Capítulo 19 "Módulo de devoción y cielo nocturno"
Advertencia: Este capítulo consta del doble de extensión de los capítulos normales porque se me fue de las manos... tenía el Hype demasiado elevado con el dibujo de Abec—sensei que ufff. Así que se desean detenerse para no cansarse, mejor.
La segunda advertencia es que el capítulo contiene una escena (la escena de Kirito y PoH demasiada violencia) por lo que si se desea saltar favor hacerlo.
La tercera advertencia es que he tomado el escrito de "Halo del cielo lúgubre" para darle sentido dentro de la historia.
Gracias por leer y esperar la actualización.
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—¿Qué están haciendo... Destello?...
—No.... ¡No de nuevo! La voz de Vassago inundó el ambiente a los alrededores de la reina. —¿Acaso creen que con solo eliminar unos pocos recursos podrán contra mí?... ¡¿TAN IDIOTA ME CREE BLACKY QUE USA EL MISMO TRUCO BARATO?!
—¡Kiriiiiito—kuun! —trató de expresar con el temblor de su voz, pero sus palabras no sonaban.
—Gracias por traerlo hasta aquí... ja ja... ¡JA JA JA JA JA! ¡NO IMPORTA CUANTOS RECURSOS ELIMINEN SI EL MÁS IMPORTANTE YO! ¡YO VIVO EN ÉL! Es mío... y voy a procurar que así lo sienta...
Con la mención tensora de su declaración la tierra a los alrededores del árbol pareció cambiar de consistencia, que cual arena movediza engulló a los dos cercanos al cedro, separándolos, envolviendo de inmediato al rey entre lianas y atrayéndolo hacia el interior de la tierra y empujando al caballero en dirección contraria.
—¡NOOOOOOOO! —gritó con la preocupación atravesando las barreras impuestas por el poder de PoH y corriendo para acercarse comandó con el himno de aurora la separación de la tierra para sacar de la misma a su amado, pero no estaba... por lo que volvió a hacerlo levantando la tierra en dirección contraria, encontrando solamente la tierra roja revuelta en la oscuridad. —¡¿Kirito—kun?! —volvió a mover las capas de tierra.
Y una vez más... y otra más, hasta que su cabeza la llevó a desistir por un segundo, pero volvió a hacerlo, cual el coro de aurora sonara una y otra vez sin parar.
—¡Mi Diosa! ¡Ya basta! —la abrazó por la espalda el caballero, apretándola contra su pecho en medio de la locura que la bañó de tierra e inundó su rostro en lágrimas de desesperación.
—¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde está Kirito—kun?! —gritó al desgarrarse la garganta.
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ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS
Capítulo 19 "Módulo de devoción y cielo nocturno"
Cual cada paso doliera, la reina caminó poco a poco, mientras se sujetaba de los muebles a su paso. Había revisado tantas veces los escritos sagrados de los que disponía que parecía perdida en sus pensamientos. La sensación en sus manos de la tierra seca persistía, habiendo sido prácticamente arrastrada de vuelta a la catedral por el caballero de la integridad que la acompañaba, quien seguía observándola minuciosamente mientras se mantenía brazos cruzados relegado a mantenerse al margen por el mismo pedido de la Diosa, situación que no lo tenía en lo absoluto conforme, sus ojos de plata azulina sufrían con cada expresión lastimera en el rostro de su reina, a quien en un momento vio flaquear en un seudo desmayo, por lo que rápidamente se le acercó, sujetándola contra la mesa.
—Sé que es difícil... pero mi Diosa...
—Te dije que por favor no insistas... voy a seguir intentándolo, buscando... estoy segura de que debe haber algo que no haya pensado... —Cual observara la regresión de una rosa, flor codiciada y divina del imperio, su diosa parecía retraerse sobre sí misma.
—Y estoy seguro de eso... sabe que puede confiar en mí y que jamás la dejaré sola... pero debe descansar... ha pasado día y medio sin parar de revisar los escritos y sin ingerir alimento.
—Es que no... —apretó los puños contra la mesa en la que se habían detenido a apoyar. —No puedo solo parar... tengo que saber dónde está... si está bien... esta incertidumbre me duele tanto que me cuesta trabajo respirar... —se llevó una mano al pecho al cerrar los ojos. — PoH... quería matar a Kirito—kun... desde hace tanto tiempo...
—Pero el rey es fuerte... y se encuentra... con vida, si no fuera así usted... lo habría sabido ya... —con sumo atrevimiento pasó el guante negro a rodear el pecho de su Diosa y tomó la mano que apoyaba en su corazón, recordándole con el gesto que tenía razón... ella y su amado compartían un solo corazón y mientras el suyo latiera así lo haría el de su amado... ¿Verdad?...
—Mi Diosa...
Su llamado captó la atención de la deidad que volteó despacio sobre su hombro, encontrando su mirada llorosa con la del caballero de oscura vestimenta.
