Capítulo 8


Ezequiel...

No me he hablado con Susan en tres días. Apagué el teléfono y no he vuelto a prender desde entonces. Me siento molesto, decepcionado y triste, no me apetece hacer nada, ni siquiera escuchar su voz. Perdí el apetito y las ganas de tocar se fue a la mierda, no quería nada, ni de ir a trotar.

El timbre de la casa no dejaba de sonar y se quienes eran los que me estaban llamando, pero no quería abrirles, no quería escuchar sus voces y menos sus sermones. Seguro que acabaré golpeándolos y no quiero lastimar a nadie.

Para que me dejarán en paz, tomé un trozo de papel, escribí estoy bien y lo crucé debajo de la puerta principal y me volví a mi dormitorio con calceto escuchando los llamados incesantes de mis amigos.

Calceto es mi compañía en este momento. Ha sido mi hombro y quién no se ha separado de mi lado.

Es un gran compañero.

Dejé de insistirle a Daniela para que se lo llevara así que lo adopté, no me gustan los animales, menos los perros pero él no se que tiene que ha cautivado mi corazón y por eso decidí quedármelo porque tenía pensado dejarlo en uno de esos refugios.

Me animé un poco después de estar metido todo el día en la cama. Me metí al baño me di una lucha larga y me vesti rápidamente con algo ligero. Tomé a calceto entre mis manos y salí de mi edificio después de cuatro días de encierro.

Subí al coche y dejé a calceto en el asiento del copiloto. Él dio vueltas en círculos buscando acomodo, después de dar varias finalmente se acostó y dio un largo suspiro casi al mismo tiempo que hice el mío.

Quizás hablar con alguien diferente me levanté el ánimo.

Bajé del coche después de llegar a la cafetería, cuando entré me di cuenta que no había casi nadie dentro del local. Algunas de las mesas estaban recogidas y un chico estaba limpiando el piso.

-Buenas noches.

-Buenas noches - me respondió la muchacha que estaba detrás de la caja. Busqué con la mirada, mientras sentía que me observaba.

-¿Juliet?

-¿Quien?

-¿Juliet, está o ya se fue? - la muchacha me miraba confusa.

-Ella trabaja aquí.

-Disculpe, no conocemos a nadie llamado así.

Rodé los ojos.

-Jane, Jane Benavides.

-¿La Venezolana?- giré en redondo y me encontré de frente con un chico, el mismo que le habló en susurró a Juliet y la puso nerviosa.

-Si, ella, la estoy buscando. ¿Dónde está?

-Acaba de irse.

Miré la hora en mi reloj.

Ocho y veinte.

-¿Hace cuánto?

-Como unos...cinco minutos.

Asentí y calculé el tiempo que le tomaría llegar a su casa.

-Gracias.

Aporree la puerta del apartamento varias veces. Calceto descansaba en mis brazos y movió la cola cuando escuchó una mujer gritar al otro lado de la puerta. No era la de Juliet, era la de su amiga.

Cuando la puerta se abrió, y la imagen de Stephanie apreció frente a mi campo visual, no pude ignorar la reacción de mi cuerpo. No sé si era por la expresión de ella o porque ví a Juliet, recostada en el sofá.

Al parecer la estaban maquillando.

Mal momento para venir.

-Creo que vine en un mal momento - dije señalando con la mirada a Juliet, quien tenia los ojos cerrados.

-¿Qué? - exclamó susurro mirando en la misma dirección.

-Vuelvo otro día, buenas noches.

-No, espera - me detuvo por el brazo -... Jane ha estado preocupada por ti, incluso yo. Pensó que te había pasado algo porque no habías vuelto aparecer. Se va a poner contenta cuando te vea y se va a quedar tranquila. Anda quédate. Pedí pizza y postre para la cena. Vamos a ver una película pero en doblaje latino ya que a mi amiga no le gusta el doblaje español. Por favor quédate Zequi.

Pasé las manos por mi cabello, sintiendo aquel cosquilleo hacerse mas intenso.

