- A Kenma Kozume le quedan 5 meses de vida.

Esas palabras resonaban en la cabeza de Kuroo. No podía creerlo, no podía pensar por un momento. Quería pensar que eso no era real, que de un momento a otro despertaría en la habitación del hospital de Kenma, él le miraría con cara de fastidio, se iría a su casa y al día siguiente lo mismo. No quería que fuera real. Sin darse cuenta había empezado a llorar. La enfermera se despidió con una inclinación de cabeza y se fue. Se quedó un rato allí parado, llorando en silencio. Algunas personas pasan junto a él y musmuraban cosas, preguntándose que le pasaría a aquel chico. Trató de recomponerse antes de entrar a ver a Kenma. Respiró varias veces y entró en la habitación.

Kenma se encontraba mirando por la gran ventana que daba a un jadín con varios árboles, pero su atención se dirigio a Kuroo cuando lo vio entrar. Sus ojos mieles escanearon al chico.

-- ¿Qué te pasa? - preguntó Kenma por la cara de tristeza del chico.

Kuroo negó con la cabeza, pero sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.

Kenma se incorporó rápidamente y trató de levantarse, haciendo una mueca de dolor.

Kuroo corrió hacia él. Al llegar, Kenma le agarró por el cuello de su camisa.

-- ¿Se puede saber que te pasa? - preguntó con el ceño fruncido.

Kuroo le miró a los ojos y trató de sonreír.

-- Todo irá bien

-- Kuroo, hoy estás muy bipolar. Me das miedo

La sonrisa de Kuroo flaqueó y sus ojos se anegaron de lágrimas otra vez. Entonces, abrazó a Kenma con fuerza.

Kenma se quedó sorprendido y luego se dejó abrazar, cerrando los ojos.

Él no sabía lo mucho que echaría de menos esos abrazos