—Mientras la veía andar por la biblioteca... estuve pensando al son de sus pasos...
—¿Qué... qué cosa?... —la extrañeza por tales palabras le robó protagonismo a otra gesticulación de su rostro.
—La campana de Stacia... usted dice que no es posible que el poder de PoH la pasara por alto... pero también recuerdo... que cuando se dio la imposición al remover la protección básica corporal del rey... varios restos de recursos oscuros lo persiguieron, incluso hasta dentro de su alma.
—Sí... los vimos estando dentro... —entendió entonces el punto. —¡Ese hombre lo dijo! ¡Que no podríamos hacerlo desaparecer porque lo tenía! Desde dentro... —se derramaron las lágrimas diamantinas de la diosa, a lo que los ojos azules acerados se entrecerraron, cual verla en tal estado le resultara demasiado doloroso.
—Precisamente... lo más seguro es que durante todo este tiempo, esos pequeños recursos oscuros hayan germinado en el interior del alma del rey... sin que se notara, sin que afectara nada... más que tal vez su propio poder y salud. ¿Ha notado algo extraño al respecto?
—Kirito—kun... siempre está tan activo que pareciera que nada le afectara... si no lo conociera tan bien... puede que no hubiera notado nada, pero llevaba días con malestares... —le dio la razón a las suposiciones del caballero y volteó a verlo asintiendo. —Dolores de cabeza que iban y venían... náuseas... mareos... —cerró los ojos al entender que aquellos malestares que parecían bellos junto al pensamiento que podían tratarse de la espera de su bebé afectando a su marido, no estaban en lo correcto y sintiéndolo ya parte de ambos, se llevó una mano al vientre asustada de pensar en que su pequeño pudiera perder a su padre antes de siquiera haber nacido.
—¿Mi... diosa?... —al verla en tal actitud la sorpresa ingrata se mostró en la expresión del caballero. No soñaba... estaba seguro de eso, pero había pasado por el mismo terror antes... atormentado por el hecho de al establecer una vida conyugal con el rey, realmente pudiera llegar a suceder lo que ahora parecía verídico. No se trataba de su mente reflejando sus temores.
Asuna al comprender la pregunta en su mirada acerina asintió. —Estoy esperando un hijo suyo...
¿Qué era esa opresión que no lo dejaba respirar?... Justo como aquella vez... en la que durante la noche, el asalto de su temor a su subconsciente lo transportó al jardín donde siempre se sentaba a vigilar por el bienestar de su diosa. Observándola divina... mientras salía al jardín a tomar el aire.
Estaba acostumbrado a pasearse por la zona... buscando cerciorarse de que todo a su alrededor se encontrara en calma. Porque, aunque lejos... cumpliría con las palabras que siempre le profesó... aunque tuviera cerca de un par de meses de no verla...
Su Diosa... la divinidad que su mundo le colocaba entre los pensamientos y el alma... mientras doblegaba su profundo rencor por el mundo...
Tal vez ella era la única capaz de domar aquel inquebrantable espíritu... y la necesidad desenfrenada de acabar con el reinado estelar...
¿Por qué?...
¿Por qué si su Diosa confiaba en él... seguía de la mano del rey?... Había tantas cosas que no comprendía... mientras estando a su lado, la paz lo envolvía y era incluso capaz de olvidar... cual la extraña sensación que arremolinaba su pecho y llegó en más de una vez a pensar que se trataba del miedo, desapareciese...
Cuestión de cinco años de encuentros no elaborados por el destino... la buscaba... incansablemente... pero ella jamás decía más de lo necesario...
¿Por qué no comprendía que necesitaba su guía para entender su papel en el mundo?... Si la Clérigo mayor no estaba más... solamente la tenía a ella... ella a la que respetaba como el más fiel de los seguidores... pero que amaba... como el más perdido de los dementes...
A veces... deseaba pegarse contra las paredes hasta desangrar su cráneo en busca de liberar aquella aberración que lo consumía... Pero no podía... no iba a acabar consigo mismo cuando su misión era estar a salvo por ella... para ella... para proteger el mundo donde ella era la representación más grande del amor.
Como si se tratara de un muñeco vacío... un barro apenas moldeado y que hueco había descubierto el deseo de vivir en su rostro...
La luz de la luna pegaba con fuerza contra el pasto a sus pies. Los enormes jardines lo mantendrían fuera del alcance del mundo, hasta que decidiera ser encontrado... después de todo de eso se trataba su poder... la oscuridad lo seguiría a los confines del universo... almacenada en los metales de su armadura, cual su destino no fuera otro que mantener la pureza del mundo...
¿Para qué?... ¿De qué serviría cargar con semejante dolor?... ¿Por qué su armadura recapturaba los miedos y las codicias?... no lo quería... no podía con ese peso sobre él día con día...
