Capítulo 1 "La venida de Stacia"


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ANTIGUAS Y NUEVAS ESTRELLAS

Capítulo 1 "La venida de Stacia"

CENTORIA.

Cursaba el vigésimo segundo día del decimo primer mes del calendario real del imperio humano, año 380.

En un inicio... aquel mundo no significaba más que otra nueva realidad... el lugar que le había robado todo a su amado a través de su entrega más profunda, firme y pura... Porque lo conocía muy bien... y lo único que pudo llevarlo por aquel camino de lucha y abnegación no podía ser más que el sentimiento de proteger...

Proteger... construir... y apoyar a todas aquellas almas que dependían de un futuro incierto, donde la justicia no lo era en realidad y el castigo divino podía tocarse con las manos.

Manos que terminaban sangrando y envejeciendo en un trabajo sagrado que ataba los espíritus.

Y él... como un alma navegante en el mar de la incertidumbre, arrastrado por aquella corriente rocosa, terminó por perder su barca.

Arrojado a la orilla de la desesperación y angustia... adolorido y friolento atardecer que terminó por despojarlo hasta de su aliento con la impronta de su amigo más querido en medio de un adiós que se llevó consigo un trozo de su alma.

Pensarlo...

Tan solo imaginar el dolor dentro de su pecho en esos momentos era perturbador... cual el sentimiento se transmitiera a ella y las lágrimas que derramó en ese entonces al sostener a Eugeo contra su pecho, se transmitiera tan vívidamente que desearía tal vez... poder intercambiar papeles... para poder librarlo de aquel dolor...

Sin embargo... de haberlo hecho... de haber sido ella quien aquel día recibiera el ataque del tercer Death Gun... ¿Habría podido sobrevivir sin él?...

Si desde que está a su lado... es su vida... Su Kirito—kun... lo era todo...

Tal vez... hubiera redescubierto a la antigua vicecomandante de KoB... tal vez... escapar del sufrimiento sería imposible pero aquel pensamiento reconfortaba su corazón que solo deseaba verlo bien...

Tal vez... lo que pensaba era injusto e incluso egoísta de su parte... Porque lo privaría de aquella experiencia... que, aunque dolorosa y demasiado cruel... le había brindado el mejor amigo que tuvo jamás... y eso era lo principal...

Dos años separado de ella, pero apoyado por él... Dos años de un Kirito—kun más maduro... más fuerte... más triste... más valiente... más... todo...

Pero a la vez... tal y como lo recordaba...

El espadachín de doble espada con hermosa gabardina negra que representaba...

El niño cuya dulzura interna desbordaba entre sus sonrisas...

El joven de espíritu libre y risueño que le enseñó a vivir donde nadie lo hacía en realidad...

El hombre en que se convirtió que jamás dejó de expresar sus lágrimas al sentirlas brotar... y le dio gracias a la vida al sentirse abandonado nuevamente... por realmente no estarlo... por contar con el pecho de su amada donde resguardaría su cabeza y exhalaría sus suspiros por el resto de lo que le quedara de durabilidad...

Tal como en ese momento...

Que al acariciar los cabellos oscuros tan dóciles y relajados como su dueño, sentía que no había nada en el mundo que pudiera superar la felicidad de tenerlo junto a ella una vez más... sin importar las abrumadoras vivencias por las que tuvieron que pasar... por el mismo juego mental del que era posible fueran presas... porque durara lo que fuera... estarían juntos... amándose.

¿Por qué había empezado a pensar en todo eso?...

No lo sabía muy bien... pero cada cuanto, su amado le contaba historias de aquellos dos años previo a la tragedia... tal vez, al vergo así de tranquilo, la invadía la incomodidad de pensar en todo lo que había sucedido y la necesidad de recompensarlo la invadía, quería solo felicidad... su felicidad... por lo que depositó un pequeño beso sobre la frente despejada de pechones por su mano.

Con su cometido lo escuchó suspirar, llamando su atención, bajó entonces la mirada en la búsqueda de su rostro, encontrándolo profundo.

Aún... no se acostumbraba del todo a las diferencias que habían surgido entre los dos, sintiéndolo más grande... más alto... y sus facciones más masculinas.

Su espalda se había ensanchado al punto de tener que rodearlo por la cintura para poder abrazarlo fuertemente contra ella. Deseaba con todo su ser conocer todo... lo que lo había acompañado en aquel tiempo, cuales eran sus deseos en esos momentos... y qué pensaba que pasaría en el futuro... pero sobre todo... reconocerse en él como siempre lo hizo...

No dejaba de temer al respecto... porque aunque para ella fueron pocos días... para él... fue un lapso importante de tiempo... ¿Habría sufrido mucho sin ella?... Tal vez... en su interior deseaba pensar que sí... pero a la vez... deseaba que fuera lo contrario... porque la sola idea de imaginar dos años lejos de él... de sentir ese dolor... volvía a lo mismo...

