Capítulo 10 "Millones de veces más"
—¡Debe darse prisa o el arte se cerrará!... Sé que no desea lastimarlo, pero...
Lo que le pedía no era fácil... aunque se tratara del cuerpo de su amado... era otra persona...
—No puedo... —cerró los ojos.
—Si así lo prefiere... sabe que estoy dispuesto a hacer lo que sea por usted... aún si conlleva esta clase de actos... —el sonido del metal deslizándose sobre la vaina la obligó a abrir los ojos a verlo levantar la espada negra en el aire.
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ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS
Capítulo 10 "Millones de veces más"
No necesitó de la activación de la hoja de la espada, que por sí sola poseía un filo aterrador... Las gotas cayeron pesadas en la alfombra... mientras yo no pude hacer más que sostenerlo, se la había clavado en el pecho.
Cual las vestimentas que portaba no hubieran sido más que una ilusión, empezaron a desvanecerse mientras me veía cual no deseara soltarme, después de todo, aquel al que sostenía entre brazos en esos momentos, era Kirito—kun... Fue entonces cuando lo comprendí... aunque el Fluctlight del caballero Kirito... se hubiera posesionado en él por unos instantes... la persona que realmente se encontraba en un estado de fragilidad extremo era él... finalmente se dejó caer estaba completamente inconsciente, por lo que lo llevé al piso, recostándolo contra la cama, era la última oportunidad... debía entrar... encontrar el recuerdo más importante... colocar el módulo de protección y volver... antes que su durabilidad se extinguiera...
No había nada que deseara más que verlo abrir sus ojos otra vez... que me dijera que ya todo había terminado... que lo habíamos logrado...
Entrelacé nuestras manos y juntando nuestras frentes, nuevamente lo busqué...
—Ya casi estoy ahí... ¿Ves el mar?... —pregunté mientras lo visualizaba, tal vez si buscaba directamente en el lugar donde me desconecté sería mucho más fácil volver con él. —Quiero verte... —las palabras abandonaban mis labios como una súplica. —Déjame verte... todo acabará pronto...
—¿Vendrás?... —respondió a mi llamado... cuando lo escuché, mi corazón dio un brinco profundo, tanto que dolió dentro de mi pecho. Él me esperaba... —Asuna... no tengo fuerzas...
—Sabes... que siempre que te sientas cansado... yo estaré ahí para que apoyes tu cabeza en mi regazo y descanses... —apreté nuestras manos tomadas, solo era cuestión de unos segundos más, habíamos conectado...
—Quiero descansar...
—Está bien... pero hasta que yo esté ahí... espérame por favor...
Cual las palabras fueran la última vuelta al cerrojo, nuevamente me sentí dejar caer en la inmensidad. Salté al agua cristalina, a la vez que el rojo teñía mi alrededor, mientras se diluía tratando de alcanzarlo; heridas aún abiertas que ardían antes de entrar, se calmaban en aquellas aguas donde él se encontraba, el contacto de su calidez que parecía dispersa me aliviaba.
La misma posición en que lo vi la primera vez que entré... ahora tan cercano que no podía creerlo... sin importar la cantidad de daño que recibí con esta segunda entrada... sus muros custodiados por los enemigos que conocíamos los dos... no entendía bien el significado de aquellos al verlos... ¿Estaban ahí para no dejarme pasar?... ¿Seguía siendo una intrusa?...
No importaba si debía luchar contra todo Aincrad, Alfheim, GGO y Underworld juntos... lo que fuera... lo enfrentaría por él... Y Kirito—kun lo sabía... Tal vez... muy dentro de él deseaba corroborar que todo aquello fuera cierto... quizás... si él hurgara en mi interior encontraría miles de trampas más...
Lo que fuera... ya no quería pensarlo...
Estaba ahí... frente a mí...
Parecía dormitar... en aquella enorme pesara donde reposábamos los dos... pero lo cierto era que no dormía... entre sus manos...
¡Entre sus manos!