Se suponía que los Caballeros eran representados por su divinidad... y si él buscaba solo cumplir con la integridad... ¿porque debía purificar, porque absorber los pecados que no le corresponden?
Día con día la carga se acrecentaba... como nubes cargadas de lluvia... Oscuras y gélidas cubriendo la poca luz que le llegaba, convirtiendo su cielo en la soledad lúgubre que le acompañaba... a él... Caballero del Cielo Lúgubre... Kirito Synthesis Thirty Three.
Repasaba el pensamiento de siempre cuando la sintió. Elevó la mirada con angustia, precisión y necesidad hacia ella...
—Mi diosa... —Se puso en pie y caminó entre los arbustos buscando acercarse. Comúnmente observaba a la pareja real desde la zona más alejada del jardín cuando se asomaban al balcón y platicaban... o se besaban... o ambas... recordar todos los momentos en los que los había espiado lo perturbaba. ¡¿Por qué se quedaba?!
Pero en esa ocasión, la Diosa había bajado al jardín... sola.
Hermosa...
Como siempre que pensaba en ella, la extensión increíble de sus cabellos agitados con la leve brisa lo envolvía en su aroma aún tan retirado de su lugar.
Sus ropas ondeaban del mismo modo, al punto que la bata que la cubría se corrió en vuelos hacia atrás, dejando apreciar el camisón delicado que llevaba bajo esta y a la vez... el pequeño vientre en el que parecía el inicio de la formación de una vida...
—No... —como si sus ojos ardieran y su pecho estuviera por reventar, sintió que lo que observaba iba a acabar con su vida. ¿Qué significaba ese dolor?...
—Mi Diosa... —temblaron sus labios al pronunciar, mientras sus dientes se apretaron con fuerza al observar como el rey salió tras de ella y llegó a abrazarla por la espalda, acariciaba con suavidad su vientre y entonces la besaba.
Sintió como si sus pulmones no pudieran reunir el suficiente aire.
—Star King... ¿Qué hiciste?... ¡¿Qué demonios hiciste?!
Un hijo... le había hecho un hijo... tal vez todo el tiempo se resistió a pensar en la pareja real en la intimidad, pero era innegable... lo había escuchado de los labios de su diosa, como lo había presenciado en aquel sueño...
Ahora no era solo ella... era esa criatura en su interior la que debía ser protegida... un dios no nato en el seno de su divina madre.
—¿Kirito?... —el llamado de su nombre de los labios que adoraba, lo llevaron a arrodillarse frente a ella. —¿Qué haces?... Por... ¡Por favor levántate!
—Mi diosa... usted lo sabe... mi vida le pertenece y puede hacer con ella lo que desee... y... en este caso... es mi deber no solo mencionarlo sino volverla una ofrenda real...
—¿De qué estás hablando?...
—Yo puedo... llegar al rey... ¿Lo recuerda?... por la conexión inexplicable que ambos poseemos con el otro... solo debe ser atraído al vínculo... con el colocar de la Campana de la Diosa de la vida y la creación en el interior de su siervo...
—¿La Campana de Stacia?... —temblaron los orbes ambarinos al escucharlo. Mientras el recuerdo de todo lo vivido años atrás acudía a su memoria, sus palabras eran ciertas... así como él había sido llamado a la conexión con su amado, seguramente el rey sería vinculado esa vez, pero... la colocación de la campana tenía un requisito importante... que no podía ser llevado a cabo con cualquiera.
—Te lo agradezco... —se arrodilló frente a él y colocándole una mano en el rostro le sonrió entre lágrimas. —Pero... sabes que jamás podríamos realizar una conexión tan fuerte entre ambos... te prometí, que pasara lo que pasara íbamos a encontrar la respuesta a tu nacimiento... y sigo dispuesta a continuar con la búsqueda de la verdad, no solo porque seas idéntico a él... sino por ti... porque no puedo abandonarte... como mi caballero... mi amigo... Pero de ahí...a... provocar la vulnerabilidad que solo puedo con él... me es imposible... lo amo...
Las lágrimas corrieron de los orbes azulinos acerados al escucharla, sin embargo, no con un sentimiento de dolor, no entendía por qué... escucharla hablar así lo tranquilizaba.
—Jamás le pediría que se entregara a mí, mi Diosa... —bajó la mirada ante ella. Soy yo el único que pone todo a su disposición como la muestra máxima de entrega y vulnerabilidad a usted... considéreme el puente... que la conducirá al rey...
—¿Puente?... —el resplandor la encegueció por unos segundos, al ver como el brillo se llevaba consigo el metal que lo envolvía, permaneciendo en aquella pose de postración y entrega hacia ella.
—¿Estás seguro?... —preguntó al joven cuya frente yacía sostenida por el suelo.
—Permítame servirla... —ante su solemnidad solo le quedó asentir y pararse.
—Cuando todo comience deberás remover la protección de tu cuerpo y alma ante mí...
—System call... Remove core protection... -mencionó sin miramientos.