-¿Hay espacio para dos?

Sus ojos azules bajaron hasta calceto quien estaba muy tranquilo durmiendo en mis brazos.

-Para cinco más de ustedes si quieren- reí y al final acepté.

Quizás un rato con ellas viendo películas me pase este nudo que tengo atascado en la garganta.

Me acerqué en silencio hasta el sofá y me agaché para dejar a calceto en el suelo. Stephanie pasó por mi lado haciendo ademanes para que no haga ruido y me encaminé un poco más hasta tener el rostro de Juliet visiblemente.

-¿Llegó la pizza? - preguntó aún con los ojos cerrados. Tenía las manos sobre su pecho. Inocente de todo lo que ocurría a su alrededor.

La di un vistazo. Llevaba puesto mi suéter negro. Sacudí la cabeza para bloquear cualquier pensamiento que involucre a Susan. Quiero olvidarme de su existencia.

Bajé la mirada hasta sus piernas inevitablemente. Las piernas de las mujeres han llamado mi atención desde que comencé la pubertad y honestamente las de juliet están bien...sexys.

- Mucho mejor que eso - dije después de estudiarla y sus ojos se abrieron como platos. Levantó el montón, esos ojos marrones se ampliaron al verme.

Le saludé y mi mano quedó aplastada entre su cuerpo y el mío cuando me abrazó. La mirada de su amiga estaba clavada sobre nosotros.

Aclaré mi garganta al ver que no me soltaba. Ella lo capto de inmediato y se aparto de mi en el acto.

Quedamos enfrentados uno frente al otro. Detallé su rostro. Su cara estaba muy bien maquillada, sus ojos se veían más grandes, sus labios mucho más carnosos y sus cejas, mas delineadas.

El maquillaje nunca me ha gustado en las chicas. Pienso que no muestran su verdadera belleza. Sin embargo Juliet se ve...wo... Impactante.

Le da un toque de sensua...

¿Que?

¿A dónde se fue?

-¿Juliet?

-Fue a quitarse el maquillaje.

-¿Por que?

-No está acostumbrada - dijo -. ¿Qué te apetece beber? Tengo cerveza, agua, jugo de naranja.

-Cerveza.

-Una excelente elección - sonrió carismática y fue hacia la nevera a buscar mi bebida.

Me senté en el sofá luego de estar varios minutos parado mirando todo alrededor. Sentí me hundía, giré mi cuello y me encontré con los ojos grandes de Juliet.

Fruncí las cejas.

Su cara estaba totalmente limpia. Los cabellos que sobresalían de su frente estaban húmedos y dos gotitas de agua, colgaban de su mentón.

Ella me observó. Y por las señales de mi rostro ya se dará cuenta que no estoy bien. No voy a dar detalles, y espero que no me interrogue.

-Hace días que no te veía, pensé que te había pasado algo.

-¿Me extrañaste? - bromeé.

Sus mejillas se tiñeron de rojo hasta quedar su rostro completo.

-Estoy bien, solo muy ocupado.

Hizo una mueca de fatiga.

-Te entiendo al cien.

-¿Y tu qué has hecho? - me giré para quedar más cómodo -. ¿Qué tal el trabajo?

-Me ha ido bien - me sonrió, aunque se veía preocupada.

-Porque...te noto preocupada.

Suspiró y miró por encima del orillo del sofá antes de volver hacia mi.

-Me quedan pocos días para pagar el alquiler y creí que tenía el dinero completo. Pero al parecer todavía me falta y la señora cho necesita el dinero...el martes.

-Si quieres puedo pagarlo.

-¿Que? No, no, no.

-Lo puedo hacer sin problemas.

Volvió a negarse.

-¿Cuánta cantidad hace falta?

-Gracias, de verdad. No es necesario.

-Juliet.

-Es Jane.

-Bueno, Jane, Juliet - sacudí la cabeza -. ¿Cuánto necesitas?

Se llevó ambas manos a la cara y negó. Sonreí observándola y disimulé cuando me di cuenta que Stephanie nos observaba.

