~CAPÍTULO 33~

Shanea

Me encontraba en el suelo suplicamos por piedad, ninguna mujer debe humillarse frente a un hombre, pero era mi jefe y no quería hacer lo que me estaba pidiendo, pero tampoco me quería quedar sin trabajo. En esta ciudad, si no tenías un papel lleno de referencias con medallas de honor de trabajos anteriores, simplemente no eras digno de estar en su prestigiosa empresa, hasta para trabajar en un supermercado, debías tener estudios en contabilidad, pues creían que tocaríamos la caja en la primera oportunidad, estúpido ¿No? Para una persona como yo, simplemente este trabajo, era la única salida.

Mi jefe me estaba pidiendo que me acostara con un hombre, me negaba rotundamente a hacer semejante petición y aunque me había dicho, que aquel hombre había pagado una gran cantidad de dinero y la mitad sería mía, seguía negándome a realizar ese acto, no quería prostituirme, no quería convertirme en eso que tanto odiaba, pero entonces ¿Qué podía hacer? Solo aceptar y dejarme llevar por las necesidades de mis padres y mías, después de todo, mi jefe me había dicho que sería la primera y última vez.

—Está bien. —susurré— acepto acostarme con ese hombre.

—¡Muy bien Shanea! —exclamó mi jefe—. Así se habla, ahora ve a la habitación tres y espera a que llegue.

—Como usted diga. —dije para luego salir rumbo a la habitación tres.

Limpié mis lágrimas para evitar que aquel hombre supiera que estuviera llorando, si no le gustaba lo que iba a hacer, el dinero sería muy poco y estaría haciendo todo esto en vano. Realmente quería escapar y salir corriendo de toda esta pesadilla, pero como dije antes, era algo imposible. Llegué a la habitación tres, todo estaba decorado con rosas, globos y alguno que otro regalo, pensé que me había equivocado de habitación y me dispuse a salir, pero en la puerta estaba él, Jeison.

—¿Qué haces aquí? —pregunté sintiendo mi sangre arder.

—Vine por ti. —aseguró con una sonrisa.

—No digas estupideces, ahora lárgate, debo trabajar. —dije tratando de salir.

—¡No! —gritó tomando mi brazo.

—¡No me toques! —exclamé con enojo.

—No me pidas algo imposible, ya pagué por ti. —musitó con aires de superioridad.

—Eso debiste haberlo pensado antes de engañarme y follarte a otra. —murmuré cerca de él.

—Yo jamás te engañé —susurró—. Tú eres la única mujer con la que he estado y la única con la que quiero estar.

—No te creo. —dije entre dientes.

—¡Ya vasta! Por favor ¿Crees que es fácil para mí recordar aquella noche en la que te encontré masturbandote? ¿Crees que es fácil tener que alejar esos pensamientos que me calientan cada noche porque no te tengo junto a mí? —susurró nuevamente acercándose a mí—. Eres mía Shanea, soy el único que pude hacerte gemir hasta volverte loca y no te voy a dejar ir hasta que te corras de mil maneras diferentes.

Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral mientras mis piernas temblaban. Quería salir corriendo y dejarlo allí, pero por una extraña razón mi cuerpo no reaccionaba, lo deseaba tanto como él a mí.

Voten mis amores.
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