¿Tan tarde había llegado?... Si él yacía pacífico y tranquilo... ¿era porque no yacía más en este mundo?... Nadé el espacio que nos separaba y levanté su rostro para mí. Pero no... no había expresión... Podía ver mis propias lágrimas adhiriéndose al mar que nos envolvía como pequeñas gotas cristalizadas.
Sujeté sus manos envolviendo lo que con tanta dedicación custodiaba... y lo que yo tanto había tratado de proteger... su corazón que apenas y mantenía calidez...
Si tan solo yo... pudiera transmitirle mi sentir... si pudiera compartir con él la vibra que se mueve dentro de mi pecho... y al mantener su corazón entre mis manos pudiera aliviarlo de por lo menos un poco de todo aquel sufrimiento... compartiría gustosa con él mi propio corazón...
Por un momento lo olvidé... pero me vi gratamente sorprendida al presenciar lo que sucedió... las plegarias de mi interior habían sido encarnadas, brillante alejado de mi pecho ahí estaba... mi propio motor, el que guie con delicadeza hacia sus manos donde reposaba su cansada esencia y con el contacto terminaron por fundirse en uno solo. Llevándolo a abrir los ojos de inmediato para mí, mientras sus ojos parecían dos luceros brillantes y sorprendidos por lo que acababa de ocurrir.
—Bienvenido... —pude pronunciar en nuestro corazón que elevamos entre nuestras palmas, pero más pareció que flotara por si mismo entre los dos, fue entonces cuando ocurrió.
Pude entrar a su más profundo y guardado recuerdo... de la única forma que era posible, compartiendo la vida con mi amado.
Lo recordaba a la perfección... y deseaba llorar de alegría al sentirlo estrujándome por la espalda, estábamos los dos... observando nuestro pasado...
Se situaba alrededor de dos meses luego de mi despertar al mundo real... cuando finalmente todos los acontecimientos que me dejaron atrapada en ALO junto a casi 300 jugadores más de S.A.O terminaron. Por fin... podíamos estar nuevamente juntos... como lo adorábamos... como lo necesitábamos... como lo que éramos... dos jóvenes cuyo amor no hacía más que crecer aferrado a la lucha por nuestras propias vidas...
Esa tarde la casa de Kirito—kun se había quedado vacía... por lo que decidimos que sería buena idea pasar un momento solos, sin personas preocupadas por nuestra salud... que aunque sabíamos se trataba de la muestra inmensa de cariño... también queríamos sentirnos como personas normales... con la fortaleza que siempre nos caracterizó... aunque a veces fuera el mismo Kirito—kun quien lo olvidara... y me tratara con tanto cuidado que me avergonzaba...
Había preparado el té él mismo y los panecillos que compramos camino a su casa, eran una delicia. Nos sentamos en el piso de su habitación a comer, recostados contra su cama, era como si no necesitáramos nada más que permanecer uno al lado del otro, cual las miradas hablaran y como siempre se comprendieran entre sí.
Reímos mucho... y nos tomamos de la mano la mayor parte del tiempo, pasar los minutos de esa manera era suficiente y maravilloso... después del tiempo que imaginé volver a verlo... a tocarlo... mientras me encontraba encerrada en aquella jaula de pájaro... no solo por mí...
Necesitaba saber si él se encontraba bien... por lo que llegó un punto en que la unión entre nuestras manos se convirtió en el vínculo del abrazo con que lo envolví, adentrándome en su calor, recostada sobre su pecho. Amaba estar así con él... sentir los latidos de su corazón me reconfortaba.
Lo sentí rodearme con firmeza, mientras deslizaba su mano entre mis cabellos, había algo en él... que tal vez faltaba aún por descubrir.
—¿Estás bien?...
—Sí...
—Pero entonces... ¿Por qué estás así?... callado... y como taciturno...
—Creo... que también ser así es parte de lo que soy... pero es verdad que no debería comportarme así cuando estoy contigo... cuando me siento tan feliz... —su sonrisa encerraba un alivio y agobio inseparable uno del otro.
