i


Ya eran las doce de la noche cuando escuché un ruido a mi derecha. Había usado café para mantenerme despierto, y tomado un atuendo de The Legend of Zelda: Breath of the Wild para aumentar mi sigilo: las ropas Sheikah. Vi cómo el zorro se alejaba, mirando el entorno. Logré esconderme detrás de una esquina y empecé a seguirlo a la mayor velocidad que mi sigilo permitía.

Finalmente, llegamos a la máquina expendedora del cuartel. Siempre se me había hecho estúpido tener una, a pesar de que alguna que otra vez me había sacado de un aprieto. Fox presionó una serie de botones que no vi.

La máquina se movió, dando paso a una estrecha escalera que bajaba. Empecé a recordar cierto capítulo de Gravity Falls (Caídas de gravedad para Rafa).

Fox se metió allí y giró, para revisar si alguien lo había visto. Su expresión cambió de la precaución al miedo. Empuñó la pistola láser que siempre llevaba y disparó hacia el sitio en el que había estado hace dos segundos.

Por suerte, me había alcanzado a mover. Fox se acercó a mí posición y giró la esquina en la que yo estaba. No vio nada gracias a los guantes de invisibilidad que también había tomado "prestados" gracias a mi habilidad.

Me escabullí con velocidad hacia la máquina, mientras Fox fruncía el ceño y tiraba una especie de granada PEM a esa esquina. Tuve suerte de no estar ahí, porque si no me hubiera descubierto. Los guantes se apagaron y volví a ser visible: apenas duraban unos ocho segundos, así que por eso no los había usado antes.

Avancé lo más que pude hasta llegar a un sitio en el que podía esconderme nuevamente. Esperé al zorro bajo un escritorio; estaba en una sala de la que nunca nos había hablado. Vi los pies del zorro pasando del sitio.

Lo seguí nuevamente. Toda esa sección era muy extraña, entre un búnker y una habitación antigua.

Finalmente llegamos a una enorme estancia en la que podía observar una máquina con forma de pentágono, y un círculo enorme en medio, que estaba vacío. Justo en frente habían tres triángulos conectados a la máquina, formando un triángulo fractal.

Fox se acercó a la máquina y se empezó a tocar varios botones a un lado de ella. Sin embargo, la máquina no reaccionó. Frustrado, golpeó con una fuerza inmensa la máquina, que tembló un poco.

Harto, me acerqué a él. Escuchó los pasos y me miró horrorizado; intentó agarrar su arma hasta que vió que era yo.

—¿Dan? ¿Cómo...? ¿Eras tú?

—Sí, pero eso no importa. ¿Qué mierda es esto, Fox? ¿Por qué estás construyendo una puta máquina bajo el cuartel?

—No te incumbe, idiota. Lo siento, pero te debo borrar la memoria.

—¿Qué? Cabrón, el arma de... oh.

Fox portaba una pistola con una especie de bombilla encima. No dudó en accionarla.

Esquivé por los pelos el rayo. Fox siguió disparando hasta que quedé frente a él. Forcejeamos un momento hasta que le pude encajar un gancho y quitarle la pistola.

—Repito. ¿Qué puta mierda estás haciendo aquí?

—No te incumbe, Dan.

—¿QUE NO? Fox, ¿qué puta mierda nos estás ocultando?

—Vete a la mierda —se lanzó contra mí y me pegó un puñetazo. Caí al piso, aún sosteniendo el arma de borrado de memoria.

Sabiendo lo que pasaría si me disparaba con ella, decidí hacer algo que no iba a tener una solución pronta.

Los cristales de la bombilla salieron volando después del impacto que sufrió el arma. La había arrojado con todas mis fuerzas hacia una pared, rompiendo la misma.

Fox me miró con ira.

—¿Por qué no puedes dejar de meterte en mis asuntos? Siempre estás ahí, jodiendo todo, ¿no puedes hacer algo bien una puta vez en tu vida e irte?

Cerré el puño derecho con fuerza.

—No te gusta que te digan la verdad, ¿o no, Dan? —se burló, mientras volvía a intentar encender la máquina y sacaba algo de un cajón. Se giró para hacerlo, y...

Me abalancé de la misma manera hacia él.

