~CAPÍTULO 25~
Dedicación para: CASTILLO2918
Jeison
Perdí completamente la noción del tiempo, no sabía cuánto tiempo había dormido, tal vez no había sido mucho debido a que aún seguía de noche, pero todo estaba completamente oscuro y la hermosa luna que iluminaba todo, ahora se encontraba escondida entre las nubes incapaz de mandar su brillo a quien más lo necesitaba. Una voz algo suave y desconocida hizo que me sobresaltara y me parara rápidamente del banco: era un mujer con cabello rubio, ojos azules claros, piel pálida y hermosa, a su rededor había un aura brillante, como si ella misma estuviera trasmitiendo luz ¿Aún seguía soñando? Lo que estaba viendo no era real.
—Sí, soy real. —dijo de la nada como si estuviera leyendo mis pensamientos.
—¿Quién eres? —pregunté acercándome un poco a ella— ¿Qué quieres?
—Soy la luna. —comentó de la nada haciendo que soltara una carcajada.
—¿La luna? Por Dios —reí más fuerte— ¿No tienes a nadie más a quien molestar? No tengo tiempo para éstas estupideces.
—Veo que el ataque de tu padre a tu esposa te afectó demasiado. —murmuró— tu esposa se muere, yo puedo ayudarte con eso.
—¿Eres una reportera? ¿Cómo supiste lo del accidente de mi esposa? —la tomé de los hombros y empecé a borbandearla con preguntas. No tenía tiempo para esto.
Ella hizo que me sentara a su lado, al principio dudé, pero la curiosidad podía más que mis problemas. Ella me explicó todo con detalle, al parecer su reino de la luna estaba en peligroso y necesitaba a un hombre fuerte que luchara junto a ella. La rubia parecía conocer mi vida con detalle, ni propia madre podría describirme de tal manera, un sentimiento de nostalgia atacó mi corazón ¿Esto era real? Todo iba bien, ella describía todo como un cuento de hadas, hasta que llegó al tema de mi esposa, ella salvaría su vida, a cambio de la mía.
—¿Estás loca? —pregunté fastidiado—. Nunca te entregaría mi vida, nadie me asegura que mi esposa se salvará.
—Jeison, ésta no es la primera vez que estás con Shanea, ni tampoco será la última. —musitó alejándose de la banca— dame tu vida en ésta y en tu próxima vida, protegeré a tu esposa a como de lugar.
Al principio dudé de sus palabras, pero era mi esposa, los médicos ya me habían dicho que ella moriría ¿Qué podría perder? Mi vida ya no tenía sentido sin ella, no pasaría nada si aceptara ¿O sí? No lo creo. Apreté su mano con fuerza aceptando el trato, en ese momento sentí que todo a mi alrededor daba vueltas y nuevamente caí dormido. El sonido de mi celular me despertó, aún me encontraba en la banca de aquel parque, todo había sido un simple sueño, rápidamente salí de allí y me dirigí al hospital, si el doctor me estaba llamando era porque algo había pasado.
—¿Doctor? ¿Me llamó usted? —pregunté con mi voz temblorosa.
—Tu esposa se ha salvado, es un milagro, felicitaciones. —ahí comprendí que no había sido un sueño.
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