—No... sabes perfectamente que puedes comportarte como lo desees... entre nosotros no hay máscaras... puedes decirme lo que pase... siempre.
—Sí... tal vez sea cuestión que apenas me está llegando el cansancio de todo lo que pasó...
—Últimamente hablas mucho de eso... me preocupa...
—No... no debes hacerlo... —su mano acarició mi espalda alta. —Creo que es más por el esfuerzo mental...
—Te entiendo... pasamos por tanto... no sé que me daba más miedo... —pasé las yemas de mis dedos sobre su pecho, sintiéndome segura ya al pronunciarme. —Si el hecho de perderte en Aincrad... o no volver a verte luego de eso... pero cuando te vi... llegando hasta lo alto por mí... junto a Yui—chan...
—Yo... —su abrazo se afianzó a mí con más fuerza.
—Te lo dije... en ese entonces... aunque apenas y podía oírte... tu rostro me lo dijo todo... todo acabó. —Me separé para poder encontrarme con su mirada, necesitaba saber si mis palabras le habían llegado, pero mi sorpresa enternecida fue ver las lágrimas resumidas en sus iris perlados... que cual llamaran a salir a las mías, compartimos el sentimiento, finalmente... por fin....
Sonreí aún con las lágrimas, invitándolo a hacer lo mismo; sonrojado por el llanto me miró con la expresión pacífica y feliz.
En aquel momento aún no entendía en su totalidad por qué los pensamientos lo arrinconaban de esa forma... pensar que Sugou Nobuyuki podría llegar a ser tan despreciable... y lo sugestionara con tantas palabras hirientes aprovechándose de mi estado... o los sentimientos que su hermana le había confesado...
Todo se volvía un nudo en su interior... mientras batallaba contra el mundo por regresar a mí... y cargaba con el pasado de las batallas de Aincrad...
Sabía que no era posible comprenderlo todo... porque siempre hay alguna parte del corazón que se guarda para uno mismo, pero no era impedimento para querer resguardarlo para mí... y compensarle por lo menos un poco de todo ese sufrimiento...
Lo busqué... encontrando sus labios que me recibieron con suavidad, pero necesitados por demostrarme su sentir.
—Ven... —me separé mientras lo halaba hacia mi para que se levantara. —¿Recuerdas lo que me dijiste el día que al entrar a Alfheim, bailamos con la música del ítem del baile de las hadas?...
—Por supuesto... que llegaría el día en que podríamos hacerlo con nuestros propios pies...
No hubo más que decir, el sonrojo en su faz se tornó tan hermoso cuando me vio haciéndole reverencia de baile antiguo con mi falda plisada extendida a los lados y mi pie flexionado.
—Vicecomandante...
—Kirito, el de la doble empuñadura... —respondí a su llamado con otro igual. Aunque nuestros avatares habían ya cumplido su misión su alma seguía dentro de nosotros.
Extendió su mano hacia mi y me acercó con decisión a su pecho.
—No tengo música...
—Por supuesto que sí... está aquí... —coloqué la mano sobre su pecho. —El sonido que me arrulló durante catorce días y trece noches... y en el que pensaba cada día que no te vi... y aún hoy busco...
—Asuna... —mis palabras lo ensimismaron, cual pensara en que para él resultaba exactamente igual.
—Algunas veces muy acelerado... y otras... un golpeteo dulce...
—¿Y esta vez?...
—Déjame escuchar... —iba a agacharme contra él para continuar con la conversación pero la intención fue secuestrada por el beso que llegó en su lugar.
Encuentro desatado entre nuestros rostros que se separaban para verse necesitados por continuar. Entre pasos ligeros y torpes en retroceso hasta la cama, en la que caí de espaldas y lo recibí sobre mí.
—Asuna... —su voz tembló al llamarme... lo había escuchado antes... era su manera de pedirme yacer junto a mí... a lo que asentí sin pensar... Pero aún así... no se movió, quedándose en la misma posición cual pensara. Me miraba con las pupilas fijas en mí, había algo que deseaba transmitir, pero que a la vez le hacía sentir inseguro.