Fox no podía golpearme por el objeto que tenía en sus manos, y, con miedo de que yo alcanzara el mismo, lo lanzó contra la máquina.

—Sí... ¡sí! ¡AL FIN!

Me giré para mirar qué estaba pasando. La máquina se había encendido. Una bola de energía yacía en el centro de ella, mientras el triángulo fractal se duplicaba y daba una ilusión muy extraña.

—¿Qué puta mierda está pasando? —lo agarré del pelaje del cuello. Él me volvió a golpear.

—Suéltame, cabrón.

—Sólo si explicas qué mierda está pasando.

Él suspiró. Solté su pelaje y él empezo a hablar.

—Hace cinco meses, en una aventura, entré por accidente a una grieta de espacio-tiempo. Ya sabes, esas que siempre cerramos. Pues bien, terminé en el año 1981. No podía interactuar con nada ni nadie, pero vi algo que me hizo obsesionarme.

—Sigue.

Se tomó un momento para respirar y recordar los detalles.

—Bien, vi a un hombre hacer una masacre. Era un asesino en serie: seguí todos sus movimientos, perturbado. Vi el último de sus asesinatos antes de poder reconocerlo... cuando al fin lo pude hacer, descubrí que era mi abuelo.

Lo miré con algo de ira.

—¿Y desde ese momento estás construyendo esta máquina para intentar viajar a esa época?

—Sí. Si evito esos asesinatos, es posible que mi padre no se vuelva loco y... ya sabes lo que hizo.

Recordé lo que él nos había dicho en un momento en el que estaba borracho: su padre había asesinado a su madre, pero como se había suicidado justo después, nunca supo por qué.

—Fox... ¡JURAMOS NO METERNOS CON EL TIEMPO! NO PUEDES ROMPER EL JURAMENTO DE LOS WATTPADERS SÓLO POR UNA PEQUEÑA POSIBILIDAD!

—¡No me importa! Vete a la mierda, Dan, si no me vas a ayudar...

—¡No puedo hacerlo! ¡Juré que no me iba a meter con el tiempo! ¡También hay cosas que quiero cambiar, pero no puedo hacerlas!

Me dirigí al panel de control, para intentar apagar la máquina, a pesar de no tener ni la más remota idea de para qué servía cada botón.

Fox me agarró y empezó a golpearme contra el panel. Intenté defenderme, pero me tenía acorralado. Agarró mi cuello y estampó mi cabeza contra la superficie. Varias chispas saltaron.

—F... Fox... no me hagas lo mismo... —escupí sangre.

Fox redujo la fuerza de sus golpes, pero no paró.

—¡Por favor! —no me quedaba más que suplicar. Me veía patético, pero no tenía más opciones. Empecé a oír ruidos raros, y pensé que era mi cabeza, después de tantos impactos.

Fox me soltó. Me limpie la sangre de los ojos y la boca, intentando ponerme en pie para ver lo qué él veía con tanta preocupación.

—¡Mierda! ¡Esto no debería estar pasando!

—¿Qué? —pregunté yo, pues aún no podía enfocar muy bien la vista. Sin embargo, sí podía escuchar, y sentir. Una enorme ventisca estaba corriendo por toda la estancia, y sonaba casi como un tornado.

—No, no, ¡no! ¿POR QUÉ ESTÁ HACIENDO ESO?

Finalmente pude ver lo que estaba pasando.

La esfera energética había cambiado de color. Ya no era oscilante entre rojo y azul, sino que se había convertido en negro.

—¡NO! OH, MIERDA, NO...

—¡¿Qué está pasando, Fox?!

—¡LA MÁQUINA CREÓ UN AGUJERO NEGRO!

—¡¿QUÉ?!

—¡LO SIENTO, LO SIENTO! ¡NO QUERÍA HACER ESO! ¡LO SIENTO, DAN!

—¡¿CÓMO MIERDA LO DETENEMOS?!

—¡NO PODEMOS!

—¡¿ENTONCES QUÉ HACEMOS?!

—¡NO PODEMOS HACER NADA! ¡NOS VA A ABSORBER!

—¡NOOOOOOOOO!

Dejé de sentir mi cuerpo después de sentir cómo me engullía esa esfera que distorsionaba el espacio a su alrededor.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: #sida