Midas 1

Hola! Esta historia va a ser una contra parte de mi otra historia Doble Filo.
Se me ocurrió poder explicar algunas cosas de algunos personajes un tiempo antes de que empiece la historia oficial o incluso desde otro punto de vista al de Amaris.

Así que acá se las dejo. Voy a ir subiendo caps cada tanto y no todos van a ser lineales en el tiempo.

.......................

Mis amigos se habían alejado antes de que tuviera tiempo de notarlo. Había quedado solo en medio del lago, realmente no importaba, sabia que era  cuestión de tiempo para que volvieran.
Me acomode en el flotador con forma de rueda dispuesto a patalear en círculos para entretenerme, cuando esos dos se acercaron corriendo.
Dos melenas rojizas peleando por quien llegaría antes a la orilla del lago.
El niño que parecía ser el mayor gano la carrera y tras unos pasos largos en la orilla saltó para zambullirse por completo.

-¡Atilio! -grito la niña que lo acompañaba, tenía una voz insoportablemente aguda y llevaba un traje de baño ridículo.

Su rostro llamó completamente mi atención, esa era la niña más hermosa que había visto, tal vez podría ignorar mi asco hacia las niñas para hablar con ella.

El muchacho Delgado se acercó a mi y hablo amigable, ignorando los gritos de su hermana.

-Soy Atila y ella es Amaris, quieres jugar?

El niño era apenas mayor que yo. Sonreía ampliamente con confianza.

-Midas, me llamo Midas -asenti aceptando la invitación.

Jugamos un buen rato en el lago y fuera de él los tres juntos, cuando volvieron mis amigos los uni al grupo y éramos una docena de niños corriendo y canturreando bobadas.

Mis padres hablaron con los padres de los niños, al ver que nos llevábamos tan bien se vieron casi obligados a hacerlo, y pronto se volvieron dos personas importantísimas en mi vida. Algunos amigos fueron y vinieron, pero esos dos siempre se quedaban.

Su padre siempre los traía a mi casa para vernos y fue en uno de esos días que me confesé a Amaris.

Ya había cumplido los diez años para ese día y me sentía lo suficientemente seguro para pedirle que fuera mi novia.

Ese día estábamos los tres sentados en el patio de casa cuando solo solté la pregunta sin más, ninguna introducción ni mucho menos detalles románticos.

Amaris se río y me apunto con el dedo, con al misma torpeza que tuvo siempre.

-¡Por supuesto que no!

Sus ojos se encendieron en aquella risa haciendo que me enamorara un poquito más.

-¿No? -cai en cuenta de que me había rechazado- pero te amo

Su hermano comenzó a reír siguiendo con otra cosa que le llamó más la atención. Atila de doce años parecía un experto en el amor, y el me estaba dejando a entender que ese no era un no inquebrantable.

-Eres un niño  -Detallo para que pudiera entender sus razones- y hueles a queso

Tal vez debería haber aclarado desde ese momento lo fuertes que eran mis sentimientos, o cuanto me ilusionaba poder tomarla de la mano y besarle la mejilla, pero solo fingi reír como siempre hacia y explique que había sido una broma.

Tal vez ese estupido detalle no me habría condenado a ver crecer a Mara, crecer junto a ella y tener que fingir que no sentía nada.

A tener que ver como se desarrollaba y salía con muchachos prepubers para luego venir a contarme cada detalle, su primer beso y su primera vez, su primer noviazgo y su primer te amo.
Ninguno fue conmigo, pero de todos me contó los detalles y como el mejor actor fui feliz por ella.

Para los veinti dos había aceptado ignorar todo lo que sentía por ella y quedarme en el lugar que me correspondía, fiel mano derecha de Amaris, fiel amigo y solo amigo.

Hasta que un día Atila le contó la historia de mi confesión a Alana, ella pareció encantada al saber aquello y estaba emocionada, extasiada y con ansias de saber si aún sentía algo.

Casi se abalanzó sobre mi para que fuera sincero. Atila solo reía, al parecer estaba acostumbrado a aquella faceta dominante de ella, pero para mi aún era amenazador.

-Pasaron años de aquello -le respondí abriendo la lata de cerveza que había traído desde la cocina- sabes Amaris me habría coqueteado si hubiera cambiado de parecer

-No olvides que Amaris es una ciega en el amor -remarco Atila imitando mi acto con la cerveza y entregándole otra a Alana.

-Tal vez cree que perdiste el interés en ella, digo la única vez que te confesaste eras un niño... no sabias nada de amor, si se lo dices ahora será de verdad, la vez anterior fue de práctica

Alana me miró sonriente levantando la cerveza para brindar.

-Voto por que te confieses de verdad... claro si es que aún la quieres...

-¿Y la quieres Midas? -Atila soltó la pregunta de aquella manera de hablar estratégica que siempre tenia.

Dijera lo que dijera le iba a dar la respuesta que el quería.

-Intente olvidar a tu hermana lo sabes,  ¿como pueden venir ahora a intentar convencerme de tirar todo mi trabajo por superarla así sin más?

-¿Imaginas sus hijos Ati? -pregunto Alana fingiendo no oirme- de cabellos rojizos como Mara y de ojos avellana como Midas... podrían ser tantos ¡Una gran familia feliz!

-¡Como la que tendremos nosotros!-respondio Atila en el mismo tono.

-¡Exacto!

Esos dos me volverían loco. Ni siquiera sabía si valía la pena intentarlo de nuevo. Es decir, Amaris nunca jamás en la vida me vio con otros ojos. Tal vez en gran parte porque luego de aquella vez fui neutral en tema romance con ella. Pero como podría saber si quería romper nuestra tan bella amistad solo por algo tan tonto.

-El amor es tonto -les respondí más enojado conmigo mismo que otra cosa.

-No escuchar a tu corazón es tonto -finalizo Alana.

Si a Atilio le habíamos puesto de apodo Atila por el líder de los Hunos gracias a su gran mente, realmente  Alana podría ser apodada Roxelana; tal vez la mujer más poderosa e importante del imperio otomano.

Y aquí su fiel servidor el rey Midas, con único don de convertir todo en oro, pero oh spoiler el mismo pide a los dioses que se lo retiren. Siempre triunfando Midas.

-Me rechazará de nuevo, no quiero que vuelva a decirme que huelo a queso... ¡Ni siquiera se si huelo a eso o no!

-No hueles a queso Midas, además tal vez ella no te coquetea porque piensa lo mismo

-¡Ella no huele a queso Alana! -intente desviar el tema.

Atila río por lo bajo negando con la cabeza.

-No puedes preguntarte por siempre que podría haber ocurrido

Y aquello me tocó la patata, algo en mi le dio la razón. No soportaría toda la vida solo siendo amigo de Amaris. No podría verla enamorarse, casarse y tener hijos, y encima fingir que su esposo me cae bien.

-Tal vez enviude -pense en voz alta.

Los chicos no escucharon  aquello y siguieron bebiendo.
Tal vez... al comienzo del nuevo año, en aquella fiesta de la universidad. Aún faltaban meses como para tener tiempo para meditarlo y aclarar mis propios sentimientos.

Pero de solo imaginarlo se me encendía un fuego en el pecho.

Tal vez lo haría.


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