—¿Kirito—kun?... —tomé su cabeza entre mis brazos y lo acerqué a mi pecho. —Lo que sea... lo afrontaremos juntos...
Lo sentí cerrar los ojos y acomodarse sobre mí. —Perdóname... —pronunció con debilidad. ¿De qué estaba hablando?... —Yo... no pude hacer nada cuando ese sujeto...
Lo recordé... sus palabras eran un reflejo de mi propia verdad... aunque tratara de decirme a mi misma que aquello no me lastimaría... y aunque se lo pronunciara a él para que no desesperara... me sentí morir cuando me expuso ante él...
—Solo quería matarlo... ¡Dentro de mi la ansiedad por destrozarlo solo crecía! Pero sin poder moverme... era como una burla... sentía que era mi castigo por haber aspirado tan alto... ver sufrir a la persona que más amo en el mundo... tener que ver con mis propios ojos como te tocaba... me sentía... me siento... tan miserable por no poder protegerte...
—Pero lo hiciste... venciste tus propias ataduras... y viniste a mí... como mi héroe...
—Asuna, no... no merezco que me digas así...
—¿Y qué eres entonces sino eso?... Fuiste por mí... —busqué sus mejillas para elevar su rostro hacia mí. —Eres al único que soñaba ver día tras día... porque confiaba que no me dejarías sola... porque luego de luchar a tu lado por tanto tiempo... llegué a conocerte muy bien... y sabía que no te rendirías... y no lo hiciste... volaste hasta mí Kirito—kun...
—¿En verdad?...
—No puedes dudarlo... pero sí hay algo que puedes hacer... —tomé su mano y la llevé hasta uno de mis pechos, mostrándole que los únicos toques que me importaban e interesaban eran los suyos... por él y por mí... para dejar en mi cuerpo el roce de su piel... su olor... y su calor que tanto anhelaba.
Se agachó sobre mí, encontrando mis labios, en un gesto extremadamente dulce.
—Creo... que en el mundo real... puede doler un poco... —mencionó mirándome con cierto temor tal vez a ser él mismo quien me lastimara.
—Sabes... que siempre que se trate de ti... yo pasaré por lo que sea... y si en verdad llega a doler... me sentiré igual de feliz... porque el dolor significa que estoy viva... que estoy aquí... contigo... en el mundo real...
.
—Y sigo creyéndolo... —miró sobre su hombro a su amado que la abrazaba desde la espalda, mientras al frente aún sostenían entre ambos su corazón unificado. —El dolor no importa... sería capaz de soportar lo que fuera por ti...
—Y yo por ti...
—Ya comprendo por qué es este tu recuerdo más preciado... es también el mío... ser uno... en nuestro mundo... fue... tan intenso... pero a la vez... tan relajante y liberador...
—Me sentí el más afortunado del mundo... el más feliz... como si el hogar que creía destruido se levantara de los escombros... como si la luz que creía perdida se encendiera alumbrando mi ser perdido... justo como ahora...
La volteó despacio, mientras el corazón que compartían yacía flotando entre ambos.
—Pero debes marcharte... un solo corazón no puede mantener con vida a dos personas... y jamás te quitaría la oportunidad de... —fue silenciado por un dedo sobre sus labios.
—Lo sé... —cerró los ojos con una sonrisa. —Por eso lo tomarás...
—Asuna... no... —negó increíblemente preocupado en un segundo.
—Activaré el arte del módulo... y luego te irás... tu cuerpo en Underworld está mal herido... me temo que es por eso que tu corazón no se pudo recuperar... por eso... cuando despiertes te ruego que busques sanarte lo más pronto posible...
—Es una locura... ¡Jamás te permitiré hacerlo! —tomó el corazón con la mano y trató de introducirlo en ella, pero no lo logró, mirándola incrédulo de no poder llevar acabo su objetivo. —¡¿Por qué?!