—System call... raid with Permission... -Con el pronunciar tenue la habitación se iluminó en medio de la aurora boreal desplegándose entre cantos angelicales. Al mismo tiempo que el rostro del caballero que yacía apoyado contra el piso se elevó abruptamente poseído por la luminosidad del poder de la diosa reflejado en los círculos blancos, comando del poder de Stacia, Diosa de la vida y la creación.
El recuerdo del momento que llevó acabo el comando en su amado la asustó, esperando que en cualquier segundo los recursos aparecieran tratando de invadir al caballero, pero nada ocurrió, parecía relajado, aun cuando sus ojos yacían perdidos en medio de los círculos de poder.
—Voy... a entrar... para buscar tu recuerdo más preciado... y colocar la campana de Stacia... ¿Sabes lo que eso puede significar?... —se arrodilló frente a él.
—No... Mi Diosa...
—Podrías... no volver jamás... —se llevó una mano a los labios al pensarlo. —Sabía por las narraciones previas a sucesos como ese que al estimular el recuerdo más preciado en un caballero que había sufrido el ritual de Síntesis expulsaba el módulo de devoción que los volvía incondicionales a Administrator, por lo que colocar su campana en su lugar... traería de vuelta a... la persona real...
Ante la idea pareció dudar. ¿Qué sucedería si expulsaba el módulo de devoción del Integrity 33?... ¿Sabría entonces la verdad?... ¿Despertaría como su Kirito—kun?... o... ¿Moriría?...
—Mi diosa... está bien... no hay nada más en este mundo para mí que servirle con todo mi ser...
Tras escucharlo lo envolvió entre sus brazos perturbada, pero sabía que ponía su espíritu en ella, su fe y voluntad, por lo que no dejaría que pasara por eso en vano.
—Voy a entrar... —cerró los ojos mientras soportaba los sollozos, para segundo siguiente abrirlos en medio de la luminosidad de una inmensa zona clara.
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Ambiente indiscutiblemente distinto al que surcaba el rey momentos antes...
Poco a poco había dejado de luchar, como si aquel oscuro y húmedo lugar hubiera drenado su energía hasta hacerlo sentir que flotaba sin saber nada, entre oscuras tierras mojadas, el olor se filtraba en sus narices, del mismo modo que porciones pequeñas de esa tierra negra se pegaba manchando su cuerpo, de pronto, lentamente esa breve sensación de desorientación desapareció, recordando el motivo por el que sus ropas estaban rasgadas y su piel lacerada.
Había luchado contra las raíces que lo habían engullido hasta la tierra, su resistencia parecía hundirlo más, e incluso, su propia encarnación había vacilado con la ondulación de su conciencia, por el repentino miedo que lo absorbió.
Algo de él mismo que había olvidado, ¿Cuándo había sido la última vez que sintió miedo?; tal vez la respuesta era simple, pero su pensamiento parecía divagar en esa tierra que parecía barro a su alrededor, sosteniéndolo, mientras los raigones ásperos le recorrían.
La postura del rey era lastimosa, sus manos envueltas de raíces formaban una cruz con el resto de su cuerpo, y sus ojos, alguna vez profundos mares acerados, yacían perdidos en la oscuridad, todo parecía haber perdido sentido, como si aquel intento por absorber toda esa energía se hubiera convertido en un reflejo en sus ojos lejanos, mirando a la nada de la cual había caído preso.
Sus pies descalzos, estaban sucios, aquella fina tela negra que vestía sus piernas yacía arañada y tan solo el firme cinturón de cuero oscuro parecía mantenerlo en su lugar, de sus brazos colgaba la tela rasgada, mientras su pecho yacía expuesto embarrado.
Su tórax subía y bajaba con irregularidad, por más que tratara de concentrar su conciencia, cual hubiera un muro cercando su mente, no podía lograr zafarse.
—Al fin estás cerca — un gruñido áspero y ronco vibró acompañando las palabras, produciendo una sensación de repulsión en el rey — no sabes cuánto te he extrañado... — prosiguió la voz deshumanizada.
Entendió quién era en ese momento, aquel cegador que solamente le había traído problemas desde aquel primer encuentro en el piso 5 del viejo castillo, y en ese momento, tanto tiempo después, sentía que era más de una vida la que habían tenido siendo enemigos.
La percepción de repugnancia no abandonaba al rey, bien podía recordar aquella pesadilla en la que ese hombre había hablado, lo que para él no eran más que delirios de una mente enferma, pero, el torpe recorrido de las raíces rozando su pecho, solamente aumentaba el miedo de las intenciones del hombre convertido por él en un árbol demonio.
—¡¿Qué demonios quieres?! — cogió todas las fuerzas que parecía no tener, para ordenarle a su boca expulsar las palabras desde lo profundo de su garganta.
