~CAPÍTULO 23~

Jeison

Habían pasado unos cuantos días más y la salud de Shanea seguía empeorando, ahora parecía un muerto en vida debido a su palidez y grandes ojeras bajo sus bellos ojos. El vómito no paró ni un solo día y llegué a pensar que la pizza de aquella noche estaba vencida, pues desde que la comió, Shanea se empezó a sentir mal. Me encontraba en la cocina cocinando algo delicioso para mi pequeña, no me gustaba verla así, extrañaba su sonrisa y su personalidad extrovertida que siempre me hacía sonrojar, mientras terminaba de preparar la comida, un grito estruendoroso de Shanea me hizo correr a toda velocidad, pues desde hace tiempo había estado observando una silueta merodeando el lugar.

Al llegar a la habitación, sentí como un escalofrío recorría mi cuerpo, pues mi padre se encontraba parado al lado de la cama, con una pistola en mano apuntando a la cabeza de Shanea, rápidamente corrí hacia ella y la abracé con fuerza. Esa era la silueta ¿Por qué nadie lo había encontrado? Los trabajos habían estado buscando por todas partes, pero todo fue en vano, ahora sabía que era mi padre y aún tenía la intención de lastimarnos.

—¡¿Qué demonios haces aquí? —grité tratando de llamar la atención de los empleados, pero era imposible.

—Por culpa de la puta de tu esposa, ahora soy el hazme reír de todos. —dijo bebiendo de su botella— debe estar muerta y tú te debes casar con Aurora.

—Primero me tendrías que matar a mí. —musité aferrado a la mano de Shanea.

—No estaría mal, te mataría y luego me aprovecharía de ella —susurró haciendo énfasis en la última palabra—, de igual manera ya está enseñada a dormir con todos.

Sentí la ira recorrer mis venas en ese preciso momento, jamás permitiría que alguien le tocara un solo cabello a Shanea, ahora ella era mi vida y perderla sería como morir. Rápidamente solté la mano de Shanea y me lancé hacia mi padre, ambos forcejeamos en el suelo por un gran rato mientras Shanea trataba de separarnos, pero no lo iba a soltar hasta que quitara de su mano aquella arma con la que se había atrevido a amenazarla. Estaba a punto de lograr mi objetivo hasta que mi padre apretó el gatillo, la bala fue directamente al abdomen de Shanea quien aún se encontraba de pie junto a nosotros.

Mi padre soltó una carcajada escandalosa haciendo que mi ira aumentara más. Saqué una pequeña navaja y la enterré en el cuello de mi padre sin previo aviso, éste rápidamente tapó la herida evitando que saliera más sangre, yo corrí hasta donde se encontraba Shanea para mirar cómo se encontraba, pero ella ya había perdido el conocimiento.

—¡No! —grité desesperado mientras sacaba mi celular para llamar una ambulancia.

—Eres un imbécil —canturreó mi padre—. Ella ya no se salvará, morirá igual que yo y tú serás un asesino.

—Cállate. —susurré aferrado a su cuerpo.

—Marica. —comentó para luego caer al suelo muerto. Acababa de matar a mi padre, Dios.

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