-Olvídalo Zequi - dice, no me atrevo a mirarla, me di vuelta para quedar al frente del televisor, que no estaba encendido pero simulaba que si -. Ya lo intenté y es bastante testaruda. No pierdas tu tiempo. Jane es muy independiente.

Levanté la vista cuando la cerveza estaba justo en frente de mi cara.

-Gracias.

-A mi no me gusta que me regalen las cosas.

-Es que nadie te la está regalando Jane - protestó Stephanie sentandose del otro lado. Juliet tenía la cabeza apoyada sobre sus puños -. Se trata de ser solidario. Yo quiero ayudarte pero tú ahg, eres muy necia.

Ríe tímidamente y me da una mirada fugaz.

-Van a ver si voy a conseguir el dinero restante - dice optimista -. Si pude salir de mi país yo sola, puedo lograr juntar el dinero.

Stephanie rodeó los ojos resignada y le pasó el jugo que llevaba cargando.

-Tu...¿no bebes? -observé.

-Tampoco fuma - se quejó Stephanie -. Ella me hace sentir que soy una mala influencia.

-Somos dos.

-¿Tu fumas? - me preguntó Juliet.

Asentí.

-...y bebes.

-También.

-Siento que estás demasiado limpia - comentó Stephanie jugando -. Tienes que haber algo malo en ti. No sé. ¿Dices groserías?

-Si.

Mi boca se abrió sorprendido.

-Tu me habías dicho que...

-Pero en mi cabeza, las digo todo el tiempo- los tres comenzamos a reír.

-Somos un mal ejemplo para ti - le digo - . El dúo de la mala influencia.

-Muy buena - dijo célebre Stephanie y hizo un ademán con su cerveza para que la chocara.

Ella quiso chocar su jugo de naranja pero la no la dejé.

-Para ser parte, tienes que tener los tres requisitos - retiró el vaso -. Pero como no existen. Lamentablemente no puedes estar.

-Lo siento chiquitín - bromea Stephanie haciéndola reír.

La pizza llegó y creo que no fue una buena idea para ver hasta los huesos. Ya que no trataba de amor. Si no de caníbales. Los tres terminamos asqueados al punto que no pudimos acabar con la película, y no se que era más tormentoso el ver persona comiéndose a otra persona o el doblaje en latino.

Stephanie sugirió ir a la terraza. Subimos las escaleras que nos conduce hasta ella y solté una exclamación al ver la ciudad entera. Siempre me impresiona. Cómo si fuera la primera vez, igual que el cielo.

Los tres nos sentamos en las sillas de plástico.. Juliet quedó en medio, mi mano quedó muy cerca de la mía y no se por que razón quería...entrelazarla.

-La primera vez que llegué aquí tenía tan solo cinco años - comentó Stephanie haciéndome sobresaltar y retirar la mano antes que Juliet se diera cuenta de mi intención -. Creí que nunca iba a adaptarte. La escuela no fue fácil. Los niños me podían porque soy italiana y bueno...no hablaba bien el español. ¿Saben cómo lo mejoré? Viendo películas y novelas mexicanas, porque casi no entendía lo que decían aquí. Me ayudó mucho.

-Hablas muy bien, casi ni se nota.

-Gracias.

-Cuando fui a Londres a estudiar idiomas - seguí yo -. Compré una entrada para ver la carrera de fórmula uno. Cuando el día llegó y me fui al circuito crei que había botado el boleto. Estuve como una hora buscándolo y resulta que lo había guardado en el zapato.

-¿Lo escuchaste?

-¿Que? - pregunté girándome hacia ella confuso.

Stephanie no dejada de señalar muy emocionada a Juliet.

-A ella también le gusta el automovilismo - bajé la cabeza para confirmar, mi corazón estaba dando fuertes aleteos.

-¿Te gusta F1?

Asintió.

-¿En, serio?

Se ríe.

-Sii, me encanta es mi deporte favorito.

Me llevé una mano al pecho encantado.

-¿En dónde estuviste toda mi vida?