—¿Acaso no he sido claro? — una risa epiléptica hizo eco en la tierra, y aquella presión húmeda en la que había estado, pronto se expandió, dejándolo colgar expuesto desde las lianas que lo envolvían, su visión, aun oscura, divisó pronto la silueta formándose mientras se torcía repulsivamente la madera, negra como el carbón, rasgos humanos crujían mientras se amoldaba.
Ante sus ojos azules acerados, se había formado en segundos un pequeño foso del color del alquitrán, y delante de él, raíces gruesas salían desde la tierra en el fondo, dibujando la figura de un hombre.
Pero no podía ser llamado así, su cuerpo retorcido y negro, formado de madera que parecía querer podrirse, manos astilladas y su rostro, donde deberían ir sus ojos, dos tenebrosos huecos que parecían aún más negros que la corteza que formaba su piel.
—Quiero que me dejes mostrarte mi amor, Kirito — la voz rasposa salió de la deforme boca que se había formado.
Le hablaba de amor, cómo podía hacerlo cuando sólo buscaba matarlo, y ver sufrir con aquello a su amada —Es injusto que Destello veloz te monopolice, ¿no lo crees?
—Deja a Asuna fuera de esto, PoH... — que el nombre que amaba lo dijera cuando frente a él parecía un demonio, produjo un escalofrío que le recorrió la espalda desnuda, suaves yagas dejaron correr pequeñas gotas de sangre al tensar sus músculos, mas, ante la sola idea de que llegase a tocarla del mismo modo que lo tenía, le aterraba en lo profundo de su ser, y es que no solamente era la mujer que más amaba, ella llevaba en su vientre vida que él protegería sobre todo.
—No te preocupes, claro que estará fuera de esto... — abrió sus ojos oscuros y apretó los dientes, sacudiendo un poco su cuerpo, logrando que las ramas avanzaran hasta cubrir sus hombros — no entiendes que no te quiero compartir con ella... el deseo de permanecer junto a ti... de hacer que me sientas en todo tu ser me domina.
—¡Estas loco! — un sonido que parecía una risa burlona muy baja llegó a su oído, para luego oír la susurrante voz.
—Lo estoy por ti — la rama que había alcanzado su cuello, se elevó deformándose en una viscosa forma alargada y semi circular en su punta, frotándose contra la mandíbula del rey, para terminar en su mejilla, la textura de una lija húmeda lo asqueó, sacudiendo desesperadamente su rostro — luego de amarte como siempre he querido, borraré esa semilla que pusiste en ella — frenó de golpe el movimiento brusco de su rostro, dedicándole a la figura humanoide frente a él, una mirada cargada de odio mezclada con la desesperación de verse impedido de defenderla, casi olvidando todo lo que la palabra amarlo significaba.
—¡Tócala y te mataré! ¡Juro que no quedará nada de ti si la tocas! —Las palabras del rey, más que causarle perturbación, parecieron conmoverlo, por la delicadeza con que la rama acarició su mejilla.
—Eres realmente hermoso... tal como lo que representas... siempre lo pensé... pero cuando te haya robado toda esa determinación... ese brillo en los ojos... la fuerza que te violenta... y no seas más que aquel despojo que me encontré al reclamar tu presencia frente a mí en el campo de batalla durante la guerra de Underworld... finalmente estaré satisfecho... porque habré acabado con la esperanza del mundo...
—¿La esperanza?... ¿De eso se trata todo esto?... ¡¿Por qué simplemente no peleas por lo que quieres?! ¡Si es matarme, sabes que te enfrentaría todas las veces que fueran necesarias!
—Y ese es uno de tus principales problemas... aunque ya has matado... aunque la sangre ha corrido sobre tus manos... sigues temiéndole a la muerte... ¡¿Por qué piensas en innumerables veces por venir?! ¡Debes pensar en una única vez en la que con tus propias manos destruyas mi alma! En la que con un puño me destruyas desde dentro... como yo... que lo único en lo que pienso es enterrarme en ti hasta que no sepas ni quien eres y me ruegues por hacerte desaparecer... por ser lo último que veas... y así será porque eres mío...
La declaración afianzó el recorrido de las ramas ásperas a la silueta del rey, haciéndose presente con el dolor y presión de las heridas antiguas y recién provocadas. —¡Aggh! —cerró con fuerza los ojos al sentir las laceraciones de su piel entre las ramas.
—No hay duda de que el espectáculo esperado y conseguido es lo mejor que existe... ¡Eso es, hazme desearte más! ¡Hazme sentir vivo! ¡Humano! ¡Con esa expresión de dolor que se supera solo con el odio! ¡Quiero ver tu desesperación!
—No... se trata de eso... —pronunció entre dientes al sentirse retorcer entre las lianas. —Podrías triturar todo mi cuerpo de esta manera y no conseguirías lo que buscas... ¡Porque es mi alma la que me mantiene en pie! ¡Mi corazón! ¡Mis recuerdos! ¡Mis sentimientos!