—Porque mi corazón salió de mí para ser tuyo... él no busca regresar Kirito—kun...
—No... ¡No! —volvió a intentarlo un par de veces más, pero cual golpeara contra una pared invisible le resultaba imposible atravesarla. Cayendo arrodillado ante ella, la abrazó de las piernas desesperado.
—¡Kirito—kun!
—¡No puedo! ¡Prefiero morir!
—Eso jamás... ¿Me escuchas?... no podría perdonarme nunca... que por el uso de mi poder terminaras perdiendo la vida... —le colocó las manos en el rostro con firmeza, para entonces ser soltada por él al sentir sus intenciones de agacharse frente a él y recibirla.
—Tal vez... lo mejor hubiera sido no intentarlo... haber estudiado un poco más las artes sagradas... pero en realidad... pensé que podría... —le circularon las lágrimas al sentirse derrotada por sus propias decisiones. —Es por eso que yo... voy a salvarte... ¡Por lo menos a ti! —no pudo continuar con su explicación, al ser sujetada por ambos brazos y acercada con rapidez hacia él, que la atrapó contra sus labios en un beso profundo y de unión, como un símbolo de lo que realmente eran... una mujer y un hombre desesperados por mantener a su lado al otro.
—Kirito—kun...
—No hay nada como hacerte callar las tonterías con un beso... —sonrió. —Cuando te entregué mi vida... no lo hice con intención de que la pusieras sobre la tuya... —la soltó para tomar entre sus manos el corazón flotante como un destello de luz.
—No voy a aceptarlo de vuelta... es tuyo... —continuó en su postura.
—La mitad... —mencionó casi en susurro.
—¿Eh?...
—Así como compartimos el pan... el inventario... y la cama... —mencionó tratando de hacerla sonreír al notar el rostro de preocupación con que lo miraba.
—Pero compartir un corazón no es lo mismo... no sé cómo eso podrá afectarte... —lo tomó del brazo para detenerlo.
—Eso es verdad... pero mientras pueda estar vivo para permanecer a tu lado, es suficiente para mí... —la miró comprometido.
—Y para mí... —comprendió su cometido, viendo entonces sorprendida con la facilidad que aquel corazón entre las manos de su amado, cual galleta en un tronido se partió en dos. Estando esta vez si dispuesta a recibirlo, vio flotar su mitad hacia ella dirigida por la palma de su amante, mientras la otra lo buscaba a él.
Penetrando en cada uno, cual un soplido de viento. Se miraron con la expresión más pura del amor existente, a partir de ese momento compartirían no solo como una expresión su amor, sino en materia, un corazón dividido en dos.
Las lágrimas se hicieron presentes por la emoción, terminando abrazados y entre besos reconocedores, pronto volverían... ya no faltaba mucho. Pero debía apresurarse su amado en Underworld yacía herido.
Invocó entonces el arte en medio de su recitar insonoro, decidida y atenta a los cambios; sabedora que ya todo había terminado y que finalmente iba a poder colocar la protección.
La estrella de muchos picos giró frente a ellos con gran intensidad al punto de no poder seguirle el paso, mientras se transformaba con la reducción de sus puntas hacia abajo en la silueta brillante y divina de una campana transparente.
El sonido que emanó, resopló en todas direcciones, inundando el lugar y con la presencia de la aurora boreal que representaba la activación del poder de la Diosa de la Vida y la Creación. Al mismo tiempo que en la habitación donde se encontraban sus cuerpos ocurría exactamente lo mismo.
Los cabellos de ambos se mecían fuertemente con el viento de las runas de oro marcándose en la piel de la frente del espadachín principal. Estampando en lenguaje antiguo el nombre de la diosa como su protectora y que terminó por difuminarse con la finalización del arte. Obligándolos a caer hacia atrás cual hubieran sido empujados por una tremenda energía.
Abrió los ojos despacio, cual hubiera permanecido dormido por un largo rato... sintió entonces a su amada sobre sí y lo único que deseaba era poder abrazarla con fuerza contra sí... la apretó contra su pecho y hundió su nariz en el largo cabello brillante.
