~CAPÍTULO 6~

Shanea

Aquel hombre de gran edad me miraba de arriba a abajo con curiosidad y desprecio, no sabía cuál era su problema, pero me había salvado de una terrible violación y eso ya era mucho. Traté de sonreír como agradecimiento, pero éste sólo me miró como si fuera la cosa más asquerosa que haya visto, me sentí mal por un momento, decidí confrontarlo y preguntarle su problema, pero él me interrumpió de golpe haciendo que me fuera imposible hablar.

—Una prostituta —dijo con desprecio, yo lo miré sin entender nada—. Es increíble que mi hijo haya traído a una prostituta para hacerla su esposa, es un imbécil.

—No soy una prostituta—susurré con mi voz temblorosa.

—No trates de tapar lo zorra que eres —bufó mientras cubría mis senos desnudos con un trapo y mi rostro con el saco de hace un rato.

Escuché como la puerta se cerraba de un portazo, en ese momento supe que era el momento adecuado para romper en llanto, todo había sido mi culpa, mis padres me habían advertido que no saliera de casa y yo como una tonta los desobedecí. Pasaron algunas horas y la puerta nuevamente se abrió, traté de mantenerme firme, pero mi cuerpo temblaba sin poderlo evitar. El saco que nuevamente cubría mi rostro, fue quitado por aquel chico que mis ojos habían visto, era guapo y a leguas se notaba su personalidad fría y desinteresada ¿Quién era él y qué hacía yo aquí? Antes de que él pudiera decir algo, hablé.

—¿Por qué estoy aquí? —pregunté temerosa por mi vida.

—Estás aquí para ser mi esposa —comunicó con una pequeña sonrisa. Yo solo lo podía mirar como si hubiera dicho la locura más grande del mundo.

—Nunca me casaría con alguien como tú —escupí enojada ¿Ese chico creía que podía comprar a las mujeres así? Pues estaba muy equivocado.

Aquel chico metió su mano en su chaqueta y saco un arma, rápidamente quitó el seguro y apuntó hacia mi cabeza. Mi cuerpo rápidamente se tenso mientras temblaba con más brusquedad, su rostro me daba a entender que la daba placer verme con temor, así que traté de hacerme la fuerte aunque por dentro estuviera muriendo.

—No estás en condiciones de contradecirme chiquita —tomó mi mentón y se acercó a mí invadiendo mi espacio personal.

—Prefiero estar muerta a casarme contigo —susurré mirándolo fijamente, tratando de que no notara mi nerviosismo.

—Tú decides —suspiró—, te casas conmigo o mato a tu familia.

Abrí mis ojos completamente incapaz de creer lo que había dicho. No me importaba mi vida, conmigo podían hacer lo que quisieran, pero mi familia era otra cosa y simplemente no podía ser egoísta, ellos merecían vivir, mis padres merecían otra oportunidad y mi hermana un futuro, no podía permitir que los lastimaran. Di un gran suspiro y con lágrimas en los ojos acepté, aquel chico sonrió con superioridad y salió de la habitación, éste sería mi fin. 

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