—Eso quiere decir entonces... que así como yo lo perdí todo... ¿podría arrancar de su interior cada uno de tus órganos y seguirías siendo el mismo? —Los ojos profundos de la criatura de corteza lo observaron con detenimiento mientras con mínima velocidad acercaba la mano hacia el pecho del rey hasta llegar a posarse sobre él y rozar las prolongaciones de sus ramificados dedos, en un recorrido áspero y casi doloroso en la piel. —Podría simplemente atravesar la piel, la carne y el hueso... pero... —sonrió provocando un hueco oscurecido en el rostro deformado. —Quiero... más que eso... han sido muchas horas... las que he pensado... en que no moriría sin haberte hecho mío... En un principio... se trataba solo del amor que nadie más comprendía... tal vez la Destello... pero... todo cambió ese mismo día... cuando en lugar de deshacerte de mí... me dejaste aquí... plantado... te maldije tanto...
Mientras narraba, las ramas afiladas rompían de a poco los pequeños jirones que mantenían unida la camisa y chaqueta real del espadachín, exponiendo su pecho y abdomen por completo, siendo rodeado entonces por la cintura por las manos cual garras de follaje y recibiendo sobre su piel el rostro de la formación humanoide que lo aferró hacia él, entre los jaloneos de sus brazos atados al aire.
Es que las fuerzas que por momentos sentía que abandonaban su cuerpo, volvían desesperadas tratando sin éxito de zafarse del tortuoso agarre. Pero no era más que un intento en vano, mientras la voz rasposa continuaba su perturbado monólogo.
—Te deseé tanto... poseer a la esperanza que se desplegó sobre el cielo esa tarde... y destruirla... —pronunció entre sollozos cual su propia idea lo perturbara.
—No lograrás nada... — había detenido el movimiento brusco para mirar al cegador, tratando de imponerle tras una serenidad que le costaba mantener, su resistencia y falta de miedo. No iba a dejarse vencer.
—¿Así lo vas a manejar?... ¡¿Jugar al que nada te afecta?! ¡¿Al ser en paz?! ¡¿Por qué no puedes entenderlo?! ¡Voy a matarte! ¡VOY A MATARTEEEE!
El eco resonó en todas las paredes de la cueva cual estruendo en medio del temblar de la tierra y el sacudir de las ramas que lo aprisionaban, mientras la sangre le escurría en las coyunturas de intersección entre su piel con la corteza retorcida y espinosa. El rey inclinó hacia adelante la cabeza por el dolor de la costilla rota nuevamente presionada entre las lianas, mientras de su frente y cuello se escurrían cual lágrimas de sangre, finas líneas carmesí. Mantenía los ojos y dientes apretados mientras soportaba.
—Abre los ojos... debes ver esto... ¡Qué abras los ojos de una puta vez, Blacky!
—¡Aagghh! —terminó por abrir sus orbes de plata azulina en sorpresa terrorífica al sentir como una de las prolongaciones afiladas le atravesó desde la espalda, siendo capaz de ver la punta emerger desde su costado al frente. Su vientre se manchaba de sangre con el correr de los segundos, pero insistía en su defensa al permanecer tranquilo, por lo que volvió a cerrar los ojos aún en medio de las lágrimas que inevitablemente le brotaron.
—¡¿De nuevo?! —apretó el agarre al cuello del espadachín, remembrándole la sensación de asfixia de la última vez.
—No sabes como los odiaba... la odiaba... a ella... al ver cómo te hacía sonreír... Te cambió Kirito... te admiraba... porque a pesar de estar solo en el campo de batalla poco a poco te fuiste convirtiendo en la luz... odiaba la luz.... ¡Odiaba es maldita luz! La luz... que ahora compartes con ella...
Sus ojos que permanecían cerrados, se abrieron con intensidad, obviando el dolor que quemaba desde su vientre y las muchas laceraciones que surcaban su cuerpo, que con el correr de los minutos se veía más expuesto, pero una vez más la había mencionado, a la única persona por la que él daría su vida y en ese momento con solo su recuerdo lo llenaba de fuerza.
—Asu...na... es fuerte... fue ella quien me dio su luz a mí... y si estoy aquí ahora... es por ella... sigue siendo ella... ¡Siempre ella!
—En eso te equivocas... Destello te perdió... te arrebaté de su lado en sus narices y no pudo hacer nada... ¡A pesar de que fue ella misma quien me mató la primera vez! ¡Esa mujer puede separar la tierra de este mundo! Pero no es más fuerte que yo... jamás conocerá la tierra como yo... el árbol que absorbe la energía sagrada y puede disponer de ella cuando lo desee... y como lo desee... —Cual mandato con aquellas últimas palabras las raíces se deslizaron sobre sus piernas, apretando más obligándolo a separarlas, mientras una última rama circundante se deslizó serpentina sobre su entrepierna.
—¡Bastardo!