No podía estancarse en esos sentimientos que ya tuvieron lugar... debían solo estar juntos... permanecer juntos, apoyándose... como siempre... porque así lo sentían... porque desde el momento que entró al vagón de suministros durante la guerra de Underworld y lo vio... sintió como su alma le pedía a gritos ayuda... poder finalmente descansar... depositarse en ella porque era en la única persona en que podía confiar.

Sus lágrimas entre aquellos leves sollozos se lo decían todo... formando una conexión entre corazones que se volvía inquebrantable desde ese momento... y para siempre... tal y como él previamente le había mencionado.

Dejó de acariciarle el cabello y bajando el brazo, no se había vuelto a acomodar cuando escuchó su voz... suave y adormilada.

—Sigue...

—¿Estabas despierto?... —continuó con la acción al ser un pedido directo, por lo que su amado cerró los ojos y volvió a suspirar.

—Desde el momento en que recibí un beso de la diosa en la frente...

—Baka... por comentarios como ese es que los aldeanos se confunden... —le sonrió. —Llevamos dos semanas desde que todo terminó... y tu sigues llamándome así, aún sabiendo como me avergüenza... eres un malvado Kirito—kun...

—Vuelve a decirlo... —habló casi entre sueños, lo que le sacó una risita a su amada.

—Malvado...

—No eso... —abrió los ojos, ubicándose en la intemperie. Esa tarde habían salido a comprar panes de miel y decidido sentarse a tomar el postre bajo la sombra de la manta de árboles más lejanos. Hasta que en algún momento se quedó dormido entre las caricias de su esposa.

—Eso que me dices... —la miró con leve seriedad, era lógico que deseaba escucharla llamándolo, comúnmente le pedía que lo hiciera con su nombre real... pero en aquel mundo no era nadie más que ese espadachín famoso y único... por lo que dependía de ella establecer ese vínculo entre lo que era en ambos mundos.

—¿Baka?... —preguntó entre risas, siendo recibida por un mohín del de cabellos oscuros.

—Bueno... este malvado, baka se va... —se empujó hacia atrás, haciéndose el ofendido.

—Kirito—kun... —no había terminado de retirarse cuando la escuchó, cual una mariposa volara directo contra su faz y se estampara sobre él, se sonrojó. Aquel tono dulce y placentero que le brindaba solo a él... flotaba en el aire hacia sus oídos, amaba su voz... amaba su llamado dirigiéndose a él. Cuántas veces la evocó en aquellos momentos de nostalgia...

—Asuna... —una lágrima le rodó contra su voluntad en el momento. ¿Qué ocurría con él que desde que la reencontró no podía parar de llorar?...

—Estoy aquí... —se arrodilló frente a él, correspondiéndole a aquel sentimiento de alegría desbordante entre lágrimas dulces. Para tomarlo del rostro y besarlo con la pasión que escondía en su interior... camuflaje de su necesidad por él, que desde que despertó y se desenvolvió en la batalla no habían podido compartir.

Habían sido dos duras semanas de papeleos, reconstrucción del mundo y atención de los damnificados desde World End Altar hasta Centoria, que no habían podido sentarse a compartir un momento para ambos, tan necesario e íntimo hasta entonces.

Amaba poder ser ella su consuelo y su necesidad... deseaba con todas sus fuerzas continuar siéndolo por el resto de lo que les quedara de vida juntos.

—Asuna... —habló sobre sus labios, al tiempo que la aferró con fuerza contra su pecho, siendo recibido y aceptado por los brazos de su amada que lo rodearon.

—Dime... —acarició con los pulpejos de sus dedos la parte alta de su espalda, esperando.

—Esta noche... —se detuvo por un momento, no quería abrumarla... pero... debía expresarse, era algo que había aprendido de ella... convertir sus sentimientos en palabras para ser comprendido... y si ella aceptaba... sería la dicha hecha hombre. —Esta noche que por fin estaremos solos... ¿Vendrías a la coma conmigo?...

Siempre había sido muy abierto con ella... manifestando sus dudas y necesidades, ocurrencias que a veces terminaban entre risas y otras más con la preocupación reflejada en el rostro, pero esa vez... las lágrimas que brotaron de los ojos ambarinos no representaban más que alivio y profunda aceptación, entre los movimientos de su cabeza en afirmativa y sus labios interactuando nuevamente.

.

.

Aunque fueran reconocidos como los salvadores... y en espera del nombramiento oficial como los espadachines representantes de aquella tierra... cuya nobleza no residía en el interior de sus venas ni de sus ancestros... y el mundo deseara elevarlos por todo lo alto...

