~CAPÍTULO 10~

Shanea

La reunión era simplemente aburrida, las personas que se encontraban a mi alrededor solo hablaban de trabajos que no entendía con exactitud, no tenía a nadie con quién hablar o tan solo alguien a quien decirle que me ayudara, sabía que todos allí eran igual o peor que el padre de Jeison. La reunión siguió por unos cuantos minutos más, todos estaban reunión en un solo lugar mientras Jeison hacía sonar su copa con un palillo llamando la atención de todos, cuando esto fue posible, Jeison me tomó por la cintura y con una gran sonrisa falsa que parecía que todos creían, mencionó las más estúpidas palabras.

—Esta reunión la hice con la intención de presentar a mi futura esposa, Shanea. —comunicó con su voz un poco alta, todos aplaudieron mientras decían algunos halagos.

—Felicitaciones —dijo una voz extrañamente conocida—, veo que tus gustos siguen siento horribles Nataniel.

—Nadie te invito ¿Qué demonios haces aquí? —preguntó Jeison algo hartado.

—Yo la invité, ésta es la mujer que quería para ti, que decepción—respondió su padre.

Yo me encontraba mirando un lugar lejano a la conversación, pero la curiosidad por saber de quién era esa voz, pudo más que mi falta de valentía. No podía creer lo que veía en ese momento, puedo jurar que me veía como una estúpida mientras la analizaba de arriba a abajo, pues era nada más y nada menos que la estufa de Aurora, aquella por la que me había echado del colegio, también puede notar sorpresa en su mirada, pero fue cambiada por una de ira. Ella quería estar con Jeison, se le notaba a leguas, pero yo había ganado ese puesto sin quererlo, ahora ella me odiaría más.

La reunión siguió igual de aburrida, sentía la mirada de Aurora encima de mí a cada instante, traté de no prestarle atención, pero era casi imposible. Jeison se ofreció a traerme algo de beber, al principio no quería quedarme sola, pero sabía que rechazarlo no era una opción, a la fina resulté aceptando y el rápidamente se dirigió a la mesa de comida.

—Ups, lo siento —susurró Aurora una vez que regó su vino encima de mi vestido—, no te había visto, de verdad lo lamento.

Podía notar su hipocresía a mil millas de aquí, pero lo que más me avergonzaba era la mirada burlona de todos los que estaban allí. Rápidamente traté de huir pero mis tacones se enredaron en mis pies y terminé cayendo en la mesa de comida donde todos los platillos y bebidas terminaron cayendo encima de mí, quería que la tierra me tragara.

Todos empezaron a reír y a sentir vergüenza ajena por Jeison, quería llorar, pero no podía quedar como una llorona al frente de tanta gente poderosa.

—¡Eres una buena para nada! —gritó el padre de Jeison—. Odio el día en el que mi hijo se fijó en una puta como tú —su mano se convirtió en puño y podía verlo acercarse hacia mí, cerré los ojos con fuerza esperando el golpe, pero éste nunca llegó.

—¡Podré soportar todo de ti: Golpes, asesinatos, robos y engaños, pero jamás permitiré que lastimes a Shanea! —exclmaó Jeison—. Podrás creer que es una cualquiera, pero eso no le quita lo gran mujer que es y déjame decirte algo papá, a una mujer no se le lástima, si tú quieres respeto, entonces aprende a respetar.

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