-En Venezuela.

Ahora quien ríe soy yo.

-¿Cuál es tu piloto favorito? - me doy cuenta que estoy muy entusiasmado, y no es por la cerveza.

-Charles Letcrer.

-El mío es Daniel Richiardo.

Con la mención de su nombre, sonrió ampliamente.

Vaya, si que sabe de que hablo.

Presiento que me llevaré muy bien con Juliet.

-Mientras ustedes hablan de pilotos y todo eso, voy a la cocina por más cerveza.

-Me traes una, por favor - pidió y Stephanie se detuvo en seco. Parpadee sorprendido -. Quiero pertenecer al grupo.

-Pe-pero tu no bebes y mañana debes trabajar.

-No me voy a emborrachar, solo quiero compartir con ustedes - hizo un puchero -. A lo mejor me vaya pronto y quiero disfrutar cada minuto que me queda.

Stephanie permaneció en silencio y no pude evitar mirarla. Sus ojos estaban cristalizados y tenia una expresión triste en todo su rostro.

-Tenias que recordar que te vas - reprochó y se marchó.

Me quedé en silencio viendo por dónde se había ido corriendo y miré a juliet cuando sentí su mirada en mi nuca.

-Se colocó mal cuando le dije que - apretó los labios y negó -..que estaba reuniendo el dinero para irme. A mí prima se le está haciendo complicado reunir el dinero y me aconsejó que fuera ahorrando en tal caso que no pueda ayudarme.

De alguna forma, yo también me sentí afectado.

-¿Y cuando te vas?

-Todavía no lo sé, supongo que antes de diciembre, no estoy segura quizás me lleve más tiempo -calculó y miró por dónde se había ido stef -. Cuando se lo dije se colocó muy mal y no se por qué.

Sonrió incomprendida.

-Tenemos tan poco el tiempo que nos conocemos y...

-Porque te ha tomado cariño.

Subió ambas cejas.

Noté que tenía máscara de pestañas en su ojo derecho. Era una bolita muy pequeña, pero que podía verse fácilmente.

-¿Tan rápido?

Asentí.

La bolita me distraía.

-Hay personas así - afirmé, y no pude aguantar más. Sentía que si no le quitaba la bolita negra, no me iba a quedar tranquilo -. ¿Me permites?

-¿Ah?

-Cierra el ojo - acerqué el abrazo.

-¿Que, que tengo?

-Residuo de máscara de pestañas - señale, iba a quitársela pero no la dejé. Acerqué más mi mano y se la quité con cuidado.

Mi contacto la hizo reír.

-Casi dejo el mundo sin agua y siempre me quedó - reí mientras me aseguraba que no le quedara nada más y me vi observándole la nariz y los labios.

Stephanie apareció con la cervezas en las manos y por suerte no se dio cuenta de nada. Agradecí cuando me pasó la botella y retome mi posición inicial.

-¿Ya dejaron de hablar de carros?

-Si, ya - dije disimulando los nervios.

-¿Qué brindamos? - propuso Stephanie.

-¿Qué se te ocurre?

-Yo...- se quedó pensativa y miro a Juliet con los ojos cristalizados -. Brindo que Jane, cambie de parecer y se quede aquí con nosotros.

Los ojos de Jane se quedaron fijos sobre ella.

-¿Salud?

Su cuello se giró hacia mi, tenía los labios entre abiertos y al parecer se quedó sin palabras.

Miré la mano estirada de Stephanie, que esperaba la aprobación de alguno de nosotros.

-Si... pido lo mismo ¿te quedarías?

Sus ojos vibraron.

-Si, si, claro que si- chilló stef intentado golpear mi botella.

Suspiró.

-Ya veremos.

-Jane -protestó.

-Ya veremos - repitió.

Miré a Stephanie y choqué mi botella con la de ella.

-Te voy a convencer a qué te quedes - le pasó el brazo por los hombros.

Observé a Juliet y me giré antes que se diera cuenta.