Su humildad siempre los caracterizó. Caminando entre los callejones y pueblos como de costumbre, deseaba mostrarle todo lo que había aprendido de aquel lugar, donde tantas veces se imaginó caminando con ella a su lado y degustando las delicias que encontraba entre posadas. Aún cuando la escolta insistía en no apartarse, yaciendo a unos metros de ellos, una vez regresaron a la civilización.

—¡Ronye... si vas a estar aquí no te quedes a tres metros...! —el llamado de Kirito, le hizo voltear de reojo.

—¡Es mi deber custodiarlos!

—¡No va a pasar nada! ¡Ven! —la invitó de nuevo.

—Creo... que no deja de sentirse nerviosa por mi presencia... —se sintió aún extraña la futura segunda espadachín del Imperio Humano.

—¿Lo crees?... —le colocó la mano sobre la suya y sonrió. —Pues si no quiere ella se lo pierde... ¡Más para nosotros!

—Baka... por un momento pensé que aceptabas mi hipótesis...

—Es que sabes... creo que comprendo... porque no debe ser fácil entender la existencia de otro mundo... y que la diosa haya venido desde ese mundo para ayudarnos en la guerra...

—Ella entiende que yo no soy eso... creo que... por fin lo están comprendiendo todos...

—Asu...na... no... te espantes, pero mira a tu alrededor... —señaló alzando su copa de vino y sonriendo.

Interesada por sus palabras, miró con cuidado sobre su hombro, abriendo grandes los ojos al ver como todas las mesas estaban fijas en ella, muchísimos ojos aglomerados en aquel espacio reducido, por lo que levantó la mano y saludó muy nerviosa.

—¿Por qué no me habías dicho?... ¿Cómo voy a comer con toda esa gente observándome?... —preguntó con voz sumamente suave.

—Quieres ver si también comes... —se rio y siguió bebiendo de su copa. —Les diré que también bebes agua...

—¡Kirito—kun! —estaba por levantarse apoyando las manos en la mesa como era su costumbre, cuando el sonido tamborilero que provenía del exterior llamó su atención junto a la de su amado.

—Tal parece que están organizando algo... —se levantó junto a ella y tomándola de la mano, la hizo seguirle.

Una gran llamarada se extendía al centro del pueblo, mientras el baile que se había armado a su alrededor daba inicio entre los aldeanos.

—¡Stacia—sama! ¡Por favor baile con nosotros! —un grupo de niños se acercó diligente, rodeándola. A lo que ella volteó hacia su amado que la vio con una mueca divertida, mientras era prácticamente arrastrada hacia el baile.

Se quedó parado con los brazos cruzados observándola con detenimiento.

—Yo... tenía la razón Eugeo... —sonrió cual hablara con su amigo y confirmara alguna afrenta pendiente.

—"Para que una mujer sea hermosa debe poseer los cabellos de color de sol... brillantes y dorados"...

—Sí... eso las hace hermosas... pero creo que la más hermosa... es la que sus cabellos se confunden con el rojo del fuego... aquel mismo sol, pero al atardecer...

—"¿Cabellos color de atardecer?... Nunca he visto algo así, Kirito... ¿Tú sí?"...

—Pues... ahora que lo dices no... es posible que sea algo de mi memoria del pasado... ya sabes que a veces me pasa... jeje...

.

Se encaminó entre la multitud, dejando a varias aldeanas tristes por no poder acercarse a él a tiempo. Hasta alcanzar a su amada.

—Si me permiten... —miró a los niños que lo reverenciaron.

—¿Celosos de unos niñitos?... —lo rodeó del cuello con los brazos.

—Espera y verás Vicecomandante... —sonrió con picardía y tomándola con firmeza de la cintura empezaron a moverse en el baile entre pequeños saltos, siguiendo el paso de todos los demás.

—¡Ah! —se abrazó más de él, mientras trataba de no pisarlo, no pudiendo eludirlo en varias ocasiones. —¡Kirito—kun!

—¡No te preocupes! ¡Tú sigue saltando!

Entre el movimiento de la masa se perdieron entre risas y el cansancio de los brincos, para paso siguiente soltarse y ser llevados por los círculos que se formaron, mujeres adelante y hombres en el círculo de atrás, se veían pasar entre vueltas, mientras la emoción crecía desbordad en sus gestos.

Era la primera vez que participaba en un baile como tal, pero le encantaba la experiencia más aún al ser llevada al mismo por su amado.

Venía de regreso la vuelta donde se encontrarían y al verse se tomaron de la mano para formar de nuevo las parejas, que por la rapidez casi lo tira al piso, pero se mantuvo firme sosteniéndola.

—¿Estás bien?... —preguntó despejándole el cabello de la cara, encontrándola sonriente y sudorosa.

