~CAPÍTULO 1~

Shanea

Mi vida no era perfecta, tenía muchas necesidades y lo poco que ganaba no alcanzaba para mantener a mi familia, mis padres ya estaban algo viejos y lastimosamente ya no podían trabajar, estaban enfermos, cansados y muchos males más, mi hermana menor, que tan solo tenía cinco años, había sido violada cuando me encontraba trabajando, ahora también debía pagar el hospital donde estaba internada y un psicólogo que la ayudará a olvidar tan terrible trauma.  Yo era camarera en un bar de mal a muerte, solo iban tipos peligrosos y aquellos riquillos que querían pasar un buen rato con las prostitutas del lugar, algunas veces trataban de sobrepasarse conmigo y lo peor de todo era que nadie me defendía.

Me encontraba en la ducha dándome un delicioso baño, el agua fría me despertaba completamente después de una fiesta de casi cinco horas, hacía bastante tiempo que no dormía también y realmente el cansancio que sentía no ayudaba en nada; sin embrago, ver a mi familia en la miseria me daba fuerza para seguir adelante y poder algún día darles la vida que se merecían, aunque estuviera arriesgando la vida en el proceso. Una vez lista, fui a la cocina y  comí el desayuno que mi madre había preparado, debía ir a estudiar ya que mi madre decía que debía prepararme.

—Espero que tengas un buen día hija mía. —dijo mi madre besando mi frente.

—Gracias mamá, cuídate y cuida a papá —susurré mientras la abrazaba.

—Por supuesto.

Salí de mi casa con una sonrisa forzada que poco a poco se convertía en una mueca. En el colegio me trataban realmente mal, cada día debía escuchar los malos comentarios donde se burlaban de mí por ser pobre o solamente me trataban de puta y de allí no me bajaban, pues muchos sabían en lugar donde trabajaba y según ellos, me vendía a los ricos para conseguir algo que comer. Cada día era una lucha, pero no podía defraudar a mis padres, ellos tenían toda la fé en mí ¿Qué podría hacer? Solo aguantar.

—Miren quién llegó —musitó burlona—, no entiendo cómo aceptan a una prostituta en el colegio.

—Tienes razón, no entiendo cómo es que te dejan entrar —contraataqué haciendo que se enojara aún más.

—Una puta como tú no debería estar aquí —gruñó mientras hacía sus manos puños.

—Una cualquiera como tú no debería de existir —mascullé con descaro.

En medio de una posible pelea, la maestra llegó para defender a la odiosa de Aurora. Ella siempre decía que yo era la culpable de que el colegio tuviera tan mala posición, pues los maestros también compartían el pensar de los estudiantes, yo era un mal ejemplo que no debería estar allí, pero el director veía potencial en mí, aunque los demás pensaran que me acostaba con él. Sí, mi vida era un constante puñado de bullying, donde debía callar para poder ser alguien en la vida.

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