Di un largo suspiro mirando hacia arriba, hacia el cielo oscuro lleno de estrellas. Me perdí en mis cavilaciones, escuchaba a las chicas hablar pero yo estaba concentrado, pensando en Susan.

Creí en ella, confíe en su cariño y pesar de lo que fue capaz de hacer soy lo bastante estúpido como para extrañarla, incluso aceptar lo que hizo solo para que no se aleje. Estoy enamorado y estoy jodido por eso.

Jane...

Habían pasado cuatro días que no tenía noticias de zequi y me tenía preocupada. Stephanie asegura que me estoy enamorando de él y no creo que sea por eso. Simplemente él es mi amigo y soy el tipo de persona que se preocupa mucho por lo demás.

Él estuvo muy extraño la última vez que lo vi. Parecía triste. Quise saber cómo estaba pero las veces que le escribí, nunca me respondió.

Cuando escuché su voz casi se me sale el corazón de la alegría, que obviamente no pude evitar abrazarlo. Obviamente sentí su incomodidad pero es que no tener noticias de él, pone nervioso a cualquiera.

Me dijo que estaba bien y sinceramente su aspecto no le daba crédito. Tenía ojeras enormes debajo de los ojos, se veía triste, apagado, como si cargara un peso encima.

Quise indagar pero no fui capaz, siento que no hay la suficiente confianza como para averiguar que está ocurriendo con su vida.

Estuvimos varias horas en la terraza bebiendo. Todo iba bien, hablábamos de cualquier cosa. Stephanie era quien más compartía de las dos. Ella tenía muchas anécdotas y allí me di cuenta, que nuestras formas de vivir son muy distintas que no tenía nada increíble que contar.

No tenía idea que había desperdiciado tantos años en mi vida.

Tengo que cambiar o bueno, disfrutar más de la vida.

Las cervezas se fueron acumulando y este par no dejaban de reír como desquiciados. Zequi estaba hecho un desastre, tenía su brazo sobre mis hombros y la cabeza recostada.

De un momento a otro ya no escuchaba la risa de Stephanie y cuando me giré, me di cuenta que nos dejó solos.

Pensé que me sentiría incómoda, y que todo quedaría está ahí, que Ezequiel se aburriría de mi y se iría pero no, se quedó. Y aunque no estábamos hablando nada, él parecía disfrutarlo o al menos eso parece.

-Creo que es horas de irme - dijo, después de estar varios minutos de silencio.

-¿Irte? - asintió -. Estás borracho, no puedes irte así.

-Claro que no - empezó a reírse como tonto.

-Si lo estás y es peligroso que manejes.

Rodó los ojos.

-Suenas cómo mi madre - protestó.

-¿Eres capaz de ponerte de pie? - dije irritada, me pareció ver a mi hermano menor siendo antipático conmigo cuando solo intentaba cuidarlo.

- Hasta de mano si quieres.

Crucé los brazos y levanté el mentón para que lo hiciera.

Zequi sonrió divertido y se tomó el tiempo para ponerse de pie.

-Joder- carcajeó a verse tambalear.

-Ahora camina hacia mi - me alejé a una distancia prudencial.

-¿Eres oficial?

-No, pero he visto muchos programas policiales.

-Y para que quieres que caminé hacia a ti - iba a responder pero siguió -. ¿Quieres analizar que soy lo más guapo que has visto en tu vida?

Abrí los labios para negar y siguió interrumpiendo.

-Ya se - sonrió divertido -. Estás probando si sirvo para modelo.

-¿Que? - empecé a reír -. Solo quiero ver qué tan sobrio estás. Ven. Camina pero recto eh.

-De acuerdo.

-¿Qué haces? - se estaba arreglando el cabello.

-Me estoy preparando para pasar la prueba - negué y me fui de lado, él lo pilló -. A ti también te voy hacer la prueba de alcoholemia.

-Yo no soy quien va a manejar.

-¡Igual quiero hacerte la prueba! - dijo como un niño encaprichado.

-Bueno, bueno - suspiré -. Camina en línea recta Ezequiel.