—¿Cómo se llama esto? ¿Qué es?... —preguntó antes de ser llevada nuevamente por los brazos de su amado, entre pequeños saltos.

—Se llama... la venida de Stacia. —habló a su oído, sorprendiéndola. —¡Esto es por ti, Asuna!

—¡¿Qué?! —se sonrojó al ver como toda la gente empezaba a rodearlos, dejando de bailar para limitarse a aplaudir.

—¡Ahora viene lo bueno!

—¡¿De qué hablas?! —le siguió el paso, notándolo un tanto nervioso, por lo que tragó saliva. Lo que fuera que sucediera lo harían juntos.

En la mente de su amado solo había una cosa... si este baile sería el primero para ella... por ella... debía hacerlo bien. Otras veces había participado en el montaje de "La venida de Stacia" cuando habían estado presente en los festivales, incluso había bailado una vez con su valet y Eugeo con la suya, durante el tiempo que las tuvieron asignadas... Pero jamás habían llegado tan lejos como para ser la última pareja, que representara a la diosa con su acompañante.

En el último toque del tambor la colocó hacia adelante curvándola sobre su columna haciéndole ver la tierra de cabeza, apoyada en su brazo. Asustándola y sonrojándola por tal pose, que levantó la cabeza, encontrándolo a él muy cerca, jadeante y sonriente por haberlo conseguido, conmoviéndola, eliminando el nerviosismo de haber concluido con tal movimiento el baile y contagiada por la emoción le colocó una mano en el rostro para acercarse un poco más y lo besó.

Siendo sometidos ante la euforia de todos los alrededores ante la escena que les brindaron.

.

El Kirito—kun que yo conocía... no me hubiera sacado a bailar de tal forma... no puedo negar que me sorprendió... tal vez, el pasar tanto tiempo rodeado de estas nuevas costumbres menguaran un tanto el carácter de mi amado... pero me encantó.

Yo que sentía que lo conocía por completo... no va a dejar de sorprenderme jamás...

Lo había escuchado en las voces de los aldeanos y visto por mis propios ojos... como todo a su alrededor parecía ser iluminado por su presencia... incluso entre la majestuosidad de los ataques de su espada... si en este mundo realmente se pretende coronar un rey... un espadachín... el más fuerte y que daría todo por este mundo... sin duda sería aquel ser que bañaba con su luz la oscuridad.

Un rey estelar...

—¿Asuna?... —su llamado la trajo de vuelta de entre sus pensamientos.

No hace mucho habían llegado a la habitación de la posada que les habían otorgado aquella misma noche, cansados del día de descanso, entre caminatas y los saltos de último momento, habían terminado simplemente recostados sobre la cama y bajo la frazada, mirándose.

La mirada de su amada decía muchas cosas... tal vez... más profundas que el simple hecho de yacer juntos.

—Extraño... tanto a mi esposo... —profirió con cuidado de que interpretara sus palabras junto a sus acciones. Notándose en el rostro de su amado que entrecerró los ojos y separó los labios al sentirla. Las sábanas se movieron de a poco, mientras buscaba el acercamiento tibio de su mano hacia su intimidad.

—Asuna... —jadeó en respuesta a lo que le propiciaba, juntando su rostro al de ella, haciéndola participe de su aliento.

—Está aquí... esperando por ti... desde hace tanto tiempo... —le acarició la mejilla para que levantara la mirada a encontrarla con la suya.

—Kirito—kun... en todo este tiempo... ¿Jamás?... —no se atrevía a terminar la pregunta, pensar que su amado pudiera haber compartido el lecho con otra mujer le parecía demasiado doloroso, pero comprendía... que separados de tal forma... tal vez...

—No... Asuna... dentro de mí... para mí... solo hay una única mujer... cuyo recuerdo que mantuvo siempre con la esperanza de en algún momento volver a encontrar... volver a sentir... —la aferró contra él

—¿Pensabas en mí?... —se le derramó una lágrima inesperada.

—Todo el tiempo... a veces... era tan doloroso... que no tenía más opción que imaginarte...

—Esto no es imaginación... ya no más... —susurró suave al sentirlo apretar con fuerza los párpados tratando de controlar su respuesta ante sus toques.

.

.

.

Continuará...

Ok... jajajaj no tengo idea de donde salió esto, la verdad es que no tengo idea de nada más que lo que me han contado de esta etapa de sus vidas, por lo que como es mi costumbre, tomaré lo que sé y lo mezclaré con mi imaginación para sacar una historia alterna de la etapa.

Por lo que es muy probable que ocurran cosas aquí que se contradigan o no tengan nada que ver con las novelas.

Pero ando muy fluff y feliz por el regreso de mi bebé, así que decidí festejarlo con esto.

¡Gracias por leer!

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