~CAPÍTULO 27~
Shanea
Nuevamente volvería a casa con mis padres, por alguna razón Jeison creía que sería mejor para mí, pues él creí que junto a él estaría en peligroso debido a que los amigos de su padre irían por él. No estaba del todo feliz, temía por la vida de Jeison ¿Y si lo llegaba a matar? Con tan solo pensar eso mi cuerpo se estremecía. En todo el camino Jeison no me había dirigido la palabra, estaba serio y dudoso de algo, traté muchas veces de sacarle lo que sea que lo estaba acomplejado, pero solo recibí un "no pasa nada" eso realmente me enfurecía, pero tampoco lograba nada con eso.
Al llegar a casa, recibí a mis padres con un fuerte abrazo cuidando de no lastimar mi herida, ahora vivían en una promedio, pero a comparación de donde vivíamos, esto era un palacio. Mis padres me recibieron con una gran bienvenida, me daba mucho gusto volver a ver a mi hermana fuera del peligroso, todo era maravilloso.
—Vamos a comer algo —chilló mi madre con emoción—, entra Jeison.
—Tengo que hacer algo, buenas noches. —dijo para luego salir de la casa.
—¿Pasó algo malo en el viaje? —preguntó mi madre preocupada.
—Pasaron muchas cosas, pero aún no logro saber cuál de todas lo tiene así. —comuniqué.
Mi madre organizó la mesa con ayuda de mi hermana, yo me encontraba sentada en el sofá junto a mi padre quien se encontraba mucho mejor, me llenaba el alma de felicidad verlo así y todo era gracias de Jeison. Al fin la mesa estaba lista, todos nos sentamos a comer, pero realmente yo no tenía hambre, sentía una presión en mi pecho que no me dejaba en paz, tenía miedo, mucho miedo, miedo de perder a Jeison ¿Era la pérdida de nuestro bebé? ¿La muerte de su padre? Habían muchos factores, pero por alguna razón, sentía que había algo más que Jeison no me había contado.
Decidí alejar los malos pensamientos de mi cabeza y disfrutar la compañía de mis padres y hermana, hacía mucho que no los veía, los extrañaba bastante. Mi hermana habló de cómo fue su experiencia en el hospital, lo bien que la trataron y lo mucho que la psicóloga la ayudó, pues gracias a eso pudo superar su violación y aunque era algo que simplemente no se podía borrar, al menos aprendería a vivir con ello. Mis padres me contaron todo lo nuevo que tenían: la casa, los muebles, los objetos de la cocina, ropa y muchas cosas más, también halagaron a Jeison como su ángel guardián.
—Ahora cuéntanos de ti. —musitó mi hermana— ¿Seré tía? —bromeó haciendo que mis padres rieran.
—Pero qué cosas dices. —murmuró mi madre tratando de ocultar su emoción. Yo no puede evitar volver a llorar, salí de allí y me encerré en mi nueva habitación.
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