—¿Kirito—kun?... —despertó bajo la reacción de su amado, sintiéndose estrujada entre los brazos fuertes.
No respondió, simplemente la apretó más intensamente haciéndole sentir lo tan importante que fue para él recibirla en su interior y que escudriñara en él... como el alivio que sentía al verse reflejado en ella... que podía ver más allá que cualquiera... y lo conocía mejor que si mismo...
Cual el abrazo se transformara en un capullo lo abrazó de la misma manera, haciéndole sentir que entendía lo que trataba de transmitirle y lo aceptaba. El llanto de su amado no se hizo esperar... había liberado tanto de si en esas últimas horas... al punto de terminar arrastrándola a ella a su mala suerte... y verse obligados a compartir un solo corazón del que no tenía idea la privación que podría tener más adelante...
Lo recién pasado y la descarga de sentimientos lo había dejado exhausto, dormido aún con las lágrimas empapándole las pestañas, pero sano... y con las heridas infligidas recuperadas con el mismo poder divino.
La mujer de larga cabellera de atardecer lo cubrió con una de las mantas de la cama y salió de la habitación, una vez arregló su propia vestimenta.
Se sentía de igual manera cansada y agitada... pero feliz... lo había logrado... al costo que le fue exigido... Se llevó una mano al pecho. Pero ahora podía estar segura de que él estaría a salvo.
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Sabía que durante todo el tiempo que tardó la imposición del arte, sus guardias estuvieron cuidando, por lo que debía avisar que estaba ya solucionado. Llegó hasta la puerta de la catedral y le sonrió a Liena.
—Rina...
Los cansados ojos de la general del ejército, voltearon con algarabía al escucharla.
—¡Asuna!
—Lo logramos... —respondió tratando de ocultar el cansancio y mostrar su felicidad.
—Me alegro tanto... estaba empezando a preocuparme... fueron casi tres días...
—¿Tres?... —engrandeció la mirada asombrada, con razón se sentía exhausta. —Gracias por todo... pude hacer lo que debía porque confiaba en que tú nos cuidabas...
—Ahora por favor ve a descansar... Y.... —moría por preguntar por la segunda persona involucrada.
—Sí, volveré con Kirito—kun... se quedó dormido casi de inmediato. —la reverenció por la ayuda prestada en símbolo de agradecimiento y se dispuso a volver con su amado.
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A pesar que se sentía cansada, le preocupaba más que no despertara... pasó casi medio día desde que el ritual terminó. Lo sentía levemente afiebrado por lo que se quedó a su lado, tomándole la mano, como solía hacer en momentos así. Sin notar el momento en que sucumbió a su propia necesidad de descanso.
Cuando al empezar a sentirse repuesta, movió los ojos somnolienta, trayendo de inmediato las vivencias recientes a ella, por lo que buscó levantarse para asegurarse que su amado se encontrara bien, pero fue detenida por la misma mano con que se quedó dormida sosteniendo.
—Kirito...—kun... —buscó tocarle la piel del rostro, percatándose que la fiebre se había ido.
—Te arriesgaste demasiado...
—Lo mismo harías tú por mí... —respondió con una sonrisa, sin moverse de la posición, viéndolo con detenimiento a los ojos.
—Me viste desnudo...
—Eso no es novedad... —volvió a responder de la misma manera. —Además... que esta vez no... llevabas pantaloncillos... aún los llevas... —mencionó al tantear bajo la sábana.
—Me viste más que desnudo... —se expreso con mayor seriedad. —Viste tanto que... pensé que podrías alejarte...
—Nunca... lo que vi... me enseñó tanto de ti... que lo haría mil veces más... un millón más... millones de...
—Ya... —la detuvo con un beso robado, prácticamente impactándola contra la almohada.
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Continuará...
JAJAJAJAJA mátenmeeeee, pero es lo más que puedo llegar en este cap xDDDD
Gracias por leer!!!
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