señora de todos nosotros... —de nuevo... su voz... ¿Por qué su voz se parecía tanto a la de su amado?...

Decidió tomar el asunto con toda la seriedad posible, por lo que enterró la punta de la espada en la tierra frente a sus pies, apoyándose en la base del mango. La forma en la que le hablaba resultaba en verdad respetuosa, por lo que decidió apelar a eso.

—Muéstrese... mi deseo es que acuda a mi presencia... —miró con cierto nerviosismo a los alrededores, esperando verlo aparecer.

—Lo hará... me verá en el momento que las almas de este mundo, finalmente partan... y seré yo él único que parado a su frente la guarde...

No necesito protección... ni de usted... ni de nadie... muy por el contrario... si nosotros estamos aquí... es para proteger este mundo... —respondió al aire, esperando que sus palabras le llegaran, con la sonrisa de pensar que lo que acababa de mencionar era el objetivo que compartía en vida con su amado.

—Puede que de momento usted misma esté perdida en los engaños de esos hombres... pero espere un poco más, Mi Diosa... —desapareció, la atmósfera pesada que sentía a los alrededores. Por lo que angustiada con el acontecimiento no había notado como la gente se había reunido a sus alrededores al verla en el pueblo, a lo que sonrió, saludando.

—¡Stacia—sama! —corrieron hacia ella, rodeándola casi de inmediato. Le encantaba que los aldeanos vieran en ella a alguien en quien confiar, aunque aún no comprendieran que su estancia no representaba a la verdadera Diosa... que en realidad no existía... tal vez mantener la farsa les brindara las esperanzas que necesitaban para continuar con sus vidas, luego de haber perdido a la cabeza de la Iglesia que conocían y respetaban.

.

.

No pasó mucho tiempo entre la despedida en el pueblo, cuando se encontraba ya de vuelta en la Catedral Central. Tras ser recibida con la noticia de que su amado había perdido la conciencia en el callejón, corrió con la desesperación de querer corroborar su estando, estampada en el rostro y entre sus manos apretadas.

—¡Kirito—kun! —finalmente lo vio, le habían recostado sobre una de las camas de los pisos inferiores, de esas que solían utilizarse para los aprendices y llegando a su lado se arrodilló junto a la cama, tomando una de las manos de su amado entre las suyas. —¿Qué sucedió?... —miró entonces a los presentes.

Iskhan y Sortiliena se miraron y tras un suspiro, la ex maestra se expresó.

—No me ha dado completa la información... lo único que sé es que han pasado alrededor de quince minutos desde que los encontré...

—Parecía una hoja desprendida de un árbol... —se cruzó de brazos el Campeón.

—No creo... que tan débil... —mencionó el espadachín, abriendo poco a poco los ojos, llenando la habitación de suspiros de alivio. Asuna, Liena y Ronye que miraba desde la puerta, se acercaron más.

—Uh... si no supiera que estás comprometido... juraría que tienes muchas esposas... —sonrió ampliamente. —Aunque según he escuchado los grandes monarcas en la antigüedad lo hacían de esa forma... —se quedó pensativo, sacándole una negación con la cabeza al futuro rey.

—Yo... ya estoy canjeado y entregado... —miró hacia su amada, que limpió la lágrima que traicionera al saberlo mal, luchaba por escapársele.

—No lo digas así... baka... que no eres un cupón de pollo frito...

—¿Perdón, un qué?... —los miró sin comprender Liena.

—El dialecto sagrado es difícil... —murmuró Ronye.

—Es... —miró a su amado, sin saber cómo explicar.

—Es... una forma de decir que hay un anillo en mi dedo... —respondió con otra frase que tal vez les sería difícil de comprender, hasta que la Serlut pareció comprender por la expresión sonrojada en su rostro. Y se reafirmó la garganta con una pequeña tos fingida.

—Lo sabemos y tienen mi bendición, lo saben.

—Creo... ¡Creo! —llamó la atención la vista como Diosa al sentir que hablaban de su relación tan libremente, no dejaba de avergonzarse. —Creo que debes descansar... aún no comprendo qué fue lo que sucedió... —apretó más el agarre de su mano.