—Ser llamado así en realidad no es un insulto para mí, Blacky... —se aproximó a su rostro una vez más. —Lo has sentido antes... —sonrió en la laguna oscura que poseía por sonrisa. —No te distraigas... —se inclinó sobre él hasta juntar su oscuridad al rostro del rey, aunque era tan solo un hueco vacío del que no podía sentirse respiración alguna, pero era la agobiante visión de lo que supondría fuera su boca, por lo que con toda intensidad buscaba librarse, entre los pataleos de sus piernas y movimientos bruscos de sus brazos, pero con la mano enraizada que yacía sobre su pecho, cual pequeñas culebrillas, varios cientos se dispersaron por el cuerpo del dios estelar, algunas al centro de su pecho cual se sumergieran dentro de él para reavivar el agujero de retoños que en los sueños se veía poseer, sin embargo, la extracción de su energía era tanta que parecía jugar en su contra, pensar que todas aquellas raíces que lo envolvían habían sido creadas con su propio poder era absurdo, hasta que lo sintió recorriéndolo bajo la tela de los pantalones, en un momento la presión de la cantidad reunida bajo la ropa enmarañada, era tan elevada que sucumbió poco a poco, las tenía por todas partes, parecían drenar la energía, envolvían su entrepierna dolorosamente, en el punto de la tortura máxima al retorcerse contra él obligándolo a cerrar los ojos y a retraerse contra su espíritu y voluntad.
No podía tolerarlo... no podía con eso... ¡Tenía que deshacerse de eso! —¡AAHHHHHHH! —echó la cabeza hacia atrás con repudio tratando de liberarse de aquella perturbadora cercanía y el agarre, que con dolor le envolvía su cuerpo completamente.
El estímulo engendraba la sensación más escalofriante que hubo sentido jamás recorriéndole la columna, desprovisto de su poder y en un profundo sentido, también su dignidad... es que su deliberada manera de haber ignorado su oscura declaración de amarlo, estallaba en su cabeza con las acciones de la forma humanoide hecha de madera, podía sentir como, cual anillos deslizándose sobre él, las ramas lo recorrían en medio de la sensación nauseabunda que tantas veces lo atormentó por las mañanas.
—¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Voy a matarte infeliz!
—Hasta que por fin dices algo que en verdad deseo escuchar... tu voz suplicando porque me detenga... Nunca lo habías hecho Kirito... siempre hacia adelante, dispuesto a la pelea... ¿Qué pasó?... ¿No quieres hacerme partícipe de tu placer?... — ante sus últimas líneas, ahogó en su garganta la sensación de asco que le provocó... ¿placer?, sintió una profunda rabia, solamente una persona podía despertar en él ese sentimiento... —Si yo más que nadie en este mundo lo deseo... ver tu rostro en el momento que dejes salir todo... ¿Acaso no es lo mejor del sexo?... penetrar, penetrar, penetrar, penetrar... penetrar una y otra vez. —Pronunció en el acelerar de los movimientos sobre el rey, provocando un dolor inconmensurable, así como una desesperación nueva e intensa, naciendo desde su interior el deseo de destrozarlo por lo que aquel oscuro ser realizaba en el ahogo de su voz que se apretó en lo profundo de su garganta cual fuego encerrado entre paredes de madera que terminarían por derribarse.
—¡POH! —apretó y abrió los ojos enfurecido en las tonalidades doradas características de la activación de su encarnación a nivel divino. —¡Bastaaa! —La onda expansiva que se generó con su grito lo envolvió todo en el brillo dorado y cálido que lo caracterizaba. Momento en que sintió desconectarse de si mismo, cual espíritu que abatido abandona su cuerpo al final de la batalla, pero muy por el contrario le llevó a sentir liberado, todo a su alrededor se oscureció reflejando la inmensidad de su corazón de cielo nocturno.
Por unos instantes... pensé que todo sería en vano... haber decidido pelear por hacer de Underworld un lugar mejor... aceptar el estado real que el pueblo había confiado en nosotros... en mí... y mi reina... Pero al ser comparado con la esperanza... puede que la misma culpabilidad de pensar que se perdería y abandonaría a todos una vez más, se apoderara de mi pecho...
Pero no estaba solo... como nunca lo he estado...
Mi cuerpo yacía crucificado entre ramas desangrantes... pero mi espíritu estaba conectado con ella... Los círculos del poder de la diosa Stacia yacían expuestos en mis ojos... ¿Esa era la forma que encontraste para llegar a mí?... Si pensaba en ti... podía verte con suma claridad...
Caminando en medio de la brisa y el sol... que mundo tan diferente al que enfrentaste en mi interior...
Te veo... te extraño... pero a la vez te siento... y es lo único que necesito... Asuna...
No pude contener la sonrisa de saberla mía y en busca de reencontrarnos, mientras el corazón que compartíamos la buscaba en medio de la inmensidad, desatado entre la oscuridad del cielo que rápidamente se coló a la estancia clara que era el espíritu de aquel caballero tan idéntico a mí...