-Agh, hace mucho no me llamaban así - arrugó la cara.

-¿No te gusta?

-Jamás me ha gustado mi nombre.

-A mi me parece bonito.

Zequi se me quedó viendo y desee que la tierra me tragara. Aunque fuese verdad, no debí decir eso. Esas cosas no se dicen, se mantiene guardadas en tus pensamientos.

-Eres la primera que me dice que le gusta mi nombre - sonrió de costado, parecía encantado -. A los demás le parece horrible. Gracias por quitarme todos estos años mi gran complejo.

Oh.

-Pero no me llames por mi nombre completo. Siento como si estuvieras molesta conmigo, como si me estuvieras regañando.

-Bueno.

-¿Tu tienes algún complejo? - indagó mientras caminaba hacia mi. Sus pies se movían como si estuviera caminando en una cuerda floja.

-Si.

Miraba el piso y alzo la vista hacia mi.

-¿Y cuál es?

-Mi tamaño, soy muy pequeña.

-¿Cuánto mides?

-Un metro sesenta y cinco - se detuvo y llevó su mano hasta su pecho.

-No eres tan pequeña.

-Si lo soy.

-Yo mido uno ochenta y dos, no soy tan alto - entre cerré los ojos.

-¿Te estás burlando?

-Tienes la medida perfecta para alguien de mi tamaño - llegó hasta donde me encontraba con la mano pegada a su pecho. Llevó su cuerpo al mío y quedamos tan cerca que su aroma combinado con el del alcohol invadieron mis fosas nasales.

Su mano cayó en mi cabellera, haciéndome sobresaltar. Alcé la vista y sus labios me regalaron una sonrisa divertida.

-Ves no eres tan enana - con confianza alboroto mi cabello. Carcajee colocando mis manos sobre su abdomen para sostenerme y tragué grueso cuando noté que se me quedó viendo fijamente y empezaba a acercarse.

Aclaré mi garganta ruidosamente, con la intención que reaccionara, pero no funcionó. Él seguía acercándose. Quise evitar un momento incómodo, porque obviamente estaba tomado y no estaba en sus cinco sentidos. Sin embargo siguió acortando las distancias y cuando quise reaccionar ya era demasiado tarde, sus labios estaban uniéndose a los míos.

Fue un beso corto pero me causó miles de sensaciones en todo el cuerpo, que me sorprendieron. Él se apartó, deslizando lentamente sus manos por mi cuello haciéndome erizar la pie y se desplomó en el piso. Me tomó varios segundos caer en cuenta que estaba pasando, porque todo sucedió tan rápido. Estamos riendo y de pronto esto.

-Este chico es delgado pero joder, cómo pesa.

Zequi se había desmayado y como pude lo que senté en la silla - no sé cómo saqué fuerzas - intenté llamarlo varias veces pero no despertaba, parecía que estuviera muerto, me asusté y casi llamo a emergencias de no ser por Stephanie que le tomó el pulso.

Los llevamos hasta el sofá y allí se despertó un momento. Tragué despacio cuando se me quedó mirando y cuando bajó la mirada hacia mis labios, sentí mis mejillas ruborizadas y sentí que el corazón se me detuvo. Sus ojos se cerraron lentamente y volvió a quedarse dormido, respiré a aliviada y me quedé tranquila porque estaba segura que no despertaría más... bueno eso espero.

Lo acomodamos bien en el sofá. Stef le quitaba los zapatos mientras yo... acomodaba su cabeza entre los cojines.

Muy cerca del paraíso.

Todavía no puedo creer lo que sucedió, mi corazón no dejaba latir con rapidez. Mientras le abrigamos, mis ojos se desviaban hacia sus labios. Tenía que disimular pero es imposible, nunca me habían dado un beso en la boca y menos un chico lindo como Zequi.

Quizás esto no valga como un beso real porque yo estoy tomada, él está borracho, se desmayó y sería el beso más extraño que me hayan dado.

Pero me besaron por primera vez en mi vida y tal vez está sea la única vez que lo hagan.

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