—Fue muy extraño... en todo este tiempo no había sentido nada como eso... pero cuando esa persona habló... sentí que había algo que necesitaba decirme con tanta urgencia y dolor... Pero de su boca... solo salieron palabras que no entendí... No sé quien sea pero jugó conmigo... —Miró su otra mano y la apretó. —¿Tengo algo en el ojo?... —preguntó a su amada que se acercó aún más ante su pedido, quedando tan cerca que incluso le sopló para despejarlo.

—No veo nada extraño...

—¡No podemos volver a permitirlo! —intervino la guardia, a lo que Asuna volteó hacia ella, sonrojándola de haber mostrado su preocupación tan abiertamente. —Asuna—sama...

—Eso es verdad... Gracias Ronye... —le sonrió la sublíder.

—¿Has pensado en algo?... —la miró esperanzada Liena.

—En el... Territorio Oscuro... se hablaba de un arte... que repelía los espíritus... —Dio su opinión el representante del lugar vecino. —Ya que no quieres comer más ni entrenar ese cuerpo tuyo, tienes que usarlo o algo por el estilo.

—La verdad es que no estoy tan delgado. —le sonrió el Principal. Estaba acostumbrado a que le animara a desarrollar más su musculatura, pero tampoco se veía con músculos demasiado prominentes, tal vez era tiempo de dejárselo claro, tal vez con un duelo...

Se había abstraído de la palabra principal de aquella reunión, su propia salud... por lo que, al escuchar las palabras de su amada, capturó su atención de inmediato.

—¿Puedes... repetir? —la miró extrañado.

—Un arte sagrada de protección... de mí... para ti...

—Asuna... —la mirada que le brindó demostraba más que agradecimiento preocupación por ella. ¿Qué significaba eso?... Había tantos estudios relacionados a las artes sagradas o más bien dicho los comandos de sistema que no tenía conocimiento... tal vez debería aplicarse más... Muy al contrario de su amada que desde que entró a Underworld no había dejado de alimentar los saberes de su super cuenta.

—Creo que Asuna tiene razón... Como Espadachín Principal no puedes permitir que algo o lo que sea esa persona... atente contra ti... la gente está muy pendiente de ustedes... y si hay algo que la máxima representante de las artes sagradas pueda hacer... lo mejor es aceptar. —Asintió su maestra.

En realidad... habían pasado por tanto, que lo último que necesitaba era más preocupación, encontraría la solución y la fuerte del problema una vez más... Y si la tenía a ella a su lado... a su amada... podría hacer lo que fuera... contra quien fuera.

—De acuerdo...

—Fue fácil... primero actúas todo interesante y ahora a lo que dice tu prometida atiendes en dos segundos. —Sonrió abiertamente Iskahn.

—Mira quien lo dice... —le devolvió la estocada el espadachín de negro.

—Jaja... idiota.

—¿Y... en qué podemos ayudar Asuna—sama?... —preguntó aún angustiada Ronye.

—No pongas esa cara que todo estará bien... —le sacudió los cabellos el futuro rey, sonrojándola. A lo que el Campeón levantó la ceja.

—En realidad... si necesitaré que me ayuden en algo... —se levantó la Diosa, a lo que todos la siguieron con la mirada. —Llamaremos mucho la atención... pero no puede hacerse de otra forma...

—¿Qué?... ¿Qué me vas a hacer?... —levantó ambas cejas consternado su prometido.

.

.

.

Continuará...

Uff... ¡Los sábados de SAO WoU II han sido inaugurados!

Estoy demasiado feliz y mi musa no se contuvo. Espero no me hayan salido muchos errores porque en verdad que cada palabra va con todo mi amor!!

Dejo el capítulo ahí porque lo que viene lo imagino tan hermoso que debo estar en mis cinco sentidos para escribirlo y desde que me levanté madrugada esta mañana no paro xD

Gracias por leer!!!

Gemeeee esto es para ti!!!!

Amé el op de Animaaaaa

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top