—Asuna...
—¡¿Ki... Kirito—kun?! —identificó mi presencia de inmediato, a pesar que yo mismo no podía ver mi propio rostro, sabía que había cambiado y la expresión de mi reina lo decía, el sentimiento que nos envolvía era el mismo de aquella vez... tantos años atrás... recibiendo sus deseos como las estrellas que alumbraban en mi interior...
—Lo sé... —mencioné con suavidad para ella, mientras la naturaleza de aquel poder se comparaba solamente con la capacidad de reconocer todo y estar en todo a la vez... de inmediato identifiqué donde se encontraba lo que buscaba... el recuerdo más valioso del caballero... porque era el mismo que yo poseía... —ve...
La reina se quedó observándome unos segundos más, cual no deseara separarse de mí, ahora que estábamos juntos, aunque de aquella etérea manera. Pero asintió, siempre tan responsable y digna de su gran poder.
—Solo espera un poco más... y estaré contigo... —mencioné casi al aire al perderla de vista, mientras un par de plumas negras azotaron con el fulgor del cálido viento que me acompañaba.
Debía ocuparme también... —al regresar la mirada hacia el ser ramificado y congelado en el tiempo, lo comprendí.
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La reina había caminado en la dirección que su amado le indicó, logrando ver como una infinita escalera se direccionaba hacia abajo, lo único que debía hacer era recorrerla... aunque la duda no dejaba de atormentarla.
Si ya se había encontrado con su amado... ¿Para qué continuar con la implantación de la campana?... ¿Podía solo seguir adelante porque el Caballero se lo había permitido?... Era su momento de averiguar la verdad...
Y se lo había prometido a él mismo, que encontraría su razón de ser en el mundo...
Tomó su decisión y puso un pie en el primer escalón en descenso.
El interior del caballero era tan diferente al de su amado que podría jurar que se trataba de personas distintas... aquel mar de dolor envuelto en una fortaleza de sufrimiento, ahora no era más que una nube blanquecina en la que caminar largas distancias...
Hasta detenerse frente a la puerta donde yacía el recuerdo que buscaba. Si era el mismo que encontró en la mente de su amado entonces... finalmente lo comprobaría... Colocó la mano en la puerta que no parecía tener seguro y empujó en búsqueda de entrar, para entonces sentir cual puñalada en el pecho lo que llevaba tantos años pensando...
El recuerdo más querido...
El recuerdo donde yacía colocado el módulo de devoción... y donde colocaría su campana de protección, la había llevado a... el día de su primera vez con su amado en el mundo real, igual que ocurrió en el pasado con él... no había duda... ese caballero era su Kirito—kun...
Trató de controlar las emociones de aquella revelación, juntando las manos a su pecho y procurando sin éxito de retener las lágrimas. Hasta que al sentirse un tanto más calmada elevó el brazo hacia el frente.
—System Call... Embed Godess Module Protection... Right to Left...
El recitar del arte la estrella de muchos picos apareció en la estancia, empezando su danza de luminosidad, sin embargo, pareció ralentizarse con el temblor de la zona. ¡¿Cómo era posible si estaba en el recuerdo correcto?!
—¡AAAgghh! —el gritó de su amado venía de todas partes, el sufrimiento la embargó al ser partícipe del mismo, mientras el destello púrpura invadía todo, al punto de destruir la estrella y obligarla a cerrar los ojos y desconectarse del vínculo.
Sintió como si hubiera sido expulsada con una onda expansiva que la tiró hacia atrás en la realidad. En la que al recuperar un tanto la ubicación de su ser, enfocó al caballero que yacía aún arrodillado y con el rostro hacia arriba mientras los círculos blancos que la representaban habían desaparecido de sus ojos, pero a cambio, el módulo purpurino luminoso se asomaba de a poco sobre la frente, estaba expulsando el módulo de devoción.
—¡Kirito—kun! —se levantó con rapidez hasta llegar a él, que al escucharla llamarle de tal forma dejó rodar dos lágrimas aún en sus orbes platinos perdidos en la transición del control de Administrator sobre su ser, mientras sus cabellos flotaban sobre su frente por la emanación de poder.
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Continuará...
Sentí que esto fue demasiado épico para mi corazón, millones de gracias por acompañarme en el camino cruel y hermoso de este fic.
Gemelis, ufff, tú eres la cabeza, reina y madre de todo esto, sin ti no podría ni escribir la mitad de todo esto, gracias por ser mi beta y colaboradora querida, por redactar parte de la historia y por hermosear todo mi desastre!!!
Te amo gemeeeeee
GRACIAS POR LEER!!!!!
PD Para el cumpleaños de Kirito-chi saqué una historia relacionada a estrellas que puede use más adelante por lo que invito a leerla para no perder el seguimiento. Su nombre es Alba.
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