Jeison

Mi cabeza daba vueltas una y otra vez, las palabras de mi padre se habían quedado grabadas en mi mente, odiaba ser parte de estaba familia y tener que seguir las reglas de mi padre, lastimosamente no tenía de otra, toda mi vida se había basado en dinero y riquezas, no sabía cómo vivir de otra manera, así que no estaba en mis planes perder el dinero de mi padre. Estaba en mi habitación pensado en aquella chica que había bailado bastante bien, había asistido muchas veces a ese bar y era la primera vez que la veía, ella era perfecta para ayudarme con mi problema, con mi gran problema.

La puerta sonó y rápidamente fue abierta por mi padre, su celo fruncido y rostro rojo me hacía entender que estaba completamente enfurecido, mi padre me seguía tratando como un niño cuando realmente ya era un adulto. Un golpe fuerte hizo que me levantara de la cama rápidamente mirando seriamente a mi padre ¿Qué le pasaba? Había hecho todo lo que quería, no entendía su actitud. 

—¡Eres un imbécil, bueno para nada! —gritó mi padre— ¡¿Por qué trajiste a una prostituta para que fuera tu esposa?!

—No es una prostituta —musité—, es solo una bailarina, no tiene nada malo.

—Es lo mismo —bufó— ¿Acaso quieres dañar la reputación de tu familia? Te di una buena candidata y no la quisiste.

—Odio las personas como ella, ni loco me casaría con Aurora —informé sobando mi cien.

—Tus sentimientos no importan Nataniel —dijo mi padre sin emoción—. Lo único que importa es el dinero.

Salí de mi habitación rápidamente, odiaba que mi padre me llamara de esa manera, así me había puesto mi madre y odiaba recordarla. Caminé por los pasillos de mi casa hasta llegar a la habitación donde se encontraba aquella chica, debía actuar rápidamente y salir de esto, si lograba que ella se casara conmigo, tendría el dinero y podría irme muy lejos; sin embargo, el dinero no era mi único problema y ella me tenía que ayudar con eso.

Entré a la habitación y le pedí a los guardas que me dejaran solo, quité el saco que cubría el rostro de la chica y ésta rápidamente me miró con temor, su maquillaje estaba regado por todo su rostro y sus ojos hinchados demostraban lo mucho que había llorado, pero aún así, se veía realmente hermosa.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó temerosa.

—Estás aquí para ser mi esposa —comuniqué con una pequeña sonrisa.

—Nunca me casaría con alguien como tú —escupió enojada.

Saqué el arma de mi bolsillo y apunté hacia su cabeza, vi como su cuerpo se tensó y eso me dio el valor para seguir con mi plan.

—No estás en condiciones de contradecirme chiquita —tomé su mentón y me acerqué a ella.

—Prefiero estar muerta a casarme contigo —susurró mirándome fijamente.

—Tú decides —suspiré—, te casas conmigo o mato a tu familia.

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¿De qué país son?
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